Cuidados y prevención Atención multidisciplinar: salvar el pie del Sr. L y Tazmin Clingan y Thyra Bolton Esta es la historia del Sr. L, un australiano con diabetes tipo 2 y lesiones nerviosas diabéticas graves (neuropatía periférica). Desarrolló úlceras de origen neuropático en un dedo del pie que no recibió tratamiento durante varios meses. Tuvo que afrontar la posibilidad de que se le amputase el pie izquierdo. Sin embargo, esto se evitó porque el Sr. L acudió a una clínica de pie diabético basada en un hospital multidisciplinar. La historia del Sr. L comienza tras el desbridamiento de los callos de uno de los dedos del pie que el podólogo local del Sr. L le realizó. El dedo empezó a causarle molestias y el Sr. L se dio cuenta de que estaba sangrando. Tras dos semanas, se lo comunicó a su médico de cabecera, que trabajó con una lanceta sobre la zona y le recetó antibióticos. El médico de cabecera le vio en otras seis ocasiones, posiblemente retrasando así que pudiese recibir la atención multidisciplinar que necesitaba. día siguiente. La infección apenas había mejorado cuando le vieron en la Clínica de Pies de Alto Riesgo. La repetición de los rayos X reveló que existía infección ósea (osteomielitis). Cuando se informó al Sr. L de la posibilidad de perder el dedo, dijo que quedó sorprendido; no esperaba un resultado así y no era capaz de concebir vivir sin uno de sus dedos del pie. El dedo se deterioraba y el Sr. L fue enviado a su hospital local. Pero le enviaron de vuelta a casa en unas pocas horas; su problema no fue considerado “grave”. Afortunadamente, el Sr. L había concertado previamente una cita con su cirujano vascular, tras haberse sometido a cirugía en la pierna derecha. Cuando el cirujano vio el dedo, ingresó al Sr. L en un hospital con una terapia de antibióticos por vía intravenosa. El protocolo del pie del Centro de Diabetes recomienda un tratamiento de tres meses de duración para la osteomielitis. El Sr. L acudió semanalmente a la Clínica de Pies de Alto Riesgo para realizarse desbridamientos, evaluaciones de la infección y descarga de presión. La terapia con antibióticos y las curas continuaron y la úlcera curó tras doce semanas. Tras 14 semanas, los rayos X mostraron que la osteomielitis había desaparecido. La terapia con antibióticos del Sr. L se interrumpió y se le sometió a una evaluación biomecánica. Le enviaron a un especialista en calzado terapéutico que visita la Clínica para Pies de Alto Riesgo para que le hiciese ortesis y calzado. Después se le dio de alta y se le envió a un podólogo privado para que le realizase controles continuados del pie. El Sr. L permaneció hospitalizado durante seis días, durante los cuales recibió antibióticos por vía intravenosa (Ciprofloxacina). Se pidió a la Clínica de Pies de Alto Riesgo que revisase al Sr. L al quinto día. El dedo se había inflamado, enrojecido y se estaba desarrollando celulitis sobre la superficie del empeine. Los antibióticos que le estaban suministrando no controlaban la infección. El Equipo de la Clínica del Pie de Alto Riesgo sugirió un cambio de medicación y se le suministró Flucloxacilina por vía intravenosa. La punta del pie del Sr. L tenía importantes callos, lo cual estaba ejerciendo presión sobre los tejidos subyacentes.Ya que tenía un buen riego sanguíneo, se le desbridaron los callos, se recomendó que se le realizasen curas y se le hizo un apoyo que ayudase a mantener el pie elevado y evitar así que cualquier superficie ejerciese presión. Se le dio al Sr. L un calzado de protección para que lo utilizase en vez de su calzado habitual. Se concertó una cita para su seguimiento en la Clínica de Pies de Alto Riesgo del Centro de Diabetes para una semana después de que saliese del hospital. Por extraño que parezca, dejar la Clínica para Pies de Alto Riesgo suele resultar difícil para personas como el Sr. L, quienes han tenido un seguimiento semanal tan intenso. De hecho, el Sr. L comentó al dejar la clínica: “¡Voy a echar de menos venir a verles todas las semanas!” Como miembros de un equipo multidisciplinar de cuidados del pie, también nos resulta difícil decir adiós muchas veces; la satisfacción llega cuando vemos a las personas curadas continuar con su vida normal.Y la mejor parte de esta historia es que el Sr. L no ha vuelto a desarrollar úlceras. y Tazmin Clingan y Thyra Bolton Tazmin Clingan es podólogo del Centro de Diabetes del Hospital Real Príncipe Alfredo, en Sydney (Australia). Desgraciadamente, aunque el equipo médico consideró que el dedo estaba “aún ligeramente rojo e inflamado”, el Sr. L recibió tan sólo una dosis de Flucloxacilina y fue enviado a casa al Noviembre 2005 Volumen 50 Número especial Thyra Bolton es enfermera de podología del Centro de Diabetes del Hospital Real Príncipe 28