REFLEXIONES CATÓLICAS SOBRE LA BIBLIA Arquidiócesis de Miami - Ministerio de formación cristiana 5 de Abril de 2015 Domingo de Pascua de Resurrección del Señor (Ciclo B) Lectura del santo Evangelio según San Juan 20:1-9 El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: “Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.” Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y, asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio la vendas en el suelo y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos. Comentario breve: ¡Felices Pascuas! Hoy el mundo cristiano celebra el evento en la historia humana y en la historia de la creación cuando Dios venció la muerte con la resurrección de su Hijo Jesucristo. En medio de tantas penas a través de nuestro mundo, particularmente entre las persecuciones brutales que los cristianos soportando en Siria, Irak, Nigeria, Libia y en tantos otras partes donde el poder de la violencia y muerte aparentan ser la norma diaria, los cristianos profesan con su testimonio y martirio de que “nada nos puede separar del amor de Dios en Cristo Jesús.” Aquí en el mundo Occidente, típicamente experimentamos la persecución religiosa de manera mucho mas sutil e inocuo, pero que sufren nuestras hermanas y hermanos es una crucifixión mucho mas literal y perenne, un prolongado Viernes Santo para ellos, sus familias y comunidades, y sus tierras. Ellos son la Iglesia, el Cuerpo de Cristo sufriente, y sabemos de que necesitamos nosotros sufrir con ellos. Pablo bellamente expresa de que como la Iglesia es el Cuerpo de Cristo extendido por el mundo, “cuando un miembro de este cuerpo sufre, todos sufren con el.” Nuestra palabra ‘compasión’ literalmente significa ‘compartir en la pasión’, ‘sufrir con’. Nuestras practicas de Cuaresma nos ayudo a unirnos mas con Jesús en su camino con la cruz a cuesta y a ser los Cirineos y las Verónicas quien valientemente asisten a los en quienes Jesucristo continua sufriendo su Vía Dolorosa. El gozo del Domingo de Pascua resuena por toda la creación, porque el Creador ha “hecho todo nuevo,” y su Hijo ha inaugurado la “nueva creación,” donde “la muerte no será y Dios enjugara cada lagrima.” Como la Iglesia de Jesucristo hemos sido transformados como “la nueva creación en Cristo” y en la gracia del Espíritu hemos probado y saboreado la “vida del mundo futuro.” Pero como María de Magdala hemos “llegado al sepulcro cuando aun estaba oscuro,” porque la tiniebla en este mundo todavía necesita ser dispersada y conquistada por la luz del amor de Dios. Es por esta razón que los cristianos fortalecidos por la gracia divina viven y comparten el evangelio de la resurrección, anunciando de que Dios, no la muerte ni el mal, tiene la ultima palabra en nuestras vidas y en nuestro mundo. Es también por esta razón que con la gracia de Dios debemos hacer todo lo que podamos para avanzar un mundo donde la justicia y la paz, la compasión y el amor, habita. Dediquemos este tiempo de Pascua especialmente a nuestras hermanas y hermanos quien continúan esperando el Domingo de Resurrección, para quienes el camino del sufrimiento es muy real, y quienes necesitan nuestra solidaridad en oración y en acción, y quienes nos necesitan ser sus voces hablando por ellos a nuestros oficiales electos pidiéndoles de que los protejan decisivamente de sus ejecutores y asesinos quienes sin misericordia buscan la exterminación del cristianismo en el Medio Oriente y África. Como el pueblo ‘renacido’ a través de compartir en la muerte y resurrección, que es el bautismo y la eucaristía, y ungidos por el Espíritu Santo para la misión, oremos y actuemos varias maneras que podamos para ser el Cuerpo de Cristo esta Pascua y siempre, en nuestras familias y comunidades, parroquias y lugares de empleo, sociedad y mundo. ¡Que la luz de Jesucristo, resucitado entre los muertos, disperse las tinieblas del pecado y la muerte de nuestras vidas y de nuestro mundo, y que seamos auténticos e intrépidos portadores de su luz! La lectura de hoy nos presenta tres ideas importantes: A través de su gloriosa resurrección, nuestro Señor Jesucristo inauguro “los nuevos cielos y nueva tierra” donde “la justicia y la paz habitara.” El domingo de Pascua es el corazón de la experiencia cristiana y del evangelio, y llena a cada cristiano con gozo y esperanza que solamente nos viene del único Dios vivo que da la vida, redime, sana, persona, salva, ama. Para los cristianos perseguidos en el Medio Oriente, África, y muchas otras partes, es la gracia de Dios que fortalece su testimonio mientras que encomiendan sus vidas y esperanza únicamente en Dios. Como el Cuerpo de Cristo en la tierra la Iglesia sufre la cruz de la persecución. Los cristianos deben hacer todo lo que podamos para unirnos en actos concretos de solidaridad y venir a la ayuda de nuestras hermanas y hermanos, y hacerlo como individuos, parroquias, diócesis, y Iglesia universal. Oremos también por los que nos persiguen, así como Jesús mismo nos enseño y como Jesús mismo hizo, para que la gracia de Dios transforme sus mentes y corazones. Para la reflexión personal o comunitaria: Después de una pausa breve para reflexionar en silencio, comparta con otros sus ideas o sentimientos. ¿Cómo portare la luz de Cristo resucitado en mi familia, parroquia, lugar de empleo, escuela, comunidad, vecindario, sociedad y mundo? ¿Cómo ayudare a dispersar las tinieblas del mundo? ¿Qué estoy haciendo para traer atención a la situación de los cristianos alrededor del mundo quienes diariamente continúan caminando el camino de las estaciones de la cruz? ¿Cómo podre involucrar la comunidad de mi parroquia a ser la voz de los cristianos perseguidos y ayudar concretamente a los que sufren, los que luchan, y a las comunidades devastadas quienes han dado tan valiente testimonio de Jesucristo desde los comienzos del cristianismo? Lecturas recomendadas: Catecismo de la Iglesia Católica, párrafos 638-58