Montmorency Falls, la hermosa cascada de Quebec. By MochileroSoy on abril 7, 2015 Canada, Por el mundo Después de una noche bien descansadito en el bien ubicado Hotel Le Priori, nos amanecía nevando. Con guía incluida fuimos a hacer un recorrido hasta las casi congeladas Montmorency Falls (cascadas de Montmorency)…a unos 25-30 minutos (a 15 kms) de la ciudad de Quebec y que presumen ser (por 30 metros) más altas que las Cataratas del Niágara. Se puede ir por libre y en transporte público, pero bien vale decir la suerte de contar con un auto para llegar hasta allá. En el Invierno (como en el resto de las actividades) todo es diferente, y muchas veces se encuentran cerradas algunas cosas, como el caso del teleférico, que seguro hace tener una grandiosa vista en el verano, tanto al rio San Lorenzo como a las propias cascadas, a las que se conoce también como el Gran Salto. Aun a pesar de los -12ºC, el día estaba dispuesto a dejarnos maravillar y disfrutar de la visita. Primero una vista desde la parte de abajo, justo donde sale el teleférico. Ahi desemboca el rio del mismo nombre: rio Montmorency y se fusiona con el rio San Lorenzo. Pero ésta vez estaba totalmente congelado, y hasta se puede practicar caminata con raqueta (muy popular) o incluso andar en motonieve. Justo al final de la caída del agua (en la base) se forma una montaña de nieve la que llaman “pan de azúcar”. Hay que volver al camino para subir la cima en auto y entrar al Parc de la Chute-Montmorency, ahi se tiene que pagar cuota de estacionamiento. Caminamos entre el suelo nevado y resbaloso por el hielo tomando rumbo a la cascada. Escaleras de madera engalanan el camino y la subida llena de escalones resbaladizos. Me detengo en el primero de varios miradores para admirar el gran paisaje desde las alturas. Situarse en el puente es grandioso, y hay que decir que el vértigo brilla por su ausencia, pues ver todo al fondo blanco y con nieve no hace marear a nadie…incluso hace creer que si alguien se cae, caerá acolchonado. La nota curiosa, platica nuestra guía, es que nunca se ha tenido reporte de alguien que se haya querido aventar o suicidar o probar volar sobre las cataratas. No se aprecia nada, pero justo debajo de la nieve esta lleno de rocas y piedras, quizá eso no motiva en nada a querer lanzarse al vacío. Luego de disfrutar un buen rato las espectaculares vistas desde lo más alto, en el puente, y admirar la cascada desde la parte superior, empieza a caer nieve y el viento se siente con más intensidad, así que es hora de volver a Quebec y descubrir porque es tan linda como dicen. Pasamos a conocer al famoso hotel de hielo (Hôtel de Glace), del cual les platicaré después, para seguir camino a Quebec y ver de cerca la ciudad amurallada y recorrer sus calles escuchando parte de la historia y tradiciones de la ciudad…como el recién pasado Carnaval de Invierno, el mas grande del mundo. Tomo nota de algunos restaurantes donde se puede comer y cenar algo típico y delicioso. Nos despedimos de nuestra amable guía y seguimos recorriendo y caminando la ciudad. La famosa juguetería Benjo, que no es visita obligada, pero bien vale la pena conocer por lo grande y llena de miles de juguetes por doquier. Luego de perder unos minutos por ahi, caminamos entre callejones cuesta arriba, y en algunos se pueden encontrar artistas y pintores que exponen y tienen en venta algunas de sus obras, y seguimos hasta el Castillo de Frontenac, donde se puede conocer por dentro con un recorrido guiado por unos cuantos dólares, que hay que decir que no he pagado, pero que si me he colado a tomar un par de fotografías del interior. * Las rutas guiadas en Chateâu Frontenac van dependiendo la duración y el recorrido elegido, esto va de los CAN$6 a los CAN$12. Mis recomendaciones: Ojos abiertos siempre y observa con atención los lindos paisajes que ofrece la ciudad. Perderse y caminar por la ciudad te hará maravillarte con algún rincón. En Verano seguramente hay muchas más gente tanto en las cascadas como en la ciudad. Ropa comoda y resistente al agua (preferentemente). Actitud para disfrutar el invierno y la nieve. Botarse al piso y sentir la nieve en todo momento.