Resumen El repensar a Fernando Maximiliano de Habsburgo y al Segundo Imperio Mexicano, parte actualmente de una óptica abierta y sin las restricciones de la llamada “historia oficial” tradicional. Entre los aspectos que están siendo retomados por algunos historiadores, están las caricaturas que publicaron los artistas del país en aquel periodo. Después de una revisión en publicaciones como La Orquesta, El Palo de Ciego, El Buscapié y Los Espejuelos del Diablo, entre otras, pueden observarse dos etapas en la escasa representación caricaturesca de la persona del emperador. La primera va de 1862 a 1864, cuando se pensó en invitarlo al trono y su arribó al país, donde -de acuerdo con la esencia de la caricatura política- se le desprestigia y dibuja en situaciones chuscas, así como a sus colaboradores mexicanos, al emperador francés Napoleón III y a los oficiales del ejército invasor que lo apoyaban.En contraste, de 1865 a 1867, durante el desarrollo y fin del Imperio, las imágenes que se le hicieron parecieran más retratos que caricaturas en sí, ya que casi no están “cargadas” en su aspecto físico, mientras continúa la saña contra el resto de los personajes de la intervención francesa. Entre las posibles causales para que esto fuera así, están: el temor a la censura y represión imperial; y la simpatía que -paradójicamente- pudieron haber sentido los caricaturistas por el monarca, aunque no por el Imperio. Entonces, la caricatura política sobre Maximiliano es motivo de nuevos planteamientos frente a este personaje, como su descaricaturización, pero también es incentivo para utilizarla como documento 55