LENICIÓN DE OBSTRUYENTES SORDAS INTERVOCÁLICAS EN

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LENICIÓN DE OBSTRUYENTES SORDAS INTERVOCÁLICAS EN ESPAÑOL:
ESTADO DE LA CUESTION
José Ignacio Hualde, University of Illinois at Urbana-Champaign, jihualde@illinois.edu
Resumen
Un proceso fonético muy común es la reducción o lenición de consonantes intervocálicas. Estas
reducciones pueden convencionalizarse como reglas fonológicas de alofonía, como la que afecta
a las oclusivas sonoras /b d g/ en español contemporáneo. En algún momento estos procesos
pueden dar lugar también a recategorización fonológica, como ocurrió en las lenguas románicas
occidentales con la lenición de /ptk/. Consecuencias de la recategorización fonémica, no
necesariamente presentes en etapas anteriores, pueden ser la existencia de efectos de frecuencia
léxica (p.ej. lado ~ lao, pero enfado, *enfao) y de restricciones morfosintácticas (LUPU > lobo,
pero ILLA PORTA > la puerta, no *la buerta). En este artículo me concentraré en el estudio de un
fenómeno concreto en estado incipiente, la sonorización y espirantización de las oclusivas sordas
en español, derivando consecuencias para entender los efectos mencionados en el cambio
fonológico. Discutiré varios procedimientos que han sido empleados para obtener índices de
reducción articulatoria a partir de la señal acústica.
Palabras clave: sonorización, lenición, espirantización, recategorización fonológica,
constricción consonántica, cambio fonológico
Abstract
The reduction or lenition of intervocalic consonants is a very common phonetic process.
Lenitions can become conventionalized as phonological rules of allophony, as we find for /b d g/
in present-day Spanish. At some point, these processes can also produce phonological
recategorization, as it happened with the lenition of /p t k/ in Western Romance. Consequences
of phonemic recategorization, not necessarily present at earlier stages, can be the existence of
lexical frequency effects (e.g. lado ~ lao, but enfado, *enfao) and morphosyntactic restrictions
(LUPU > lobo, but ILLA PORTA > la puerta, not *la buerta). In this paper I will focus on a
specific phenomenon in incipient stage: the voicing and spirantization of voiced plosives in
Spanish, drawing consequences for our understanding of sound change. I will also discuss
several procedures that have been employed to obtain indexes of articulatory reduction from the
acoustic signal
Key words: voicing, lenition, spirantization, phonological recategorization, consonant
constriction, sound change
1. Introducción
1.1. LENICIÓN DE OCLUSIVAS
Como es sabido, la lengua castellana, y las que están en contacto con ella en la Península,
la vasca, catalana y gallega, comparten el proceso de espirantización de /bdg/ por el cual estas
consonantes se realizan de manera generalizada como aproximantes tras vocal y después de
ciertas consonantes. Así, Mascaró (1991) utiliza el término „Iberian spirantization‟ en su estudio
de este fenómeno en español, catalán y vasco. Un fenómeno menos conocido y menos
sistemático, pero que estas lenguas también parecen compartir en alguna medida es la
sonorización y espirantización de /p t k/ intervocálicas. Este segundo fenómeno no tiene la
1
regularidad del primero y no ha empezado a ser conocido e investigado hasta que el estudio
espectrográfico ha revelado su presencia e intensidad. La importancia fonológica de la
sonorización de /p t k/ es que en principio podría llevar a su neutralización con /b d g/ en
posición intervocálica.
Aunque el fenómeno generalmente pasa desapercibido y no fue notado hasta que
empezaron a hacerse estudios espectrográficos del habla espontánea, el fonetista atento,
consciente de su existencia, puede percibirlo si presta atención a la pronunciación coloquial de
muchas regiones. Pronunciaciones como lo []e pasa, por a[]í, médi[]o son comunes en el
habla relajada de, por ejemplo, Madrid.
1.2. ESTADO DE LA INVESTIGACIÓN SOBRE EL TEMA
El tema de la sonorización de /p t k/ en diversas variedades geográficas del español ha
sido objeto ya de un número importante de estudios. Aquí haremos referencia solo a algunos de
los más relevantes para la discusión de los aspectos del fenómeno que queremos abordar.
Aunque hay alguna referencia anterior a la sonorización de los fonemas /p t k/ en español
y hay datos ilustrativos en el ALEA (véase Salvador 1968), el primer estudio acústico que llamó
la atención sobre la importancia del fenómeno y su alta frecuencia en algunas variedades fue el
de Torreblanca (1976, véase también 1979), basado en entrevistas realizadas en la provincia de
Toledo. También a finales de los años 70, Guitart (1979) indica que la sonorización frecuente de
las oclusivas sordas intervocálicas caracteriza al español de La Habana, algo que corroborarían
después Quilis y otros autores. Poco después Trujillo (1980) y Oftedal (1985) señalaron la gran
intensidad de este fenómeno también en el habla de Gran Canaria (véase también Herrera 1989,
1997, Marrero 1988). Oftedal compara el fenómeno con la sonorización de /p t k/ latinas en
romance occidental y habla de un posible “second voicing of stops” en español de Canarias.
Machuca (1997), realizó un estudio experimental en su tesis doctoral, presentada en la
Universitat Autònoma de Barcelona, en el que se pidió a cuatro hablantes nativos de castellano
(dos de ellos bilingües en catalán), que dialogaran con la investigadora, siguiendo un
cuestionario, mientras se grababa su voz en el laboratorio de fonética. De esta manera la autora
obtuvo una muestra de habla semi-dirigida de buena calidad para su análisis acústico que
incluyera todos los contextos fonéticos que se buscaban. El resultado del análisis de los datos así
obtenidos fueron unas tasas de sonorización de /p t k/ en posición de ataque silábico de entre
aproximadamente el 35% y el 65% , dependiendo del hablante (Machuca 1997: 102). Machuca
concluye que “podemos afirmar que los fonema
” (p. 124). La
autora se pregunta también hasta qué punto las realizaciones de /p t k/ como aproximantes
sonoras se distinguen de las de los fonemas /b d g/ y encuentra diferencias en la altura del primer
formante que permiten distinguir entre categorías fonológicas.
En su tesis doctoral de la University of Illinois, Lewis (2001) comparó la realización de
/p t k/ en tres estilos en el habla de cuatro hablantes de Bilbao y cuatro hablantes colombianos,
dos de Bogotá y dos de Medellín. Los tres estilos en que se obtuvieron datos para cada hablante
fueron una conversación con otro hablante del mismo dialecto, la lectura de un texto y otra
lectura de palabras aisladas. Lewis encontró que los hablantes de Bilbao mostraron una tendencia
mucho mayor a la sonorización que los colombianos. Lewis no reporta número de ejemplos con
sonorización completa sino medias del porcentaje de la oclusión que fue realizada con sonoridad.
En habla conversacional, sus informantes bilbaínos alcanzan un índice de aproximadamente el
55% , que baja menos de la mitad en la lectura de palabras. Los hablantes de Colombia, sin
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embargo, sonorizaron poco más del 10% de la oclusión en el estilo más informal y aún menos en
los otros dos estilos.
El trabajo de Lewis nos plantea claramente la posibilidad de que existan diferencias
importantes en la frecuencia de la lenición de /p t k/ entre variedades geográficas, aparte de que
haya diferencias según el estilo de habla.
En un trabajo más reciente, Hualde, Simonet y Nadeu (2011) encuentran porcentajes
relativamente bajos de sonorización, comparado con otros estudios, en un experimento en el que
participaron 20 castellanohablantes de Mallorca. Aproximadante una tercera parte de los
ejemplos de /p t k/ intervocálica fueron realizados como consonantes sonoras o como
„parcialmente sonoras‟, es decir, con sonoridad durante la oclusión pero con explosión sorda, en
un estilo de habla semi-espontánea, en que los hablantes participaban en una tarea interactiva con
uno de los autores. En lectura de frases sueltas, estos mismos hablantes produjeron porcentajes
insignificantes de sonorización, alrededor del 3‟6 %.
El porcentaje de sonorización es bastante más alto en el estudio de Torreira y Ernestus
(2011). En este estudio participaron 52 hablantes jóvenes de Madrid. El estilo es habla
espontánea relajada entre amigos; es decir, un estilo menos formal que el empleado en el estudio
de Hualde et al. (2011), pero comparable al estilo espontáneo de Lewis (2001). Torreira y
Ernestus encuentran sonorización completa en aproximadamente un 33% de los casos, y este
porcentaje sube a más del 60% si se cuentan también sonorizaciones incompletas.
2. Factores que condicionan la sonorización de /p t k/
2.1. FACTORES SOCIOLINGÜÍSTICOS
2.1.1. Estilo de habla
El repaso, breve y no exhaustivo, que acabamos de hacer a los estudios que se han
ocupado de la sonorización de las oclusivas sordas en español nos ha permitido notar algunos
aspectos de variación sociolingüística segura o probable. En primer lugar, el fenómeno está
condicionado estilísticamente. Todos los estudios que han investigado la pronunciación del
mismo hablante en más de un estilo de habla encuentran más sonorización en los estilos más
relajados o informales.
Claramente el estilo más o menos formal o cuidado del habla tiene un efecto en la
frecuencia de sonorización de /p t k/. Así, mientras que varios autores han notado que en habla
espontánea este fenómeno alcanza una frecuencia muy alta en el habla de Gran Canaria, Herrera
(1997:81) encuentra sonorización intervocálica de estas consonantes solo de manera esporádica
en un corpus de habla leída obtenido de tres informantes grancanarios leyendo frases aisladas.
Lewis (2001) también encuentra un efecto importante del estilo de habla en sus informantes de
Bilbao, con mucha menor sonorización en la lectura que en la conversación. Los mismos efectos
han sido notados en Hualde et al. (2010), como hemos mencionado ya. Es posible que tanto la
velocidad de la elocución como la relajación general de la articulación en contextos informales
contribuyan a un mayor grado de sonorización.
2.1.2. Dialecto geográfico y sociolecto
En cuanto a la distribución geolectal del fenómeno, es muy posible que la sonorización
de /p t k/, aunque ha sido observada en un gran número de dialectos geográficos, no se dé con
igual intensidad en todos ellos. En España el fenómeno ha sido descrito en hablas del norte
(Bilbao, Barcelona), centro (Toledo, Madrid), y sur (Andalucía, Murcia) de la Península Ibérica,
así como en Mallorca y, al parecer de manera especialmente intensa, en Canarias. En cuanto a
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Latinoamérica, Quilis (1993: 222-223), después de resumir los datos de varios otros estudios,
que encuentran sonorización en Panamá y la costa de Perú, señala que donde la sonorización de
/p t k/ alcanza una frecuencia especialmente alta entre todas las variedades del español es el
centro y occidente de Cuba, confirmando así las observaciones de Guitart (1979).
Hay que notar que, aparte de la variación geográfica que pueda haber en la incidencia del
fenómeno de la sonorización, todos los estudios que reportan resultados por hablantes señalan
diferencias individuales notables. Así, Hualde et al. (2011) notan que, aunque el porcentaje de
sonorización que encuentran es inferior al encontrado en otros estudios, como el de Machuca
(1997), cuatro de sus 20 hablantes superan el 60% de consonantes sonorizadas, contando
sonorizaciones totales y parciales. Por otra parte, Martínez Celdrán (2009) encuentra porcentajes
elevadísimos de sonorización de /p t k/ en una grabación de una hablante murciana de Caravaca
de la Cruz, más del 74%, contando todos los contextos. Al tratarse de un estudio basado en solo
una hablante no es posible saber si en este caso se trata de una característica individual o de un
rasgo general del habla de Murcia.
Quizá un estudio más detallado enfocado en la variación sociolingüística demuestre que
en aquellas zonas donde el fenómeno es muy frecuente, pero con diferencias importantes entre
hablantes en su incidencia, la sonorización se emplee, de manera inconsciente, claro está, como
marcador social. Varios autores han hecho referencia de pasada a posibles diferencias entre
grupos de edad. En un estudio sobre el vasco de Goizueta (noroeste de Navarra), aún no
publicado hemos encontrado que los hombre sonorizan el doble que las mujeres (Nadeu y
Hualde, 2011 ms). Al tratarse de grupos de encuestados relativamente pequeños (6 hombres y 6
mujeres), este resultado ha de tomarse aún como provisional. Podemos añadir que hemos
obtenido también una diferencia de porcentajes muy parecida al comparar los resultados de
hombres y mujeres en nuestro estudio del castellano de Mallorca, donde el número de hablantes
fue algo mayor (10 y 10), pero hay menos datos para cada hablante. Estos hechos, de
confirmarse, serían comparables, por ejemplo, a la variación condicionada por el género, la edad
y la clase social, además del estilo, que se ha encontrado en el inglés de Newcastle en cuanto a la
frecuencia de la lenición también de /p t k/ intervocálicas, realizadas allí con laringalización
(Foulkes y Docherty 2006).
Es también muy posible que haya variedades del español que no presenten este fenómeno
con ninguna frecuencia apreciable. Así Colantoni y Marinescu (2010) no encuentran evidencia
de sonorización de /p t k/ en un corpus de español de la Argentina y como hemos señalado ya,
Lewis encuentra porcentajes muy bajos para sus hablantes de Bogotá y Medellín. Un porcentaje
bajo de sonorización, digamos alrededor de un 10% en habla espontánea, puede no ser un hecho
lingüísticamente relevante. Torreira y Ernestus (2011) encuentra un 8‟5% de sonorizaciones de
/p t k/ intervocálicas en francés, en conversación espontánea entre hablantes parisinos. Es
probable que porcentajes de sonorización completa inferiores al 10% en un estilo muy relajado
puedan encontrarse en muchas lenguas, lo mismo que encontramos espirantización de /b d g/
también de manera esporádica en estos estilos en lenguas como el francés y el inglés, donde el
proceso carece del carácter sistemático que tiene en español (véase Duez 1995, Brown 1977).
Vemos, pues, que la frecuencia con que /p t k/ se sonorizan en español depende de
factores como el estilo y el geolecto. Hemos notado también que, aún si controlamos estos
factores, queda un grado de variación individual considerable, que quizá esté correlacionado con
factores sociolingüísticos típicos como la edad, el género y la clase social, pero que aún no han
sido estudiados con la atención que merecen.
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2.2. FACTORES LINGÜÍSTICOS
2.2.1. Contexto segmental
En cuanto a los factores puramente lingüísticos, el contexto intervocálico es claramente el
que más favorece la lenición (véase por ejemplo Torreblanca 1976: 128, Quilis 1993: 223),
aunque de manera menos frecuente encontremos también sonorización en otras posiciones. De
todas formas, probablemente hemos de entender el contexto intervocálico de manera que incluya
la posición entre vocal y semiconsonante o líquida, como /k/ en el ejemplo o sea cuarenta de
Torreblanca (1976: 128) o la /t/ en cuatro. Compárese también para la primera sonorización de
las consonantes latinas “intervocálicas” en romance occidental, AQUA > agua, CAPRA > cabra,
PATRE > padre. De manera más general, podríamos referirnos al contexto relevante como
posición postvocálica inicial de sílaba.
2.2.2. Posición en la palabra
Las fronteras de palabra no parecen impedir ni estorbar la sonorización. Estudios como
los de Torreblanca, Oftedal, Quilis, etc., ofrecen ejemplos de sonorización tanto dentro de
palabra como entre palabras, como en la frase o sea [ɣ ]uarenta que acabamos de mencionar. En
el estudio cuantitativo de Hualde et al. (2011), que está limitado al contexto “intervocálico”, pero
incluyendo tanto VCV como V#CV, se encontraron tantos ejemplos de sonorización completa
de /p t k/ dentro de palabra como inicial de palabra tras vocal. En este estudio tampoco se
encontró diferencia alguna en el grado de lenición de los alófonos sonoros de /p t k/ entre estos
dos contextos. Torreira y Ernestus (2011) también señalan el escaso efecto que las fronteras de
palabra parecen tener en la producción de las consonantes intervocálicas en español comparadas
con las del francés, donde sí que se pronuncian con más constricción las consonantes iniciales de
palabra, aun cuando siguen a una vocal. Estos son hechos interesantes, si tomamos en cuenta que
un proceso histórico comparable como la sonorización de /p t k/ intervocálicas latinas en las
lenguas románicas occidentales afectó de manera sistemática únicamente a las consonantes
interiores de palabra (como en LUPU > lobo, LATU > lado, AMICA > amiga) y solo de manera
muy esporádica a las iniciales de palabra (fundamentalmente la /k/). En la medida que se trata de
fenómenos comparables, tal como lo parece, los hechos de sonorización incipiente que
encontramos en español contemporáneo vendrían a dar la razón a aquellos autores que han
pensado que en la primera sonorización románico-occidental en un principio se tuvo que
producir el efecto fonético también a través de frontera de palabra, siendo su fonologización solo
en interior de palabra un efecto secundario que evita alternancias de fonemas en la misma
palabra según el contexto de la frase (Weinrich 1958, Hall 1964, Cravens 2002). Es decir en un
primer momento cuando lopo ~ lobo (< LUPU) se encontraban en variación, la misma variación
debió afectar a ela prta ~ ela brta (< ILLA PORTA), como encontramos en la “segunda
sonorización” contemporánea. En un segundo momento el cambio /p/ > /b/ se fonologizó dentro
de palabra (desapareciendo pronunciaciones como lopo), pero no en principio de palabra, aunque
cabe la posibilidad de que las pronunciaciones sonoras no desaparecieran completamente:
(1) Desarrollo hipotético de la sonorización de obstruyentes en romance occidental
Etapa I
/lopu/
[lopu] ~ [lobu]
/ela prta/
[ela prta] ~ [ela brta]
Etapa II
/lobu/ [lobu] **[lopu]
/ela prta/ [ela prta] (~[-b-])
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Si no hubo fonologización del cambio en posición inicial, esto se debió a la influencia
analógica de los otros contextos donde podía encontrarse la misma palabra, incluyendo el inicial
de frase y el posconsonántico, entre ellos contextos de geminación sintáctica: ap:rta (< AD
PORTAM).
(2) Evolución hipotética de las obstruyentes iniciales
/prta/ [p]
/kom prta/ [p]
/ad porta/ > /ap: rta/ [p:] > [p]
/la prta/ [p] ~ [b] > [p]
No se puede descartar que la sonorización alofónica en V#CV no desapareciera con la
fonologización del fenómeno en posición interna, aunque aquí no haya habido recategorización,
y haya continuado con mayor o menor fuerza hasta nuestros días, del mismo modo que no es
posible saber cuando las nuevas consonantes mediales /-p- -t- -k-/ comenzaron a admitir las
pronunciaciones sonoras que el estudio acústico ha revelado:
(3)
LACU
SICCU
ILLA CASA
[lako] ~ [lago]
[sek:o] ~ [seko]
[lakasa] ~ [lagaza]
>
>
>
/lago/ [lago]
/seko/ [seko] ~ [sego]
/la kaza/ [lakaza] ~ [lagaza]
Si así fuera, habría una cierta continuidad entre la primera sonorización y la segunda.
En los ejemplos (3) no hemos distinguido entre realizaciones oclusivas y aproximantes; es
decir, [g] vale también para [ɣ]. Tradicionalmente se ha pensado que la sonorización tuvo que
preceder históricamente a la espirantización. Sin embargo, los hechos de la lenición moderna de
/p t k/ intervocálicas en español nos muestran que ambos procesos pueden ir juntos.
2.2.3. Acento
Al contrario que la presencia de fronteras morfológicas, el acento sí influye de manera
decisiva en la lenición de /p t k/. Torreblanca (1976) nos dice que: “Con relación a los contornos
fonológicos, la posición intervocálica es la que presenta más casos de sonorización total, sobre
todo cuando las dos vocales son átonas. La articulación sorda se conserva mejor detrás de vocal
tónica (p. 128)”. En esta observación de Torreblanca hay algo esperado y algo no esperado. Lo
esperado es tener mayor reducción entre vocales átonas. Lo inesperado es que las realizaciones
menos reducidas aparezcan detrás de vocal tónica, en lugar de delante de vocal tónica.
Compárese con el inglés átom, donde la /t/ se reduce tras vocal tónica (pronunciado exactamente
igual a Adam en inglés americano general) y atómic, donde no se reduce la /t/, precisamente por
preceder al acento.
Hualde et al. (2011) encuentran un efecto claro del acento, en la manera esperada.
Mientras que en el corpus de habla semi-espontánea de Mallorca examinado en este trabajo la
sonorización total o parcial afecta al 23‟5 % de las oclusivas intervocálicas ante vocal tónica,
este porcentaje sube al 39‟4% en sílaba postónica y al 44‟2% dos sílabas después del acento, en
palabras esdrújulas como médico, hispánico.
6
2.2.4. Categoría morfológica
Torreblanca (1976: 130) indica también que hay más sonorización en palabras
funcionales (preposiciones, conjunciones) que en sustantivos o verbos. Aunque esto pudiera ser
cierto, podríamos tener aquí una confusión con el efecto del acento, como el mismo Torreblanca
apunta. En una frase como lo que te digo, el único acento es el de la sílaba di- del verbo por lo
que las consonantes intervocálicas /k/ y /t/ de las palabras funcionales de este ejemplo se
encuentran entre vocales átonas. Al considerar el posible efecto de clase de palabra habría que
tener la interacción con la acentuación en cuenta para ver si se trata de un efecto independiente o
se reduce al acentual.
2.2.5. Punto de articulación. Fonemas afectados por la sonorización
Finalmente, hay un efecto fuerte del punto de articulación de la oclusiva. La frecuencia
con que las tres consonantes /p t k/ se sonorizan no es la misma. Hay coincidencia entre los
autores en señalar que la consonante que se sonoriza más frecuentemente y se debilita más es la
velar /k/.
Desde los trabajos de Torreblanca sabemos que la sonorización afecta, además de las
oclusivas, también a las fricativas sordas. En un trabajo utilizando el mismo corpus de español
madrileño coloquial que en Torreira y Ernestus (2011), Torreira y Ernestus (2011ms) encuentran
que entre las fricativas la que presenta una mayor frecuencia de sonorización es la /s/. En su
corpus la /s/ intervocálica se sonoriza completamente en el 34% de las ocasiones. Es decir, los
autores encuentran una frecuencia de sonorización total de /s/ que es casi exactamente la misma
a la que habían obtenido para /p t k/ en el mismo corpus. Para /f/ y /θ/ encuentran porcentajes
solo un poco inferiores, mientras que /x/ resiste más la lenición, sonorizándose solo en
aproximadamente el 15% de los casos. Hay que notar, por otra parte, que en variedades donde
hay como realización normal una fricativa laríngea o faríngea /h/ en vez de la velar /x/, esta
consonante se sonoriza con altísima frecuencia en posición intervocálica (Marrero 1990). Hay,
pues, diferencias importantes entre la tendencia a la sonorización de /x/ y de /h/.
En variedades peninsulares, la única consonante que no parece sonorizarse es la africada
prepalatal /t/, cuya parte oclusiva puede sonorizarse, pero sin que se vea afectada la fase
fricativa. No parece haber descripciones que hayan notado la sonorización completa de esta
consonante. Es decir, no llega a producirse nunca como [d]. Esta situación contrasta con la de
Canarias, donde la llamada “ch adherente”, que podemos definir como una oclusiva palatal /c/,
muestra una fuerte tendencia a la sonorización. De nuevo, hay aquí una diferencia en punto de
articulación que tiene un efecto fuerte sobre la facilidad con que se sonoriza la consonante.
3. Posible neutralización de contrastes fonológicos
La sonorización de /p t k/ no lleva necesariamente a la neutralización contextual con los
fonemas /b d g/. En primer lugar, la sonorización puede ser solamente parcial; pero, incluso
cuando es total, ambas series de fonemas pueden diferenciarse en grado de constricción. Como
los fonemas /b d g/ se realizan normalmente como aproximantes en posición intervocálica, la
realización de /p t k/ como oclusivas sonoras mantiene el contraste fonémico. Sin embargo, la
inspección de espectrogramas muestra que muchas veces /p t k/ entre vocales se realizan de
hecho también como aproximantes. Aun así, podría haber diferencias en grado de constricción,
dado que las aproximantes pueden ser más o menos abiertas. Torreblanca (1976) afirmó que las
realizaciones de /p t k/ no son nunca tan abiertas como las de los fonemas /b d g/ en la misma
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posición: “Las realizaciones fricativas de los fonemas /p, t, k/ nunca llegan a tener el grado de
abertura de los fonemas /b, d, g/, en el discurso coloquial normal.” (Torreblanca 1976: 129).
Obviamente, dada la naturaleza de su metodología, Torreblanca no prueba su aserción. Más
recientemente, otros autores han sugerido que sí que puede haber neutralización fonológica entre
las dos series de fonemas, aunque generalmente el contexto lingüístico permite al oyente
recuperar el fonema subyacente (véase Martínez Celdrán 2009).
Para contestar la pregunta de si, en general, cuando los fonemas /p t k/ en posición
intervocálica se producen con sonorización completa se distinguen aún de /b d g/ en la misma
posición, en Hualde et al. (2011) se comparó la duración y el grado de constricción de los
alófonos sonorizados de /p t k/ con ejemplos de /b d g/ intervocálica extraídos del mismo corpus.
En la sección siguiente explicaremos como se midió el grado de constricción. En el grupo de /p t
k/ sonoras no se separaron realizaciones clasificables como oclusivas sonoras de las clasificables
como aproximantes. Las realizaciones sordas o parcialmente sonoras se computaron juntas y
aparte de las completamente sonoras (que son las que podrían coincidir con /b d g/). El resultado
fue que tanto la duración como el grado de constricción permiten separar los alófonos sonoros de
/p t k/ de las realizaciones de /b d g/ estadísticamente como grupo, lo cual no quiere decir que no
haya ejemplos concretos de /p t k/ que entren dentro de la distribución de /b d g/. El grado mayor
de solapamiento entre las dos categorías fonológicas se encontró con las velares, donde no
aparecieron ni siquiera diferencias estadísticas en la duración de /g/ y de /k/ sonora. Así, pues, no
solamente es la /k/ la consonante que mayor tendencia muestra a la sonorización, sino que es
también la que se realiza más debilitada cuando se sonoriza. La conclusión es que aunque, en el
corpus examinado la mayoría de las veces /p t k/ se realizan de manera que no llegan a
neutralizarse con /b d g/, aun cuando se sonorizan, hay un cierto grado, relativamente pequeño,
de sobreposición entre las dos categorías. Esta sobreposición puede, naturalmente, ser mayor en
otras variedades geolectales, o dependiendo del hablante.
Blecua y Rost (2011) encuentran que la sonorización de /f/ intervocálica puede llevar
también a su confusión con /b/. Así, pues, en el caso de las labiales tendríamos una situación en
que, en posición intervocálica, dos categorías fonológicas /p/ y /f/ interceptan en parte con una
tercera, /b/, realizándose las tres como aproximantes sonoras.
No podemos descartar que nos encontremos ante un cambio lingüístico incipiente,
comparable al proceso de sonorización que nos ha dado palabras como lobo, lado, amigo de
LATU, LUPU, AMĪCU. Para que se fonologice el cambio, sin embargo, han de desaparecer las
pronunciaciones sordas.
Como señala Cravens (2002), en variedades del centro y sur de Italia es muy frecuente la
sonorización y espirantización de las sordas intervocálicas. Así, una palabra como lato puede
pronunciarse [ládo] ~[láðo]. En estas variedades italianas, sin embargo, la sonorización no se ha
fonologizado, pues estas pronunciaciones sonoras coexisten con [láto] para la misma palabra. En
un estudio reciente (Hualde y Nadeu en prensa) encontramos que el grado de sobreposición
fonética entre /t k/ y /d g/ es de hecho muy grande en italiano de Roma (con las labiales hay un
proceso diferente de geminación de /b/, véase Bertinetto y Loporcaro 2005). Esto se debe no
necesariamente a que las realizaciones sonoras de /t k/ sean más abiertas que en español, sino en
parte también a que, al contrario que en español, la espirantización de las sonoras /d g/ es solo
opcional, con lo cual la ambigüedad en cuanto a qué fonema corresponde una cierta producción
fonética en el caso de las realizaciones sonoras parece muy alta. Los hablantes de esta variedad
del italiano son conscientes de la ambigüedad que puede haber en el discurso, como lo reflejan
chistes como el siguiente (tomado de Bernhard 1998): Se mi dovesse nascere un figlio, sai che
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nome gli darei? Erno! Così, quando passo davanti agli altri, direbbero “ecco r padre d'Erno”
(“Si me naciera un hijo, ¿sabes qué nombre le daría? Erno. Así, cuando paso delante de los otros,
me dirían: ¡Aquí está el padre de Erno!”) La gracia del chiste es que “padre d‟Erno” suena o
puede sonar igual que “padre eterno”. Como indica d‟Achile (2004) probablemente la
recategorización fonémica en italiano de Roma está impedida por el conocimiento ortográfico de
los hablantes. Este autor nota que solamente con palabras poco frecuentes se encuentran errores
ortográficos que indican recategorización. Aunque dato y dado puedan pronunciarse de manera
idéntica en italiano de Roma, los hablantes saben que la primera de las dos palabras tiene
también una pronunciación con [t] intervocálica, lo que se ve reforzado por el conocimiento de la
ortografía. Lo mismo se puede aplicar al español, por lo menos si nos centramos en aquellos
contextos donde parece haber el mayor grado de lenición: /k/ intervocálica dos sílabas después
del acento. La recategorización de /médiko/ como /médigo/ se puede ver frenada por el
conocimiento que tienen los hablantes de que esta palabra se escribe médico. En este sentido,
podemos notar que, en el caso inverso, palabras esdrújulas en -igo ~-iga, que son mucho menos
frecuentes que las acabadas en -ico ~-ica, a veces sí se encuentran formas ultracorrectas como
*vértico por vértigo.
Un factor que sin duda influyó en la recategorización masiva que se produjo en romance
occidental fue la simplificación de las geminadas. La oposición entre /t/ [t] ~ [d] y /-tt-/ [t:] ~[t]
se pudo así transformar en una nueva oposición entre /d/ [d] y /t/ [t] (todavía con diferencia de
duración entre ambos fonemas).
4. Cómo medir el grado de constricción
En la sección anterior hemos resumido brevemente los resultados de un estudio en que
tratamos de determinar el grado de neutralización de los fonemas /p t k/, cuando son realizados
como sonoros, con los fonemas /b d g/. Como dijimos, para contestar esta pregunta hemos de
tener alguna medida acústica que podamos considerar como correlato del grado de constricción
consonántica.
Es posible concebir la alofonía de los fonemas /b d g/ como una alternancia entre dos
categorías, oclusivas y aproximante. Este es el punto de vista tradicional (aunque más
tradicionalmente se empleaba el término “fricativa” en vez de “aproximante”). En cuanto a los
fonemas /p t k/, estos presentarían como alófonos oclusivas sordas, oclusivas sonoras y
aproximantes sonoras. Dentro de los alófonos aproximantes, sean de una serie de fonemas o de la
otra, sin embargo, encontramos realizaciones con un grado de constricción muy variable, como
puede deducirse de la inspección de espectrogramas. Como hemos mencionado, Torreblanca
(1976) afirma que las realizaciones sonoras de /p t k/ no llegan a ser tan abiertas como las de /b d
g/. La cuestión es cómo medir el grado de constricción a partir de la información que nos
proporciona la señal acústica.
Una posibilidad es establecer subcategorías como “aproximantes abiertas” y
“aproximantes cerradas”, pero, como notan Martínez Celdrán y Regueira (2009), las fronteras
entre estas categorías fonéticas solo pueden ser difusas.
Otra posibilidad es encontrar una medida continua que pueda correlacionarse con el
mayor o menor grado de constricción de la consonante. En general esperamos que cuanto más
abierta sea la consonante mayor será la energía presente en la onda sonora. Varios autores han
utilizado, pues, medidas tomadas de la curva de intensidad para deducir el grado de constricción
de la consonante. La intensidad absoluta, naturalmente, no es muy informativa, pues depende de
la fuerza de la elocución o de lo cerca que tengamos el micrófono. Es necesario, entonces,
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comparar la intensidad de la consonante con la del contexto en que se encuentra. En Cole,
Hualde e Iskarous (1999) se calculó la intensidad de /g/ intervocálica dividiéndola por la de
palabra entera. Podemos comparar también el valor mínimo de intensidad dentro de la
consonante con el máximo en la vocal siguiente, sea hallando la diferencia (como en Soler y
Romero 1999) o dividiendo un valor por otro. En Hualde et al. (2011) se emplearon ambos
cálculos en la estadística. Ortega-Llebaria (2004) calcula la diferencia entre el mínimo y máximo
de intensidad en CV y lo divide por el tiempo entre los dos puntos, obteniendo así una medida de
la gradualidad de la transición.
Dado que estas medidas dependen no solo de la intensidad de la consonante sino también
de la de la vocal, que puede variar según si es átona o tónica y según el timbre vocálico, si no se
controlan estos factores una comparación mejor puede ser con la media entre vocal precedente y
vocal siguiente, en el caso de las consonantes intervocálicas.
En Hualde et al. (2011), siguiendo a Kingston (2008), se utiliza también una estimación
de lo abrupta o gradual que es la transición entre consonante y vocal. Este cálculo, llamado en
este trabajo MaxVel, se hizo encontrando la diferencia en intensidad en pasos de 1 ms en la
porción de la curva entre el mínimo en la consonante y el máximo en la vocal siguiente. Cuanto
más cerrada sea la consonante más abrupta será la transición y, por tanto, mayor el valor de
MaxVel. En un estudio anterior (Hualde, Simonet y Nadeu 2010), se verificó la validez de esta
medida como correlato del grado de constricción comparando /v/ y /b/ en catalán de Mallorca,
donde son fonemas diferentes, y <v> y <b> en catalán central, donde se trata solo de dos grafías
para el mismo fonema. Los resultados fueron muy buenos. Para el mallorquín, MaxVel produjo
valores mucho más altos para /b/ que para /v/, coincidentes con observaciones previas sobre la
constricción de estas consonantes, mientras que para el catalán central, no hubo diferencia. Esta
medida, como hemos dicho, se basa en Kingston (2008), quien, sin embargo, calcula este
correlato en una serie de bandas de frecuencia. Esto permite más precisión en observar entre qué
frecuencias pueden encontrarse diferencias, pero puede complicar también bastante el análisis
estadístico, a no ser que tengamos una hipótesis previa que nos lleve a fijarnos solo en una banda
de frecuencias determinada. Torreira y Ernestus (2011) emplean una medida muy parecida a la
utilizada en Hualde et al. (2011), pero con un filtro para eliminar del cálculo la energía en las
frecuencias más bajas, que los autores consideran menos relevante para la comparación que
hacen.
Parrell (2010) compara resultados articulatorios sobre el grado de constricción de /b/
obtenidos con EMA y las diversas medidas acústicas tomadas de la curva de intensidad que
hemos mencionado y encuentra correlaciones muy altas. La mejor correlación con la
información articulatoria la encuentra con la ratio de intensidad entre máximo de la vocal
siguiente y mínimo de la consonante.
Hualde, Shosted y Scarpace (2011), por otra parte, obtuvieron simultáneamente medidas
acústicas y electropalatográficas del grado de constricción de /d/ tras vocal y tras las consonantes
/n l s r /. En los contextos tras vocal y tras /r/ los datos articulatorios y acústicos coincidieron en
mostrar preferencia por realizaciones aproximantes. En los otros tres casos, sin embargo, no
hubo coincidencia. Según las medidas acústicas, /d/ resultó tener menos intensidad en /nd/, /ld/
que en /sd/. Según las medidas articulatorias, por otra parte, /d/ tuvo mayor constricción en /nd/
y /ld/ que en /sd/. Estos resultados sugieren que, según el contexto que estemos investigando, la
señal acústica puede no darnos información adecuada acerca del grado de constricción. Tras /s/,
la consonante /d/ puede realizarse con un canal muy estrecho (resultando en una intensidad muy
baja), pero sin llegar a la oclusión. Por otra parte, en /nd/ el espectrograma muchas veces muestra
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una duración muy pequeña de [d] o, incluso, con cierta frecuencia no hay ninguna sección del
espectrograma que pueda segmentarse como [d]; es decir, podemos tener una oclusión dental
nasalizada en toda su duración. En términos de Fonología Articulatoria (Browman y Goldstein
1991), el cierre del paso a la cavidad nasal puede estar sincronizado con el final del gesto apical.
Es estos casos es probablemente el hecho de que la vocal siguiente se realice sin nasalización lo
que nos indica que tenemos /nd/ y no /n/ o /nn/ (casos estos últimos donde la relajación del gesto
apical precede al cierre del paso del aire por la cavidad nasal). Así, pues, en secuencias como
/nd/, /mb/, /ld/ las diferencias de intensidad entre consonante y vocal pueden ser pequeñas,
aunque haya oclusión completa.
5. Producción y percepción
Para poder determinar en qué medida puede haber neutralización entre fonemas
necesitamos realizar experimentos de percepción, además del análisis acústico, pues, aunque no
encontremos diferencias entre las categorías fonológicas en los parámetros que hemos medido,
siempre puede haber elementos en la señal acústica que no hemos medido. Martínez Celdrán
(2009) encuentra porcentajes muy altos de confusión entre sordas y sonoras en un experimento
en que se presentaban palabras sueltas producidas con /p t k/ sonorizadas y se pedía a los
participantes que identificaran la palabra que percibían.
Paso a describir un experimento (en colaboración con Daniel Scarpace) cuyos resultados
no han sido publicados. Los estímulos consistían en palabras o pseudopalabras. Todos los
estímulos estaban precedidos por el artículo la. Las pseudopalabras de interés se crearon
sustituyendo una oclusiva sonora por la correspondiente sorda, como, por ejemplos, la ventana
 la pentana o al revés, como en la pintura  la bintura. Se incluyeron también un número de
distractores en los que se habían efectuado otras sustituciones. Los estímulos fueron todos
grabados por la misma persona. Los 11 hispanohablantes (de Valencia) que participaron en el
estudio tenían que indicar si el estímulo que escuchaban por los auriculares era una palabra que
conocían apretando a una tecla o, por el contrario, no era una palabra, apretando una tecla
diferente. Se computó tanto el número de errores como el tiempo de reacción. La hipótesis era
que los participantes acertarían casi siempre, pero habría diferencias en tiempos de reacción. En
concreto, se esperaba que los participantes tardaran más en reconocer que pseudopalabras como
la bintura no existen que en hacer lo mismo para palabras como la pentana. El razonamiento era
que la experiencia lingüística de los participantes incluiría oír alófonos sonoros de /p t k/ pero no
alófonos sordos intervocálicos de /b d g/. El experimento no funcionó. No se encontraron
diferencias estadísticamente significativas entre los dos tipos de estímulo. Podemos concluir que
según sea el estilo de habla, con mayor o menor reducción articulatoria, los oyentes
hispanohablantes pueden estar más o menos dispuestos a aceptar como normales
pronunciaciones en que /p t k/ aparecen sonorizadas. Un paso siguiente puede ser repetir el
experimento pero con una pronunciación más relajada, incluyendo una frase precursora como lo
[]e digo es.
6. Resumen
Para resumir, en este artículo hemos considerado el estado de la cuestión acerca de la
sonorización y espirantización de oclusivas sordas en español, indicando también aquellos
aspectos del tema que aún requieren más investigación. La lenición de /p t k/ se da en muchas
variedades del español, pero no con la misma intensidad en todas partes. Hay factores de
contexto lingüístico que afectan el proceso. Así se da sobretodo entre vocales y en posición
11
átona. La consonante que más tiende a sonorizarse y espirantizarse es la velar /k/. Las fronteras
de palabra, por otra parte, no parecen impedir la lenición (como tampoco pasa con la
espirantización de /b d g/). El fenómeno de sonorización afecta también a las fricativas.
En la medida en que podemos estar ante un cambio fonológico en curso, similar a la
primera sonorización de las obstruyentes latinas en las lenguas románicas occidentales, hemos de
concluir que la fonologización del proceso solo en interior de palabra no significa que no a nivel
fonético no tengamos también sonorización, sino que la recategorización fonológica es algo
posterior, que se ve influido por la realización de la misma palabra en contextos diferentes.
Hemos sugerido que el alto grado de variabilidad en la frecuencia del proceso que se
encuentra entre hablantes puede estar condicionado sociolingüísticamente por variables de edad
y género aunque en este tema faltan aún estudios. El efecto de estilo más o menos formal o
relajado ha sido demostrado en varias investigaciones. Faltan asimismo más estudios de
percepción para saber hasta qué punto la lenición de /p t k/ lleva a la neutralización con /b d g/.
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