LAS PREGUNTAS DE LOS NIÑOS LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN Introducción El hombre no es todo lo que aparece. Por encima de su apariencia corpórea existe otra realidad escondida. Es la interioridad del hombre, sus sentimientos y actitudes, su conciencia y su misterio. Nuestros sentimientos, nuestras aspiraciones, nuestras actitudes, nuestra conciencia, nuestros deseos... constituyen algo así como el motor invisible que genera energía y nos da la fuerza para funcionar en la vida. Existe una fuerza interior, como una voz que nos llama desde nuestra conciencia. Cada hombre la escucha dentro de sí y jamás podrá reducirla al silencio. Está dentro del hombre; es algo que está por encima de todo y es anterior a las leyes. Todo hombre percibe que la conciencia es mayor que él mismo. El no tiene poder sobre ella; no la creó y no puede destruirla. Pero puede desobedecerla, negarla, violentarla; pero hacerla callar no puede. Esa fuerza que sentimos dentro, esos deseos de plenitud y de bien; esa voz que desde el interior grita en cada instante, no procede de nosotros mismos, sino de Dios. Es Dios presente en nosotros con la fuerza de su Espíritu. Los grandes símbolos del Espíritu, el agua, el fuego, el aire y el viento, pertenecen al mundo de la naturaleza y no comportan rasgos distintos; evocan sobre todo la invasión de una presencia, una expansión irresistible y siempre en profundidad. Este es el Espíritu del que nos habla la Biblia, y que poseyó Cristo de un modo eminente; pero no es un personaje del pasado. El Espíritu de Dios es eterno, permanece y vive hoy en la Iglesia y en el mundo, en los acontecimientos de la vida y en las personas concretas. El Espíritu de Dios está actuando en nosotros, desde el fondo de nuestros corazones, transformando nuestro corazón de piedra en corazón de carne, dándonos la fuerza para cumplir con nuestra misión y nuestros nobles ideales, instándonos a luchar por la creación de un mundo nuevo. El proceso de formación de la Biblia La Biblia es el libro más antiguo, más vendido, más traducido, más editado, más leído y más considerado de todos los que se han escrito y, posiblemente, se escribirán. ¿Por qué? Tal vez sea porque se trata de un libro que toca toda la temática posible: habla de Dios, pero también del hombre, habla del mundo pero también de lo que pasa en lo más interno del ser humano. Todo esto hace que sea preciso conocer a fondo la Biblia. Para conocer un libro, no sólo es preciso leerlo, sino que hay múltiples factores y circunstancias que es preciso saber. Cuando nos acercamos a un libro, nos interesa conocer: ¿quién lo ha escrito? ¿Dónde y cuando vivió? ¿Qué nos quiere transmitir? ¿Cuál es la intención del autor? ¿Cómo está escrito el libro? ¿Qué objetivo tiene? ¿Su lenguaje es asequible? ¿Qué datos es preciso tener en cuenta para su lectura? etc. En el caso de la Biblia ocurre lo mismo. Por eso es preciso que conozcamos todos estos datos si queremos entender bien lo que la Biblia nos quiere comunicar. En primer lugar, hemos de decir que la Biblia no es un libro. Efectivamente, la Biblia es un conjunto de libros (su mismo nombre lo indica: Biblia=biblioteca), concretamente de 73 libros, de diversa extensión. Hay algunos de pocas páginas y otros que podrían ser editados en solitario. A nosotros, la Biblia nos llega en un sólo volumen, pero en su interior tenemos libros que fueron escritos desde el siglo VIII a.C. hasta el año 95 de nuestra era. Una inmensa línea cronológica. Vamos a poner un ejemplo para conocer cómo ha sido la formación de nuestro libro sagrado. Podemos esquematizar el proceso en tres niveles: Primer nivel. Es el nivel de los hechos, de la historia, de la vida, de las cosas que pasan. En el caso del pueblo de Israel son los acontecimientos de su historia como pueblo-esclavitud de Egipto, el reinado de David, el exilio a Babilonia, etc.--y como experiencia de la vida individual de las personas: el dolor, la enfermedad, el amor, el mal, la felicidad, etc. Segundo nivel. Todos esos acontecimientos se reflexionan, se meditan aplicándoles las creencias que el pueblo tiene sobre Dios, y así se produce una reflexión "religiosa" sobre su vida y sobre su historia. Viven su vida, sus problemas, su historia, poniéndola en relación con Dios. Tercer nivel. Una vez hecha la reflexión religiosa, ésta se transmite oralmente. Son las tradiciones orales sobre los diferentes acontecimientos de la vida del pueblo. Ellos quieren transmitir la enseñanza religiosa que han aprendido en la reflexión sobre su historia. El pueblo va, poco a poco, aprendiendo cosas sobre Dios, sobre la vida, sobre el mundo, y quiere transmitir todo eso que constituye su fe. No siempre es fácil explicar las creencias y por eso, en la Biblia, se recurre a diferentes géneros literarios, algunos de los cuales utilizan imágenes que a nosotros nos pueden resultar un poco difíciles. La historia del Espíritu de Dios Igual que para conocer de verdad a una persona debemos tratarla intensamente, al Espíritu de Dios debemos tratarlo de verdad para conocerlo y conocer lo que nos dice en el interior de nuestra conciencia. Para “practicar” en ese trato tenemos a la Biblia. a)Dios creador La palabra de Dios hace surgir los seres, llama a la vida. Nada existía antes. Dios es el creador del mundo y de la historia. Toda la creación es buena porque procede del amor de Dios. Pero Dios no sólo amó a las criaturas cuando las creó, sino que continúa amándolas. El hombre es el rey de la creación porque está hecho “a imagen y semejanza de Dios”. En el relato de la creación las criaturas van apareciendo de menor a mayor importancia y el último en aparecer es el hombre, lo cual indica que es la criatura superior. Cuando hablamos de la criatura “hombre” en general, nos referimos conjuntamente al varón y a la mujer. La Biblia no hace ninguna distinción. De este modo, la pareja humana es “imagen de Dios” El hombre, aunque ha nacido de la tierra, tiene una grandeza especial que le ha dado Dios. Por eso debe ser su imitador; debe procurar que sus acciones nazcan siempre del amor, tal y como Dios hizo. Cuando el hombre rompe su amistad con Dios con el primer pecado, llamado “original”, Dios anuncia un Salvador cuya venida ha ido preparando en la historia. b) Dios salvador A lo largo de las historias del AT, Dios se va revelando poco a poco. En la historia de Abraham, Dios aparece como alguien que llama en invita a salir hacia una nueva vida. Es un Dios que quiere formar un gran pueblo al frente del cual, como fundador y modelo, pone a Abraham. Dios establece una alianza con él y con su pueblo: quiere ser el Dios de un pueblo que le sirva siempre. Él estará constantemente con ese pueblo y lo bendecirá. Para Abraham lo más importante en la vida es Dios: se deja guiar por él, se fía de él y cambia su forma de vida desde que escuchó al Señor. Por eso se le llama modelo de fe. En la historia de Moisés, Dios aparece como alguien que conoce el sufrimiento de su pueblo, escucha su clamor y quiere liberarlo. Para llevara cabo esa liberación, Dios llama a Moisés. Por medio de la acción de Moisés, Dios libera a su pueblo. Una vez que Dios ha sacado al pueblo de Egipto, lo guía por el desierto y establece con él una nueva alianza: el pueblo debe comprometerse a vivir según la voluntad de Dios manifestada en el Decálogo, y Dios, por su parte, se compromete a estar siempre con su pueblo. c) Dios de la promesa David fue elegido por Dios para ser el rey fiel a la alianza que el pueblo necesitaba. David confía sólo en Dios, le canta y le alaba, se arrepiente cuando comete pecado y procura gobernar siempre según la voluntad de Dios. Por eso, David se convierte en uno de los modelos más importantes del AT: “Cuando hayas llegado al final de tu vida y descanses con tus antepasados, mantendré después de ti el linaje salido de tus entrañas, y consolidaré tu reino” (II Sam 7, 12). Los profetas, además de recordar lo que Dios ha hecho por el pueblo, anuncian la salvación: vendrá un Mesías que traerá una salvación definitiva. En el libro de Isaías encontramos la descripción del “Siervo de Yahvé” que será el gran libertador. Este siervo traerá la salvación, pero no por medio de la fuerza, sino por medio de la humildad y el sufrimiento: “No gritará, no alzará la voz, no voceará por las calles. Proclamará fielmente la salvación y no desfallecerá ni desmayará hasta implantarla en la tierra” (Is 42, 2-4). El Dios del AT promete una salvación definitiva realizada por medio de un Siervo que compartirá el sufrimiento de las personas. Este Siervo, este Mesías esperado, no es otro que Jesús. d) Dios es Padre Lo que más llama la atención de Jesús es la confianza y la intimidad que tiene con Dios. Se dirige a él llamándole Abba, diminutivo cariñoso y familiar de la palabra Padre. Jesús no oraba a un Dios lejano y distante, sino a un Dios cercano, al que debe obediencia y fidelidad. Jesús vive como un hijo entregado y confiado al Padre, cumple su voluntad, sigue sus mandatos. Cuando Jesús habla de Dios lo presenta como creador, libertador, alguien que busca la amistad con los hombres a quienes ofrece su salivación. Pero, sobre todo, nos enseña que Dios es Padre. Las etapas de la Historia de la Salvación La Biblia es la historia de la salvación de Dios, sus hechos y palabras. Dios elige a Israel y hace con él una alianza para salvarlo y, por medio de él, salvar a todos los pueblos, Tuvo que renovar una y otra vez esa alianza porque el pueblo no siempre fue fiel. A lo largo de la historia, Israel sufrió invasiones, destrucciones, deportaciones que interpretó como castigo por su infidelidad. Y en momentos decisivos en que parece que el pueblo de Israel iba a desaparecer, permanecía un “resto” fiel que garantizaba la continuidad de la promesa de salvación y la alianza. Jesús de Nazaret, Dios y hombre, es la alianza definitiva del hombre, de todos los hombres, con Dios. Ésta ya no puede romperse. Pero la mayor parte de Israel no lo acepta. ¿Se separan entonces definitivamente Biblia y pueblo de Israel? ¿Qué ocurre con el pueblo judío? ¿Queda borrado, fuera de la historia de salvación? San Pablo constata que no todos los judíos han rehusado a reconocer en Jesús al Mesías. Los que han reconocido a Jesús con el “resto” que representa a todo Israel (Rom 11, 5), quien algún día lo reconocerá, gracias a la misericordia de Dios que llena la historia. El entorno en que se desarrolló la Biblia y la historia del pueblo de Israel son fundamentales para conocer el desarrollo de los textos bíblicos y el alcance de los mismos. Por eso, esta primera carpeta tratará de introducirnos en el mundo de Israel para que, equipados con su mentalidad, podamos empezar a comprender algo de ellos. Conociendo la historia de Israel empezamos a comprender la Historia de la Salvación, fundamental para los cristianos. Además, nos debe ayudar a diferenciar lo que es propiamente judío y lo específico del cristianismo. Hemos de darnos cuenta que esta carpeta es meramente histórica y no describe los relatos de la Biblia que tienen un indiscutible fondo religioso. Lo que vamos a tratar de hacer es recopilar los datos estrictamente históricos y científicos que tenemos de las épocas que describe la Biblia. La interpretación religiosa de los hechos que se plasma en la Biblia, la dejamos para más adelante. De acuerdo con el “diploma” vamos a dividirla en diez etapas: 1.: Primera etapa: Creación 1.1.: Los escenarios de la Biblia Históricamente, la franja costera sirio-palestina ha sido un gran cruce de caminos; desde el lejano neolítico, en los orígenes mismos de la civilización, aquí se cruzaron las influencias de Asia y las de África. Una tierra fértil, de clima templado, rodeada de zonas áridas y desiertos, fue el lugar de encuentro de los pueblos mesopotámicos (del Tigris y del Éufrates) y de Egipto en época antigua; fue, asimismo, el gran mercado de los pueblos balcánicos. Durante la Edad Media, la zona se convirtió en el escenario del enfrentamiento entre el Islam y la cristiandad; finalmente, en el mismo siglo XX, Palestina continúa siendo una de las áreas conflictivas del planeta. Sobre este atormentado solar se desarrolló una buena parte de la historia bíblica (Gén 15, 18). La ilusión de los eruditos por conocer los lugares “santos” es muy antigua, anterior a la Edad Media. Sin embargo, el conocimiento científico de la arqueología bíblica sólo fue posible con el desarrollo de la ciencia arqueológica. Las primeras expediciones empezaron en la primera mitad del siglo XIX; así, por ejemplo, hacia 1840 Henry Layard descubrió las ruinas de la bíblica Nínive. Tres años más tarde, en 1843, Rawlinson copiaba la inscripción trilingüe de Behistún, clave para descifrar la escritura cuneiforme. En el mismo año, Paul Emile Botta descubría el palacio de Korsabad. Después de la Primera Guerra Mundial, Leonard Wooley excavó en Irak el yacimiento de Ur, la patria de Abraham. En los años treinta, Parrot descubría el impresionante conjunto de Mari. La investigación continuó tras la Segunda Guerra Mundial; Miss K. Kenyon excavó Jericó entre 1952 y 1958; en los años setenta se excavaron Ebla y Qumrám. 1.2.: Mitos y leyendas para buscar respuestas El Génesis es un relato elaborado utilizando cosmologías o ideas del mundo muy antiguas, fundamentalmente babilónicas. Según la ciencia de los babilonios, la Tierra era un disco con una cúpula hemisférica en la parte superior y otra simétrica en la inferior. La superior era el lugar donde residían los grandes dioses; la inferior correspondía a los infiernos o mundo de los muertos. La bóveda celeste separaba las aguas de los océanos celeste y terrestre. La visión del mapamundi que aparece en el Génesis corresponde a la del geógrafo griego Hecateo de Mileto (s. VI a.C.). Según el Génesis, el mundo estaba poblado por los descendientes de Sem, Cam y Jafet. Los de Sem ocupaban la actual Arabia y la región de Mesopotamia. Los de Cam, África y Palestina. Los de Jafet, Europa. Otra narración del Génesis es la del diluvio, que se basa en textos desarrollados por la literatura mesopotámica desde la mitad del siglo XVIII a.C.; por ejemplo, la historia de Uta-na-pistim, identificado como Noé en la tradición hebraica. La tradición literaria de los diluvios se basa en las crecidas de los ríos Tigris y Éufrates, que a menudo inundaban la llanura. La historia de la torre de Babel tiene un origen más confuso. Probablemente, la imagen de una torre para llegar al cielo se relaciona con las torres llamadas zigurat, que tenían funciones religiosas. La palabra en acádico es babilu o puerta de Dios. En cambio, en Hebreo la palabra recordaba la raíz balál que significa “Dios ha confundido”. Por esta razón, surgió la tradición por la cual la torre de Babel fue el inicio de la confusión de las lenguas. 2.: Segunda etapa: Patriarcas Existen diversos relatos y evidencias arqueológicas sobre movimientos migratorios entre la Baja Mesopotamia, donde se halla la ciudad de Ur, y Jarán, ciudad situada entre Siria y Mesopotamia, siguiendo la ruta del río Éufrates. El viaje de Abraham hacia esta tierra hay que enmarcarlo en el movimiento migratorio de las tribus amorreas entre Mesopotamia y el margen norte del desierto. Las rutas de los nómadas seguían el Éufrates, pernoctando en los poblados en los que tenían grupos familiares. Estas rutas eran también las grandes vías del comercio internacional. En la época de Abraham las tribus tienen una economía pastoril. Su vida era seminómada debido a la necesidad de pastos y a las frecuentes sequías. Se desplazaban en grandes caravanas, con sus rebaños, buscando los grupos familiares dispersos por las diversas regiones. Lo normal, era que siguieran las rutas comerciales habituales. Durante la época del gobierno hicso en Egipto, nómadas cananeos se establecieron en las ricas tierras del delta. La historia de José hay que situarla en el período de la XV dinastía egipcia y de los hicsos. José, hijo de Jacob, es envidiado por sus hermanos que planean matarlo. Finalmente, le venden a una caravana de mercaderes medianitas. A José lo compra como esclavo un alto dignatario egipcio por veinte monedas de plata. Egipto era el granero del Próximo Oriente, con abundancia de cereales que provocaba excedentes (Gén 43-44). También era un buen mercado para vender productor procedentes de Anatolia, Siria y Mesopotamia a cambio de trigo, por lo que caravanas de mercaderes recorrían la ruta costera sirio-palestina. (Gén 37, 1236). Los emigrantes semitas eran bien recibidos allí (Gén 41) porque se fortalecían las relaciones comerciales con Palestina (Gén 46). 3.: Tercera etapa: Salida de Egipto Los hicsos fueron expulsados de Egipto por los faraones de la XVII dinastía. Después de este acontecimiento, Egipto se preocupó de controlar de forma permanente la franja sirio-palestina mediante expediciones militares casi continuas. Egipto se convirtió en la mayor potencia de Oriente. En este período, la situación de los asiáticos en Egipto fue empeorando y parece que, hacia el siglo XIII a.C., iniciaron éxodos o migraciones masivas hacia el este y el Sinaí. Según el libro del Éxodo, Moisés llevó a los hijos de Israel hacia la tierra prometida: Canaán. Hoy sabemos que estas migraciones existieron, pero desconocemos si hubo un único gran viaje o varios a lo largo de tiempo. El éxodo de la población semita al desaparecer sus protectores hicsos pudo ocurrir en dos fases: una huida en tiempo del faraón Ramsés II (1250 a.C.) provocada por las duras condiciones de vida impuestas a los semitas, que eran utilizados como mano de obra para la construcción de ciudades y obras públicas y la aparición de un caudillo, Moisés. Esto determinó lentos movimientos de emigrantes hacia el este y el Sinaí, con una prolongada estancia en éste último desierto. También pudo ocurrir una expulsión de los semitas provocada por la caída de los hicsos y que incluiría a los grupos que luego formaron la tribu de Judá. 4.: Cuarta etapa: Desierto El camino de Israel por el desierto no admite reconstrucción. No hubo un solo camino sino numerosos desplazamientos de nómadas que intentaban entrar en las tierras fértiles por distintos caminos, por el este y por el sur. Moisés es el caudillo que guía a uno de estos grupos de nómadas y recibe en el Sinaí las tablas de la ley de Dios. Su figura se presenta en la Biblia no sólo como la de guía sino también como sacerdote, profeta, juez y legislador (Ex 13, 17-18.20). 5.: Quinta etapa: Conquista de la tierra prometida El libro de Josué describe el establecimiento de los israelitas en Canaán. En Canaán existía un modelo político basado en ciudades libres gobernadas por una aristocracia terrateniente que tenían problemas numerosos con sus campesinos y con los habirú o bandidos de las montañas. Los israelitas huidos de Egipto, en busca de tierras, formaron poderosas bandas nómadas que fueron conquistando las ricas y débiles ciudades cananeas. Es probable que la conquista no fuera el resultado de una acción militar rápida y única, sino que tuviera lugar durante un largo período de tiempo. La arqueología muestra que fue un proceso muy lento. Fue una época de gran inseguridad, cuando pueblos llegados por mar intentaron desestabilizar Egipto. En la Biblia se les llama filisteos y ocuparon una amplia franja costera al sur de Palestina. Israelitas y filisteos se enfrentaron por el control del país (Jos 11, 15-22). Los filisteos son, pues, grupos de invasores, dotados de armamento de hierro, que llegan desde las tierras próximas al mar Egeo. Son rechazados con dificultad por los ejércitos faraónicos, puesto que su armamento les daba superioridad militar. Ocuparon y dominaron las costas de Canaán, fortificando las ciudades. Chocaron con los cananeos (habitantes del país) y con los israelitas (llegados hacía poco tiempo). El pueblo israelita tenía estructuras sociales basadas en la tribu, que era el conjunto de clanes familiares, donde las decisiones las tomaba la asamblea de hombres. Después de ocupar las ciudades-estado cananeas, empezaron un proceso de sedentarización. A esta época se le llama el período de los Jueces, ya que no existía un poder centralizado y la sociedad era igualitaria. De vez en cuando, en momentos de peligro, aparecían estos caudillos efímeros. La unidad socioeconómica fundamental era la familia autosuficiente de tradición ganadera y agrícola. El comercio era muy reducido. 6.: Sexta etapa: Monarquía Hacia el año 1000 a.C. la cultura de la Edad del Bronce estaba siendo sustituida por otra basada en el hierro. En este período, las tribus de Judá e Israel se unifican bajo la monarquía. Tres son las razones por las que aparece la monarquía: a) La sedentarización de las tribus de Israel con la aparición de la aristocracia; b) la necesidad de jefes guerreros permanentes para la guerra contra los filisteos; y c) la tendencia a imitar las sociedades urbanas vecinas que eran monárquicas. El primer monarca fue Saúl, al que siguió David; ambos se enfrentaron con los pueblos vecinos, especialmente con los filisteos. Esta lucha se ejemplifica en la Biblia con el episodio del joven David enfrentado a un poderosos guerrero, el gigante Goliat. David conquistó Jerusalén y la convirtió en sede de su monarquía y del Arca de la Alianza (I Sam (, 19-22; 17, 4-8). Salomón ascendió al trono hacia el 965 a.C. Su reinado coincidió con una época de desarrollo del comercio internacional, en la que Israel actúa de intermediario entre Asia y Egipto. Salomón organizó la administración con un eficaz sistema de recaudación de impuestos que permitió emprender grandes obras: urbanización de Jerusalén, construcción de un palacio real y edificación del templo (I Re 3, 1-3). Con Salomón la nueva monarquía tiene necesidad de demostrar su poder y entonces pensó en la construcción de un templo, similar a los edificios sagrados dedicados a otros dioses en la región cananea. En su construcción intervinieron técnicos fenicios (orfebres y trabajadores del marfil). En el exterior del templo se encontraba el altar donde se sacrificaban los animales como ofrendes de fuego; en el interior estaba el altar de oro del incienso y la mesa donde cada sábado se clocaban doce panes. En el sancta sanctórum, flanqueado por dos querubines, se hallaba el Arca de la Alianza con las tablas de los Diez Mandamientos. En su tiempo se empieza a desarrollar la escritura hebrea, separada de la fenicia, y comienzan su tarea los escribas. Al principio eran secretarios, contables u oficiales reclutadores de la corte. Los escribas van unidos a la aparición de monarcas y sacerdotes. Unos y otros necesitan la escritura: los sacerdotes, para fijar los mitos y el ritual de los dioses; los reyes, para la administración y los impuestos. Por eso, las grandes bibliotecas del mundo antiguo van asociadas a templos o palacios. Se comienza la actividad literaria y se empiezan a fijar por escrito las antiguas tradiciones. De esta actividad hay tal fama que, posteriormente, se atribuyen a Salomón libros bíblicos enteros como el Cantar de los Cantares, el Eclesiastés y Sabiduría (I Re 5, 9-14; 6, 1-3). 7.: Séptima etapa: Cisma político y religioso. Profetas En 931 a.C. murió Salomón. Su hijo Roboán vio cómo el norte del país se separaba y proclamaba rey a Jeroboán. El territorio quedó dividido en dos Estados, el llamado reino de Judá, al sur, con capital en Jerusalén, y el reino de Israel, al norte. Los monarcas de Israel construyeron su residencia en Samaría. Egipto favoreció esta división. Su faraón emprendió campañas militares en la frontera palestina y capturó numerosas ciudades. Jerusalén fue saqueada. Los monarcas de Israel y Judá hicieron alianzas matrimoniales con los de las ciudades fenicias. Para la Biblia, la causa de la división es también religiosa: Salomón adoró otros dioses, y el Señor, en castigo, dividió su reino. En realidad, las causas históricas fueron otras. La corte y el templo residían en el sur, más urbano; el norte se sentía discriminado pues el Arca de la Alianza, antes de la unificación, estaba en Siquén. Por otra parte, la centralización elevó los impuestos y el malestar consecuente fue alentado por Egipto. La influencia de los países vecinos sobre los dos reinos no sólo fue política, sino también religiosa. En Canaán, cruce de culturas, los cultos mesopotámicos se difundieron junto con los egipcios y los locales. Estos dioses fueron adorados mediante estelas, altares, árboles, montes sagrados y templos. Baal, dios del tiempo, y sus esposas Asera y Astarté, diosas de la fecundidad, reinaron en Canaán durante siglos. Andando el tiempo, el monoteísmo, la prohibición de imágenes de la divinidad y el culto en Jerusalén caracterizaran la religión israelita y explicarán las destrucciones de objetos sagrados que narra la Biblia (II Re 23, 4-27). La religión israelita se defendió contra los cultos extranjeros por medio de los profetas. El profeta denuncia prácticas religiosas falsas de los reyes y del pueblo, y también conductas sociales abusivas. Anuncian un futuro mejor, siembran esperanza y apuntan al futuro Mesías que traerá la paz (I Re 18, 20ss; Is 5, 8-9; 11, 1-6). De estos hombres reconoce como “profetas mayores” a: Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel. El siglo IX a.C. vio el renacer de un poderoso imperio que dominó durante 200 años el panorama de la zona: los asirios. Pueblos acostumbrados al caballo y a la guerra, conquistaron la mayor parte de Mesopotamia y la franja siro-palestina. Babilonia, tomada en el 842 a.C. se convirtió, junto con Nínive, en una de las capitales del reino. Samaría fue tomada y saqueada en el 721 a.C. por Sargón II y Judá fue sometida a tributo. Sargón deportó muchos israelitas a ciudades de Media y Mesopotamia, y los reemplazó por colonos que traía de regiones recién conquistadas. De ahí la mezcla originaria de los samaritanos (II Re 15, 29; 16, 5-7). 8.: Octava etapa: Exilio en Babilonia Babilonia encabezó una revuelta contra Asiria, consiguiendo en el 612 a.C. el hundimiento de este imperio. Desde ese momento, la ciudad se convirtió en la capital de un inmenso territorio que incluía el reino de Judá. Las sublevaciones judías contra el rey babilonio Nabucodonosor significaron la destrucción total de Jerusalén y del templo y la deportación de buena parte de la población (II Re 25, 8-21). La infidelidad de Israel a su Dios la ha pagado con el destierro. Pero queda un “resto” fiel, como habían anunciado los profetas, en el que se cumplirán las promesas. En el destierro, sin templo y sin sacrificios una “Escuela Sacerdotal” trabaja recogiendo y actualizando sus leyes y sus tradiciones: Dios se reveló al pueblo eligiéndolo, liberándolo de la opresión de Egipto, haciendo una alianza con él, dándole unos mandamientos. ¿Y ahora? Hay que mirar al futuro: acabarán las guerras, la opresión, la injusticia, todas las alienaciones y se proclamará la justicia y la bondad de Dios por todo el universo. El “resto” del pueblo tiene que observar lo que son puntos de referencia esenciales: Torá, circuncisión, sábado... En el año 539 a.C., Babilonia se rinde a una coalición medo-persa dirigida por Ciro y su territorio se transforma en una provincia del imperio persa. Esto significó el retorno de muchos judíos a Palestina. Esdras y Nehemías dirigen la restauración material y espiritual de Jerusalén y el nacimiento del judaísmo. Conviene leer la historia de Ester, joven judía favorita del rey Asuero (¿Artajerjes I?) que lo convence para liberar a su pueblo. La fiesta judía de los Purim conmemora este hecho. 9.: Novena etapa: Judaísmo A finales del siglo IV la cultura griega recibió un fuerte impulso gracias a las conquistas del rey de Macedonia, Alejandro Magno. Este monarca emprendió una política consciente de helenización que incluía la fundación de ciudades al estilo griego para mantener el control sobre su inmenso territorio. Este comportamiento fue seguido por sus sucesores. A la muerte de Alejandro sus generales se repartieron el imperio y, uno de ellos, Seleuco, gobernó como rey en Siria y Palestina. Un sucesor, Antíoco IV, forzó la helenización de las costumbres judías y provocó una fuerte reacción religiosa y nacionalista. Uno de los lideres de la revuelta fue Judas Macabeo. Los revolucionarios consiguieron establecer un Estado independiente, la llamada monarquía asmonea, que perduró hasta la conquista romana (I Mac 1, 3-5.13-15). El helenismo influyó notablemente en el mundo judío: se tradujo el Pentateuco al griego que, junto al arameo, desplazaron al hebreo como lengua coloquial; se acuñaron monedas con inscripciones griegas; y se generalizaron los productos de origen heleno. Como consecuencia de ello, una parte de la población judía se heleniza y los radicales hebreos se sienten amenazados. Antíoco IV prohibe el sábado y la circuncisión con lo que provoca la revuelta de los “macabeos” la independencia asmonea en el año 142 a.C. En esta época institucionalizó la sinagoga, que propiamente significa “asamblea de oración”. Tuvo un principio de organización en el destierro de Babilonia al no disponer los judíos de templo en Jerusalén. El plano de los edificios de reunión, que llevan también el nombre de sinagogas, era rectangular, con tres naves separadas por columnas. Construido mirando a Jerusalén, había un lugar donde se guardaban los libros que estaban separados por un velo de los fieles. Había bancos, lámparas, trompetas, tapices... Se recitaban oraciones y se leía la Ley y los profetas. A partir del año 64 a.C., el romano Pompeyo reorganizó Palestina y deshizo el reino asmoneo. En el 40 a.C. se creó una monarquía vasalla de Roma: la monarquía herodiana que perduró hasta la época de Augusto. Herodes, necesitaba agradar, por un lado, al judaísmo ortodoxo, y, por otro, a Roma. Para los primeros construyó el Templo y para la segunda diversas fortalezas y palacios. El reinado de Augusto supuso la unificación de todos los países del Mediterráneo bajo el dominio romano y la institución de un poder único. Dos elementos esenciales de este poder son el culto al emperador y el ejército. Había provincial bajo el mando del emperador y otras bajo el control del Senado. Las primeras estaban regidas por legados imperiales o por procuradores (según el rango de la provincia) que controlaban el ejército; las segundas estaban regidas por un antiguo magistrado romano y sin mando sobre el ejército. El control romano se ejercía por dos medios universales: el sistema de impuestos y la confección del censo. 10.: Décima etapa: Jesucristo y la Iglesia 10.1.: Vida cotidiana en tiempos de Jesús Nacimiento e infancia: Jesús vivió como todos los niños de su época. Sufrió la circuncisión, ceremonia mediante la cual se introduce al varón en la comunidad y que conmemoraba el pacto en Yahveh y Abraham. En la infancia recibiría las enseñanzas de que se impartían a todos los niños, desde los cinco hasta los trece años; estaba organizada por los fariseos y su objetivo era conocer las Escrituras. La formación se completaba en las “casas de estudio” dirigidas por los rabinos. Las niñas, sin embargo, no recibían educación, se dedicaban muy pronto a los trabajos domésticos y se casaban al llegar a la pubertad (Lc 2). Vivienda y alimento: Las casas eran de influencia grecolatina. Las habitaciones se situaban en torno a un patio. Comían puerros, cebollas, ajos y pepinos para hacer sopas; también ingerían lentejas, trigo y cebada. Se conocían el vino y la cerveza. Se consumían en grandes cantidades frutos secos (pistachos, almendras, nueces, pepitas de sandía, dátiles e higos). La religión prohibía comer carne de cerdo, aunque sí de pollo, gallina, pato, cordero, cabra y buey. También se alimentaban de pescados variados. La sociedad: Había diferentes grupos: El sumo sacerdote era el responsable máximo del templo y presidente del sanedrín. Pertenecía al partido saduceo y era colaboracionista con el poder romano. Su cargo era vitalicio. Los saduceos pertenecían a la clase alta del país. Políticamente colaboraban con el poder romano. Religiosamente se atenían a la ley antigua y no creían en el reino venidero ni en la resurrección. El clero era pobre, vivía de parte de las ofrendas y de oficios que buscaba por su cuenta. Los fariseos eran hombres piadosos que conocían bien la ley y la cumplían a rajatabla. Ejercían una enorme influencia entre el pueblo. Pertenecían a una clase media (artesanos, pequeños comerciantes...). Eran nacionalistas y hostiles a los romanos, pero no usaban la fuerza, sino que esperaban un Mesías que establecería el reino de Dios echando a los romanos y demás ocupantes del país. Los zelotes eran un movimiento extremista y armado. Pertenecían a las capas más pobres del pueblo. No se enfrentaban directamente con el ejército romano, sino que organizaban revueltas y asesinatos. Una mujer dependía totalmente de su padre hasta la edad de doce años. A esta edad se celebraban normalmente los esponsales y un año después tenía lugar el matrimonio. A partir de entonces la mujer pasaba a depender totalmente del marido. Este podía divorciarse. La mujer, no. En el templo, la mujer no podía pasar del atrio reservado a los gentiles y a las mujeres. Los publicanos eran marginados porque cobraban, por arriendo de los romanos, los tributos sobre las mercancías importadas Como el dinero cobrado tenía que sobrepasar el tributo para que les quedara ganancia, cometían muchos abusos, y el pueblo en general los odiaba y los tenía por ladrones. Determinados enfermos se veían apartados de toda vida social incluso de la religiosa. Los minusválidos, frecuentemente convertidos en mendigos, eran otro tipo de marginados. Los gentiles --los que no eran judíos-- y los pecadores públicos --prostitutas, adulteras, etcétera-- eran discriminados por motivos morales-religiosos. La clase social inferior, la plebe, compuesta fundamentalmente por habitantes del campo, muchas veces descendientes de extranjeros, que no conocían la ley más que en lo fundamental y ni siquiera eso cumplían. Pertenecían a este grupo los jornaleros, curtidores, carniceros, pastores, y todos Los esenios: La palabra significa “puros, santos”. Se trata de un grupo judío convencido de que el relajamiento religioso era el origen de las penalidades de Israel. Se refugiaron en el desierto cercano al mar Muerto donde se ha encontrado un monasterio, Qumrám. Predicaba la caridad fraterna, el desprendimiento de las riquezas, el celibato y la huida del mundo. Estudiaban las Escrituras que copiaban y constituían el núcleo central de su vida. En Qumrám se han encontrados piscinas para el bautismo. El bautismo de Juan implica una conversión moral de cara al reino de Dios que se acerca (Mc 1, 4-12). El calendario: Casi todas las fiestas coincidían con el ciclo agrario. El 14 Nisán (marzo-abril) se celebraba la gran fiesta de la pascua y el día 21 la de las primicias. En el mes Tisrí (septiembre-octubre), el día 1, se celebraba en año nuevo, el día 10 la fiesta de la expiación y del 15 1l 23 la de los tabernáculos. La fiesta de la pascua tenía una especial significación ya que conmemoraba la salida de Egipto. En estas cenas se había introducido la costumbre romana de celebrarla en salones lujosos y con la mejor vajilla. La Iglesia conmemora la institución de la Eucaristía en esta cena (Mt 26, 17.26-30). La justicia: Roma diferencia a los ciudadanos romanos de los que no lo eran. La autoridad la tenía el gobernador, aunque el Sanedrín tenía poderes judiciales en asuntos religiosos y criminales del pueblo judío, aunque limitados. Esto explica que Jesús fuera enviado al gobernador. La crucifixión era un castigo conocido que Roma utilizaba contra los rebeldes y los esclavos; se trataba de un espectáculo público (Jn 18-19). 10.2.: La expansión del cristianismo Las comunidades judías estaban en muchas ciudades del mudo antiguo. La unificación provocada por las conquistas de Alejandro Magno determinaron que los viajes fueran fáciles y muchos jóvenes se alistaran en el ejército. Por otro lado, las revueltas judías de los siglos IV y III a.C. dieron lugar a cautivos judíos en todo Oriente. Todo esto motivo el establecimiento fe comunidades judías fuera de Palestina (diáspora). Con la toma de Jerusalén y la destrucción del templo por el ejército romano en el año 70 d.C., se acabó el culto en Jerusalén y se hizo mucho más dinámica la diáspora, que contribuyó a la expansión del cristianismo. La variante radical del cristianismo respecto es Jesús de Nazaret, Hijo de Dios. Hay continuación y ruptura entre el Antiguo Testamento y el Nuevo. Continuación: un único Dios que revela y salva. Ruptura: ya no sirven los antiguos sacrificios cruentos porque sólo un sacrificio, el de Cristo, une a la humanidad. Uno de los primeros problemas que tuvo que afrontar el cristianismo fue el de hasta qué punto obligaba la ley mosaica, sobre todo a los paganos, y más en concreto, la circuncisión. Esto fue discutido en el primer concilio de Jerusalén, donde fue decisiva la intervención de Pablo para no obligar a los paganos a someterse a esta ley. Así se abrió la puerta para la expansión del cristianismo entre los paganos. Escuchar la palabra, compartir la fracción del pan y vivir el amor fraterno era las actividades esenciales de las primeras comunidades cristianas, Para ello, necesitaban un lugar donde reunirse. Primero fueron las casas particulares, después las basílicas. La expectativa del Mesías determinó varias revueltas contra Roma. La primera entre el 66 y el 70 d.C. determinó la destrucción del Templo y el asedio de Masada, donde los supervivientes se suicidaron. La segunda (132-135) fue aplastada cruelmente y los supervivientes fueron esclavizados. A partir de entonces sólo se permitió a los judíos entrar en Jerusalén una vez al año, par que pudieran lamentarse ante los muros del Templo.