LA HOJA VOLANDERA RESPONSABLE SERGIO MONTES GARCÍA Correo electrónico sergiomontesgarcia@yahoo.com.mx En Internet www.lahojavolandera.com.mx FRIDA KAHLO Y “LOS CACHUCHAS”* Rauda Jamís Ahora que en México se recuerda a Magdalena Carmen Frida Kahlo y Calderón (6 jul. 1907-13 jul.1954), la HV ofrece a sus lectores un pasaje de la estancia de la pintora en la Escuela Nacional Preparatoria. El texto que aquí se reproduce pertenece a la biografía que sobre la controvertida artista redactó la escritora Rauda Jamís. Es evidente que cuando Frida llegó a la escuela preparatoria nacional, sólo por la manera de vestir, contrastaba con las otras alumnas, vestidas como señoritas emperifolladas. Frida las encontró ridículas desde el primer momento y no cambió de idea. Muy pronto observó cómo se establecía la red de relaciones entre los alumnos. La escuela estaba dividida en grupos, tan numerosos como distintas eran sus aspiraciones, e incluso, divergentes. Algunos grupos se dedicaban exclusivamente a las actividades deportivas, disponiendo de un buen material en la escuela para su satisfacción. Otros se concentraban en cuestiones religiosas. Otros despreciaban a los precedentes. Otros formaban un grupo de trabajo periodístico y editaban su propio periódico. Otros dirigían sus reflexiones a la filosofía exclusivamente. Otros discutían sobre arte y sus bolsillos estaban llenos de croquis, lápices, gomas, pinceles, manuscritos doblados en cuatro, manchados de tinta. Algunos preconizaban un activismo político-social y se organizaban para esa tarea.* Frida dudó un tiempo entre los Contemporáneos y los Maistros, dos grupos literarios que darían, más adelante, algunos nombres célebres. Pero finalmente se convirtió en miembro integrante, y sin lamentarlo, de los Cachuchas –por el nombre de sus gorras, señal de reconocimiento–, un grupo más heterogéneo, más creativo y más abierto, más original, provocador, insolente, osado, creador de problemas... anarquista en el alma. Eran nueve, de los cuales dos eran chicas. Alejandro Gómez Arias, José Gómez Robleda, Manuel González Ramírez, Carmen Jaime, Frida Kahlo, Agustín Lira, Miguel N. Lira, Jesús Ríos y Valles, Alfonso Villa. La mayoría de ellos llegaría en su madurez a lo más alto de la intelectualidad universitaria mexicana. Entretanto, la gloria se adquiría a base de retruécanos y tonterías a la cual más gorda. Frida brillaba. El ingenio natural (su «maldad», que decía su madre), que arras* Título del compilador Agosto 25 de 2007 traba desde su infancia como algo indebido, encontró allí un terreno idóneo. Aprendió felizmente que, en la amistad, existía la complicidad. Aunque las tonterías se sucedían y «preparar golpes» era con mucho la actividad favorita del grupo, aunque éste no podía concebir encerrarse en dogmas, lo cual provocaba una distanciación hacia una cierta militancia política considerada «estrecha de miras», no por ello deseaba en absoluto ser visto como apolítico. Los Cachuchas reivindicaban un socialismo que quería probarse con el famoso retorno a las fuentes. El grupo se cultivaba, leyendo de todo, sin distinción: filosofía, literatura y poesía extranjera o hispanoamericana, periódicos, manifiestos contemporáneos. Unos contaban a los otros lo que habían leído y cada historia rivalizaba con la precedente o la que iba a seguir con muchos detalles, amplificaciones, mímicas, profundidad, burla. Entonces estallaban discusiones para saber cuál de entre ellos había leído más y más deprisa que los otros en una semana, si Bartolomé de las Casas había sido progresista o humanista, o acaso las dos cosas, un antropólogo avanzado, o simplemente un hombre que había captado con acierto, al analizar la «destrucción de las Indias», el mensaje del cristianismo... Los Cachuchas proferían gritos de indignación, asentían, se peleaban para no hablar todos a la vez (sin éxito), se daban patadas o puñetazos riéndose cuando llegaban al colmo de la excitación. Hablaban de Hegel o de Engels como si los conociesen de toda la vida, de Dumas, Hugo o Dostoyevski como de viejos amigos, planteándose mil y una preguntas (aportando algunas respuestas, por supuesto) sobre todos los países que forman la superficie de la Tierra, que tal vez una día conocerían, o tal vez no. También inventaban, hacían florituras, barruntaban. Frida aprendió también a jugárselo todo a cara o cruz, y a ganar (sin trampas, pero no tenemos pruebas). Y asimismo, se mostraba atenta a todo lo que ocurría en el Zócalo, en sus escasos parques y placitas a su alrededor, impregnándose con delicia del lenguaje argótico que oía en ocasiones. Además, como uno no tiene palabras suficientes o bastante adecuadas para expresar lo que quiere decir, inventó un vocabulario personal, el «fridesco». Fuente: Rauda Jamís, Frida Kahlo, 6ª reimp. Trad. de J. Vinyoli y M. Pendanx, Circe Bolsillo, Barcelona, 1998, pp. 67-69. PROFESOR: La HV se renueva.¿Quieres compartir con nosotros alguna experiencia de tu práctica docente o algún tema sobre educación, literatura, filosofía, etc.? La HV lo publicará en una de sus nuevas secciones del alumno o del profesor. Envía tu colaboración agregando el nombre de la carrera e institución donde estudias o trabajas. Procura que el tamaño de tu escrito no rebase el equivalente a cinco cuartillas. Te esperamos en sergiomontesgarcia@yahoo.com.mx. Saludos