El liderazgo de Daisaku Ikeda, tercer presidente de la Soka Gakkai y presidente de la Soka Gakkai Internacional. Daisaku Ikeda nació en Tokio en 1928 como quinto hijo de una familia que procuraba su sustento con la recolección de algas marinas comestibles. Durante su juventud, Ikeda fue un joven de constitución enfermiza, agravada a causa de la tuberculosis. El pronóstico médico de que tal vez no viviría hasta los treinta años hizo que despertara en su interior un espíritu profundamente intenso y nutrió en él la determinación de no malgastar un solo instante de su existencia. Esa resolución se convirtió en uno de los rasgos más distintivos de su personalidad. Ikeda era un adolescente en la década de 1940, cuando el Japón entró en la Segunda Guerra Mundial. Su familia, como casi todas las demás, resultó devastada, espiritual y materialmente. Su hogar sucumbió dos veces bajo el fuego de los ataques aéreos, y hubo un momento en que el joven y sus padres tuvieron que refugiarse provisoriamente en un gran boquete producido por una bomba. Los cuatro hermanos mayores de Ikeda fueron reclutados y llevados al frente de batalla. A menudo, él recuerda cómo su hermano Kiichi, el mayor de todos, quien se encontraba en casa con permiso temporario, describía con enorme disgusto la manera en que los militares japoneses trataban al pueblo chino. Ikeda recuerda también que, una vez terminada la guerra, después de una larga y angustiosa espera de noticias sobre su hermano, le tocó observar cómo su madre recibía, sin proferir una palabra, una pequeña caja blanca que contenía las cenizas de Kiichi. Luego escribió: “Fue inevitable que yo desarrollase un profundo odio hacia la guerra, hacia su crueldad, su insensatez y sus pérdidas gratuitas". 1 Al término de la Segunda Guerra Mundial, en pleno caos y confusión, Daisaku Ikeda, en su búsqueda de respuestas, leía ávidamente los escasos libros de literatura y de filosofía a los que podía acceder. En esas circunstancias, conoció a Josei Toda (1900-1958), la persona que llegaría a ejercer la influencia más importante en su vida. Toda, educador y cofundador de la asociación budista laica Soka Gakkai, se había opuesto a la política gubernamental del Japón en los tiempos de guerra y por ello había sufrido persecuciones y dos años en prisión. En 1947, Ikeda asistió a una pequeña reunión de miembros de la Soka Gakkai, en la que tuvo la oportunidad de escuchar hablar a Toda. Aunque en general las ideologías religiosas no le inspiraban confianza, Ikeda asevera: “Las palabras de una persona que había sufrido el encarcelamiento debido a sus convicciones tenían un peso fuera de lo común. Intuitivamente, sentí que podía confiar en él"2. La Soka Gakkai En aquellos momentos, Josei Toda estaba en pleno proceso de reconstruir la asociación budista laica Soka Gakkai. Josei Toda estaba convencido de que la filosofía del budismo 1 1 IKEDA, Daisaku: “Conferencia dictada por el presidente de la SGI en el Instituto de Educadores de la Universidad de Columbia”, Seikyo Shimbun, 16 de junio de 1996, pág. 2. 2 IKEDA, Daisaku: Las simientes de la esperanza, The Japan Times, 8 de junio de 2006 de Nichiren –que sustenta que cada ser humano posee un gran potencial— sería la clave para lograr una significativa transformación social dentro del Japón. Durante los años que siguieron a su liberación de la cárcel, en 1945, hasta su muerte, en 1958, Toda se consagró al esfuerzo monumental de desarrollar un movimiento de individuos fortalecidos por dicha filosofía. Ikeda, completamente dedicado a respaldar la visión de Toda, naturalmente jugó un papel destacado en el desarrollo de la Soka Gakkai. La asociación de Ikeda y de Toda duró solo diez años. No obstante, la guía de Toda como maestro se ha convertido en la experiencia más determinante en la vida de Ikeda y, tal como él la define, en la inspiración de todo lo que ha realizado y de todo lo que ha llegado a ser como individuo. Ikeda habla y escribe continuamente sobre su maestro, y casi todos sus discursos y escritos mencionan las ideas y la influencia de Toda. La relación con el mentor es un tema que Ikeda explora y analiza de continuo, y, en sus intercambios con personalidades destacadas, siempre se interesa por saber acerca de los maestros que han influenciado a sus interlocutores; del mismo modo, en sus escritos y disertaciones sobre figuras históricas, con frecuencia examina la relación entre el mentor y el discípulo. Universidad Toda En 1948, Daisaku Ikeda comenzó a trabajar en la compañía editorial de Josei Toda. Allí, pudo desarrollar su talento literario como redactor de una revista para niños, mientras concurría a clases nocturnas en un instituto universitario. Además de ser un brillante docente, Toda era un empresario creativo y exitoso, aptitudes que supo conjugar de manera eficaz. Sin embargo, a fines de 1949, debió enfrentar una serie de contratiempos debido a la hiperinflación de posguerra, lo que lo llevó al borde de la ruina social y económica. Fue en medio de esa lucha contra la bancarrota y el fracaso cuando Toda definió su visión de establecer una escuela y una universidad de acuerdo con los principios de la educación para la creación de valor (soka) de su propio mentor, Tsunesaburo Makiguchi (1871-1944). La idea puede haber parecido descabellada en ese momento, pero la enorme seriedad con que el joven Ikeda, de veintidós años, consideró esa concepción demuestra la profundidad de su lazo con Toda. Dos décadas después, Ikeda hizo realidad ese proyecto, al establecer las instituciones educativas Soka, entre las que se encuentra la Universidad Soka. Con la ayuda de Ikeda, Toda pudo finalmente saldar sus deudas y resolver su situación económica. Para salvar a su mentor de la ruina, Ikeda se había esforzado hasta el extremo de sus fuerzas y se vio obligado a abandonar los estudios. Toda prometió brindar a Ikeda una esmerada educación, a la altura de una universidad. Las lecciones que le impartió, a las que Ikeda se refiere ahora como “la Universidad Toda”, se llevaban a cabo durante las mañanas antes del horario de trabajo y los fines de semana, y continuaron hasta 1957, un año antes de la muerte de Toda. Campañas […] Al tiempo que impartía instrucción a Daisaku Ikeda, Josei Toda comenzó también a asignarle posiciones de liderazgo dentro de la Soka Gakkai, desde donde ponía a prueba y desarrollaba la capacidad de su discípulo. En 1951, una vez puestos en orden sus asuntos económicos, gracias en gran parte a los enormes esfuerzos de Ikeda, Toda asumió el cargo de presidente de la Soka Gakkai. Durante la ceremonia inaugural, hizo público su objetivo de construir antes de morir una organización con setecientas cincuenta mil familias, a partir de lo que en ese momento era solo un grupo de tres mil personas. El anuncio fue considerado una simple exageración retórica por los miembros de entonces. Sin embargo, Ikeda comprendió que Toda hablaba absolutamente en serio. Los años entre 1951 y 1957, cuando esa meta fue lograda, fueron un período de intensa actividad para la organización y para Ikeda. Una de las primeras ocasiones en que Ikeda pudo demostrar su capacidad como líder se presentó en 1952. Frustrado por el lento crecimiento de la organización, Toda asignó a Ikeda un cargo de responsabilidad dentro del cabildo Kamata de Tokio. Solamente en febrero, el cabildo agregó a sus miembros la cifra sin precedentes de doscientas una familias. Ese ejemplo dio impulso a toda la organización y fue el vigoroso punto de partida hacia el logro de la meta de Josei Toda de incorporar setecientas cincuenta mil familias en la organización. Cuatro años después, la capacidad de Ikeda para organizar e inspirar a la gente quedó demostrada de manera mucho más contundente, durante la hoy histórica campaña de Osaka, en 1956. Con su guía, la organización de Osaka incorporó como miembros a once mil ciento once familias, en el lapso de un solo mes. Matrimonio En 1952, Ikeda contrajo matrimonio con Kaneko Shiraki. […]Después de su casamiento, Kaneko se convirtió en la confidente más próxima de Daisaku. Posteriormente, ante las extenuantes exigencia e implicaba la tarea de Ikeda como presidente de la organización, el respaldo de Kaneko se volvió absolutamente vital. Tercer presidente En 1975, se había superado el objetivo de Josei Toda de lograr el ingreso como miembros de setecientas cincuenta mil familias. En el lapso de solo seis años, la Soka Gakkai, que antes había sido tan solo una “nueva” religión, casi desconocida, se transformó en una gran fuerza social dentro del Japón. Josei Toda falleció en 1958. En mayo de 1960, Daisaku Ikeda lo sucedió como tercer presidente de la Soka Gakkai. Al comienzo, se negó al pedido de los directores ejecutivos de aceptar dicho cargo, consciente de que la responsabilidad de conducir el creciente movimiento requeriría un compromiso inimaginable, que no le dejaría espacio para ninguna cuestión personal. […]En su discurso en la ceremonia inaugural, Ikeda manifestó a los veinte mil miembros de la Soka Gakkai reunidos para la ocasión: “Aunque aún soy joven, como discípulo del presidente Toda, estoy decidido a asumir la conducción, hacia el logro de la paz del mundo.”3 3 Véase, IKEDA, Daisaku: La revolución humana, Buenos Aires, Emecé Editores, 1989. Ikeda recuerda que, al regresar a su hogar el día de la asunción, su esposa Kaneko no parecía tener ánimos para celebrar. Cuándo él quiso saber el motivo, ella respondió que no habría celebración alguna, porque ese día marcaba el funeral de la familia Ikeda. Aquel comentario aleccionador fue, de alguna manera, una declaración tácita de su resolución de apoyar completamente a su esposo a lo largo del camino que se abría ante ellos. […] en octubre de 1960, cinco meses después de asumir su cargo de presidente, Ikeda partió hacia los Estados Unidos y, en esa misma travesía, llegó a Canadá y a Brasil. […] La Soka Gakkai Internacional comprende actualmente unos doce millones de miembros en casi todos los países del orbe, lo que tal vez la convierte en la más grande y diversa organización budista laica internacional. La imagen de Ikeda abordando el avión antes de su partida hacia los Estados Unidos ha llegado a simbolizar, de alguna manera, lo que podría en definitiva ser su virtud más extraordinaria y perdurable: el alcance y la grandeza de su visión, y su absoluta intrepidez para hacerla realidad. […]En 1961, luego de sus visitas a Estados Unidos, Canadá y Brasil, realizadas el año anterior, Daisaku Ikeda se concentró en la región oriental del continente asiático y viajó a Hong Kong, Sri Lanka, India, Myanmar, Tailandia y Camboya. Allí no había miembros de la SGI, pero Ikeda deseaba comprender las condiciones y realidades de dichos países. Ese mismo año, viajó también a diversas naciones de Europa y tuvo la oportunidad de estar ante el Muro de Berlín. El viaje de Ikeda a Asia fue también un paso concreto en respuesta a los deseos de su fallecido maestro, Toda, quien, habiendo vivido en la época de la expansión imperialista del Japón, sentía el ardiente anhelo de que sus discípulos trabajaran para establecer la paz en Asia. Durante ese viaje y en especial, en oportunidad de su visita a Bodhgaya, considerado tradicionalmente el lugar en que Sakyamuni logró la iluminación, Ikeda comenzó a considerar la posibilidad de establecer una institución dedicada al estudio de la filosofía y del pensamiento tradicionales de Asia, como un medio de promover el diálogo y la paz. Al año siguiente, fundó el Instituto de Filosofía Oriental para hacer realidad su proyecto. En 1963, Ikeda fundó la Asociación de Conciertos Min-On, lo que le permitió comenzar a concretar su propósito de forjar la paz a través de los intercambios culturales y artísticos. Al tiempo que llevaba a cabo todas esas actividades, Ikeda ponía su máximo esfuerzo en alentar a los miembros de la Soka Gakkai, para lo cual viajaba alrededor de Japón, se reunía con ellos, pronunciaba discursos, escribía y disertaba sobre las enseñanzas budistas, planificaba el desarrollo de la organización y forjaba a jóvenes líderes. Esos esfuerzos dieron su fruto, y la cantidad de miembros de la Soka Gakkai se triplicó hasta alcanzar más de tres millones de familias en el período entre 1960, cuando Ikeda había asumido la tercera presidencia de la organización, y 1964. Se trató de un logro monumental. Los exhaustivos esfuerzos que realizó Ikeda al viajar alrededor de Japón y mantener encuentros con los miembros de la Soka Gakkai dejaron abierto el camino para el crecimiento de la organización Una virtud de Ikeda que se destaca con frecuencia es su capacidad, aun en medio de la constante presión de sus compromisos y obligaciones, de prestar la más profunda atención y de considerar con auténtico interés a toda persona que esté frente a él. Su empeño constante para llegar a los individuos comunes y alentarlos, cualquiera fuese la ocasión, es otra demostración de su verdadera empatía hacia los demás; esa aptitud y su disposición para ofrecer esperanza a otros, a través de su profundo conocimiento de los principios budistas y del corazón humano, se han granjeado la inmensa admiración de muchísimas personas. Mucho más que una cualidad carismática intangible, es su forma humanística y práctica de ejercer el liderazgo y de forjar a su vez líderes, junto con la monumental energía que despliega en todas sus actividades, lo que lo define. […]En los años 60, Daisaku Ikeda emprendió tres empresas de gran envergadura, que resultaron decisivas en su vida: la elaboración de su novela La revolución humana, su lucha para consolidar las relaciones entre la China y el Japón, y el establecimiento de las instituciones educativas Soka. Establecimiento de la SGI Al tiempo que realizaba su esforzada labor, Ikeda estaba llevando a cabo los preparativos para el establecimiento de la Soka Gakkai Internacional. El 26 de enero de 1975, representantes de la Soka Gakkai de cincuenta y un países y territorios se reunieron en la isla de Guam para la “Primera Conferencia Mundial por la Paz”, que dejó inaugurada la asociación internacional, con Ikeda como presidente fundador. Al referirse a sus razones para establecer la SGI, Ikeda escribió: “Todo depende de las personas. Es por ello que resulta vital forjar una red cada vez más amplia que genere la unión entre personas de buena voluntad y conciencia”. 4 Hoy los miembros de la SGI abarcan ciento noventa países y territorios alrededor del mundo, lo que convierte a la organización tal vez en el más grande y diverso movimiento budista, cuyos miembros se dedican a contribuir activamente con la sociedad, a través de una variedad de iniciativas locales, en áreas como el desarrollo sostenible, el diálogo entre culturas y religiones, la no violencia, la educación en derechos humanos y la abolición nuclear. Dimisión A fines de la década de los 70, Daisaku Ikeda debió enfrentar una serie de circunstancias que amenazaron con ponerles fin a sus actividades como líder budista. En ese entonces, cuando la Soka Gakkai ya se había consolidado y había expandido su influencia dentro del Japón, algunos líderes dentro de la organización, carentes de todo escrúpulo, comenzaron a intrigar para desplazar a Ikeda de su cargo, a fin de tomar el control de los recursos de la Soka Gakkai. Dada la inmensa adhesión que despertaba Ikeda entre los miembros de la Soka Gakkai – esta, como organización, solo generaba rencor y envidia entre sus enemigos–, la única 4 Ikeda, Daisaku: “Las semillas de la Ley Mística germinan en Rusia y en Europa oriental”, Reflexiones sobre La Nueva Revolución Humana, Seikyo Shimbun, 18 de febrero de 2005, págs. 2-3 manera de quitarlo del paso era asimilarlo a la autoridad tradicional del clero de la Nichiren Shoshu. […]Los adversarios de Ikeda comenzaron entonces a avivar las tensiones entre los dos cuerpos y a acicatear entre los miembros del clero el sentimiento de alarma ante la creciente influencia del movimiento laico y de su líder. Un punto crucial del conflicto, que esos individuos se dedicaron a explotar, fue la insistencia de Ikeda en proclamar la igualdad esencial entre los sacerdotes y los creyentes laicos. La desconfianza y el trato desconsiderado comenzaron a cobrar fuerza entre los sacerdotes, hasta que el clero finalmente exigió la renuncia de Ikeda como líder del movimiento budista laico. […] Daisaku Ikeda renunció como presidente el 24 de abril de 1979. Ante la prohibición de publicar su guía en la fe, escribía breves poemas y obras caligráficas para entregar individualmente a los miembros. De igual modo, dado que no podía hablar en público, viajaba por todo el país y visitaba a los miembros en sus hogares, para brindarles personalmente aliento en la fe. Ikeda seguía siendo el presidente de la SGI, que en ese entonces era aún minúscula en comparación con la Soka Gakkai dentro del Japón. Ante las restricciones que se le impusieron en su país, concentró sus energías en la esfera internacional. Luego de su renuncia forzosa como presidente de la Soka Gakkai, Daisaku Ikeda emprendió una serie de viajes al exterior. Además del objetivo de alentar a los miembros de la SGI, esos viajes tenían el propósito de ampliar las relaciones sociales y culturales, y de promover el diálogo. Fomento de intercambios educativos En 1974, Daisaku Ikeda fue invitado a brindar una conferencia en la Universidad de California, en Los Ángeles. Al año siguiente, dio una disertación en la Universidad Estatal de Moscú, titulada "Una nueva ruta hacia el intercambio cultural entre Oriente y Occidente". En esa misma ocasión, recibió un doctorado honorario de la casa de estudios superiores rusa, lo que marcó el inicio de un amplio reconocimiento internacional por sus contribuciones a los intercambios culturales y a la educación para la paz. Hasta la fecha, Ikeda ha sido distinguido con más de trecientos sesenta y cinco títulos académicos honorarios, conferidos por instituciones de todo el globo. Sus escritos se emplean actualmente como material de estudio en cursos universitarios de países tan diversos como la Argentina y los Estados Unidos. Y más de veinte institutos de investigación de diferentes países se dedican al estudio de su filosofía. Ciudadanías honorarias Ha recibido distinciones de más de setecientas cuarenta ciudades, departamentos, prefecturas y gobiernos regionales del mundo Publicaciones Es autor de libros y obras que han sido traducidos a más de cuarenta idiomas. Al observar la amplitud de sus actividades, cabría preguntarse por qué razón Ikeda ha impulsado con tanto ahínco las más variadas empresas. Valga señalar que Ikeda imprimió vigor a la Soka Gakkai para convertirla en el más diverso y posiblemente más numeroso movimiento budista del mundo; es mentor espiritual de unos doce millones de personas en todo el orbe; realiza una prolífica labor como escritor (actualmente, la colección de sus obras llegan a más de cien volúmenes); realiza esfuerzos en los campos de la diplomacia ciudadana y del diálogo con personalidades de todo el globo; ha establecido varias instituciones dedicadas a la paz y a la cultura, que generan aportaciones internacionales; ha fundado dos universidades y todo un sistema educativo. La motivación que Ikeda aduce para llevar a cabo su labor es reveladora. Su vida está concentrada, sostiene, en hacer realidad la visión de su mentor, Josei Toda, y en demostrar la grandeza de su maestro. Permanentemente, Ikeda hace referencia a Josei Toda. En una ocasión escribió: “No concibo otra vida que no sea ésta dedicada a trabajar, avanzar y luchar con todas mis fuerzas al lado del presidente Toda. He llegado a comprender que soy quien soy gracias a mi mentor”. 5 5 IKEDA, Daisaku: “Renovación cotidiana”, Reflexiones sobre La Nueva Revolución Humana, Seikyo Shimbun, 4 de enero de 1998, pág. 3