Antes de llegar a la Cruz Roja ya salvaba vidas. Espíritu heroico Desde el Guaviare, el actual director de Socorro de esa Seccional, comparte anécdotas de su vida en la Institución. Desde el año 2006 Luis Carlos Castañeda Bedoya, oriundo de San José del Guaviare, es el director de Socorro de la Seccional Guaviare. Es Técnico en Construcción egresado el Sena de su departamento natal. Lleva alrededor de 11 años vinculado con la Institución; inició siendo voluntario juvenil de la Cruz Roja Colombiana. “Cuando ingresé a la Cruz Roja tenía unos 16 o 17 años, eso fue terminando el colegio.” Lo que más le gusta de la labor voluntaria es la sonrisa de la gente y poder dar a la gente una solución, de pronto no definitiva, que ayuda en alguna medida. “Cuando uno puede hacer algo, cuando lleva una ayuda y le responden con una sonrisa de agradecimiento…creo que eso es lo más gratificante; ya las otras cosas vienen por añadidura.” A sus 28 años, quiere seguir estudiando, pues considera que en un país como Colombia, en el que hay emergencias todos los días y se puede brindar ayuda humanitaria a tantas personas y de diferentes formas, es necesario capacitarse para ser útil a la comunidad. “Mi idea es hacer una carrera que tenga que ver con administración de desastres o gestión del riesgo, ese es el campo de acción que me gusta y desde el que más puedo aportar”. Lo que lo impulsó Es una historia muy particular, su experiencia empezó con una labor que más que de espíritu voluntario fue heroica. “Yo vivía muy cercano al Río Guaviare y tuve un incidente con mi hermano que se fue al río y casi se ahoga, entonces una fuerza interior me llevó a salvarlo”. Su hermano se llama Cristian Andrés Castañeda y cuando estaba dando sus primero pasos con un año de haber nacido, alguien dejó abierta la reja que protegía del Río Guaviare la casa flotante de su familia ubicada en uno de los puertos. En esa época María Alejandra Urdaneta Yepes/Prensa Cruz Roja Colombiana Luis Carlos cursaba grado once en el colegio y casualmente no fue a estudiar ese día. Su mamá estaba en la casa y él en su habitación oía música a bajo volumen, cuando escucharon que algo cayó al río y su madre gritó: “¡el niño!”. “Cuando ella dijo eso, yo ya estaba entre el río. Y esas cosas de la vida que el niño no se hundió de una sino que flotó un momento; yo alcancé a sacarlo y todo fue en cuestión de segundos.” Actualmente Cristian tiene 13 años y sabe que, en gran parte, él esta viviendo gracias a su hermano mayor. “Ese día donde yo no esté ahí, mi madre se hubiera ahogado también tratando de rescatarlo. Es una historia bonita, yo veo a mi hermano todos los días y le doy gracias a mi Dios, porque Cristian sigue con nosotros y porque me dio esa fortaleza para hacer una acción de esa magnitud y sin importar el peligro.” Desde ese momento, Luis Carlos empezó a actuar por los demás sin pensar en él mismo. Luego, conoció a William Román, quien fue el referente en el Guaviare para la Cruz Roja Colombiana años atrás, y se hicieron amigos al compartir actividades deportivas, espacios de aventura como campamentos, jornadas de sky náutico y aventuras de rapel. Poco a poco fue involucrándose con la Institución y finalmente se hizo voluntario, porque cuando él estaba terminando el colegio, hizo su servicio social en la seccional Guaviare y fue ahí donde le presentaron el tema de voluntariado CruzRojista y él decidió tomarlo como su opción de vida. Su vida hasta hoy en la Cruz Roja “Yo no conocía la Cruz Roja hasta ese momento, no sabía ni siquiera que existía y mucho menos qué era la Cruz Roja Colombiana, entonces me involucré en el proceso y duré en Juventud tres años: haciendo capacitaciones a jóvenes y coordinando el tema de aire libre”. Luego de esto pasó a ser parte del grupo de voluntarios socorristas de su seccional y se inició como Coordinador Operativo de esa agrupación. Desde ese momento se le fueron presentando oportunidades que nunca ha dejado pasar y por eso ejerce su cargo actual. “Trabajé en un proyecto de asistencia humanitaria con población desplazada y estando en ese proyecto, se me presentó la oportunidad de estar en un Encuentro. Me delegaron entonces, para que asistiera en reemplazo del Director de Socorro de mi Seccional a Popayán y desde ahí me involucré en el proceso de lo que realmente es la Cruz Roja Colombiana, ya desde el ámbito del Socorro Nacional.” A partir de ahí Luis fue designado como Director Seccional de Socorro de la Cruz Roja Colombiana Seccional Guaviare y a partir de esa época, hace aproximadamente cinco años, desde su cargo ha desarrollado varios proyectos interesantes de atención a emergencias, sobre todo con el Río Guaviare y en temas de apoyo social y comunitario en varios municipios del departamento. Su más reciente labor está en curso, “en este momento estoy disponiéndome para partir a hacia Sucre, más precisamente al municipio de San Benito Abad, a trabajar y a apoyar el tema de construcción de albergues temporales.” Inicialmente, va allá por un mes a prestar su apoyo, desde el área de Socorro y tiene disponibilidad completa de tiempo y actitud, en el caso en que se necesite su apoyo por más tiempo. María Alejandra Urdaneta Yepes/Prensa Cruz Roja Colombiana A los voluntarios La filosofía de este voluntario CruzRojista es estar en función de quienes lo necesitan y por esto dice que considera que “como voluntarios de la Cruz Roja Colombiana, miembros de una institución humanitaria, la idea es que nunca se nos olvide ese sentido de servicio y que el tema crucial, el objetivo principal del voluntariado, es ayudar. En el momento en que no tengamos ese sentimiento de ayuda por los demás, ese día, perdemos ese sentir y ser del voluntariado de la Cruz Roja. Somos voluntarios porque nos debemos a la comunidad que lo necesita, entonces les digo que siempre sigamos esa línea que es el servir a los demás. Sigamos trabajando, no perdamos la visión de lo que queremos”. Luis Carlos apoya la idea de que cualquiera puede ser voluntario si así lo desea, porque la Cruz Roja Colombiana “es una institución de puertas abiertas, de muchas líneas de trabajo y que se adapta a cualquier perfil, entonces ahí están las oportunidades para superarse y ayudar.” Dura, pero grandiosa experiencia El año pasado, hizo parte de equipo de la Cruz Roja Colombiana que fue a apoyar la labor humanitaria en Haití, luego del terremoto. “Hice parte de toda la respuesta que se dio como Institución y del apoyo que se le dio a la Sociedad Nacional de la Cruz Roja Hatiana.” Su llegada a la isla fue toda una odisea: “yo conozco de ríos y domino el agua del río, pero una cosa es eso y otra muy diferente es el mar. El mar es inmenso, es majestuoso y yo jamás me había montado en un barco.” Se convocó a varios voluntarios de la Cruz Roja Colombiana de todo el país y partían de Cartagena en un barco de la Armada Nacional. Había otro barco pequeño de tripulación cubana que tenía el mismo destino, “como yo fui de los últimos en llegar al equipo, entonces dijeron que necesitaban dos voluntarios que se quisieran ir primero en otro barco; yo levanté la mano porque quería irme ya y el otro muchacho también se llenó de valentía y nos fuimos.” Eran solo dos personas de la CRC y como no estaban en la lista inicial de esa tripulación, no tenían camarotes asignados, así que les tocó dormir en piso con colchonetas. María Alejandra Urdaneta Yepes/Prensa Cruz Roja Colombiana Llegaron a Haití el 7 de abril de 2010 y salieron el 3 de ese mismo mes, del puerto colombiano. “En el barco duramos siete días, fueron cuatro navegando y tres días fondeados allá sin poder tocar suelo firme. Fue una experiencia no digo que muy grata, pero si inolvidable.” Luis Carlos iba con Reynaldo, un voluntario de la ciudad de Montería. Empezaron a sentirse borrachos, tenían náuseas y casi no lograban tenerse en pie. Su compañero cordobés duró los cuatro días de navegación muy mal: “es más, llevábamos un día navegando y el capitán se iba a devolver porque lo veía muy mal; yo le decía “Reynaldo dale que tu puedes”, porque pensaba que si barco se devolvía, se atrasaba todo y más nos íbamos a demorar.” Sin embargo, el compañero de Montería no era el único enfermo, Luis Carlos duró dos días mal, sin poder comer, sin poder dormir, no podía casi ni pararse, pero se recuperó luego y el resto de la travesía estuvo apoyando a Reynaldo. Los días en que estuvieron anclados en las orillas del mar de Puerto Príncipe, se debió a que hubo problemas con el arribo del barco al muelle y con la documentación de algunos tripulantes. El 10 de abril Reynaldo estaba tan afectado por el viaje que se vieron en la necesidad de llamar a un médico y dos enfermeras para canalizarlo y finalmente bajarlo a tierra firme en camilla. “Hubo mucho trámite ahí que se demoró y de no ser porque Reynaldo se pone tan grave, no nos hubiesen bajado tan rápido, habríamos durando al menos una semana mas ahí, porque uno no puede bajarse del barco si no tiene todo lo de aduana y guardacostas y pasaporte y todo eso.” Esta experiencia marcó su vida y no la ha podido olvidar por el alto impacto que le causó no solo su malestar, sino el de su compañero y la duración del viaje. “Yo digo que eso es una cosa que a uno nunca se le olvida, pero igual es algo que sirve para todo el fortalecimiento personal y aprender a cómo adaptarse a todos los procesos y situaciones.” Su trabajo en Haití fue de asistencia humanitaria, haciendo distribuciones y apoyando el proceso de entrega de ayudas humanitarias que llegaron a ese país por parte de la Cruz Roja Colombiana. Finalizando la Misión, apoyó la línea de construcción haciendo arreglos de las instalaciones que María Alejandra Urdaneta Yepes/Prensa Cruz Roja Colombiana se habían dañado por el uso de montacargas. “Ahí se vieron mis habilidades en el tema de la construcción y entonces me postularon para trabajar con Shelter, con la Federación Internacional”; allí trabajó desde septiembre hasta diciembre como Team Leader del equipo colombiano en la construcción de albergues temporales. Su recuento es que Haití “fue una experiencia muy bonita, un aprendizaje espectacular…en Haití dure tres meses con la Federación y dos meses con la Cruz Roja Colombiana. Fueron cinco meses en total del apoyo que hice allí y para este año pensaba regresar, pero se hicieron algunos cambios y fueron otras personas.” Siempre con la Cruz Roja Colombiana Luis Carlos tiene sus proyecciones a futuro muy claras, pero siempre están en función de hacer parte de la Cruz Roja Colombiana: quiere seguir capacitándose y adquirir más experiencia. “Yo me salté el proceso, pues insisto en que uno primero debería hacer procesos locales, a nivel de país, y luego ya a nivel internacional. Yo hice lo contrario: salí a Misión Internacional y ahora estoy haciendo el proceso local.” Sin embargo, las cosas han resultado muy bien para él, pues su idea es continuar fortaleciendo y apoyando a la Institución y a su Seccional Guaviare para que cada día sea más grande. “Creo que ya con todo este tiempo uno se vuelve hijo de la Cruz Roja y la Cruz Roja se vuelve nuestra segunda mamá”, dice Luis riendo, pues cuenta que anteriormente no contaba con el apoyo de su familia como ahora para cumplir con su trabajo que además es su gran pasión: la labor humanitaria en la Cruz Roja Colombiana. María Alejandra Urdaneta Yepes/Prensa Cruz Roja Colombiana