TURISMO POR TIERRAS DE CELANOVA Y BANDE MATRECIO Texto y fotos. Nuestro itinerario nos llevará en esta ocasión al interior de la provincia de Orense, por unas tierras cargadas de historia, interesantes monumentos y relajantes parajes, ideales para practicar el senderismo. Antes de entrar en Celanova comenzaremos nuestra ruta en el valle medio del Arnoia, para acercarnos a la localidad de A Merca, donde podremos ver una de las mayores concentraciones de hórreos de Galicia. Ambientados ya en la más tópica arquitectura popular del rural gallego, seguiremos unos pocos kilómetros para llegar a Celanova. El emblema de Celanova es el monasterio de San Salvador. Convento fundado en el siglo X por San Rosendo. Rosendo Guterrez Eiriz es también uno de los personajes emblemáticos de la Edad Media en Galicia. De noble cuna, emparentado con los reyes de León, sobrino del obispo de Mondoñedo, Sabarico II, sucedió en la mitra a su tío. Cuenta la tradición que le reveló el Señor que era su voluntad que fundase un gran monasterio a orillas del Sorga, afluente del Arnoia. Dedicó entonces su hacienda y empeño en la construcción del monasterio en Celanova, al que se retiró como simple monje. Pero los inciertos tiempos que se vivían, no le permitieron permanecer en aquel manso retiro. Contemporáneo de Fernán González, compartió la época de las convulsas luchas dinásticas entre los descendientes de los reyes de León, que se partían el reino entre sí para seguidamente intentar eliminar a sus rivales, divisiones que debilitarían definitivamente aquel incipiente reino astur-leones nacido fruto de la Reconquista. San Rosendo intentó poner paz entre ellos, y como gobernador de Galicia, a instancias de Ordoño III lideró con éxito entre 955 y 968 los combates contra los invasores sarracenos y las incursiones normandas, posteriormente bajo el reinado de Ramiro III aceptó la diócesis de Iria Flavia, para terminar, por fin, sus días en su añorado retiro en el convento de Celanova. 10 A Merca 11 Monasterio de San Salvador San Salvador de Celanova 12 Hoy de aquel cenobio fundado por San Rosendo sólo queda la capilla de San Miguel, una joya de la arquitectura prerrománica española, a la que podemos acceder desde el claustro de las Procesiones (siglo XVI) en visitas guiadas. El resto del monasterio es de estilo barroco, cuenta con otro claustro, el Nuevo, (siglo XVII) y el templo, hoy Iglesia parroquial, que guarda las reliquias de San Rosendo y de San Torcuato, y que destaca por el retablo del altar mayor, con cuatro imponentes columnas salomónicas y los dos coros, con una sillería admirable, donde podemos buscar alguna talla burlesca. Sin duda se trata de uno de los ejemplos de arquitectura monacal más importantes de Galicia. Da fe de esta relevancia, el hecho de que el Emperador Carlos I llegase a valorar para su retiro a Celanova, en vez de a Yuste. Su fachada principal preside la plaza mayor de Celanova, la hermana pequeña de la plaza del Obradoiro compostelana, dicen algunos, donde existe una fuente del siglo XVI, de la que no debemos beber del caño situado hacia el norte, porque cuenta le leyenda que quien lo haga enloquecerá. Tampoco debemos dejar de callejear por el pueblo, pues su casco antiguo resulta muy agradable…, como curiosidad se dice que el hoy cinematográfico lobisomme Romasanta, acabó sus días en la prisión de Celanova. Al pasear por la villa nos habremos percatado de que Celanova es un pueblo con importantes literatos, ya que su recuerdo es patente en nombres de calles, jardines y en algunas estatuas. Destaca Celanova por haber dado ilustres hijos que han aunado el oficio de las armas con la devoción por las letras: Mauro Castellá Ferré, tras estudiar en los Colegios de Monterrei y Ribas de Sil, fue discípulo de Fray Luís de León en la Universidad de Salamanca, y participó en la expedición de la Armada Invencible. Es conocido por su “Historia del Apóstol de Jesús Cristo Santiago Zebedeo, patrono general de España” escrita en 1610, precisamente en un periodo en que se había abierto un debate entre jesuitas y carmelitas sobre la conveniencia de sustituir la figura de Santiago Apóstol como patrón de España, por la de Santa Teresa de Ávila. Otro ilustre celanovense fue Cesáreo Fernández Losada, médico militar, que destacó en las campañas de Marruecos y Cuba y llegó en 1874 al grado de general. Fundó la primera Academia de Sanidad Militar española y estableció la vacunación obligatoria al ingreso en filas, además del Instituto Bacteriológico. Nombrado médico de la Real Cámara de Isabel II y Alfonso XIII, llegó incluso a atender al general O’Donnell en la campaña de Marruecos y a Prim en su agonía. Siendo diputado en Capilla Mozárabe de San Miguel 13 Cortes por Orense, fue destacado valedor de Celanova y su monasterio, entonces abandonado debido a la desamortización de Mendizabal, impulsando la creación del Colegio de los escolapios de Celanova, inaugurado el 16 de agosto de 1868. Es autor de varias obras, además de médicas, históricas, especialmente referentes a Cuba, también publicó, en el periódico bimensual orensano “La Nacionalidad”, una interesante monografía con el título de “Curiosidades de Celanova”. Otro militar intelectual, Castor Elices, capitán médico, y poeta romántico, nace también en esta tierra, por lo que se ve fértil para las almas sensibles. Murió a temprana edad en 1886, destaca su melancólica obra “Follas secas.” Pero sin duda el más conocido poeta celanovense de aquel prolífico siglo XIX se trata de Curros Enríquez y su celebérrima “Aires da miña terra”, en la que versifica la Galicia rural. Pero aún hay más, Celso Emilio Ferreiro, fallecido en 1979, que colabora con Camilo José Cela y Álvaro Cunqueiro, jalonando con su obra una fecunda época para nuestra literatura tras la guerra civil. La Virgen del Cristal. Vilanova dos Infantes 14 Pero dejemos para las tardes lluviosas la lectura y sigamos camino. En los alrededores de Celanova nos encontramos con la aldea de Santa María de Castromao, cuya toponimia no engaña a nadie. En sus inmediaciones se encuentra un castro del mismo nombre y que coincidiría con la antigua capital del clan de los coelernos, Coeliobriga. Su emplazamiento en una colina, desde la que se divisa una panorámica de Celanova, nos sorprende por su extensión, ya que las edificaciones ocupan todo el otero en el que se adivinan “barrios”, quizás relacionados con unidades familiares o suprafamiliares. En su parte superior hay un yermo roquedal, pero al parecer existían construcciones de barro con maderas y entrelazado de ramas de cañizo. Las edificaciones presentan la típica forma circular u ovalada de la cultura castreña, pero también podemos observar los avances de la labor civilizadora romana y su influencia en el urbanismo, con una evolución hacia formas cuadradas y la ordenación de espacios entre las viviendas. No en vano la sensata tribu castreña gozaba de buenas relaciones con Roma, como atestigua la tesela “Hospitalitatis” del año 132 d.C. allí descubierta y que reza: “Siendo cónsules Gneo Xulio Augurino y Gneo Trebio Sergiano, los Coelernos de la Hispania Citerior y del convento bracarense, realizaron un pacto de hospitalidad con Gneo Antonio Aquilino Novaugustano, prefecto de la Cohorte I de los Celtíberos, con sus hijos y con sus descendientes. Gneo Antonio Aquilo hizo un pacto de hospitalidad con los Coelernos, sus hijos y sus descendientes. Actuó como legado Publio Campanio Gemino”. El episodio ha servido de disculpa para que los segundos sábados de agosto se celebre la fiesta del “folión castrexo”, en la que celtas y romanos vuelven a confraternizar por obra y gracia de los vecinos de Celanova convenientemente ataviados para la ocasión. No será esta la última vez que nos topemos con los romanos en nuestro recorrido. Desde la cima de Castromao se divisa, destacando en el paisaje, la torre de Vilanova dos Infantes, aunque más bien debería ser “de las infantas”, ya que según las referencias históricas serían la hermana y la madre de San Rosendo, los ilustres personajes en que se inspiró su denominación, ya que allí fundaron un monasterio de estilo mozárabe. Esta parroquia de Celanova conserva un sabor medieval que hace imprescindible su visita. La torre del homenaje es el único resto que sobrevive de un castillo que al aparecer fue derribado durante la revueltas irmandiñas contra los nobles gallegos, que en una España que salía de la Edad Media con los Reyes Católicos, se empeñaban en aferrarse al feudalismo más atrasado. Posteriormente reconstruida la torre, constituyó un bastión español que cerraba el paso a las expediciones portuguesas contra Orense en las guerras por la independencia de Portugal del siglo XVII. No hay que dejar de visitar el santuario de la Virgen del Cristal, con una bella nave barroca. Si queremos ver el curioso relicario del Cristal, en el restaurante adyacente podrán indicarles la casa parroquial o incluso avisar al cura que lo guarda. Cuenta la leyenda que en 1630 un labrador trabajando los campos halló un pequeño óvalo de cristal con la imagen de Nuestra Señora en su interior. Guardó el labriego el objeto sin hacerle demasiado caso, pero hete aquí que la faltriquera le empezó a pesar más y más, de manera que asustado tiró el cristal poniendo tierra por medio de aquel extraño suceso. Al día siguiente fue una nena pastorcilla quien encontró en el suelo la imagen de la Virgen, que se apresuró a entregar al cura. No existe costura, ni huella alguna de obra humana en el ovalo de cristal que indique cómo llegó la imagen de la Virgen a su interior, por lo que rápidamente corrió la voz sobre su sobrenatural origen. Curros Enriquez se sirve de la leyenda en su A Virxe do Cristal, para enmarcar la aparición en un contexto más romántico y melodramático, con una pareja de enamorados por protagonistas, Rosa y Martiño, que separados por las insidias sobre la virtud de la novia, terminan trágicamente en un convento ella y en la sepultura él, tras la aparición del cristal mariano como prueba de la pureza de Rosa. Desandamos los pasos de la “Rahina Santa”, Santa Isabel de Aragón, casada con el rey de Portugal, Dionisio I, que tras enviudar de su esposo peregrinó a Santiago precisamente siguiendo esta ruta, para ingresar a su regreso en el convento de las clarisas de Coimbra, y tras pasar por Bande nos dirigimos al bajo Limia y a la sierra del Xures, ya cercana a la frontera con Portugal. En Portoquintela nos encontramos con el campamento romano de Aquis Querquennis, alque se accede por una estrecha bajada a mano izquierda en la N-540. Allí existe un Centro de Interpretación, que nos servirá para identificar los restos de las diversas construcciones que se conservan al lado de un embalse con un agradable pinar y unas pozas termales que ya conocían los romanos. Su nombre proviene de los querquerni que habitaban la zona. Estuvo ocupado por un destacamento militar de entre 500 a 620 hombres, pertenecientes a la III Cohorte de la Legión Séptima Gemina, que tenía su cuartel general en León. El campamento fue construido bajo el reinado de Vespasiano (69-79 d.C.), y abandonado aproximadamente en el año 120 d.C., su función fue la construcción y posterior vigilancia de la Vía XVIII del Itinerario de Antonino o Vía Nova entre Bracara y 15 Asturica (la actual Braga en Portugal y Astorga en León), capitales de dos conventos romanos. Medía unos 330 kilómetros, 210 millas romanas y atravesaba la actual provincia de Orense siguiendo una diagonal del sudoeste al noreste casi perfecta. El Imperio Romano supo entender la importancia de la creación de una red de calzadas que mantuviera unido todo su territorio, sirviendo para el rápido traslado de tropas, noticias y mercancías, favoreciendo la romanización de todos aquellos territorios tan diversos. Durante el siglo II la Pax romana extendió las leyes, la lengua, y las formas de vida grecolatinas, que asimiladas por los variados pueblos de la península lograron unos cambios sociales, económicos y culturales que dotaron a Hispania de una homogeneidad que ya perduraría hasta nuestros días. Desaparecida la presencia militar de Aquis Querquennis, al devenir en innecesaria, permaneció una “mansión” o especie de posada que actualmente generalmente se encuentra anegada por las aguas del embalse. Estas “mansiones” , espaciadas convenientemente a lo largo de 16 las calzadas para realizar una jornada de viaje, eran el lugar de descanso de los viajeros, sus carruajes y animales, así como el punto donde se cambiaba el correo o se pagaban los impuestos. A apenas a 3 km. se encuentra una de las más importantes obras del arte visigótico en España, Santa Comba de Bande. Se trata de la iglesia más antigua de Galicia, data del siglo VII y el primer edificio de la provincia de Ourense declarado monumento nacional en el año 1921. Sirvió de sepulcro de San Torcuato, uno de los primeros discípulos del Apóstol Santiago, antes de ser reubicado en el monasterio de Celanova. El cuerpo de San Torcuato fue inicialmente venerado en Guadix (Granada), en cuyas cercanías fue martirizado, pero en tiempos de Abderramán, hacia el año 777, y ante el peligro de la invasión musulmana, fue trasladado a la Iglesia de Santa Comba. Para visitar su interior deberemos llamar a una vecina de la aldea, que generosamente se presta a estar pendiente de los turistas, y cuyo Aquis querquennis “móvil”encontraremos en la puerta de la iglesia. En su interior podremos disfrutar de unos frescos del siglo XVI. Seguimos viaje por la N-540, no sin antes al menos recordar que en la cercana localidad de Lobeira, durante la Guerra de la Independencia, se instaló la Junta de Defensa de Galicia, presidida por el obispo de Orense, participando su batallón de voluntarios en las luchas contra las tropas napoleónicas y posteriormente en la defensa de las posesiones españolas en las Americas. Encontraremos un desvío a la derecha, hacia Entrimo. En Terrachan, su capital municipal, podemos visitar la Iglesia de Santa María la Real (barroca) con una gran fachada del siglo XVIII, a 2 km. por una carretera de montaña podemos subir al mirador de San Rosendo de Pedreiriño o acercarnos al Mirador de Olelas, a unos 10 km de la Terrachán, por la carretera de A Illa-Olelas (O- 336), que ofrecen buenas vistas de la sierra de Queguas y Xures. En la margen izquierda del Limia y del embalse de Lindoso, hallaremos la villa balneario de Lobios. En Río Caldo, se sitúa la Sede y Centro de Interpretación del Parque Natural de Baja Limia-Sierra del Xures. En la misma localidad, a pocos metros del balneario de Lobios, encontramos los restos visitables de la “mansión” romana “Aquis Originis”, perteneciente a la calzada romana “ Vía Nova” o “Vía XVIII” de la que ya hemos hablado. Junto al balneario de Lobios, que cuenta con una magníficas instalaciones, encontramos también un área recreativa fluvial, en la que existen piscinas termales de las que podemos disfrutar gratuitamente, se trata de aguas bicarbonatado-sódicas, con una temperatura que oscila entre los 55 y 67 grados. Si seguimos por la carretera O- que continúa desde Lobios hasta Portela do Home, ya en la frontera con Portugal, nos encontramos con un área recreativa que agrupa un buen número de los miliarios de la “Vía Nova”. El miliario era una columna generalmente cilíndrica que se colocaba en el borde de las calzadas romanas para señalar las distancias cada mil passus (pasos dobles romanos) es decir, cada 17 Iglesia de Santa María la Real 18 milla romana, lo que equivale a una distancia de aproximadamente 1.481 metros. Su interés radica en que siempre figuraban inscripciones que indicaban el nombre del emperador bajo cuyo mandato se construía o modificaba la calzada, las distancias, y el gobernador o la unidad militar responsable de las obras en la calzada. En la Vía Nova entre Braccara (Braga) y Asturica (Astorga), se han encontrado 281 miliarios, que la convierten en la actualidad en la calzada con más mojones de este tipo descubiertos de todo el Imperio Romano. El Parque Natural de Baja Limia-Sierra del Xures, limítrofe con el Parque Nacional da Peneda Gerês en Portugal ofrece todo un menú de rutas de senderismo para todos los gustos y condiciones físicas, podemos destacar: la que lleva a la cascada de A Fecha, la más alta de Galicia, o la subida a la ermita santuario de Nuestra Señora del Xures. La de la Mina de las Sombras, así denominada porque atraviesa una minas de wolframio explotadas por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial y que discurre por alta montaña. Por el Río Vilameá, podremos observar diversos molinos también en el Río Mao, donde además de molinos, podremos encontrar la casa de A Escusalla, escenario digno de las leyendas de Bécquer. Se dice que fue sede inquisitorial, pero en realidad fue una capellanía fundada por el Abad de Manín en el siglo XVIII y que quedó en abandono tras la desamortización de Mendizábal. Cuentan que en las noches de luna llena se ve a un tal fantasma Marrequiño, no se ponen de acuerdo los supuestos testigos de si se trata de un fraile sin cara, jorobado o sin cabeza, al que se puede ver en compañía de dos mujeres penitentes vestidas de blanco, se oyen cantos de gallos, voces sin dueño y ruidos de abrir y cerrar puertas. Las noches de luna nueva, se unirían al coro de fantasmales apariciones las animas de unos albañiles portugueses a los que por no pagar el jornal, el fraile -tacaño y psicópata por lo que se ve- asesinaría y enterraría en el lugar. El punto final de nuestro recorrido lo pondremos en el municipio de Muiños, entre los embalses de Conchas y Salas en la margen izquierda del Limia. Además de contar un con agradables playas en los pantanos, destaca por su conjunto de monumentos megalíticos. En dirección a Maus de Salas, al lado de la esclusa del embalse, donde se trasladó al construirse el pantano, veremos el dolmen que popularmente se conoce por la Casiña da Moura, que según la tradición oral fue construido por una “super-moura” en la noche de San Juan, llevando las piedras en su cabeza y sin dejar de hilar al mismo tiempo con siete husos. Al cruzar la presa se encuentra otro dolmen megalítico, la Casola do Foxo. Continuando, entre Requiás y Maus de Salas, nos dirigimos a “Outeiro de Cavaladre” (que está indicado en un cartel de “Muiños Arqueolóxico”), que es una interesante necrópolis datada entorno al 3.000 a.C. e integrada por catorce túmulos. l Casola da Moura 19