­Mi vida es aburrida!­ pensó Puppy mientras esperaba que Bob se levantara a darle la lata de comida de perro que compartía con su mejor amiga, Lucy. Esa lata de comida de perro era la parte más memorable de su día. ­¡Ojalá que se apure! ¡Si solamente pudiera brincar sobre su cama, lo podría despertar!­ ­Tranquilízate,­ dijo Lucy. ­¡Siempre se despierta a la larga!­ Cuando Bob finalmente se levantó a darles de comer a los perros, Puppy no pudo mantenerse tranquilo. Ladró, lloró y salto sobre las piernas de Bob hasta que abrió la lata. Así pues la vida siguió, hasta que una mañana Puppy estaba viendo televisión con Lucy. Era una entrevista con Barracuda, un perro de un equipo de Operarios Especiales de la Marina. Puppy estaba fascinado. Cuando terminó la entrevista, Puppy quedó inspirado. ­¡Eso es! Ahora se lo que quiero ser!­ dijo Puppy. ­Un perro Operario Especial de la Marina!­ ­Eres demasiado bajo.­ Lucy dijo la mera verdad. ­Talvez necesitan un perro bajo para meterse debajo de las cosas,­ dijo Puppy. ­¿Me ayudas, Lucy?­ Lucy se sentó y rasguñó la oreja. ­¿Qué tienen que hacer los perros Operarios Especiales de la Marina?­ ­Barracuda dijo que tienen que correr rápido, brincar alto, quedarse tranquilos, y detectar olores expertamente.­ ­Pues, eso eres tu en pocas palabras,­ dijo Lucy sin emoción. ­Supongo que debemos empezar con correr. Parate ahí al lado de la casita de almacenamiento donde Bob guarda cosas y espera hasta que salga Roy. Después trata de corretearlo. ¿Está bien contigo, Roy?­ Lucy llamó. ­Claro, cualquier cosa para ayudar,­ contestó Roy, el conejo que vivía en un hoyo cerca de la casita de almacenamiento donde Bob guarda cosas. Puppy se paró al lado de la casita y correteó a Roy cuando salía de su hoyo. Roy era demasiado rápido, pero después de un mes, Puppy le pisaba los talones. ­Creo que estás listo para entrenarte a brincar,­ dijo Lucy cuando Puppy por fin agarró a Roy. Lucy montó un curso de obstáculos en la yarda de atrás. ­Esto es lo que debes hacer: brinca encima de la pared de ladrillos, recórrala, brinca al suelo, brinca sobre la manguera, brinca encima de la silla de playa, de allí brinca sobre la silla grande, brinca para abajo y termina brincando en la carretilla. Listo, ¡anda!­ Puppy miró hacia adelante al curso descorazonador. Sería un reto, pero él estaba listo. Al principio, era demasiado dificil, pero después de un mes, Puppy estaba terminando el curso casi tan rápido como Roy, quien había decidido ser su compañero de entrenamiento. ­Creo que estás listo para el entrenamiento de detectar olores,­ dijo Lucy cuando estaba satisfecha que Puppy podía brincar. ­Ahora, no veas hasta que te digo, entonces usa tu naríz para encontrar el hueso.­ Lucy agarró el hueso y lo escondió debajo de la camita de Puppy. ­Bueno, búscalo!­ Puppy olfateó y olfateó, pero no podía encontrar el hueso. ­Cuando estás olfateando, imagínate el olor riquísimo que tenía el hueso cuando apenas nos lo dieron. Concéntrate en eso,­ dijo Lucy, quien era verdaderamente experta en detectar olores. Puppy se concentró, imaginando el hueso delicioso mientras olfateaba el suelo. Un olor apenas distinguible flotó en el aire. Estaba acercandose al hueso. Por fín, con un ladrido triunfante, Puppy puso su naríz debajo de la camita y encontró el hueso. Por un mes, Puppy encontraba el hueso en un balde, enterrado al lado del cerco, escondido en un florero y hasta encima de una rama del árbol. ­Creo que estás listo para el entrenamiento de quedarte tranquilo,­ dijo Lucy. ­Esto no va a ser facil, pero todas la mañanas cuando Bob nos da de comer, tienes que quedarte quieto mientras abre la lata de comida de perros. No puedes ladrar, llorar o saltar sobre las piernas de Bob. ¿Entendido?­ Puppy asentió con la cabeza, pensando que sería algo muy facil. ­Eso no es nada­ dijo. Pero a la mañana siguiente, aunque trató con toda sus fuerzas, Puppy no pudo parar de ladrar, llorar y saltar sobre las piernas de Bob. ­¿Que pasó?­ pregunto Lucy. ­Pensé que habías dicho que sería facil quedarse tranquilo.­ ­Ya sé­, dijo Puppy, ­pero no lo puedo evitar.­ ­Pues si quieres ser un perro Operario Especial de la Marina, no puedes emocionarte tanto con tu comida. Sigue tratando,­ le aconsejó Lucy. Por un mes, Puppy trabajó duro para estarse tranquilo mientras Bob abría la lata de comida de perros. Poco a poco, se hizo más y más calmado hasta que pudo pararse completamente quieto mientras esperaba. ­Creo que estás listo para llenar la aplicación para ser un perro Operario Especial y mandarla a la Marina,­ dijo Lucy. Los perros estudiaron la aplicación que Bob descargó del internet. El primer problema que encontraron fue donde decía, ­Nombre.­ ­Puppy no es un nombre muy impresionante para un perro Operario Especial de la Marina,­ dijo Lucy. ­¿Pues que tal si me llamo Puppylazo?­ preguntó Puppy con esperanza. ­Muy creido,­ dijo Lucy. ­Puppyzón, Puppychanga, Puppyroca?­ Puppy trató duro de pensar en un nombre más impresionante. ­¡Olvídate del Puppy, y llámate Puma!­ gritó Roy de su hoyo cerca de la casita de almacenamiento donde Bob guarda cosas. ­¡Claro, Puma!" ladró Puppy alegremente. Los perros pasaron el resto de la mañana llenando la aplicación. Cuando terminaron, la Marina sabría todo acerca de Puppy, mejor dicho Puma, quien era un gran corredor, brincador, olfateador y perro super tranquilo. Bob mandó la aplicación a la Marina por correo, y ahora era cuestión de esperar. Por un mes, Puppy continuaba correteando a Roy, brincando por el curso de obstáculos, y encontrando el hueso de olfatear. No quería perder sus nuevas destrezas. Todos los días esperaba la respuesta de su sueño. Por fín llegó el día, una carta de la Marina fue entregada a Puma. Aunque quería llorar, ladrar y saltar sobre las piernas de Bob mientras abría la carta, se paró absolutamente quieto, tranquilo y estoico. Estimado Puma: Gracias por su aplicación para unirse a uno de nuestros equipos de perros operarios especiales. Aunque es claro que usted llena los requisitos, lamentamos informarle que todas las posiciones actuales se han llenado por otros aplicantes calificados. Gracias por su interés en servir a nuestro pais. Sinceramente Secretario de la Marina Puppy, el ex­Puma, se paró absolutamente quieto. Bajo su cabeza hacia el suelo. Lucy se acercó y se paró junto a él. No había manera de consolar a Puppy, así que Lucy se acostó junto a él. Por un mes, Puppy se acostó en el patio de atras cabizbajo. Su sueño se había acabado después de todo su trabajo duro. Una noche, unas semanas después, Puppy se despertó de repente. Algo estaba mal, un olor extraño estaba en el aire. Puppy olfateó. ¡Era humo! Se levantó rápido de su camita. ¿Dónde estaba Lucy? O no! Estaba afuera. ¡No podía ayudar para despertar a Bob! Puppy corrió al cuarto de Bob. Estaba profundamente dormido. Puppy ladró, pero Bob continuaba roncando. Sin pensar, Puppy brincó y se encontró encima de la cama. Empezó a lamer la cara de Bob. ¡Sirvio! Bob se despertó. ¡Epa! ¿Qué pasa? preguntó enojado. Entonces, ya bien despierto, gritó, ­¡Humo! íSalgámonos de aquí!­ Ya el techo de la casa estaba en llamas. Bob rapidamente llamó a los bomberos con su celular. Llegaron en unos minutos con las sirenas sonando. Ahora todo el barrio estaba despierto y los vecinos salieron a hablar con Bob. ­Mi perro me despertó­ les dijo Bob con mucha emoción. ­¡Que bueno que lo hizo­ dijo el capitán de los bomberos. ­Usted habría muerto al inhalar humo y las llamas podrían haberse esparcido a otras casas. ¡Eso sí que es un perrito valiente!­ Al próximo día, el titular del periódico dijo: "Perro salchicha salva a su dueño del fuego". Sonó el teléfono y era la estación de televisión. Querían entrevistar a Puppy. Bob lo llevó a la estación. El capitán de los bomberos estaba allí. Puppy se sentó orgullosamente en el sofá, contando a la entrevistadora como pudo identificar el olor de humo, quedarse tranquilo y brincar sobre la cama de Bob para despertarlo. Cuando se acabó la entrevista, el capitán de bomberos se paró. ­Tengo una presentación que hacer­ dijo... ­De parte de la gente de la ciudad de Peoria, Arizona, me da mucho gusto darle esta medalla de oro por valor ante el peligro.­ Puso la medalla alrededor del cuello de Puppy quien se paró tranquilamente, sintiendo mucha alegría porque había salvado a Bob. Una vez de regreso a la casa quemada, Bob se sentó en el patio de atrás mientras Lucy felicitaba a Puppy. ­Ves, todo tu trabajo no era para nada. Salvaste a Bob y eso es lo más importante para nosotros.­ ­Tienes razon­ dijo Puppy. ­Supongo que mi sueño se cumplió después de todo.­