MUSEO DE PONTEVEDRA. Difusión EL PADRE FEIJOO Y EL “MILAGRO” DE LÉREZ Se celebra el 21 de marzo, con gran afluencia de romeros, en el antiguo monasterio benedictino, hoy iglesia parroquial, de Lérez, próximo a la ciudad de Pontevedra, la festividad de san Benito, en su versión de invierno, que conmemora el aniversario de su muerte. En dicho monasterio había establecido la Orden un Colegio de Humanidades y Filosofía, concedido en 1661 por el Capítulo General de la Congregación, en el cual cursaron destacados monjes. Fue uno de ellos Benito Gerónimo Feijoo y Montenegro, que luego sobresaldría como personalidad dentro del movimiento ilustrado del siglo XVIII. Había ingresado en Lérez en 1692, apenas cumplidos los dieciséis años, dos después de haber recibido el hábito en Samos, para estudiar los preceptivos tres cursos de Artes y volvería para ejercer de Pasante (1701-1705) y de Lector (1705-1709), tras los trienios de estancia en Salamanca y en Eslonza (León). Es autor el Padre Feijoo de la obra Theatro Crítico Universal, publicada en ocho tomos por primera vez entre 1726 y 1740, en la que recoge discursos varios en todo género de materias, para desengaño de errores comunes. Este subtítulo daría pie al apelativo de extirpador de las preocupaciones y | MUSEO DE PONTEVEDRA. Difusión errores vulgares que al fraile se le da en el retrato que se conserva en el Museo, estampado por José Vázquez en 1798 por pintura de José Maea del año anterior, editado en 1802 e incluido en la colección Retratos de los españoles ilustres con un epítome de sus vidas, adquirida en la Calcografía Nacional de Madrid en 1975 con la aportación económica de José Fernández López. En su tomo III, de 1729 (la edición del Museo, en su séptima impresión, es de 1759), el sexto discurso está dedicado a Milagros supuestos, en el que afirma que no creer milagro alguno, fuera de los que constan de la Sagrada Escritura, es reprehensible dureza; creer todos los que acredita el rumor del vulgo es liviandad demasiada, para relacionar una serie de falsos prodigios tenidos por ciertos y que dieron lugar a creencias perniciosas para la religión. Lo finaliza asegurando que son dignos de ser creídos los referidos por san Gregorio en el libro segundo de los Diálogos como realizados por san Benito por cuanto le fueron confiados por cuatro discípulos directos del abad de Nursia y considerando que las raras apariciones de la Virgen de la Barca en Muxía en 1724 nada tienen de sobrenatural y que las circunstancias que las rodeaban eran absolutamente ridículas. A la vista de los ataques de que fue objeto el contenido del Theatro Crítico Universal, en especial por Salvador Joseph Mañer a los dos primeros tomos, el compañero de Orden Fr. Martín Sarmiento, que también de niño había estudiado en Lérez antes de marcharse a Madrid, sale en su defensa con las obras Ilustración apologética…, impresa en la capital del Reino en 1729, y Demonstración críticoapologética del Theatro Crítico Universal…, en dos volúmenes, aparecidos también en Madrid en 1732, cuyas primeras ediciones se guardan en el Museo. En su tomo II, dedica el Discurso XXXVII a rechazar, punto por punto, cada una de las acusaciones planteadas por el refutador de la obra de Feijoo. El Museo de Pontevedra adquirió para su biblioteca, en diciembre de 1955, en “Monterrey. Librería Anticuaria de Galicia. G. Aranda, 18. Telf. 6843. Vigo”, una reedición de las Cartas eruditas, y curiosas, en que, por la mayor parte, se continúa el designio del Theatro Crítico Universal, impugnando, ó reduciendo a dudosas, varias opiniones comunes: escritas por el Muy Ilustre Señor D. Fr. Benito Gerónimo Feyjoo y Montenegro… La reimpresión de su tomo II, editado por primera vez en 1745, vio la luz en 1770 en los talleres madrileños de Joaquín Ibarra, Impresor de Cámara de S. M. La Carta oncena, de las veintiocho que integran el citado tomo II, está dedicada al Examen de Milagros, mostrándose ante ellos el Padre Feijoo, como casi siempre, escéptico e incrédulo, como el Padre Sarmiento lo había hecho ya en la Demonstración y lo haría más tarde, por ejemplo, con | MUSEO DE PONTEVEDRA. Difusión cuestiones tenidas por “milagrosas” o sobrenaturales, como las relativas al santuario muxiano, con el movimiento de la piedra o la formación allí, como en la Isla de Tambo, de cruces por las olas del mar que resultaron ser pequeños mejillones, efecto este, dice, semejante en otros lugares menos santificados, que fue recogido por el Padre Eusebio en su libro Las maravillas de Europa (debe referirse a Juan Eusebio de Nieremberg y su obra Curiosa filosofía y tesoro de maravillas de la naturaleza examinadas en varias questiones naturales, impresa en Madrid en 1630). En las páginas 121 y 122 del tomo figuran los parágrafos 8 a 12 de la Carta, en los que el Padre Feijoo se refiere a un “milagro” que él había presenciado en 1693. Comienza la referencia indicando que Hay en nuestro Monasterio de San Salvador de Lérez, sito en el Arzobispado de Santiago, y distante un quarto de legua de la Villa de Pontevedra, una pequeña Imagen de mi Padre S. Benito, colocada en su Altar, á quien profesa singular devoción, y especialísima fé toda la gente de aquella comarca. Desconocemos si “su Altar” sería el actual, situado en el brazo norte del crucero, bajo el cual pasan el día de la fiesta los devotos y en el que la leyenda ubica el enterramiento de un hombre, supuestamente el Padre Beda Pérez, Abad General de la Congregación, que fallece a los 58 años cuando cursaba visita al monasterio lerezano el 10 de mayo de 1835. Coincidiría con la imagen pequeñita y muy hermosa de San Benito, a que tienen los del país mucha devoción, citada por el Padre Sarmiento, quien, en el Coloquio de 24 gallegos rústicos, hace que Xepiño da Fonte incluya entre los santos a los que ha pedido por el rey Felipe V en sus funerales a san Benito de Lérez, non ó toleirón, senón ó pequeno, indicativo de la posible existencia de dos imágenes, y que Marcos da Portela, señalando el cenobio desde Chan de Parafita, diga que alí donde sempre / van muitos romeiros / ao San Benitiño, / santiño ben feito, romeros que luego Minguiña do Rego incrementará en la versión veraniega de la fiesta al decir: Non vistes en xullo / a xente sen termo / que a San Benitiño / acode de lexos? Como se ve, de antiguo le viene al santo venerado en Lérez la fama de milagroso y el diminutivo amistoso y cariñoso que figura en la letra de la popular composición Si vas a San Benitiño…, armonizada en 1940 por Antonio Blanco Porto para la Sociedad Coral Polifónica de Pontevedra. Prosigue el Padre Feijoo: Si V. md. viviese en aquella tierra, oiría, como yo los oí, innumerables prodigios, atribuidos al Santo Patriarca, como efectos de la devoción, que hay con aquella Imagen. Muchos de esos prodigios o curaciones por intercesión del santo permanecerían olvidados o serían perdidos debido a su transmisión oral. De otros, sin embargo, quedará sucinta constancia escrita en el libro que al efecto permanece sobre el altar. Los perceptores de favores a través de san Benito se lo | MUSEO DE PONTEVEDRA. Difusión agradecen por medio de exvotos, generalmente de cera, de ofrecimientos en especie (animales, frutos…) o en metálico. “Un favorecido” suyo reformó la Novena que “sale nuevamente a la luz” en Santiago, en 1867, que forma parte de los fondos bibliográficos del Museo. Tras unas breves disquisiciones sobre la intercesión del santo en hechos considerados como preternaturales y sobre la veracidad de determinados prodigios, dice que sólo referiré como cierto un milagro, de que yo, estando estudiando Artes en aquel Colegio, fui testigo, y en que no cupo ilusión, ó engaño. La narración feijoniana del hecho, que se desarrolla en la explanada que rodea el santuario y frente a las escaleras que, por el poniente, descienden hacia la actual carretera, y que Prudencio Canitrot, de quien se cumplió este año el centenario de su muerte, plasmó en el lienzo integrado en la colección del Museo, es la siguiente: Estábamos todos los Condiscípulos á una hora de recreación en un pequeño campo, que hay delante de la Iglesia del Monasterio, de los cuales algunos se divertían en el juego de bolos. Sucedió, que habiendo salido de la Iglesia de hacer oración una pobre muger plebeya, que llevaba un tierno hijuelo en los brazos, baxaba por una escalera por donde se desciende de aquel campo al camino público, que vá á Pontevedra. Cerraba el espacio del juego la misma escalera, cuyo primer escalón se eleva algo sobre la superficie del campo, sirviendo de término a las bolas del juego, porque tal era su dirección. Al tiempo que la mujer baxaba, un condiscípulo mío, de grandes fuerzas (Fr. Juan de Bellisca, hijo de la Casa de Carrión), disparó con toda su pujanza una bola, la cual llegando al escalón | MUSEO DE PONTEVEDRA. Difusión por parte algo inclinada, y resvaladiza, voló con mucha elevación sobre la escalera, y cayó sobre el niño, que llevaba la muger en los brazos, dexándole, no sé si muerto, u desmayado. El accidente debió causar impacto en los colegiales, tanto por el hecho en sí como por la culpabilidad que alguno pudiera tener. En realidad, así a mí, como a todos los demás condiscípulos, se nos representó perfecto cadáver, y tal le juzgamos entonces. A tan sensible golpe, la muger llena de lágrimas volvió presurosa a la Iglesia, y al Altar del Santo a implorar su intercesión para la restitución de su hijo. No se hizo mucho de rogar el gran Patriarca, porque á muy breve rato vimos salir la muger con su niño en los brazos, y este, no solo recobrado enteramente, pero aun (lo que se debe notar) con semblante festivo, y risueño. No pretende el Padre Feijoo considerar lo ocurrido como una resurrección del niño, sino como una curación milagrosa, no de fractura, ú dislocación notable, más bien de una contusión muy fuerte que le privó del sentido, cuyo dolor debía durar mucho tiempo; lo cual ciertamente no sucedió, como testificó el rostro festivo, y risueño del infante. Concluye su referencia a lo acaecido en Lérez en esta Carta erudita afirmando que en quanto he visto, oído, y observado en todo el discurso de mi vida, solo del milagro, que acabo de referir, puedo deponer con toda certeza. Y creeré facilmente, que lo que he dicho de los milagros atribuídos a la Imagen de San Benito de Lerez, se puede aplicar a otras muchas Imágenes acreditadas de milagrosas; esto es, que para cada milagro cierto hay seis, ú ocho dudosos, y setenta, ú ochenta falsos. Quede constancia, pues, por medio de lo escrito por personalidad tan docta en la materia como es el ilustre benedictino Padre Feijoo, si no de un milagro sí de la resolución feliz en su santuario de Lérez de un hecho que pudo resultar fatídico mediante la intercesión de san Benito, también considerado patrono de los archiveros, bibliotecarios y museólogos. JOSÉ FUENTES ALENDE Secretario Técnico del Museo Jefe de Sección de Difusión y Publicaciones |