El segundo representante del Imam Al-Mahdi (ay.) acababa de fallecer y la gente de Bagdad, ya enterada de su fallecimiento, comentaba lo sucedido. El bazar de Bagdad estaba abarrotado de gente y lleno de idas y venidas. Todos estaban ocupados en sus propios trabajos y tiendas. En medio del bazar, una mujer recatada caminaba lentamente como si buscara a alguien. Ella deambulaba desconcertada; había caminado tanto que ya no tenía fuerzas De pronto, la mirada de la mujer recayó en un hombre que parecía ser una persona piadosa. Ella se acercó y lo saludó. Éste le preguntó: “¿Se le ofrece algo?”. Dijo la mujer: “Estoy buscando al representante del Imam de la Época (ay.). Antes Muhammad ibn „Uzmán era su representante, pero ahora que él falleció no sé quién es su sucesor. Tengo algo que tratar con el Imam (ay.), por lo que de seguro debo ver a su representante y librarme de esta incertidumbre. Quería preguntarle si usted conoce al tercer representante del Imam Al-Mahdi (ay.) para poder encontrarme con él”. Dijo el hombre: “Sí, lo conozco; se llama Husein ibn Ruh. Él es ahora el representante del Imam (ay.). Los shías se remiten a él para resolver sus problemas y necesidades”. El hombre se puso en camino para resolver el problema de la mujer. Aquella mujer caminaba tras él. Ellos se dirigían a la casa de Husein ibn Ruh An-Naubajti. En medio del camino la mujer se dijo: “¿Cómo sé si este hombre dice la verdad? Quizás esa persona con la que voy a encontrarme no sea el representante del Imam de la Época (ay.)”. A lo largo del camino, ella reflexionó mucho y de repente comenzó a dudar de todo. Por eso decidió poner a prueba al representante del Imam (ay.). En unos momentos, ambos estaban frente a su casa. El hombre echó un vistazo a su alrededor y luego tocó a la puerta. El sirviente de la casa abrió, y tras saludar y presentar sus respetos, preguntó: “¿A quién buscáis?”. Él dijo: “Buscamos al representante del Imam (ay.). ¿Se encuentra él?”. El sirviente dijo: “Por favor, esperad un momento”. Ellos no tuvieron que esperar mucho tiempo frente a la puerta porque el sirviente volvió pronto con una expresión sonriente y dijo: “Sírvanse pasar, mi señor les permite entrar”. El hombre y la mujer entraron a la casa y tras atravesar el patio ingresaron a una pequeña habitación donde se hallaba el representante del Imam Al-Mahdi (ay.). Era un hombre dotado de aplomo y esplendor, y recibió a los invitados dándoles la bienvenida y convidándoles con algo. Luego preguntó: “¿Qué puedo hacer por vosotros?”. El hombre que había guiado a la mujer dijo: “Hoy yo me encontraba en el bazar cuando esta mujer me preguntó por el tercer representante del Imam (ay.). Le dije que yo lo conocía, por eso hemos venido ante ti para que le ayudes a resolver su problema”. Luego la mujer dijo: “He oído que tú eres el representante del Imam de la Época (ay.). Antes de plantearte mis consultas primero debes responderme a una pregunta; si tu respuesta es correcta, yo te haré el resto de mis preguntas”. Husein ibn Ruh dijo: “¡Pregúntame!”. Dijo la mujer: “Dime, ¿qué es lo que traigo conmigo para dárselo a mi señor el Imam de la Época (ay.)”. Aquel venerable hombre respondió: “Ve y arroja en el río Tigris esa bolsa de dinero que traes escondida, y luego vuelve hacia mí”. La mujer salió de la casa, fue hasta el río Tigris, y arrojó al agua la bolsa de dinero. Tras ello regresó de inmediato a la casa de Husein ibn Ruh. Cuando la mujer regresó, Husein ibn Ruh le dijo a su sirviente: “Trae la bolsa de dinero de esta mujer”. El sirviente entró a otra habitación y tras unos instantes entregó a la mujer la misma bolsa que ella había arrojado al río. La mujer, sorprendida al ver su bolsa de dinero, dijo: “¡Sí, juro por Dios que ésta es la misma bolsa que arrojé al río Tigris!”. Tras esto Husein ibn Ruh le dijo: “¿Quieres que te diga qué es lo que llevas dentro de esa bolsa?”. La mujer le respondió: “Sí, quiero oírlo de ti”. Y aquel honorable hombre dijo: “En esta bolsa hay un par de pulseras de oro y una gargantilla con una piedra preciosa. También hay dos aretes con piedras preciosas. Asimismo, hay dos anillos en la bolsa; la piedra de uno de ellos es de turquesa y la del otro de cornalina”. Debido a que la mujer vio que la bolsa estaba cerrada y ella estaba segura de que no había sido abierta, confió en Husein ibn Ruh y lo reconoció como el representante verdadero del Imam de la Época (ay.). Este sorprendente asunto fue uno de los Favores de Dios para con el representante del Imam Al-Mahdi (ay.). Husein ibn Ruh AnNaubajti era considerado uno de los fieles discípulos del Imam Al-Mahdi. Él era escrupuloso y diligente en obedecer y seguir al Imam de la Época (ay.). Al igual que los otros representantes del Imam, él fue un hombre digno de confianza, honesto, valiente, sabio y siempre fue objeto de la asistencia divina. Husein ibn Ruh poseía particularidades exclusivas con las que otras personas no habían sido favorecidas. Por ejemplo, dominaba varios idiomas y estaba al corriente de muchos secretos. Él fue educado en la Escuela de los Purificados e Inmaculados de Ahl-ul Bait (a.s.), de manera que todas las bendiciones que le habían abarcado se las debía a ellos. Todo lo que Husein ibn Ruh decía o escribía, era lo que el Imam Al-Mahdi (ay.) decía o escribía. Desobedecer las órdenes de Husein ibn Ruh era como desobedecer al Imam de la Época (ay.), y obedecerlo era como obedecer y seguir al Imam (ay.), ya que el Imam Al-Mahdi había dicho: “Mi representante, Husein ibn Ruh, es de mí; sus palabras son las mías, y sus escritos son los míos”. Después de Husein ibn Ruh, el cuarto y último representante del Imam Al-Mahdi (ay.) fue „Ali ibn Muhammad As-Samuri.