Hoja de data de USCCB 2016 Myanmar—La libertad religiosa queda muy rezagada ante los avances políticos En noviembre de 2015 la Liga Nacional para la Democracia (NLD), partido de oposición dirigido por la Premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, ganó en unas elecciones que se realizaron con pocos incidentes. El régimen autoritario de Myanmar, en el poder durante los últimos 50 años, reconoció su derrota, pero los militares se quedaron con el 25 por ciento de los asientos del parlamento y, por tanto, pueden vetar cualquier reforma constitucional. Un cercano colaborador de Suu Kyi, Htin Kyaw, fue electo presidente en lugar de ella debido a que la constitución le impide acceder a ese cargo. Para complicar aún más las posibilidades de una sana gobernabilidad, el candidato de los militares, Myint Swe, quedó como primer vicepresidente. El conflicto entre los budistas, que componen casi 90 por ciento de la población, y los musulmanes de la región de Rakhine, presenta el conflicto de derechos humanos y libertad religiosa que ha recibido la mayor atención. Los musulmanes, que se llaman a sí mismos rohinyá y desean ser considerados uno más de los 135 grupos étnicos que conforman la población, afirman haber llegado a Myanmar hace siglos. Pero muchos budistas los consideran inmigrantes bengalíes recientes que compiten por los escasos recursos y, por ello, quieren expulsarlos del país. El gobierno les ha negado la ciudadanía a los rohingyas, por lo que legalmente son “apátridas” y afrontan restricciones de movimiento, matrimonio, número de hijos, residencia y el derecho a poseer bienes inmuebles. Unos 140,000 rohingyas son personas desplazadas internamente (IDP), alojados en miserables campamentos de refugiados con acceso limitado a alimentación y servicios esenciales, lo cual ha generado una terrible crisis humanitaria. La animosidad hacia los rohingyas es profunda y está muy difundida. En medio de este clima, incluso la NLD se mantuvo, a lo largo de la campaña, renuente a apoyar abiertamente los derechos de los rohingyas. A unos 800,000 rohingyas se les impidió ejercer el derecho al voto. Musulmanes rohingyas que anteriormente habían sido parlamentarios fueron impedidos de presentarse como candidatos a estos comicios, lo cual es una medida del grado de rechazo social a este segmento de la población birmana. La violencia anti islámica es azuzada por algunos budistas que abrazan el odio y pretenden coartar los derechos de estos musulmanes a practicar su religión o simplemente ganarse la vida de manera honrada. Desde 2012, más de mil personas han muerto a causa de la violencia sectaria. En 2015 los budistas militantes lograron que se promulgaran cuatro leyes sobre religión y raza que regularían las conversiones, los matrimonios y nacimientos, y generalmente restringen la libertad religiosa de los no-budistas. Miles de rohingyas han huido a través de la frontera hacia Tailandia, o en precarias embarcaciones abarrotadas a Malasia e Indonesia, en busca de refugio. Este éxodo ha generado una crisis migratoria en la región. Hay también otras tensiones que han persistido por generaciones entre las minorías étnicas/tribales (que generalmente habitan a lo largo de las fronteras) y la mayoría birmana que ocupa las planicies centrales del país. Algunas luchas han adquirido connotaciones religiosas. Los kachin del norte, quienes son cristianos en un 95%, han enfrentado al gobierno durante años por sus derechos sobre la tierra y valiosos recursos naturales como maderas y piedras preciosas. En 2011 unos 100,000 abandonaron sus hogares y muchos fueron a China, de donde fueron devueltos, escapando luego a otros países. Otros grupos étnicos, por ejemplo, kayah, shan y chin, muchos de los cuales son también cristianos, viven en zonas fronterizas de amortiguamiento donde a menudo han sido perseguidos y sometidos a trabajos forzados por los militares. Estos grupos luchan por la igualdad, la justicia y la libertad desde 1948, resistiendo la pérdida de su lengua y cultura por el proceso de “birmanización” forzada. Muchos también se han convertido en refugiados. Una delegación de la Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos fue a la región en agosto de 2015 para examinar la situación de los refugiados, muchos de ellos minorías religiosas de Myanmar, particularmente menores no acompañados. Muchos dirigentes religiosos manifestaron su preocupación por la connotación religiosa de la violencia actual. La Iglesia Católica ha estado muy activa en la promoción del diálogo entre musulmanes y budistas para resolver los conflictos, y también ha proporcionado servicios sociales y asistencia humanitaria substancial a las poblaciones étnicas/tribales, incluso a los rohingyas. El cardenal Charles Bo, arzobispo de Yangon (Rangún), es un decidido crítico de la incitación al odio por parte de los grupos que buscan sembrar la discordia religiosa y étnica en Myanmar. El Cardenal pide unidad en diversidad, reconciliación y construcción de la paz. Departmento de Justicia, Paz y Desarrollo Humano Oficina de Justicia y Paz Internacional www.fortnight4freedom.org