LA VIOLENCIA COMO EXPRESIÓN DE LAS RELACIONES SOCIALES INSTITUCIONALES: propuestas para un abordaje desde los espacios educativos1 Sara Raquel López Celeste Houdin * Introduciendo el tema 110 C uando se habla de violencia existe una tendencia a asociarla con un determinado grupo de edad, e incluso de clase social. Generalmente se realiza una asociación directa violencia–juventud, así como violencia–pobreza, desconociendo la complejidad en la cual las relaciones se desarrollan. La violencia, como producto histórico–social, se produce en las relaciones sociales dentro de un modo de producción social basado en relaciones de explotación capitalista; se reproduce con diversos matices en los espacios donde se relacionan los seres humanos. El presente artículo tiene por objetivo aportar una reflexión general sobre la violencia, seguidamente se planteará cómo la violencia se reproduce en los micro espacios como la familia y la escuela y finalmente se plantearán algunas ideas sobre posibles abordajes desde la escuela para trabajar en la prevención, desde diferentes actores cuyos roles están definidos en la estructura social. Slavoj Zizek (2009) señala que la violencia se presenta ante nuestros ojos como situaciones de; peleas, agresiones, disturbios, conflictos, y otras formas, de las cuales los medios masivos de comunicación se encargan de posicionar en forma explí- Trabajadora Social, Magistra en Trabajo Social y en Educación con Orientación en Gestión Educativa. Directora de la Dirección General de Educación Permanente del Ministerio de Educación y Cultura del Paraguay. Docente Universitaria del Instituto de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Asunción. *Trabajadora Social, Consultora en temas de género y violencia en el Ministerio de Educación y Cultura del Paraguay. Docente Universitaria del Instituto de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Asunción. Contacto: cele.houdin@hotmail.com. 1 Parte de este artículo se encuentra publicado en: Construyendo espacios educativos para una vida sin violencia. Apuntes para la reflexión desde la Nueva Escuela Pública Paraguaya 29, Ministerio de Educación y Cultura. Asunción (2011). Violencia Escolar cita. Lo que actualmente se comercializa constantemente son las imágenes o informaciones que proceden de situaciones concretas de hechos de violencia ejercida principalmente hacia niños, niñas, adolescentes, jóvenes y mujeres. Los medios de comunicación tanto escritos como visuales se encargan de colocar hechos, historias, casos que aluden a determinadas representaciones y que ocultan la violencia como expresión de relaciones de poder. Sizek (2009) lo llama violencia “subjetiva” y explica que este tipo de violencia no es más que la parte visible de otros dos tipos objetivos de violencia. Los tipos de violencia que señala el autor se refieren a; la violencia simbólica, expresada fundamentalmente a través del lenguaje; y otra denominada violencia sistémica que alude el funcionamiento homogéneo de los “sistemas económico y político” presente en nuestras sociedades. El autor plantea que ambas violencias “no pueden percibirse desde el mismo punto de vista”, así pensado, es la violencia subjetiva la que se percibe, la que se expresa y la que incluso podemos identificar, cuantificar y hasta repudiar. La violencia subjetiva, en sus palabras “se experimenta como tal en contraste con un fondo de nivel cero de violencia. Se ve como una perturbación del estado de cosas ‘normal’ y pacífico. Sin embargo la violencia objetiva es invisible puesto que sostiene la normalidad de nivel cero contra lo que percibimos como subjetivamente violento”; por su parte, la violencia sistémica sería, al decir del autor, la contraparte de una (en exceso) violencia subjetiva (2009: 10). Visto así, las situaciones o hechos de violencia que percibimos desde el sentido común, desde las representaciones construidas no cuestionan el orden social existente, al contrario, se podría pensar que opera en nuestra conciencia la denominada ultrageneralización.2 Las noticias que diariamente nos presentan los medios de comunicación social tienen la particularidad de generar temor e inseguridad, operables desde el plano de la subjetividad, sin cuestionamiento al orden establecido. La situación de desigualdad presente en nuestras sociedades no son percibidas por los sentidos; se instala la idea de que son los sujetos responsables de su desdicha, de su pobreza, de su situación. La violencia como problema global que afecta a todas las sociedades tiene diversas expresiones. La discriminación, xenofobia, homofobia y otras formas están presentes en todos los espacios sociales y ello es reforzado por discursos que se reproducen cotidianamente. La violencia no distingue espacios públicos ni privados, pero se manifiesta en forma singular en algunos espacios sociales. Adorno (1998, en Guerra 2001: 31), señala que la violencia es una forma de relación social instalada en un modo de producción determinado, en el cual los seres humanos producen y reproducen sus condiciones sociales de existencia, por lo tanto forma parte de la historia de la humanidad. Al ser histórico, expresa determinados patrones de sociabilidad, modos de vida y modelos de comportamiento vigentes en una sociedad determinada. Al decir de la misma autora, la violencia debe ser analizada en dos dimensiones: en referencia a las estructuras sociales y en referencia a los sujetos que la fomentan en cuanto experiencia social. La violencia, “al mismo tiempo que expresa relaciones entre clases expresa también relaciones interpersonales (...) está presente en las relaciones intersubjetivas que se desarrollan entre 2 La ultrageneralización es un mecanismo por el cual se produce la percepción de la parte por el todo, por lo cual lo que es vivido como una realidad puntual se vuelve “la realidad”. Por este mecanismo, las relaciones vividas pierden su carácter histórico para volverse “naturales”, llevando a la percepción de que “siempre fue así, y siempre será” (Iassi, 2004: 18). 111 Revista Iberoaméricana hombres y mujeres, entre adultos y niñas, niños y adolescentes, entre profesionales de categorías distintas. Su resultado más visible es la conversión de los sujetos en objeto, su cosificación”. Con- cordantes con el argumento de la autora, se asume que la violencia niega los derechos humanos como; la libertad, la igualdad y la vida, “la violencia es una permanente amenaza a la vida por la constante alusión a la muerte, al fin, a la supresión, a la anulación”. La expresión de la violencia en los micro espacios sociales Las familias 112 Según Guerra (2001: 32), la violencia intrafamiliar o doméstica además de ser una violencia estructural –que traspasa todas las clases sociales–, es también una violencia de naturaleza interpersonal, es decir entre las personas que conforman el núcleo familiar o doméstico. Como violencia intersubjetiva representa3 una violencia interpersonal; un abuso del poder disciplinador y coercitivo de los padres/ madres o responsables; un proceso de victimización que puede prolongarse por meses y hasta años; es un proceso de imposición de malos tratos a la víctima, que se caracteriza por la completa sujeción y tratamiento como objeto de la misma; una forma de violación de los derechos esenciales de niñas, niños y adolescentes como personas, y por lo tanto, una negación de los valores fundamentales como la vida, la libertad y la seguridad; y tiene a las familias como uno de los espacios privilegiados, en la cual se instala y se perpetúa, desde el momento en que la familia y la sociedad lo asumen como un problema relacionado a la esfera de lo privado. El maltrato hacia niñas, niños y adolescentes es un problema grave presente en nuestras sociedades y no debe ser visto como un fenómeno aislado ya que, tiene estrecha relación con la violencia estructural. Conceptualmente se entiende como “toda acción u omisión que atenta contra los derechos de niñas, niños y adolescentes, realizada con la intención o no de causar daño” (Mereles, 2000: s.p.). Sumado a este concepto, podemos decir que “(...) implica, de un lado, una transgresión del poder/deber de protección del adulto y, del otro una cosificación de la infancia, esto es, una negación del derecho que niñas, niños y adolescentes tienen de ser tratados como sujetos y personas en su condición particular de desarrollo” (Guerra, 2001: 32-33). El maltrato hacia niñas, niños y adolescentes puede asumir diferentes formas. Las más comunes se dan a través de la violencia física, psicológica o emocional, sexual, abandono o negligencia, otra que comienzan a ser consideradas como maltrato, es cuando un niño o niña es testigo de la violencia que se da en el ámbito doméstico (Benítez y Houdin, 2004). Una de las formas de maltrato también poco conocida es la que se refiere al Síndrome de Münchansen por poderes (Tonón, 2001). Toda forma de violencia deja secuelas profundas en niños, niñas y adolescentes y como es posible visualizar, en párrafos anteriores, es la violencia subjetiva, al decir de Sizek (2009) la que se percibe, la que se muestra y la que permanece. La Escuela Otro de los espacios donde se visualiza el ejercicio de violencia es la escuela. Nos detendremos en adelante a considerar los tipos de violencia que se cometen hacia 3 Se han tomado todas las características planteadas por la autora. Violencia Escolar niñas, niñas y adolescentes, considerando que al sistema educativo le compete, principalmente, atender aquellas situaciones que vulneran los derechos de estos sujetos. Si consideramos el tipo de violencia sistémica, al decir de Sizek (2009), podemos hacer referencia a algunos derechos que son de cumplimiento obligatorio y que por cuestiones estructurales distan de concretarse. Al respecto es posible mencionar los niveles de acceso de la educación inicial, escolar básica y nivel medio que corresponden al derecho a la educación. Datos estadísticos de educación escolar básica, con niños y niñas cuyas edades reglamentarias de 6 a 14 años expresan una Tasa Específica de Escolarización (TEE) del 88,8%. Dicha tasa se define como la “proporción de la población que está matriculada en el momento actual en algún programa educativo”, en consecuencia, la diferencia brinda evidencia sobre la población que no está atendida o está “fuera del sistema educativo”(MEC, 2009). Los datos muestran por lo tanto un 11,2% de niños y niñas que no están atendidas por ningún programa del sistema educativo nacional y se evidencia que la caída de este porcentaje se agudiza en el 8º grado. En el nivel medio, la situación se complejiza, ya que aproximadamente un 31% de adolescentes y jóvenes se encuentra sin ser atendido por ningún programa del sistema educativo (Notario, 2010). El o la estudiante que llega a matricularse en el nivel medio, supone haber sobrepasado todos los escollos que se generan tanto en el seno del hogar como en los dispositivos institucionales que en muchos casos son expulsores. Los niveles de deserción en el nivel medio son relativamente bajos, pero si se considera lo expresado anteriormente el esfuerzo por acceder, permanecer y concluir los estudios para muchos de los y las jóvenes es muy difícil. El Informe Oficial sobre el Estudio del Secretario General de las Naciones Unidas sobre la Violencia contra los Niños, señala, entre otras cosas, que ninguna forma de violencia contra los niños es justificable y que toda violencia es prevenible, la sociedad es responsable de garantizar la protección de niñas, niños, adolescentes y jóvenes a través de las instituciones del Estado (Piñeiro, 2006). En este sentido, el informe señala que las dificultades existentes para prevenir la violencia se relacionan con un bajo porcentaje de denuncias y, sobre todo, un bajo nivel de procesamiento a los responsables de la violencia. Además de ello, una de las debilidades del sistema es la ausencia de estadísticas oficiales consolidadas desde las diferentes instancias que dan atención a niñas, niños y adolescentes en aquellas situaciones de vulneración de sus derechos. El informe constata que la violencia física, psicológica y sexual son las mayores expresiones de violencia ejercida hacia niños, niñas y adolescentes. El componente cultural que acepta el castigo físico como forma de disciplinamiento y la falta de garantías, además de las dificultades en el ámbito de la justicia para que los procesos de denuncia –si los hubiere– se resuelvan en forma rápida, son otros factores que impiden que la violencia pueda erradicarse. Niñas, niños y adolescentes pueden ser violentados en el trayecto a las escuelas, en muchos casos las distancias que deben recorrer para llegar al centro educativo es factor para estar expuestos a situaciones en las que la agresión sexual, especialmente hacia las niñas es probable. Asimismo, situaciones de inseguridad como la delincuencia o robo pueden ser también motivos de exposición a la violencia en estos trayectos. Según el informe del Relator Especial, son menos frecuentes los casos de violencia donde se den casos de uso de arma de fuego, el uso de escuelas como blanco de ataques o secuestros masivos (Piñeiro, 2006: 114); sin embargo son estas las formas de violencia que consiguen mayor destaque mediático, dejan- 113 Revista Iberoaméricana do instalada en la percepción y en las representaciones de la sociedad en general la idea de que se dan de manera generalizada. Por su parte, el relator señala que son mucho más frecuentes otras formas de violencia de las cuales no se hablan y están presentes. Situaciones de discriminación, incluso de humillación por clase social, género, por opción religiosa, por pertenecer a una etnia, expresión de género, embarazo adolescente, y otras formas son comunes en las aulas y en muchos casos este tipo de situaciones pueden llegar a ser motivos de deserción de niños, niñas y adolescentes. Otras formas de violencia silenciosa instalada en las escuelas son el hostigamiento entre pares (bullying), el ciber acoso, la intimidación, el sexismo, acoso sexual y la violencia basada en el género. Estas primeras formas asumen características de la llamada “mayoría silenciosa”, puesto que la intimidación y el acoso entre pares se produce en forma sistemática hacia algunas personas que cometen el hecho y tienen como testigos al grupo de pares. El bullying se produce en ausencia de adultos y se refuerza con las personas que actúan como espectadores y espectadoras. Por su parte, las tres últimas formas son manifestaciones de una cultura patriarcal donde los prejuicios hacia determinado género establecen patrones de relacionamiento agresivo que están arraigadas y naturalizadas por parte de adultos y adultas. Otra forma que asume la violencia en las escuelas son las peleas y agresiones físicas y pandillas. En nuestro país son fácilmente identificable las peleas que se generan entre estudiantes de instituciones que manifiestan rivalidad histórica y que con cierta frecuencia aparecen. Retomando las ideas de Piñeiro “las peleas generalmente implican un conflicto entre dos o más personas y no es fácil distinguir entre autores y víctimas” (Piñeiro, 2006: 126). Las situaciones concretas que se presentan en este 114 aspecto se relacionan, a nuestro entender, como disputas territoriales: la plaza, la esquina, la calle, el uniforme y otras excusas muestran más que nada un intento de construcción identitaria donde la violencia juega un papel central en el establecimiento del poder y en la construcción de estereotipos relacionados al género, fundamentalmente de lo que “se espera” del hombre en esta sociedad. El ausentismo, la deserción y la falta de motivación académica son los principales efectos que se identifican al momento de establecer cuáles son los efectos que causa la violencia en la educación. El Informe Mundial explica esta situación, al tiempo de plantear que existen factores que podrían contribuir a la violencia en las escuelas (Piñeiro, 2006: 133–134); los mismos están relacionados a “actitudes proviolencia, comportamientos de riesgo, lazos sociales débiles, relaciones progenitor-hijo pobres, abuso de drogas, disciplina rigurosa, laxa o inconsistente y seguimiento deficiente por parte de los progenitores”. El Relator menciona que si bien no existen estudios concluyentes en relación a los factores que generan violencia en las escuelas, los resultados encontrados en otros ámbitos de estudio, permiten proponer las ideas expuestas. Tomando en cuenta todo este contexto que trasciende países, y conscientes de que las manifestaciones o expresiones de la violencia son resultado de procesos más amplios que la sola relación entre personas, se han planteado unos lineamientos que podrían permitirnos un mejor abordaje ante estos hechos, sobre todo cuando los mismos se dan en el espacio educativo. Consideramos relevante sin duda las instancias ya construidas a nivel de las estructuras estatales, y que pueden estar presentes como agentes de prevención e intervención oportuna, las cuales varían de acuerdo a los países y las formas en las cuales ejercen la administración de los espacios locales. Estos lineamientos están pensados en el escenario de nuestro país, Paraguay. Violencia Escolar Lineamientos para la construcción de una estrategia nacional de prevención de la violencia y promoción de las relaciones no violentas en las instituciones educativas en el marco de la política nacional de educación 4 La recuperación de las experiencias implementadas en los espacios educativos que han tenido como población objetivo a adolescentes, docentes, técnicos, y directivos, nos permite hoy plantear algunas consideraciones que podrían ser de utilidad en el proceso de construcción de una estrategia nacional de prevención de la violencia y promoción de las relaciones no violentas en las instituciones educativas en el marco de la política nacional de educación. Es decir, apuntar a fortalecer y/o implementar acciones que por sus características permitan reconfigurar la lógica de las intervenciones institucionales (administrativas y pedagógicas) y ejerzan efectos sobre múltiples acciones que en su conjunto buscarán propiciar sistemas de relacionamiento respetuoso, horizontales y democráticos. Una de las primeras consideraciones es entender el contexto amplio de la violencia y sus complejidades, donde la institución educativa se constituye en uno de los espacios más donde se ejerce violencia, pero podría ser al mismo tiempo el espacio de ejercicio y consolidación del uso y del abuso de poder. Se debe asumir entonces que hay un reconocimiento general de que las distintas formas de violencia están presentes también en el espacio educativo. Sin embargo, pareciera que hay una tendencia a ubicar una de las formas de la violencia como hegemónica, la cual es conocida como acoso entre pares o bullying, colocando nuevamente la responsabilidad del ejercicio de la violencia casi exclusivamente en los propios niños, niñas o adolescentes escolarizados. Aunque no se puedan contar aún con cifras certeras de los casos de maltrato en todas sus formas, incluyendo el abuso sexual que tienen como escenario el espacio educativo, sindicando a las y los docentes o directivos como agresores, es decir quienes ejercen violencia, el cotidiano nos confirma que estos casos ocurren a diario y las respuestas no siempre han logrado proteger a las víctimas. Las situaciones de maltrato deben ser vistas en un contexto amplio en el cual el uso y abuso del poder adulto es utilizado no sólo dentro del espacio familiar, como responsable del cuidado, protección y educación de sus hijos e hijas, sino además se traslada como una pauta educativa en las escuelas/colegios. Si bien se ha avanzado de manera progresiva en el marco legal, aún se cuenta con muchas limitaciones para abordar el problema tomando en cuenta la magnitud del mismo. Entre las acciones llevadas adelante por el Ministerio de Educación y Cultura del Paraguay, para hacer frente a las demandas recibidas para intervenir ante estas situaciones, se han dado pasos importantes, en lo administrativo por ejemplo; con la creación en el año 2011, de la Dirección de Protección y Promoción de los Derechos de la Niñez y la Adolescencia, dependiente de la Dirección General de Asesoría Jurídica, desde donde se pretende por un lado; identificar todas las denuncias, es decir contar con cifras, caracterizar el tipo de maltrato que es denunciado, y por otro lado, tener 4 Este artículo fue elaborado recogiendo los insumos de la Sistematización de intervenciones e iniciativas de prevención de violencia en el ámbito educativo, y los talleres de discusión con referentes de las Redes locales de protección, BECA-Plan y las direcciones de Orientación, Atención a la Niñez y Adolescencia en Riesgo, Dirección de Protección y Promoción a la Niñez y Adolescencia, Unidad de Resignificación de la Educación Media, del Ministerio de Educación y Cultrua del Paraguay. 115 Revista Iberoaméricana 116 celeridad en el proceso administrativo/sumarial a docentes o directivos indicado como victimario, independientemente del proceso judicial que puede llevarse a cabo por las instancias jurídicas competentes. Igualmente desde otras direcciones como las de Orientación Educativa, Inclusiva, Educación Media, se han establecido algunos mecanismos o rutas de intervención que puedan brindar mayores garantías a las niñas, niños y adolescentes que sufren maltrato en las instituciones educativas. Las ideas aquí planteadas recogen las experiencias desarrolladas y se colocan como puntos de partida para la construcción colectiva de las estrategias y de un protocolo que permita un abordaje psicosocial y legal conforme a las necesidades, demandas y a las garantías que deben otorgar los espacios educativos. Abordar el tema de la violencia en el ámbito escolar implica hacer un análisis profundo de los roles socialmente esperados que deben ser cumplidos por las instituciones educativas, y los contextos y los cambios sociales que se dan hoy en día y que inciden en el cumplimiento de este rol. Así mismo, se debe asumir al menos dos ideas; la primera que la escuela sigue siendo todavía el espacio más concreto en el cual acuden niños, niñas y adolescentes como parte de su derecho a aprender, o al menos se espera que allí puedan contar con aprendizajes que les permita desarrollarse con mayor facilidad en la vida cotidiana, por lo cual es aún una apuesta social, que garantiza derechos. Pero por otro lado, la escuela actualmente cuenta con muchas limitaciones para constituirse en un espacio de protección para estos sujetos. Un punto central para el abordaje de la violencia que involucra a la niñez y adolescencia, es el eje de las relaciones intergeneracionales, que inciden en los modos de configuración de la niñez y la adolescencia en las sociedades. En este proceso de construcción de identidades se debe tomar en cuenta que las relaciones sociales están marcadas por los intereses y por la distribución del poder. Ejes que pueden ayudar a la elaboración de la estrategia: • Claridad en la definición conceptual de la categoría de violencia, en este caso las diferentes formas en las que se presenta en el espacio educativo. Cuando es ejercida por docentes/técnicos/directivos y cuando es ejercida entre pares (por los propios compañeros/as). • Reconfiguración del rol de escuela –de las y los docentes, de las y los estudiantes, de madres, padres, cuidadores–. Qué se espera de cada uno de ellos y ellas y cómo el espacio educativo promoverá y/o apoyará el cumplimiento de estos roles (escuela para padres/madres, espacios propios para niñas, niños, adolescentes, formación de sus docentes, etc.). • Llevar adelante procesos de resignificación de las pedagogías que son aplicadas por las y los docentes, recuperando como punto de partida la cercanía y el valor de los sentimientos, sensibilidades y deseos de niños, niñas y adolescentes. Reconocer la participación activa de los mismos en sus procesos de aprendizaje. • Establecer alianzas estratégicas en la comunidad educativa, fundamentalmente con madres, padres, líderes y medios de comunicación, a través de un proceso intensivo de sensibilización sobre la temática. Violencia Escolar • Estructurar y aplicar un sistema de recolección de información sobre el tema a fin de contar con un análisis situacional actualizado y capaz de arrojar elementos para la acción en forma permanente. • Establecer espacios y recursos pedagógicos para la escucha y diálogo permanente por parte de las autoridades de las instituciones a las niñas, niños y adolescentes con la intención de contrastar y/o ampliar el conocimiento que tienen los sujetos sobre sí y sobre sus principales intereses. • Vinculación con las demás instituciones de protección, identificar cuáles, y su disponibilidad para articular acciones de promoción de derechos y de protección inmediata ante situaciones concretas formando parte de una red de promoción, prevención y protección. • Fortalecer el sistema de referencias y contrarreferencias para la promoción, prevención y protección a nivel interno de las instituciones educativas y del nivel central del Ministerio de Educación y Cultura. • Trabajar en la formación permanente de docentes y directivos en su propuesta educativa, que implica una revisión de su propia práctica en aula o entornos relacionados. • Configurar equipos técnicos para la generación de procesos de autoaprendizaje relacionados al tema y capaces de brindar contenciones ante situaciones que lo requieran, provenientes de niños, niñas y adolescentes así como de los mismos docentes y/o padres, madres, cuidadores. • Socialización de la información, ¿qué normativas legales existen en el país?, ¿qué pautas o normas de convivencia se tienen normalizadas en las instituciones?, ¿qué equipos y/o personas están disponibles para apoyo individual, familiar y/o grupal?, ¿cuáles son los mecanismos para denunciar alguna situación de maltrato/abuso sexual/violencia entre pares?; ¿cuáles son las garantías que pueden darse?, ¿qué acciones pueden mediarse, y qué acciones se constituyen en delito y por qué?, ¿qué puedo hacer si me encuentro en una situación de amenaza, o de acoso escolar? Además de la institución educativa ¿dónde más puedo acudir? • Garantizar espacios desde donde se promueva el protagonismo de niñas, niños y adolescentes para el análisis, la toma de decisiones y el accionar responsable sobre la vida institucional. • Fortalecer el seguimiento al proceso mediante un equipo temático a nivel del Ministerio de Educación y Cultura y extendido al proceso de articulación con otras instituciones privadas y públicas. Asegurar la participación en este espacio de padres/madres/encargados y fundamentalmente de niñas, niños y adolescentes. Queda evidenciado que la atención a las diversas manifestaciones de la violencia en todas sus formas, así como del maltrato y abuso sexual, la explotación 117 Revista Iberoaméricana sexual y laboral, deben ser materia de estudio por parte de las y los docentes. Los conocimientos teóricos–prácticos, les permitirá trabajar en prevención y a la vez contar con herramientas concretas de intervención tomando como ejes el enfoque de derechos y de género, propiciando procesos de aprendizajes reflexivos en las intervenciones realizadas, que apunten a parar estas situaciones en todas las esferas de la sociedad. Las instituciones educativas no pueden estar ajenas a los procesos de promoción de derechos y de cambios culturales que apunten a una vida digna con una educación sin violencia. Referencias 118 ADORNO, S. Violencia y educación., en: GUERRA, Viviane Nogueira de Azevedo (2001). Violencia contra filos: a tragedia revisitada. Sao Paulo, Cortez. ABRAMOVAY, Miriam (2002). Violencia en las escuelas. Un gran desafío. Citando a Charlot (apudAbramovay y Rua)., en: Revista Iberoamericana de Educación. Número 38, 2005. PINHEIRO, Sergio (2006). Informe Mundial sobre la Violencia contra los niños y niñas, Naciones Unidas. BECA/UNICEF (2011). 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