La Responsabilidad de Cuidar Nuestra Casa Por : Carlos Armando Uribe F Director de Asuntos Gremiales Quizás la celebración de un día como hoy, la veamos distante. 22 de abril el día de la tierra...¿tiene que ver conmigo?. Yo cafetero, Yo empleado, Yo jubilado, Yo Joven, Yo viejo…tengo que ver con esta conmemoración?. Pero las preguntas no pueden dejarse ahí, porque el siguiente interrogante tiene que ver no solo con la importancia para todos de esta festividad, sino con cuál es mi sensibilidad y cuál mi convicción en un día como hoy. El día de la tierra se originó en 1970, cuando el Senador Estadounidense Gaylord Nelson, propuso instaurar un día para crear conciencia común a preocupaciones ambientales para proteger la tierra, para que reflexionemos sobre problemas de superpoblación, de contaminación, de conservación y de biodiversidad. Para acercar esta celebración a nuestra cotidianidad, no hablemos entonces del día de la tierra, si no del día de nuestra casa, de nuestro hogar, cuyo deterioro tiene serias implicaciones no solo en la calidad de vida de las personas, sino en términos de rentabilidad. Es decir, el día de la tierra exige el compromiso de todos para su conservación en todo lo que hay sobre la tierra y en la conformación misma de esa tierra o digámoslo de otra manera, de nuestros suelos. Lo primero para ese compromiso es la actitud. “Esta tierra es para todos, algunos ya han muerto, otros todavía vivimos, pero la mayoría aún no han nacido”. Y para esta meditación hay que estar motivado, convencido y comprometido. Es como la filosofía de la campaña institucional “Únete a la Vocación Cafetera”. Los invito a dimensionar esta celebración basados en un problema grave en Colombia. El 48% del suelo Colombiano presenta un proceso de erosión y eso equivale a 49 millones de hectáreas de la superficie del país. Pero además el 80% de la zona andina es vulnerable y tiene problemas de erosión. Ahora, un nuevo mal contribuye a causar no solo un daño irreparable a la vida normal, sino a un detrimento de la paz y a una incoherente relación armónica con nuestros recursos naturales: la minería ilegal. Ya son cerca de 250 municipios en 24 departamentos y en el 70% de su territorio donde se han detectado actividades de minería ilícita. Sus ríos, su pesca y sus suelos se han malogrado tanto, que la visión de un territorio de minería ilegal a cielo abierto sin las medidas necesarias, para su adecuada explotación, es simplemente catastrófica.¿ Esta reflexión tiene que ver con el día de la tierra?. Claro que si, nuestra casa puede colapsar. Qué pasa con la seguridad alimentaria, los servicios ecosistémicos esenciales, la mitigación de la pobreza y el desarrollo sostenible, si nuestra tierra, nuestros suelos se dañan a niveles preocupantes?. Hoy los cafeteros Colombianos, gracias a la Investigación de Cenicafé, tienen muchas alternativas de conservación de los suelos: las Coberturas vegetales, los sistemas agroforestales, el establecimiento de coberturas nobles, el uso del selector, el manejo de coberturas vivas o muertas y del agua de escorrentía, las barreras vivas, los cultivos asociados y las siembras a través de la pendiente, son entre otras, herramientas para que las funciones de los suelos no nos pasen desapercibidas, pues como lo dice el Director General de la FAO: “Ellos, los suelos, son el fundamento de la vegetación y la agricultura”. Yo empleado, Yo Padre de familia, ¿cómo aporto a esta celebración?. Veamos un ejemplo respaldado en las siguientes cifras. Cada Colombiano usa en promedio 24 bolsas al mes, 288 al año y 21.024 en toda su existencia, teniendo en cuenta un promedio de vida de73 años. Estimaciones científicas dicen que en el océano flotan 150 millones de toneladas de plásticos y si la tendencia aumenta, en 34 años habrá en el océano más bolsas que peces, con el agravante de que sólo el 14% de este plástico se recicla, cuando hace más de 40 años debimos y podríamos haberlo reciclado. A partir del 29 de abril, las bolsas plásticas de 30 x 30 centímetros y que no tienen el calibre suficiente para soportar una carga, deben de salir de circulación cuando la regulación al respecto empiece en toda Colombia. La campaña se llama “Reembólsale al Planeta” y adherirnos a ella de manera sostenible, incluso usando bolsas reutilizables, es una forma de celebrar el día de la tierra. Pero sin duda alguna, lo que puede deteriorar de manera peligrosa nuestra tierra, nuestra casa, es la deforestación. En 24 años que el país ha tenido registros, la deforestación ha llegado a 6.2 millones de hectáreas. Se había logrado un descenso importante en la deforestación, luego de que en la década de los 70 y 80, tuviéramos talas anuales entre 250.000 y 300.000 hectáreas. Hoy podemos estar cerca de las 150.000 hectáreas deforestadas cada año, una cifra que preocupa. La minería ilegal, la conversión de áreas boscosas a pastos, la tala ilegal, los incendios forestales y la siembra de cultivos ilícitos, son los cinco motores que generen la desaparición de los bosques. Tal vez el argumento más contundente para no seguir deforestando, lo acabamos de vivir. Un fenómeno del niño que secó ríos y quebradas y que nos puso seriamente a pensar a los Colombianos, nos tiene que llevar a evitar las talas irresponsables y a comprometernos con programas de reforestación. Es una definitiva forma de tener una casa en donde todos podamos vivir dignamente. Si nuestra tierra nos castiga con fenómenos como el citado, simplemente significa que nos está devolviendo el maltrato que ella ha recibido por el hombre. Si verdaderamente nos importa nuestra madre tierra, que es nuestro hogar, debemos tener gestos prácticos de conservación, el planeta y nuestros nietos nos lo agradecerán. Si la tierra es nuestra casa, nuestra responsabilidad es cuidarla.