Persona doliente llora las muertes durante una vigilia de oración en la Iglesia Metodista Episcopal Africana de Morris Brown en Charleston, SC, el jueves 18 de junio de 2015. Nueve personas fueron asesinadas la noche del miércoles en una de las iglesias históricas de la comunidad negra en el centro de esta ciudad. (Travis Dove/The New York Times) Sobrevivir nunca ha sido nuestro destino: una respuesta al ataque en Charleston Por Alicia Garza 19 de junio de 2015 TruthOut, www.truthout.org En Charleston, Carolina del Sur, la noche del miércoles se cometió un acto de terrorismo en contra de un grupo de personas negras reunidas en oración. La Iglesia Episcopal Metodista Africana de Emanuel fue sito de rebeliones de esclavos que datan desde 1822 y es una de las iglesias negras más antiguas del país. Nuestros corazones y oraciones van hacia las familias de las personas que fueron innecesariamente asesinadas. Ayer, un hombre blanco de 21 años de edad llamado Dyllann Storm Roof fue arrestado en vida, sospechoso de ser el que disparó el arma que provocó esta espeluznante tragedia. Roof fue a la iglesia y preguntó por el pastor. Rezó con la congregación y luego de casi una hora se levantó y dijo, “Tengo que hacerlo. Ustedes violan a nuestras mujeres y están tomando el control del país. Y tienen que irse”. Días después, muchos medios de comunicación retrataron a Roof como un pistolero enfermo mentalmente con un pasado turbulento que cometió un crimen aislado en contra de un grupo de personas negras desprevenidas. Fotos en Facebook muestran a Roof vistiendo una chaqueta con parches de la bandera del apartheid sudafricano. Sin embargo, nosotros en #BlackLivesMatter aseveraríamos que, de hecho, este no es un incidente aislado, sino un incidente que corresponde a un patrón de violencia que se promulga en contra de la gente negra en este país y alrededor del mundo. La pregunta que deberíamos preguntar es: ¿Quién le enseñó a Roof a odiar tanto a la gente negra como para matar a nueve de nosotros, en un santuario? ¿Podemos decir que en realidad él es el único? La respuesta honesta a la pregunta anterior es que este país jamás ha valorado a la gente negra – a pesar de que la gente negra ha sido de mucho valor para este país. ¿Dónde están los llamados para responsabilizar a quienes le enseñaron a un hombre joven blanco a albergar un odio tan serio en contra de la gente negra? ¿Dónde está la responsabilidad de una nación que tiene el racismo en su ADN? Sobrevivir nunca ha sido nuestro destino. Nos robaron nuestras familias y nuestra tierra, nos trajeron a este país en el fondo de los barcos, encadenados como animales. Fuimos forzados a trabajar para criar y alimentar a un país que en realidad nunca nos consideró humanos y todavía se rehúsa a respetar nuestra humanidad. Cuando nos atrevimos (y atrevemos) a reclamar nuestra humanidad, nos pegaron (y todavía lo hacen), nos azotaron, nos colgaron de los árboles, nos mutilaron las extremidades, nos incendiaron, nos dispararon y nos violaron. Esto no es algo que ha quedado en el pasado. Todavía está pasándole a la gente negra en el año 2015. De hecho, hace unos meses atrás, encontraron linchado a Otis Byrd, colgado de un árbol en las afueras de Jackson, Mississippi. Sobrevivir nunca ha sido nuestro destino. Argumentamos que las acciones de Roof, en vez de ser aisladas y fácil y despectivamente atribuidas a una enfermedad mental, son por el contrario el reflejo de una enfermedad que plaga a este país entero: el racismo. Argumentamos que hasta que como nación no luchemos contra la violencia racista que infecta a este país, solo veremos un incremento en actos como este. Las palabras de Roof nos recuerdan que nosotros, la gente negra en este país, no podemos considerarnos seguros en ninguna parte. No podemos esperar protección de la policía. No podemos esperar seguridad en piscinas, iglesias, tiendas, buses, en nuestras comunidades y ni siquiera en nuestras casas. Las y los menores negros no se pueden sentir seguros. Y no podemos considerarnos protegidos del trauma diario de presenciar la violencia que se impone en contra de nuestras comunidades. En este caso, una joven negra pretendió estar muerta bajo el cuerpo difunto de su abuelita para permanecer viva. Roof dejó a una mujer viva, diciéndole que él quería que ella contara la historia de lo que había pasado esa noche. La verdad que debemos contar es que ni el primer presidente negro de nuestra nación ha podido encarar el hecho de que la violencia en contra de la gente negra es una epidemia de proporciones épicas. Mientras los cambios demográficos de este país se inclinan hacia una población mayoritariamente no blanca, existen miedos racionales e irracionales a quienes han soportado y continúan aguantando la peor parte de esta brutal y desvergonzada violencia, miedo de que, en algún momento, estas personas se resistan. Las palabras de Roof, “están tomando el control del país y tienen que irse”, reflejan el miedo sobre el cual la derecha ha capitalizado desde los años setenta – el miedo a que la mayoría se convierta en la minoría. Y como la gente negra muy bien sabe, ser la minoría en cualquier lugar puede literalmente significar la diferencia entre la vida y la muerte. El presidente Obama hizo una declaración el jueves y dijo, “Una vez más, gente inocente es asesinada en parte porque alguien que quiso hacer daño no tuvo ningún problema en conseguir un revólver”. A pesar de lo que el presidente diga, este no es un asunto de control de armas. De hecho, es un asunto de la preponderancia de un racismo estructural anti gente negra, que resulta con mucha frecuencia en violencia anti gente negra y, con exagerada frecuencia, en asesinatos anti gente negra. En todo el país y, cada día con mayor frecuencia, alrededor del mundo, la gente negra – joven, mayor y de mediana edad; discapacitada y con habilidades diferentes; queer; transgénero; inmigrante; confinada y demás – se ha levantado en una ola de rebelión que ha transformado nuestro panorama político. Y, aun así, hay quienes en los momentos de violencia extrema innecesaria, utilizarán eso como una oportunidad para hacer un llamado a la paz, para distorsionar los asuntos verdaderos, para esencialmente neutralizar lo que ha estado ebulliendo bajo la superficie por mucho tiempo. ¿Pero dónde están los llamados para responsabilizar a quienes le enseñaron a un hombre joven blanco a albergar un odio tan serio en contra de la gente negra? ¿Dónde está la responsabilidad de una nación que tiene el racismo en su ADN? Como país, ante aun más vidas negras que se van antes de tiempo, tenemos una decisión que tomar. No es ya más una cuestión de si el racismo existe o no, tampoco es una cuestión de si el racismo es una plaga que infecta nuestra existencia o no. La decisión que debemos tomar es si estamos dispuestos a enfrentarlo de una forma real o no. Nuestras vidas, literalmente, dependen de ello.