ESPAÑOL. TEORÍA GRAMATICAL I Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil UNIDAD 4 LECTURA Nº12 José-Álvaro Porto Dapena COMPLEMENTOS ARGUMENTALES DEL VERBO: DIRECTO, INDIRECTO, SUPLEMENTO Y AGENTE Arco/Libros, S.L. Madrid, (1992) 1997 4.3. Criterios básicos de identificación del objeto indirecto El hecho, no obstante, de que un elemento oracional venga representado o sea sustituible por una forma pronominal átona de dativo constituye sin duda el primer paso para la identificación del complemento indirecto, pues ello demuestra ante todo que se trata de un complemento verbal: notemos que los pronombres átonos o clíticos no pueden utilizarse si no es inmediatamente antes o después de una forma verbal a la que se unen acentualmente. De ahí el carácter integrable a que antes nos hemos referido. Pero otra característica importante del complemento indirecto es que, además de verbal, es, como ya queda dicho, un complemento argumental, lo que quiere decir que viene exigido por el propio verbo o sintagma verbal. Esto supuesto, los elementos pronominales de- dativo que aparecen en los siguientes contextos no podrían nunca considerarse complementos indirectos: Se comió toda la pasta Me pintaron el coche en este taller Les conseguí una invitación, donde los elementos se, me y les no vienen en absoluto regidos por los verbos implicados, que de por sí no piden dativo. No ocurriría, sin embargo, lo mismo en Nos hizo una reverencia Le explicaré la cuestión en pocas palabras Te prestaré la moto. Recordemos que el venir exigidos por el verbo no implica que sean obligatorios en el sentido de que no puedan ser eliminados del contexto. Por el contrario, en el primero y segundo ejemplo las formas nos y le son perfectamente eliminables; pero nótese que la acción de ‘hacer una reverencia’ y ‘explicar’ serían inconcebibles sin alguien o algo a quien vayan dirigidas, persona o cosa que, naturalmente, si se expresa, será complemento indirecto. Tengamos en cuenta, por lo demás, que el régimen en este caso puede venir ejercido única y exclusivamente por el verbo, como ocurre, por ejemplo, en No me gusta que trabajes así. Pero también por el verbo seguido de un predicado nominal o de un complemento directo. Así, ser o estar son verbos que por sí mismos no rigen dativo, pero sí cuando van acompañados de ciertos adjetivos; por ejemplo: Me es grato comunicárselo Es favorable a mis intereses La suerte nos ha sido propicia Está muy agradecido a sus vecinos Los dativos en cuestión son en realidad régimen de los adjetivos correspondientes, pero éstos se hallan en cierto modo verbalizados, por lo que esos complementos pueden adoptar una forma exclusiva de un complemento verbal, como es un pronombre átono de dativo. Lo mismo podemos decir de verbos como hacer o escribir en los siguientes contextos: Le hizo una caricia al niño Escribió una carta a sus padres, donde lo que rige el dativo complemento indirecto no son los verbos en cuestión, sino los grupos verbales hacer una caricia y escribir una carta, pues, así vistas, tales acciones serían en efecto, inconcebibles sin un beneficiario o destinatario Esto explica, por cierto, que un mismo verbo pueda construirse unas veces con complemento indirecto y otras con un simple dativo por ejemplo, Le hice una pregunta (complemento indirecto) Le hice la cama (dativo). 4.4. El llamado dativo superfluo o ético Esto supuesto, resultaría contradictorio con los rasgos anteriores considerar como complemento indirecto el llamado dativo ético, expletivo o superfluo, que, si bien poco frecuente en el lenguaje cuidado, se utiliza en el coloquial, especialmente en algunas zonas. Se trata, en efecto, de un complemento representado exclusivamente por una forma pronominal átona de dativo, cuya función, puramente expresiva, es la de indicar el interés de la persona en lo expresado por el sintagma verbal; de ahí que pueda fácilmente eliminarse sin que se produzca un cambio sustancial de significado. Así, considérense los siguientes ejemplos: Se fuma veinte cigarrillos diarios Salúdame a tus padres Tú te lo sabes todo Se nos casa Juana la semana que viene. Que estos dativos no pueden considerarse complementos indirectos no se demuestra únicamente por su carácter opcional o expletivo, vale decir, no regido, sino también porque pueden aparecer al lado de un verdadero complemento indirecto, como ocurre, por ejemplo, en No me le des tantos caramelos al niño. Otro rasgo formal que los distingue del complemento indirecto es que, mientras éste puede aparecer pleonásticamente junto con un sintagma constituido por a + sustantivo o pronombre tónico, el dativo ético carece de esa posibilidad: *No me le des a mí tantos caramelos al niño. Por eso tampoco admite la construcción de relieve con ser: *Es a mí a quien no le des tantos caramelos al niño. Añádase que, por regla general, el dativo superfluo, frente al complemento indirecto, puede aparecer en cualquier tipo de contexto. 4.5. Dativo de interés o commodi-incommodi y simpatético La distinción resulta menos clara respecto a otros tipos de dativo, concretamente al de interés propiamente dicho o commodi-incommodi, y al posesivo, también Ilamado simpatético Habida cuenta de que, según la definición semántica tradicional, el complemento indirecto representa la persona que recibe el beneficio o perjuicio de lo expresado en el sintagma verbal parece lógico considerar que éste es un verdadero dativo de interés. Ahora bien, no todo dativo de interés es un complemento indirecto. En rigor se trata de dos funciones distintas, pero que, por sincretismo, pueden ser desempeñadas simultáneamente por un mismo complemento Y lo mismo hay que decir respecto al dativo posesivo. Veamos esto con mayor detalle: a) Existen dativos de interés que, evidentemente, no pueden considerarse complementos indirectos sencillamente porque no vienen propiamente regidos por el verbo o grupo verbal, esto es, no son argumentales, como ocurre, por ejemplo, en los siguientes casos Les surgió un problema Nos falta el agua desde ayer Enciéndeme la luz, que no veo. En todos estos casos, como puede observarse, el dativo tampoco es semánticamente obligatorio, puesto que la acción o proceso verbal se produce independientemente de que exista o no un beneficiario o perjudicado. El dativo en cuestión no es, por tanto, argumental, lo que impide que –contra la práctica habitual en la enseñanza de la sintaxis– pueda ser considerado como verdadero objeto indirecto. Se trata, en suma, de un simple dativo de interés o commodi-incommodi, cuya diferencia, por cierto, respecto a aquél puede incluso establecerse, a veces, formalmente. Y en efecto: tratándose de un dativo de interés de tercera persona en posición postverbal, es en ocasiones obligatorio el uso pleonástico de la forma clítica, cosa que no ocurriría si se tratase de un complemento indirecto; añádese, por otro lado, que este dativo de interés es con frecuencia susceptible de expresarse mediante la preposición para, construcción no admitida por el complemento indirecto. Así pues, no serían posibles o al menos se sentirían como extrañas construcciones como *Construyó una mansión a ella *Surgió un problema a los excursionistas *Falta el agua a los vecinos desde ayer. frente a la total aceptabilidad de las construcciones paralelas El profesor explicó la lección a sus alumnos Los alumnos hicieron muchas preguntas al profesor Atribuyen la falta de alimentos a su mala gestión, donde, por tanto, nos hallamos ante verdaderos complementos indirectos. Lo mismo ocurre en los enunciados de estructura sintáctica aparentemente idéntica Le crearon a Dionisio un puesto en la empresa / Le concedieron a Dionisio un puesto en la empresa, de los cuales sólo en el segundo se puede hablar de verdadero complemento indirecto, pues, aparte de que únicamente conceder, frente a crear, exige dativo, notemos que, mientras que sonaría extraña la expresión *Crearon a Dionisio un puesto de trabajo en la empresa, resultaría plenamente aceptable Concedieron a Dionisio un puesto de trabajo en la empresa. Notemos que, por otro lado, la primera oración admite la transformación en Crearon para Dionisio un puesto de trabajo en la empresa, transformación que no es aceptada por la segunda, pues la expresión Concedieron para Dionisio un puesto de trabajo en la empresa, aunque aceptable, tendría un sentido claramente distinto. Prueba de que complemento indirecto y dativo de interés o commodi-incommodi son funciones distintas es que pueden coaparecer en una misma oración, como es, por ejemplo, el caso de Le entregué una carta para su jefe, donde para su jefe no es un complemento de finalidad como a veces se dice, sino que representa el verdadero beneficiario o destinatario, y si aquí se expresa obligatoriamente con para es justamente con el fin de evitar la ambigüedad que surgiría con la utilización de a, pues con ésta se produciría la identificación referencial del sintagma preposicional y de le: en Le entregué una carta a su jefe, como se ve, le y su jefe se refieren, efectivamente, a la misma persona. Puede decirse, pues, que el complemento de interés se construye a veces con para, construcción que es obligatoria –y entonces no puede ser conmutada por una forma pronominal átona de dativo– en contextos donde exista un complemento indirecto. Así se explican las posibilidades: Compré un libro para (o a) Miguel Æ Le compré un libro, frente a Le compré (al vendedor) un libro para Miguel, cuyo único complemento indirecto es, naturalmente, e1 vendedor. Existen, no obstante, como hemos dicho, casos en que un mismo complemento admite las dos interpretaciones, esto es, como indirecto y dativo de interés a la vez, al asumir simultáneamente las dos funciones. Así en los enunciados Ayer me hicieron un regalo El Ministerio concedió una subvención al colegio La policía nos metió una multa Nos dedicó un poema, nos encontramos con que, por una parte, los dativos representan el beneficiario o perjudicado, pero, a la vez, son regidos por los verbos correspondientes. En casos como éstos, no obstante, creemos preferible hablar de complementos indirectos, reservando así la interpretación corno dativos de interés o commodi-incommodi para aquellos que no tienen carácter argumental, como ocurre, por ejemplo, en estos enunciados: Les reservé a mis primos una habitación en el hotel Les organizó una fiesta a sus amigos Le buscó una recomendación a su hijo, donde, por cierto, son perfectamente eliminables las formas clíticas, pero, en cambio, los complementos en cuestión pueden sustituirse por otros con la preposición para. b) Por su parte, el dativo simpatético o posesivo viene dado por una forma pronominal que representa al poseedor del objeto representado por otro complemento verbal, generalmente el directo, de modo que, sintácticamente, podría trasformarse en un posesivo o complemento preposicional con de. Por ejemplo: Le robaron la cartera (= su cartera) Me dieron un golpe en la cabeza (= en mi cabeza) Nos pintó la casa (= nuestra casa) Rosario se rompió un brazo (= su brazo) No nos merecen ningún respeto (= nuestro respeto) Nótese, sin embargo, que mientras que en los dos primeros ejemplos se trata al mismo tiempo de dativos regidos –y, por lo tanto, de verdaderos complementos indirectos–, en los dos últimos no ocurre lo mismo, ya que ni la acción de ‘pintar’ ni las de ‘romper’ exigen ningún complemento con esa función. Nos encontramos, por lo tanto, en estos últimos casos ante meros dativos simpatéticos o posesivos. 4.6. Complemento indirecto y transitividad De todo lo hasta aquí dicho se deduce que habrá de considerarse indirecto todo complemento representado o conmutable por un pronombre átono de dativo y con carácter argumental, esto es, exigido por el propio significado del verbo o sintagma verbal. Se plantea, no obstante, la cuestión de si todavía cabe, como quieren algunos, una nueva restricción: el requisito de que, por otro lado, el verbo en cuestión sea además transitivo, es decir, de que exista expresa o tácitamente en la oración un implemento o complemento directo. Desde luego, el contexto más típico del complemento indirecto es el de la doble transitividad, esto es, con verbos de tres valencias o argumentos, como es el caso, por ejemplo, de Nicolás regaló una moto a su hijo Le pregunté cuándo vendría Nos mandó estudiar el tema por nuestra cuenta Os ruego prudencia. Como puede verse, la acción verbal no resulta completa en el simple verbo, sino que, además del implemento, necesita todavía del complemento indirecto. Por eso no hay que confundir estos casos con estos otros aparentemente similares: Le llevaron el equipaje. a la estación . Nos ocuparon los asientos, Se bebieron toda la cerveza, pues aquí no se trata de una doble transitividad, ya que los dativos no vienen subcategorizados por el verbo, no son argumentales y, por lo tanto, no son verdaderos complementos indirectos (son dativos posesivos en los dos primeros ejemplos, y dativo ético en el tercero). Así pues, no sería correcto considerar que un dativo es complemento indirecto sólo por el mero hecho de aparecer en un contexto transitivo, esto es, junto a un implemento. Pero, por otro lado, tampoco resulta aceptable –a menos que se juegue con un concepto demasiado convencional de ‘complemento indirecto’– circunscribir la exigencia de éste exclusivamente a verbos de naturaleza transitiva o que se construyen con implemento. Así pues, como se acepta normalmente, serían también complementos indirectos los dativos en contextos como Le hablé de vuestro caso al jefe Me gusta charlar con los amigos Le enseñó a estudiar, pues en todos ellos el verbo exige –y por tanto rige– un dativo, el cual, por ser argumental, no vemos inconveniente en considerar corno un verdadero complemento indirecto. Pero volviendo al caso de la doble transitividad, conviene señalar que con frecuencia existe una correspondencia entre las dos funciones de complemento indirecto y directo de tal manera que al menos en algunos contextos podría pensarse que se trata de una misma función, pero en distinto grado: el complemento indirecto vendría a ser respecto al grupo verbal constituido por el verbo y el implemento, lo que éste respecto al verbo; de ahí que si dicho grupo es conmutable léxicamente por un verbo único, el complemento indirecto pase normalmente, según ya hemos señalado más arriba, a directo, que es lo que ocurre, por ejemplo, en los siguientes casos: Juan dio un beso a su mujer Æ Juan besó a su mujer Le hice una caricia Æ Lo acaricié Me dieron un golpe en la cabeza Æ Me golpearon en la cabeza Cursó invitación a todos sus amigos Æ Invitó a todos sus amigos. Repetimos que estos son los casos más claros y típicos de complemento indirecto, pero, contra lo que alguna vez se ha pretendido, no los únicos.