Unas interpelaciones de la Mater et Magistra: atención a las

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de la Mater et Magistra:
atención a las desigualdades
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Gregorio Burgos
Pastoral Obrera y HOAC
Introducción
Se cumplen los 50 años de la encíclica Mater et Magistra de Juan XXIII. Medio
siglo es mucho tiempo, pero nos dan una buena perspectiva para ver sus aportaciones y logros. Desde entonces, ha cambiado bastante el mundo socioeconómico, han
pasado muchos avatares y crisis económicas, sobre todo, a partir de 1973. En medio
de este panorama, podemos decir que la encíclica sigue vigente, ha abierto horizontes a posteriores documentos y en algunos aspectos sigue siendo más que necesaria.
El mirar hacia atrás, hacia la encíclica Mater et Magistra, no es un mero
recordatorio anodino para pasar el tiempo. Nos va a ayudar a contemplar y
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orientar nuestro hoy desde unos horizontes que se muestran o se insinúan en la
encíclica.
Quiero dejar claro que Juan XXIII en su encíclica ayudó a movimientos
apostólicos, en concreto a la HOAC y a la Pastoral Obrera, en sus compromisos
en el mundo laboral. Les mostró aspectos y actitudes a tener en cuenta y les confirmó en un camino ya iniciado. En resumen, enriqueció el compromiso apostólico.
Es importante reconocer que la encíclica Mater et Magistra, junto con la Pacem
in terris, tuvo una importancia decisiva en el relanzamiento y desarrollo de la Doctrina
Social de la Iglesia, con una gran influencia en el Concilio Vaticano II y posteriores documentos papales. Desde la publicación de la encíclica Octogesima Adveniens de Pío XI en
1931 no se había vuelto a escribir otro documento de esta categoría.Y la Mater et Magistra fue una bocanada de aire fresco y estimulante. Así lo vivieron muchos cristianos
y movimientos apostólicos que tenían una gran preocupación social. Es ya un primer
motivo para dar gracias a Dios por la encíclica de Juan XXIII.
El Papa Bueno reinició la Doctrina Social de la Iglesia con un nuevo talante
y una nueva sensibilidad hacia las realidades temporales, con nueva percepción
de los problemas sociales. Esta sensibilidad se plasmaría en la Constitución Lumen
Gentium del Concilio Vaticano II. Por esta capacidad de cercanía y diálogo con el
mundo damos también gracias a Dios.
En esta comunicación vamos a fijarnos sólo en dos puntos. De entre los
muchos temas que podemos reflexionar, escogemos estos dos:
a)
La preocupación por las desigualdades.
b)
La preocupación por la participación de los trabajadores en el mundo
económico-laboral.
Vamos a contemplar estos temas desde el prisma de las aportaciones,
orientaciones e interpelaciones que la encíclica ha abierto a muchos cristianos y
movimientos apostólicos.
I. La preocupación
por las desigualdades
1.1. Aportaciones de la encíclica
Juan XXIII quiere iluminar “los nuevos y más importantes problemas del
momento”. No de un mundo ideal, sino del momento actual. Uno de ellos es el
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Unas interpelaciones de la Mater et Magistra: atención a las desigualdades…
relacionado con las desigualdades socioeconómicas, situaciones cada vez más llamativas para el Papa.
Esta especial sensibilidad hacia los problemas concretos viene dada por el
método inductivo que Juan XXIII empieza a introducir en la Doctrina Social de la
Iglesia. Se busca el dato de la realidad como punto de partida. No es que las encíclicas anteriores no tuvieran en cuenta los problemas reales de la vida, los tienen
en cuenta, sino que, metodológicamente hablando, no los tomaban como punto
de partida de la reflexión doctrinal1. Esta cercanía y atención a los problemas reales es la base para desarrollar una reflexión doctrinal y pastoral más acertada.
En acercarse a las situaciones de cada momento, hay una palabra que se
muestra con fuerza: las desigualdades.
Por un lado, el Papa expresa: “Una profunda amargura embarga nuestro espíritu ante el espectáculo inmensamente doloroso de innumerables trabajadores
de muchas naciones y de continentes enteros a los que se remunera con salario
tan bajo…” (n.º 68). En el n.º 70, se añade el contraste en naciones desarrolladas
entre retribuciones altas e incluso altísimas y salarios bajos. Y también en el n.º 69
se constata la diferencia entre la extrema pobreza de la mayoría y la abundancia y
el lujo desenfrenado, siendo un contraste abierto e insolente. Hay que decir que
el panorama actual no ha cambiado mucho en lo fundamental.
Se dedican muchos números de la encíclica a describir la situación de la
agricultura como un sector deprimido (cfr. n. 124), dando orientaciones de soluciones concretas.
Por otro lado, se describe el desigual desarrollo económico entre las naciones como el problema mayor de nuestros días, entre los países desarrollados y los
subdesarrollados (n. 157 ss), y se dan ideas de cómo debe ser la cooperación.
1.2. Interpelaciones a los cristianos y movimientos
y su influjo vivificador
a) La atención a las situaciones de desigualdad
La encíclica Mater et Magistra interpeló y llamó a los cristianos y a los movimientos apostólicos a prestar especial atención a las desigualdades socioeconómi1. Cfr. CAMACHO, I. Doctrina Social de la Iglesia. Una aproximación histórica, 1991, Edic. Paulinas,
pp. 221-222.
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cas que se dan tanto dentro de una nación como a nivel internacional. El problema de las desigualdades afecta a todas las naciones.
Sin negar ni olvidar que el crecimiento económico ha producido avances y
efectos beneficiosos, sin embargo, es lamentablemente llamativo que con el tiempo
las desigualdades hayan aumentado. Una etapa larga de crecimiento no había logrado
que sus beneficios llegaran de igual manera a todas las personas y a todos los pueblos.
Esta llamada del Papa y de sus sucesores interpeló a muchos cristianos. Por
eso, creció una más fina percepción de las desigualdades como una tarea a tener
en cuenta en el compromiso apostólico. Las crecientes desigualdades amenazan
siempre a una convivencia sana, justa y fraternal como pide el plan salvador de
Dios. Hoy sigue siendo una tarea descubrir y concienciar sobre las desigualdades
porque “la mundialización (o globalización) ha incrementado las desigualdades de
pobreza”2. Desigualdades que se muestran en los salarios, en las condiciones de
trabajo, en los derechos laborales.
Por eso, en movimientos apostólicos se han ido formando observatorios
de la realidad. Igualmente, gracias a este primer impulso de Juan XXIII y a otros
posteriores, se fue prestando una mayor atención a las desigualdades que se dan
entre los países ricos y los subdesarrollados. Han ido surgiendo ONG para el
desarrollo del Tercer Mundo. Movimientos como la HOAC prestan atención y solidaridad hacia los trabajadores cristianos de los países en vías de desarrollo. También ha ayudado esta percepción de las desigualdades internacionales a tener una
actitud de comprensión, acogida y solidaridad con los trabajadores inmigrantes.
Hay que resaltar un aspecto importante. Desde la sagrada dignidad de la persona que lanza Juan XXXIII (n.os 219-220), se ha ido descubriendo en muchos cristianos y movimientos la atención a las personas. En las desigualdades hay personas que
sufren. Tras las estadísticas, a veces números fríos, se esconden vidas llenas de dolor y
de falta de futuro. Hay que estar con las personas que sufren desigualdades.
b) Mantener un optimismo más centrado
Los estudiosos de la Doctrina Social de la Iglesia presentan que en tiempos
de Juan XXIII y del Concilio Vaticano se respiraba un ambiente de gran optimismo. Se creía que la humanidad había llegado a una etapa de la historia en la que
ya se iban a solucionar todos los problemas y males sociales, ya que la humanidad
2. CAMACHO, I. “Beneficios y desigualdades de la mundialización. Una reflexión…”, en Corintios XIII,
n.º 96, octubre 2000, p. 169.
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era capaz de ello. Pero, en años posteriores, fue imponiendo la constatación del
aumento de las desigualdades. Estas no solo no habían sido superadas, sino que
crecían. En los documentos sociales de Pablo VI y de Juan Pablo II se percibe más
una visión más pesimista.
Es verdad que el optimismo que subyace en la Mater et Magistra fue ilusionante
para muchos cristianos y movimientos apostólicos, optimismo que también fue haciéndose con el tiempo más realista por la constatación del aumento de las desigualdades.
Pero Juan XXIII ya muestra en estos documentos sociales una mayor fundamentación en la Palabra de Dios, en el plan salvador de Dios (n.n. 214-215). Esta
actitud ayudó a los cristianos a ir poniendo más la confianza en Dios y en su plan
salvador, aprendiendo a ser más pacientes pero permaneciendo en el compromiso.
c) El estilo de acercarse a la realidad
Atención y cercanía a la realidad y a las desigualdades socioeconómicas es
una hoja de ruta para el compromiso de los cristianos. La Doctrina Social de la
Iglesia ayuda al hombre a actuar cristianamente en el campo económico y social
(n. 229). En este campo los cristianos son ayudados y orientados por la Doctrina
Social de la Iglesia, “cuya luz es la verdad, cuyo fin es la justicia y cuyo impulso primordial es el amor” (n. 226).
Para vivir en esta línea comprometida, el Papa avala el método del Ver, Juzgar y Actuar (n. 236). En el compromiso apostólico, el conocimiento de la realidad
y de las desigualdades es un punto de partida básico. Indudablemente, el juicio
desde la Palabra de Dios y desde la Doctrina Social de la Iglesia es lo definitivo
para un buen hacer apostólico. Si se hace un juicio profundo sobre una realidad
bien percibida, se podrá acertar en el camino del compromiso.
2. La preocupación por la
participación de los trabajadores
2.1. Alcance de las orientaciones de la Mater et Magistra
Por vez primera se dedican muchos números de una encíclica al tema de la
participación de los trabajadores en el mundo económico-laboral, aunque es verdad que Juan XXIII recoge ideas anunciadas ya por Pío XII.
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Ante todo, la participación responde a la dignidad de la persona, que es
un ser inteligente, libre y responsable, creado por Dios a su imagen. Es como una
legítima exigencia propia de la naturaleza humana (n. 93). Y responde también a
percibir la empresa como una auténtica comunidad humana (n. 91).
Se visualiza bastante bien que la participación puede realizarse con más
claridad en empresas familiares y en cooperativas. Pero el Papa defiende también
la presencia activa de los trabajadores en las empresas grandes y medianas. “Estamos convencidos de la razón que asiste a los trabajadores cuando aspiran a participar activamente en las empresas donde trabajan” (n. 91).
Nos encontramos con un problema: el término participación puede tener
muchos significados, puede se ambiguo. ¿En qué se concreta? ¿Con qué modalidades? ¿Para qué objetivos? ¿Con qué tipo de poder?
No debemos olvidar que la Doctrina Social de la Iglesia no suele dar concreción. No es su misión principal. Son grandes orientaciones y las respuestas
concretas que se pueden dar pueden ser muchas, variadas y diferentes entre sí. Es
misión de las instituciones y asociaciones civiles buscarlas. Y los cristianos presentes en las realidades temporales deben promoverlas.
Algunas orientaciones de la Mater et Magistra sobre la participación en las
empresas:
a) “A los trabajadores hay que darles una participación activa en los asuntos de la empresa donde trabajan, tanto en las privadas como en las
públicas”. Pero ”no es posible fijar normas ciertas y definidas las características de esta participación” (n. 91).
b)
Esta participación presupone unas actitudes: todos en la empresa deben funcionar con “el sello del respeto mutuo, de la estima, de la comprensión e interés de todos en la obra común” (n. 92).
c)
Conviene “que los obreros puedan hacer oír su voz y aporten su colaboración para el eficiente funcionamiento y desarrollo de la empresa”.
Aunque se deba aceptar “la necesaria unidad de una dirección eficiente”, “no se puede reducir a sus colaboradores diarios a la condición de
meros ejecutores silenciosos… y enteramente pasivos en cuanto afecta a las decisiones que contratan y regulan su trabajo” (n. 92).
d)
De esta manera, “se irá creando un ambiente que permitirá a los trabajadores tomar sobre sí las mayores responsabilidades aun dentro de
sus empresas” (n. 96).
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Unas interpelaciones de la Mater et Magistra: atención a las desigualdades…
También encontramos una orientación a la presencia y participación de los
trabajadores o de sus representantes en las esferas e instituciones donde se deciden los temas económico-laborales (cfr. n. 99).
2.2. Nuevas aportaciones posteriores
Juan XXIII es el que inició, en un documento de la importancia de una encíclica, la reflexión sobre la participación de los trabajadores. Otros documentos
del magisterio pontificio siguieron avanzando en propuestas.
a)
Se habla ya de la participación de los trabajadores en la gestión de la
empresa y en sus beneficios.
El Concilio Vaticano II dice: “Y quedando a salvo la unidad necesaria en la dirección, se ha de promover la activa participación en
la gestión de la empresa, según formas que habrá que determinar con
acierto” (GS, 68).
Y Juan Pablo II añade: “Son propuestas que se refieren a la copropiedad de los medios de trabajo, a la participación en la gestión y/o
en los beneficios de la empresa, al llamado “accionarado” del trabajo y
otras semejantes” (LE, 14 e).
b)
Con el año 2000 se habla de la democracia económica. “Democracia
política, democracia social y democracia económica están íntimamente conectadas y, por ello, han de alcanzarse contemporáneamente…”3.
“La democracia participativa que comprende la esfera política, económica y social representa hoy el nuevo nombre del desarrollo” (p. 8).
3. Situación actual
El tema de la participación de los trabajadores está claro en las grandes
orientaciones de la Doctrina Social de la Iglesia. Pero llevarlas a la práctica es harina de otro costal.
Da la impresión de que los Papas tienen en cuenta cier tas realizaciones de par ticipación en la gestión, hechas en Alemania con la llamada co3. Comité de la Santa Sede para las jornadas jubilares del mundo del trabajo, Primo Maggio, Roma
2000, p. 5.
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gestión. En Alemania ha existido históricamente una fuer te influencia de los
cristianos sociales.
La cogestión consistía, en términos generales, en que se constituía en las
grandes empresas un organismo donde estaban representantes del capital y representantes de los trabajadores para tratar muchos temas de la marcha de la
empresa. Siempre los representantes del capital eran mayoritarios. Lógicamente,
todos tenían acceso a una buena información de la marcha de la empresa; se
daba una excelente transparencia.
Actualmente, parece que esta cogestión se ha ido esfumando. Con la debilidad del mundo de los trabajadores y con la hegemonía de la ideas neoliberales,
esa práctica ha ido perdiendo fuerza.
En nuestro país, este tema de la participación o democracia económica no
ha entrado en juego ni en el campo teórico ni en realizaciones prácticas. Quizás
algo en ciertas cooperativas. Lo que se ha promovido más es la participación de
los trabajadores en los comités de empresa y secciones sindicales como plataforma de representación y negociación.
De todas las maneras, parece que merece la pena seguir reflexionando y
buscando fórmulas prácticas.
4. Epílogo
Nos hemos fijado solo en dos aspectos de la encíclica MM entre los muchos e importantes que tiene. Pero se ha intentado mostrar que ha ayudado
mucho y puede ayudar más al compromiso cristiano.
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