EL DÍA, jueves, 28 de marzo de 2013 25 TRAS LOS PASOS DE RODIN EN LA LAGUNA Las influencias artísticas del “Cristo de las Caídas” 28 revista semanal de EL DÍA Los acusados en el proceso de Hermigua con sus dos abogados defensores, Juan Simeón Duarte (número 2) y Luis Jiménez de Asúa (número 1), y el diputado Emiliano Díaz Castro (número 3). 80 Aniversario de los trágicos sucesos de Hermigua (I) El 23 de marzo de 1933 se produjeron en la localidad gomera de Hermigua unos hechos que llenaron de bochorno y vergüenza a la República. Un centenar de obreros del sindicato Federación Obrera se enfrentaron a la Guardia Civil, la desarmaron y mataron a dos agentes, después de que un campesino cayera muerto por las balas de estos. En esta primera parte se analiza la situación económica, social y humana del municipio. Texto:José Díaz Herrera (periodista) E l 14 de marzo de 1933, los trabajadores de Hermigua, en el Norte de La Gomera, en su mayoría afiliados a la Federación Obrera, un sindicato controlado mayoritariamente por el PSOE, lanzan el siguiente manifiesto: “A Obreros y Campesinos. Al Pueblo en general. Camaradas y amigos: “Acompañados de sentimientos de rabia y de dolor va esta protesta. Nues-tro fervor por la República así nos lo dice. Nuestro pueblo se hunde más y más bajo el peso de unos canallas embriagados en la ciénaga de corruptelas morales y políticas. Nos referimos, camaradas, al caciquismo tradicional, cuyos miembros, como los caimanes, siguen siendo los mismos aunque hayan cambiado de color. Son los enemigos emboscados de la República. Solo esperan el momento propicio para darle el zarpazo. “Hoy se vengan en nosotros. Como trabajadores y representantes de la República aceptamos la batalla. En ella mediremos nuestras manos y veremos si esos señoritos, que se llaman agrarios, las tienen tan endurecidas por los callos como las nuestras. Callos, compañeros, que nos los hemos hecho, para que comieran esos que quieren darnos latigazos”. El manifiesto era el punto de partida para la convocatoria de una huelga general revolucionaria en un pueblo de apenas 39,67 kilómetros cuadrados (cien veces menor que las fincas de recreo de Mario Conde o Juan Abelló en Ciudad Real), con una población censada de 5.842. La huelga se celebraría el 22 de ese mes, la semana pasada hizo 80 años. El texto, escrito en el leguaje revolucionario de la época, añadía: “Pues bien, camaradas, estos salteadores de nuestras conciencias e intereses quieren continuar sacudiendo su látigo al que se interponga en su camino. Los trabajadores que vivimos bajo su tiranía nos levantamos contra ella y no estamos dispuestos a que ejecuten sus maquinaciones. Ellos, compañeros, con sus criminales astucias coaccionan a nuestros hermanos intentando que nuestra trinchera, la Federación Obrera, se derrumbe”. Aunque el ayuntamiento de la villa se constituye, según la Wikipedia, en (1) 1812 (sospecho que el dato no es real y se refiere a 1822 o a 1833), poniendo fin al régimen señorial, de pequeño oí decir que el llamado “derecho de pernada” se mantuvo hasta un siglo después, en la Restauración, e incluso durante la Dictadura de Primo de Rivera. Los huelguistas lo aluden: pasa a la pág. siguiente® 26 jueves, 28 de marzo de 2013, EL DÍA EN PORTADA ® viene de la página anterior “Los trabajadores de Hermigua defenderemos con nuestra sangre y vidas, compañeros, nuestros derechos ante esos señoritos que nos tratan a la patada, deshonraban a nuestras hijas y humillaban a nuestras mujeres. Si la canalla caciquil no cesa en su empeño de no dar trabajo a los compañeros que se hallan en el paro, la Federación Obrera irá a la huelga. Porque desde hace meses, la mayoría de nuestros compañeros están en el paro, no por falta de trabajo sino por el «boicot» a todo obrero federado, como si fuera un delito. Nuestro deber es garantizar, por dignidad y hu-manidad, que nuestros compañeros no se mueran de hambre. Sus vidas, las de sus mujeres e hijos, valen tanto como las de nuestros opresores”. Desde la proclamación de la República, el 14 de abril de 1931, habían pasado poco menos de dos años y, por primera vez en la historia, los obreros de Hermigua, uno de los municipios canarios más concienciados en favor de la Niña Bonita, junto con Vallehermoso, decidía lanzarse a la calle y convocar un día de paro en defensa de sus reivindicaciones. El hecho era insólito. Frente al País Vasco o Cataluña, donde el movimiento sindical tiene una fuerte tradición desde finales del siglo XIX y comienzos del XX, ligado al desarrollo industrial, en las Islas apenas había existido hasta la II República un movimiento obrero organizado. Hasta que, de repente, en Hermigua, un pueblo aparentemente tranquilo y apacible, los jornaleros, afiliados en su mayoría a Federación Obrera, desengañados porque pese a las esperanzas e ilusiones puestas en el nuevo régimen la clase dominante local sigue ostentando el poder y amenazándolos con quitarles el pan, deciden movilizarse y paralizar la vida cotidiana. Algo que no debía haber extrañado a nadie: además de que los ayuntamientos y cabildos seguían controlados por los de siempre, desde el 14 de abril de 1931 las condiciones de vida habían empeorado, especialmente en las islas menores, y las protestas empezaban a aflorar tímidamente. La situación era tal que el 22 de agosto de 1933 el diario La Prensa se hacía eco del asunto: “Al hallarse paralizados los trabajos de la carretera, en Hermigua hay centenares de obreros parados. El campo yermo, la producción platanera por los suelos, el comercio cerrado, las aguas mermadas, los montes destrozados, la carretera, que sería la única solución frente a tanto mal, al hambre y a la miseria reinantes, paralizada. El Gobierno tiene que actuar”. Los patronos de la zona, en su mayoría gente de no demasiados recursos económicos ni detentadores de grandes fincas, en contra de lo que habitualmente se escribe, vivían casi exclusivamente del cultivo del plátano. Lo explotaban en régimen de medianería (ellos vivían como señoritos sin dar golpe mientras que los obreros realizaban los trabajos en sus plataneras y se repartían los beneficios), lo que permitía una especie de ancestral servidumbre y de sometimiento amo/criado más propia de la Edad Media que de los tiempos que corrían, y que se heredaba de padres a hijos como una fatalidad congénita e insuperable. El que nacía campesino moría como tal sin poder dar estudios a sus hijos, y el que había salido del útero materno como propietario de unas pocas hectáreas de terreno cultivable sabía que tenía la vida garantizada desde la cuna hasta la tumba. Tampoco puede decirse, frente a los tópicos habituales, que patronos y obreros nadaban en la abundancia o vivían (2) en la opulencia , o que los pri-meros eran ricos por naturaleza y los segundos habían nacido para ser es-clavos perpetuos y pasar esa condición casi genética a sus descendientes. Vistas con la perspectiva de la distancia y del tiempo, las cosas no eran así. Las penalidades, con harta frecuencia, afectaban a todo el mundo. Aunque bien es cierto que a unos más que a otros. Hermigua representaba entonces el ejemplo de la lucha titánica del campesino con la tierra árida, agreste, yerma y la mayoría de las veces seca por falta de agua. El trabajo se realizaba en las condiciones más difíciles que el ser humano pueda imaginarse. El minifundismo, el monocultivo, el régimen de explotación agraria en régimen de aparcería, la mala calidad del suelo y la estructura de las plantaciones en forma escalonada a lo largo de las laderas imposibilitaba el empleo de maquinaria agrícola para hacer más llevaderas las penalidades del agricultor. A todo ello había que añadir la dependencia del agua del cielo para regar las plantaciones y lograr buenas cosechas (debido a la falta de embalses) y de la del mar para poder exportar la producción en condiciones normales desde el desaparecido pescante de Her- El desaparecido pescante de Hermigua, servía para embarcar y desembarcar mercancías en una costa de aguas bravías y sin un puerto seguro. migua (donde las aguas estaban casi siempre embravecidas) ante la falta de refugios y puertos seguros. Si la miseria y la hambruna de los pueblos pueden medirse, en el campo económico, por la sobreexplotación del suelo y los escasos rendimientos de las cosechas, Hermigua era en 1933 el más claro ejemplo de ello. No solo las medianías, sino también las zonas más elevadas de la villa habían sido desbrozadas de matorrales y malas yerbas y estaban plantadas de papas, hortalizas y plataneras. Hasta el último centímetro cuadrado de tierra que pudiera cultivarse estaba explotado. De modo y manera que, subiendo a las alturas de El Sabinal, El Cheje, Iboalfaro, La Palmita, El Corralete, La Laja, Los Aceviños o El Estanquillo a por papas o millo, uno no podía saber si se encontraba en Canarias, en el Machu Pichu o en el Himalaya de no ser por la presencia del mar siempre en la lejanía. Estaba claro que, de haber nacido en la isla, Adam Smith, el teórico de la revolución industrial, no hubiera escrito jamás “La riqueza de las naciones”. Otro de sus contemporáneos, Thomas R. Malthus, en cambio, hubiera encontrado terreno abonado para escribir su célebre y controvertida obra “An Essay on the Principle of Population”, donde habla de que los cada vez más escasos recursos del planeta iban a ser insuficientes para alimentar una población que se incrementaba exponencialmente. Porque Hermigua es el paradigma clásico de las teorías malthusianas, a las que tantos historiadores de la economía siguen echando mano para apoyar sus tesis: recursos económicos (bienes y servicios) limitados y un incremento de la natalidad (con una tasa de 3,6 hijos por mujer), que se dedicaba a lanzar oleadas de jóvenes y mayores a la emigración (a Cuba, a Ve-nezuela y a Tenerife) como única forma de subsistencia y de encontrar la felicidad, la meta básica de todo ser humano al margen de apetencias políticas, sociales, culturales o económicas, según proclamaron los padres de la Constitución norteamericana en 1787, y que se reconoce en todos los países civilizados. Pese a todo, la República trajo a España, y en especial a Canarias, cosas buenas, pero otras muchas extremadamente malas. Por primera vez desde el periodo de la Restauración, el reinado de Alfonso XIII y la Dictadura de Primo de Rivera, se recobraron las libertades básicas (de expresión, de asociación, manifestación...) y una Constitución protegió y amparó todos estos derechos. En Tenerife, los empresarios y las clases acomodadas se afiliaron al Partido Republicano Tinerfeño y más tarde fueron derivando hacia Acción Popular Agraria, Partido Radical, Asociación Patronal Agrícola y otros. Los obreros militaron inicialmente en el PSOE (el PCE se funda en las Islas en torno a 1920 con Juan Pedro Ascanio a la cabeza) y en la Federación Agraria, un sindicato donde militan anarquistas, socialistas y comunistas. Pero la Republica trajo la libertad pero no la prosperidad y, mucho menos, la felicidad, salvo para unos pocos. Por eso, en Hermigua, la mayoría de los medianeros y obreros se afiliaron enseguida a la Federación Agraria, desde la que pretendían acabar con el régimen semifeudal en que se desarrollaban sus condiciones de trabajo. Pero enseguida se toparon con los patronos dispuestos a cegarles el camino, a hacer que las conquistas sociales que le otorgaba la Constitución se quedaran en papel mojado. Y aunque todos ellos, obreros, medianeros y patronos, defendían los mismos intereses, se cruzó de por medio la política. Y ocurrió lo que muchas veces suele pasar. Algunos empresarios del sector pla- 27 EL DÍA, jueves, 28 de marzo de 2013 EN PORTADA tanero optaron por quedarse tuertos, si era preciso, si con ello dejaban ciegos a sus contrincantes e impedían que conquistaran sus derechos. El detonante de los sucesos de Hermigua de 1933 fue la construcción de una carretera que debía unir el pueblo con la capital, San Sebastián. Era la única obra pública de envergadura que la República, con sus escasos recursos, no había paralizado, pero que se realizaba a trancas y barrancas, con paros intermitentes muchas veces de meses, hasta el punto de que no se concluyó hasta 1944, cinco años después de acabada la Guerra Civil. La obra formaba parte del Plan Nacional de Infraestructuras y del Circuito Nacional de Firmes Especiales, del dictador Miguel Primo de Rivera, quien modernizó por primera vez la red de caminos españoles, que no se habían tocado prácticamente desde la etapa de las calzadas romanas. En el caso de La Gomera trataba de rodear la isla mediante un anillo circular, uniendo la capital, San Sebastián, con el norte de la isla, pasando por los pueblos de Hermigua, Agulo, Vallehermoso y Valle Gran Rey. La construcción de la calzada, como acabamos de decir, era de interés general y beneficiaba tanto a patronos como a obreros. A los primeros porque les permitía trasladar sus plátanos a la rada de San Sebastián, el único punto de la isla donde se podía fondear un barco con ciertas garantías, para enviarlos al extranjero. A los obreros, porque además de la maltrecha agricultura, la obra constituía la única forma de sustento para ellos, sus mujeres e hijos. Paralizarla o boicotear su construcción era un acto criminal. Suponía condenar al hambre y a la emigración a muchos y permitir que el mal tiempo de la mar impidiera la exportación de las cosechas. Pese a sus intereses comunes, patronos (dueños de explotaciones agrícolas, fundamentalmente) y obreros no se pusieron de acuerdo sobre su marcha. Acostumbrados a mandar y a que siempre, desde tiempos inmemoriales, se hiciera su santa voluntad sin rechistar, los pequeños “caciques” locales (en Canarias se da un peso excesivo a la palabra cacique, que en realidad no tiene) se negaron a dar trabajo a los obreros pertenecientes a la Federación Obrera, que eran la inmensa mayoría, alrededor de unas 500 personas entre jornaleros y medianeros. Y ahí arrancó el conflicto, allá por el año 1932. Amparados en la Constitución y en los derechos sindicales que esta les reconocía, los dirigentes de la Federación Obrera acudieron a Santa Cruz de Tenerife con sus quejas. Allí fueron recibidos por alguno de los trece gobernadores civiles que hubo en la (3) provincia (Rafael Rubio Carrión, de Acción Republicana en este caso) durante la II República, quien ordenó que las obras no se paralizaran y que se diera trabajo a todos los obreros que lo pidieran, en turnos rotatorios de 100 personas, toda vez que no había empleo para los 500. Acostumbrados a mandar y a no recibir órdenes de nadie, los ostentadores de la tierra y de los cultivos, se negaron a obedecer las órdenes de la primera autoridad civil de la provincia y, por ende, de la República. De modo y manera que los responsables de la Federación Obrera acudieron de nue-vo a pedir el apoyo del representante del Gobierno. Les recibió el nuevo gobernador civil, Vidal Gil Tirado, quien ratificó la decisión de su antecesor: el derecho al trabajo no se le podía negar a nadie. En el acto ordenó mediante oficio y telegrama al capataz de la obra, un individuo al servicio de los dueños de la tierra, que admitiera a 100 obreros pertenecientes a la Federación los días 19 y 20 de marzo de 1933. Pero, tal y como estaba el ambiente de caldeado, debió haber hecho otra cosa: enviar además a una docena de guardias civiles, desde Santa Cruz de Tenerife, con órdenes tajantes de que se cumplieran a rajatabla sus órdenes. Pero no lo hizo y eso desencadenó la tragedia. Cuando los 100 afiliados a la Federación Obrera acudieron a las obras de la carretera a que les dieran el trabajo, no solo no fueron admitidos, sino que se les despidió con bromas de mal gusto y algunos de sus antiguos patronos a su paso por la carretera de Hermigua de vuelta (1) Las Cortes de Cádiz de 1812, en su artículo 10, establecen el alcance del territorio nacional, pero no entran en detalles acerca de su estructura por municipios, provincias o regiones. En 1822 se promulga una División Territorial de España de Fernando VII y en 1833 la Ley de Planta de Javier de Burgos. a sus casas se les rieron en la cara. Fue una afrenta innecesaria y estúpida. Esa tarde, la Federación Obrera decidió hacer frente al hambre y a la miseria en que vivían sus mujeres y sus hijos convocando una huelga general, como se relató al principio. Y fue así como, espoleados por varios dirigentes socialistas de Tenerife entre ellos el diputado Emiliano Díaz Castro, al que se le abrirían dos causas militares por ello, el 22 de marzo de 1933 se echaron a la calle un centenar de obreros decididos a paralizar todas las obras, a cerrar los comercios, cortar el riego, la luz eléctrica y a imponer la huelga general. Lugar donde se debieron de producirse los sucesos de Hermigua. Los guardias civiles fueron arrojados desde la carretera al mar. (2) El 31 de marzo de 1933 lo aseguraba así el diario ABC. (3) José Ramón Fernández Díaz, Antonio Lara Zárate, Enrique Izquierdo Jiménez, Rafael Rubio Carrión, Vidal Gil Tirado, Juan C. González Quesada, Rufino Blanco Fombona, Rafael de Pina Milán, Enrique Mal- ¿Qué hacer ante una protesta sindical, convocada legalmente? El comandante del puesto de la guardia civil del pueblo, el cabo Antonio Fuentes, contaba con dos agentes para contener a la masa enardecida y evitar que se cometieran desmanes. Los guardias estaban armados con viejos Mauser de la guerra del Rif y disponían de una dotación de diez cartuchos. Obviamente, con aquellos medios y sin material antidisturbios que entonces no existía no se podía contener a una muchedumbre, y mucho menos impedir de causaran cualquier tipo de desmán, que no ocurrió. La solución lógica hubiera sido llamar a la Comandancia de la Guardia Civil de Santa Cruz de Tenerife y pedir refuerzos, tal y como se señalaba en las ordenanzas de la Benemérita. Pero el cabo Fuentes optó por prohibir la huelga y hacer prevalecer su autoridad, pensando que bastaba salir a la calle con su uniforme boysson Ponce, José Nofre Jesús, Tomás Salgado Pérez, Enrique Martínez Ruiz-Delgado y Manuel Vázquez Moro. Algunos de ellos ostentaron el cargo solo durante horas o días. (4) Por un supuesto delito de “incitar a la violencia” en Hermigua fue encarcelado el 4 de abril de 1933 y verde y su tricornio para que los huelguistas depusieran su actitud. Los sucesos de Castilblanco, Arnedo y Casas Viejas, donde la fuerza pú-blica se vio desbordada por las masas, casi siempre obreras y campesinas, teniendo que disparar y causar numerosas muertes a la vez que ellos mismos sufrían sus propias bajas, no le echó para atrás sin o todo lo contario. La divisa del cuerpo, “Todo por la patria”, justificaba este tipo de actitudes, no siempre correctas ni ajustadas a Derecho. Y eso que aquellos sucesos habían tenido repercusión internacional y habían cuestionado la eficacia de la República en sus primeros meses. En Castilblanco (Badajoz), la Guardia Civil mató a un jornalero durante una manifestación y los obreros asesinaron a cuatro agentes el 31 de diciembre de 1931. En Arnedo (Logroño), una marcha obrera fue disuelta a tiros por un oficial que seguía órdenes del general José Sanjurjo matando e hiriendo a decenas de obreros. Ocurrió el 5 de enero de 1932. En Casas Viejas (10 y 11 de enero de 1933), un grupo de obreros que querían proclamar el comunismo libertario, mataron a dos guardia civiles. La Benemérita respondió rodeando las chozas donde estaban los obreros, las incendiaron y “fusilaron” a los supervivientes con “tiros a la barriga”, tal y como ordenó el presidente de la República, Manuel Azaña a la fuerza actuante. Para garantizarse el apoyo de una parte de la población, los que habían ostentado el poder desde antes de 1822, la fecha en que oficialmente había desaparecido el “régimen señorial” el día anterior a los hechos, el cabo Antonio Fuentes se reunió con los jefes de los partidos de derecha y les pidió ayuda. “Lo único que les pido es que, si mientras estamos de patrulla en una parte del pueblo, los huelguistas asaltan o queman el cuartel nos den cobijo a nosotros, a nuestras mujeres e hijos”, les pidió. El seguimiento masivo de la huelga, al día siguiente, le causó un tremendo desasosiego. Desbordado por los hechos, a media mañana decide trasla-darse al cercano municipio de Agulo, distante unos 5 kilómetros, a traerse con él a los guardias del pueblo para reforzar la guarnición de la villa. Para mayor escarnio de los huelguistas, lo hace de manera chulesca, utilizando uno de los camiones que trabajaban en la obra de la carretera y llevando como conductor al capataz que les negaba el trabajo y el pan, y pasando a toda velocidad entre la multitud que se manifestaba por la zona de La Castellana, cerca de la playa, con riesgo evidente de atropellar a los que intentaron detener su avance. puesto en libertad por falta de pruebas el 20 de mayo de ese año. (5) Diario de Sesiones del Congreso. Los sucesos de Casas Viejas provocaron la caída del gobierno republicano-socialista de Azaña, al perder apoyos por la derecha y la izquierda. 28 jueves, 28 de marzo de 2013, EL DÍA ARTE Tras los pasos Rodin en La Laguna Texto y fotos: Álvaro Santana Acuña (historiador y sociólogo) U na mañana de primavera de 1954, un buque proveniente de Barcelona ancló en el puerto de Santa Cruz de Tenerife, donde bajaron un centenar de pasajeros y se desembarcaron docenas de sacas de correo y más de 350 toneladas de carga general. Entre la carga había unas pesadas y formidables cajas remitidas por el Taller Arte Católico. Casa Bochaca y cuyo destino era la calle General Franco número 27, en La Laguna. Las cajas contenían cuatro esculturas de gran tamaño, sus correspondientes vestidos, una peana de cartón piedra sobre la que incrustar las esculturas, la armadura de un soldado romano acompañada de su lanza y su casco, una larga cruz de madera y una soga. En la calle General Franco 27 (hoy Herradores) vivían los hermanos Acuña Dorta, quienes el verano de ese año donaron a la ermita de San Juan lo contenido en aquellas cajas: el paso de El Cristo de las Caídas”. Esa fue la contribución de los hermanos a la Semana Santa de La Laguna, que había renacido en 1950 tras fundarse la primera cofradía de nazarenos. “ Los burgueses de Calais” (1889) Bochaca, el escultor de almas Nacido en Barcelona en 1870, Francisco de Paula Bochaca Serra fue el propietario del “Taller arte católico”, una empresa de imágenes religiosas con talleres propios en Barcelona y Olot, y con clientes repartidos entre España y América. La empresa alcanzó su momento álgido en 1929, con motivo de una exposición de las obras de Bochaca en el Pabellón de Artes Industriales de Barcelona. Uno de los presentes, el crítico de arte del periódico La Vanguardia, escribió que Bochaca era un “gran escultor de almas” debido a su capacidad para mostrar con naturalidad las emociones profundas en los rostros de sus esculturas. Veinticuatro años más tarde, en 1953, Bochaca recibió desde Tenerife el encargo de un paso dedicado a la primera caída de Jesús camino del calvario. El escultor tenía entonces 83 años. Por su edad y por estar al frente de una empresa, Bochaca debió dirigir el encargo y recibir la ayuda de los empleados de su taller. Para que las cuatro imágenes encargadas se adaptasen al estilo de otros pasos laguneros, los Acuña Dorta enviaron a Bochaca varias fotografías de dos obras importantes: el Cristo de La Laguna y el San Pedro del paso “Las lágrimas de San Pedro”. Así que para imaginar el rostro de Jesús, Bochaca se inspiró en el del Cristo de La Laguna, una obra realizada en los Países Bajos a comienzos del siglo XVI. Y para imaginar la imagen de Simón de Cirene (el hombre que carga la cruz de Jesús), Bochaca se basó en la de San Pedro obra del escultor orotavense Fernando Estévez (1788-1854). Lo que jamás sospecharon los donantes al abrir las cajas en La Laguna en 1954 es que Bochaca había tenido en mente otra obra de arte más para cumplir con éxito el encargo. Esa fuente de inspiración adicional ha pasado casi inadvertida hasta hoy. Una influencia ilustre: Rodin Para concebir la escena de “El Cristo de las Caídas”, Bochaca tuvo presente al escultor francés Auguste Rodin (1840-1917) y, en particular, una de sus obras maestras: “Los burgueses de Calais” (1889). Rodin, conocido también por sus obras “El pensador” y “El beso”, era el escultor más famoso e influyente en Europa a comienzos del siglo XX, precisamente cuando el joven Bochaca iniciaba su carrera profesional. Para él, como para otros escultores de su generación, Rodin se convirtió en el artista de referencia. Lo que catapultó a Rodin a la fama internacional y le certificó un lugar en los libros de historia del arte fue aplicar el naturalismo a la escultura. El naturalismo, un movimiento artístico de fines del siglo XIX, se interesó por los factores sociales, hereditarios y naturales que forjan el carácter de cada persona. Para los naturalistas, el carácter individual se expresaba sobre todo a través de las emociones. En sus esculturas, Rodin quería plasmar El sayón del “Cristo de las Caídas” las emociones profundas de cada individuo de manera natural. (Justamente la misma preocupación que el crítico de La Vanguardia observó en la obra de Bochaca). Pero para lograr capturar tales emociones en una escultura, Rodin tuvo que alejarse del idealismo de la escultura griega clásica y renacentista, así como del estilismo superfluo del Barroco. En resumen, su principal aportación artística fue mostrar cómo el espíritu de las personas se reflejaba en su fisionomía. Para observar mejor el naturalismo del ser humano, Rodin no pedía a sus modelos que posasen quietos delante de él du- rante horas, sino que caminasen y se expresasen con naturalidad, como lo hacen en la vida cotidiana. Rodin era consciente de que cada individuo se mueve y expresa su carácter de un modo propio. Por tanto, su meta era captar la espontaneidad e individualidad de los movimientos y las expresiones, y luego trasladarlos a la escultura. El naturalismo aflora con fuerza en “Los burgueses de Calais”. En 1347, las tropas de Eduardo III de Inglaterra sitiaron el puerto francés de Calais durante más de un año, bloqueando todo abastecimiento de víveres a la población. La obra de Rodin recrea el momento en el que seis burgueses abandonan Calais para rendirse ante el rey inglés, sacrificando voluntariamente sus vidas para salvar al resto de la población. Sabedores de que afrontaban una posible ejecución, los burgueses parecen participar en una marcha fúnebre. Rodin quiso así captar el drama heroico del autosacrificio. Cada una de las esculturas, que miden cerca de dos metros, recibió un tratamiento individualizado. Unas están paradas y otras en marcha. Y cada una expresa de modo personal el drama de la situación: angustia, miedo, resignación, estoicismo… Su individualidad queda reforzada por la falta de comunicación; los burgueses no se miran entre ellos. Sin embargo, Rodin los colocó de modo que la suma de sus movimientos individuales crease un movimiento general en forma de espiral, el cual 29 EL DÍA, jueves, 28 de marzo de 2013 ARTE producciones de Jean d’Aire desnudo, dada la circulación internacional de estampas y fotos de las obras de Rodin y la apertura del Museo Rodin en 1919). El Jean d’Aire desnudo tiene un cuello robusto y ancho, como el que exhibe el sayón. Mientras que el sayón avanza, el romano está casi parado; como sin saber qué hacer. En este punto resulta necesario revelar un detalle importante. La cabeza actual del romano no es la que esculpió Bochaca, pues los donantes decidieron sustituirla por otra tallada por el ebanista lagunero Faustino Álvarez a comienzos de la década de 1960. Por fortuna, existen fotos y un vídeo en los que se aprecia la cabeza original del romano, la cual expresaba su sorpresa ante la caída de Jesús. De ahí que su cabeza estuviese ligeramente desplazada hacia delante, con los hombros algo levantados, mientras que su rostro parecía tener el ceño fruncido. Al mismo tiempo, el brazo izquierdo (que sí se conserva) apunta hacia la cruz, sin que quede claro cuál es su intención: si hostigar a Jesús o ayudar a Simón a levantar la cruz. Desafortunadamente, el dinamismo de su brazo izquierdo lo tapa un escudo que se le colocó encima hace más de cincuenta años. De ahí que la libertad creativa de la que dispuso Bochaca para crear estas dos imágenes quedase algo mermada tras los cambios realizados en el romano. “El burgués Jean d’Aire”. Versión final y estudio se aprecia mejor desde el lateral derecho, y que confiere a la obra una apariencia homogénea. Los burgueses y las caídas La influencia de “Los burgueses de Calais” sobre “El Cristo de las Caídas” se detecta en varios aspectos. En primer lugar, la composición. Bochaca concibió el Cristo como una escena dramática y heroica del autosacrificio de Jesús para salvar la humanidad. Como los burgueses, los cuatro hombres de “El Cristo de las Caídas” saben que participan en una marcha fúnebre que acabará con la crucifixión de Jesús. La composición es dinámica, con imágenes en movimiento, el cual es capturado de manera natural en un instante preciso: la caída de Jesús. En ese instante cada imagen exterioriza una emoción propia: de dolor Jesús, de esfuerzo Simón, de indiferencia el sayón y de sobresalto el romano. Al igual que Rodin, Bochaca se preocupaba por transmitir la emoción en el estado más natural posible. Así lo confesó en una entrevista: “Cuando esta cualidad”, es decir la emoción, “falta en la obra del imaginero, solo queda ante los ojos una lamentable pacotilla de serie” (“La Vanguardia”, 30VII-1929, p. 11). Como en “Los burgueses de Calais”, pese a que las imágenes de “El Cristo de las Caídas” no se miran ni se tocan entre ellas, la suma de sus expresiones y movimientos personales conduce a un movimiento general en espiral que arranca en el rostro de Jesús, pasa a Simón, luego al romano y acaba en el sayón. Por eso, no es casualidad que el aspecto dinámico y homogéneo del paso se contemple mejor desde el lado derecho. Este aspecto se detecta claramente en Un paso singular “Cristo de las Caídas” en el taller de Bochaca (1953) una fotografía del archivo de la familia Acuña Bennasar. En ella aparecen las cuatro imágenes sin brazos y justo antes de ser pintadas en el taller de Francisco Bochaca en 1953. Para que cupiesen dentro de la foto, las imágenes se han colocado casi pegadas. Al estar sin policromar y tan juntas, se puede apreciar con mayor detalle el naturalismo de la posición y el rostro de cada imagen, y la composición dinámica y en espiral. En la foto se observa además cierta monumentalidad. No en vano, Bochaca sabía que un paso de Semana Santa es un monumento público móvil, de ahí que las cuatro imágenes de “El Cristo de las Caídas” sean de cuerpo entero, talladas en su totalidad y de un tamaño superior al normal. En particular, el romano y el sayón (las dos figuras más monumentales) rondan los dos metros de altura, como varios de los burgueses de Rodin. El romano y el sayón Dado que los donantes deseaban que “El Cristo de las Caídas” no desentonase con otros pasos laguneros, Bochaca no tuvo tanta libertad creativa para tallar las imágenes de Jesús y Simón. Pero sí tuvo más libertad para esculpir el romano y el sayón, puesto que además no se le envió ninguna foto. Y es precisamente en estas dos imágenes en las que se advierte con mayor claridad la influencia de “Los burgueses de Calais”. Tanto la escultura de Jean d’Aire en “Los burgueses de Calais” como la del sayón en “El Cristo de las Caídas” (quizás la talla de más calidad artística del paso) son muy corpulentas y tienen un rostro tosco y anguloso que muestra una expresión adusta. A diferencia de Rodin (que trabajaba con bronce y mármol), Bochaca (que trabajaba sobre todo con madera) pudo endurecer la expresión del sayón pintándole una barba sin afeitar. Aunque en la obra final Jean d’Aire está vestido, Rodin hizo un estudio preliminar del burgués desnudo. (No hay que descartar que Bochaca tuviese en su taller re- Francisco Bochaca murió en 1960 con 90 años. Su empresa logró sobrevivir tres décadas más, hasta que en 1987 cerró la tienda, que durante décadas se anunció en los periódicos como un “palacio de imágenes”. Estaba ubicada en la calle Obispo número 2 (hoy carrer Bisbe), a escasos metros del Ayuntamiento de Barcelona, en el barrio gótico. El local lo ocupa ahora una tienda de souvenirs turísticos fabricados en su mayoría en China. En 1987, el paso que Bochaca envió a Tenerife desmontado dentro de varias cajas cumplió la simbólica edad de treinta y tres años, y pronto iba a ser restaurado por primera vez. El restaurador, el imaginero orotavense Ezequiel de León, se mostró sorprendido cuando recibió las esculturas en su taller. Percibió algo extraño al ponerlas muy juntas; era como si le recordasen una imagen familiar que había visto antes… “El Cristo de las Caídas” es uno de los pocos pasos de la Semana Santa lagunera (y acaso de Canarias) en el que convergen unas influencias artísticas tan ilustres: el Cristo de La Laguna, el San Pedro de Fernando Estévez y “Los burgueses de Calais”. Una exitosa amalgama de influjos locales e internacionales que confirma el grado de maestría del escultor barcelonés cuando ya superaba los ochenta años. Este multiculturalismo artístico convierte a “El Cristo de las Caídas” no solo en un paso fundamental de la Semana Santa lagunera, sino, sobre todo, en una singular obra de arte. Y también, sin duda, en un modelo de cómo se puede innovar combinando el respeto al estilo tradicional local y la admiración por las obras artísticas más vanguardistas del presente. 30 jueves, 28 de marzo de 2013, EL DÍA EN EL 60º ANIVERSARIO DEL INSTITUTO DE ESTUDIOS HISPÁNICOS Y EL TURISMO Texto: Melecio Hernández Pérez L as Islas Canarias fueron una avanzada en la conquista de las tierras americanas y un enlace entre los reinos de España y los de Indias. El archipiélago sigue siendo un eje central entre América y España. Su situación geográfica entre tres continentes afirma su importancia en las relaciones de los países de habla hispánica. Por tanto, era necesario la creación de una institución de alcance “que tiene en su principal misión difundir los valores hispánicos que rigieron al imperio español en siglos gloriosos y unirse a las naciones iberoamericanas en un haz de hermandad espiritual que mantuviera firme y perenne los lazos históricos y religiosos que un día creara en ellas la vieja España”. Así que estaba justificado un centro de estas características en el archipiélago canario, por ser punto de enlace clave entre América y España. Y fue el Puerto de la Cruz, turístico y cosmopolita, uno de los receptores pioneros de la Ilustración en Canarias, el lugar donde se establecería el Instituto de Estudios Hispánicos, con la autorización del Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, entidad dependiente del Ministerio de Asuntos Exteriores. En 1953, el Puerto de la Cruz era un municipio eminentemente agrícola, dedicado casi exclusivamente al cultivo del plátano, que poseía un excedente de mano de obra, agravado por la práctica inactividad del sector terciario, portuario y las secuelas persistentes aún de la Guerra Civil española y la europea. Como consecuencia de todo ello, desde la década de 1940 se origina la fuga clandestina de emigrantes a Venezuela, si bien en las postrimerías de la siguiente década la economía española pasa tímidamente de ser un sistema autárquico a su integración en los mercados internacionales. La apertura exterior y la liberación interna convirtieron a España en un país con manifiesta especialización internacional en la prestación de determinados servicios. Los ingresos por turismo y las remesas efectivas de emigrantes constituyeron dos mecanismos básicos de compensación del déficit comercial. En el sector turístico, España supo sacar partido a sus ventajas comparativas unas de carácter geográfico –cercanía a Europa, una larga franja costera, gran número de horas de sol al año– y otras de carác- Isidoro Luz Carpenter, primer presidente y artífice fundador del Instituto de Estudios Hispánicos ter económico –relación favorable de precios, disponibilidad de mano de obra y una buena oferta de servicios–. El Puerto de la Cruz, cuna del turismo no sólo a nivel regional sino también nacional, iniciaba entonces su progresivo y arrollador despegue que le convertiría en el motor económico del Norte y buena parte de Tenerife. No se puede decir lo mismo en cuanto a la cultura, pues si bien es cierto que se desarrollaban actividades de cierta relevancia, lo eran de forma esporádica, muy de tarde en tarde; pues, lamentablemente, no tuvo el mismo tratamiento ni desarrollo a la par que la industria turística, por lo que la creación de una entidad cultural de proyección americana iba a paliar en parte esa carencia. Y es que la cultura, en su más amplia acepción, y el medio ambiente son exponentes imprescindibles de promoción en una ciudad turística como el Puerto de la Cruz, que no sólo deba ofrecer y sustentarse de sus paisajes y condiciones climáticas, playas e instalaciones de baño. En las preliminares de la creación de la institución portuense, llevados a cabo con riguroso secretismo, la formación de la asociación requería la integración de personas fieles o simpatizantes del Régimen, por lo cual los artífices fundadores encontraron pronto el apoyo del Gobierno Civil y el de la Capitanía General de Canarias, además de intelectuales con espíritu insular y regional, e incluso nacional, bajo la eficacia del alcalde Isidoro Luz Carpenter y de Antonio Ruiz Álvarez, entre otros como Alberto Sartorio, Eduardo Westerdahl y Celestino González Padrón. Realizados los trámites, y una vez autorizados el 31 de julio de 1952 la incorporación del Instituto de Estudios Hispánicos al Instituto de Cultura Hispánica de Madrid, que a la sazón dirigía Alfredo Sánchez Bella, así como la aprobación de los estatutos aprobados por el Ministerio de la Gobernación el 30 de oc- Casa de la Real Aduana del Puerto de la Cruz, donde se haya, abierto al público, el Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl (MACEW) tubre de 1952, se procede al acondicionamiento de los locales que el Ayuntamiento había cedido en los bajos del edificio de la calle Quintana, y, en ese intervalo, el nuevo organismo cultural organiza diversos actos en diferentes centros sociales y de recreo de la localidad, como el Casino Puerto Cruz, el Cinema Olympia y el Círculo de Iriarte; el primero de los cuales tuvo lugar el 21 de septiembre de 1952, a cargo del famoso arquitecto Alberto Sartoris, cuya conferencia llevó por título “Esquema panorámico del arte moderno”. Los sucesivos actos hasta febrero de 1953 corrieron a cargo del jesuita Ramón Cué, los poetas Luis Rosales Camacho, Pedro Lezcano, Pedro García Cabrera, y los escritores Domingo Pérez Minik, César González Ruano, Luis Álvarez Cruz y el artista sueco Eric Nerlow, con una exposición de óleos y acuarelas presentada por el crítico de arte Eduardo Westerdahl. La filosofía de actuación inicial de la asociación cultural que presidía Isidoro Luz Carpenter se fundamenta en la creación de cursos para extranjeros. Esta iniciativa fue sugerida por Joaquín de Entrambasaguas y Peña, quien a la sazón era director de los cursos para extranjeros en Madrid, y que tuvo gran repercusión y acercamiento en la corriente turística internacional que nos visitaba. El primero 31 EL DÍA, jueves, 28 de marzo de 2013 se denominó Curso de Invierno para Extranjeros, y fue clausurado el 31 de marzo de 1952 en el Círculo de Iriarte, con una matrícula de 108 alumnos, entre ellos, 48 extranjeros de diferentes nacionalidades. Asistieron las más representativas autoridades de la provincia y personalidades de las letras y las artes, con la intervención de elocuentes oradores. Otra de las creaciones fue la del museo de arqueología canaria, acoplado a uno de Historia Natural y el de pintura moderna; este último, a constituir con obras de aquellos artistas que expusieran en sus salas. También se contemplaba la creación de un cuadro de bailes regionales; organización de una Biblioteca Hispánica, que se nutriría de donaciones particulares y diversos canales, siendo destacable la valiosa colección de 2.300 libros del Gobierno del Brasil referidos, en su mayoría, a la figura del taumaturgo Padre Anchieta; el fomento de la comunicación entre el Puerto de la Cruz y los isleños residentes en América, así como asociaciones culturales y centros de divulgación y bibliotecas. Como se puede apreciar, la Junta Rectora del Instituto, todavía en formación, inicia algunos de sus objetivos en el mismo año de 1952. Independientemente de los cursos para extranjeros, resulta destacable la creación, con fecha 30 de septiembre, de las salas de Arqueología Canaria Luis Diego Cuscoy y de Pintura Contemporánea Eduardo Westerdahl. El primero se vería enriquecido con las donaciones particulares de Telesforo Bravo Expósito y Celestino González Padrón, y, fundamentalmente, de los fondos del antiguo Museo Gómez, propiedad del matrimonio Juan González Sanjuán y Leticia Gómez de González, consistentes en cerámica aborigen y otros utensilios de gran valor, al igual que restos momificados guanches, mapas del siglo XVII, colecciones de mariposas, armas, maderas de los montes públicos de Canarias, etc. En la actualidad, estos fondos se albergan en el Museo Arqueológico Municipal de la ciudad desde 1991. En cuando al segundo museo cuenta con el privilegio de ser el primer centro de arte de su tipología fundado en España y las obras pictóricas bajo las siglas MACEW, después de permanecer en la sede con riesgo de deterioro desde 1965 hasta junio de 2007, año en que los cuadros se vienen exponiendo de forma permanente en la Casa de la Real Aduana, espacio cedido provisionalmente por el Cabildo Insular de Tenerife hasta la ejecución de la futura (¿?) sede en el viejo Parque de San Francisco, dentro del proyecto contemplado por el Consorcio para la Rehabilitación del Puerto de la Cruz. Sin temor a equivocarnos, estos centros museísticos son un referente cultural y turístico de gran significación para el municipio; en especial el Museo de Arte Contemporáneo Eduardo Westerdahl (MACEW), dada la calidad de las obras expuestas y de sus autores. versidad de La Laguna, Alberto Navarro González; el presidente del Cabildo Insular y Mancomunidad, Antonio Lecuona y Hardisson; el director del Instituto de Cultura Hispánica, Alfredo Sánchez Bella; el catedrático de Literatura de la Universidad Central Joaquín de Entrambasaguas y Peña, el delegado del Ministerio de Información y Turismo, Carlos García Gutiérrez; el presidente del Instituto, Isidoro Luz y Carpenter, y Ramón Bela y Armada, Constituida, por primera vez, la asociación cultural bajo la denominación Instituto de Estudios Hispánicos, y con el fin “de fomentar la cultura española e hispanoamericana, exaltar el contenido apostólico y cultural de la hispanidad, y estudiar la presencia canaria en el pasado de la hispanidad”, en sesión celebrada en el salón de actos del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz el 12 de febrero de 1953, la Junta Directiva electa se configuró con la presiden- cia a cargo de Isidoro Luz Cárpenter; vicepresidente, Celestino González Padrón; secretario general, Antonio Ruiz Álvarez; secretario de actas, Juan Felipe Machado García; tesorero, Antonio Ascanio Monteverde, y como vocales Salvador Pérez Pérez, Fernando Carmona Barreda y Gundemaro López-Mora Hernández, además de un elenco de vocales representantes de organismos oficiales, y el obispo de la Diócesis, independientemente de los numerosos miembros de honor aprobados en la segunda sesión del 14 de febrero del mismo año. La fundación oficial del Instituto de Estudios Hispánicos del Puerto de la Cruz y del MACEW se produjo el 28 de marzo de 1953. El memorable acto se celebró en el teatro Topham, “con el escenario engalanado con las banderas de todas las naciones hispanoamericanas”. Se inició con la lectura de la memoria reglamentaria por el primer secretario general del Instituto, Antonio Ruiz Álvarez, para tomar seguidamente la palabra el presidente Luz Carpenter, quien leyó un interesante trabajo histórico “acerca de la obra e influencia de los isleños en América, aportando una enumeración de nombres ilustres que en el nuevo continente tuvieron su asiento y arraigo”. Puso fin al acto Sánchez Bella, quien glosó “de manera maestra el concepto de Hispanidad en su amplio contenido y aludió a la tarea que habrá de asumir el Instituto que se inauguraba en ese sentido de servir de nexo para el mejor entendimiento con los pueblos de Hispanoamérica”. Asistieron el capitán general de Canarias, Carlos Martínez de Campos y Serrano, duque de la Torre; el gobernador civil de la provincia, Carlos Arias Navarro; el rector de la Uni- Fachada principal de la sede del Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias, en la céntrica calle Quintana, 18, de la Ciudad Turística jefe de intercambio cultural del Instituto de Cultura Hispánica, entre otras personalidades y demás miembros de la directiva del Instituto. Hay que reconocer el gran esfuerzo por parte del Instituto en los primeros y decisivos momentos de su arranque, ya que sin recursos económicos y en poco tiempo llevó a cabo una intensa labor cultural, a pesar de la desventaja de no poder invitar a destacados hispanistas residentes en la Península por lo costoso de los viajes, teniendo que limitarse a las visitas de personalidades de las letras y las artes que llegaban a Tenerife, y que en su mayoría eran catedráticos, poetas, escritores y artistas que secundaron asimismo los intelectuales residentes y canarios, con los que se organizaban y consolidaban diversos actos culturales estructurados por la Junta Directiva, muy en particular por su presidente, Isidoro Luz Carpenter, y la eficaz gestión del secretario general, Antonio Ruiz Álvarez, quien, vinculado al mundo universitario y de la intelectualidad, encontró la más decidida colaboración por parte de los catedráticos de la Universidad de La Laguna, logrando así “desplazar la actividad universitaria al Instituto de Estudios Hispánicos”. Así, a grandes rasgos, y a modo de rememoración en su ya sexagenaria vida, fueron los primeros pasos de la Fuentes consultadas: Libros: Guimerá Ravina, Agustín (1991). El hotel Taoro. Cien años de turismo en Tenerife 1890-1990. Hernández González, Manuel (2003). Instituto de Estudios Hispánicos de Canarias 1953-2002. González Lemus, Nicolás y Hernández Pérez, Melecio (2010). El turismo en la historia del Puerto de la Cruz a través de sus protagonistas. Prensa: LA PRENSA, 14-06-2002. Hernández Pérez, Melecio. SOS: ¿Para cuándo un edificio idóneo y digno para la sede del Ins- entidad cultural más importante que ha tenido y mantiene el Puerto de la Cruz a través de su historia como único centro referente de su género en la Islas. Llega, pues, el 60º aniversario fundacional del Instituto en trances de dramática crisis, cuando son palmarias las restricciones de las administraciones públicas que lo sustentan con sus subvenciones, algunas de las cuales las han reducido a valor cero y que, de seguir en esa línea descendente, podría peligrar su sostenimiento y abocar la institución al cierre. Las demás aportaciones corresponden a los socios, los ingresos del curso de español para extranjeros y las esporádicas ayudas de la empresa privada, entre otros de escasa cuantía. Por tanto, cada vez son menores los medios para cumplimentar las prioridades de la programación anual, que forma el cuerpo fundamental de las actividades culturales en todas sus variantes, si no fuera por el más importante de los recursos, el factor humano, que no solo impera en la directiva que preside Nicolás Rodríguez Münzenmaier, secundado por su secretario general, Jerónimo de Francisco Navarro, y la diligente Iris Barbuzano Delgado, sino también por el resto del colectivo integrante, el cual, con generosidad, esfuerzo e iniciativas destaca y colabora significativamente en la participación de intelectuales y artistas que, de forma desinteresada y altruista, contribuyen a mantener con dignidad viva la llama de esta prestigiosa institución que ostenta las medallas de Oro de la Isla de Tenerife y la del Ayuntamiento de la ciudad del Puerto de la Cruz. El acto conmemorativo del 60º aniversario del IEHC y del Museo Westerdahl se celebraba el 27 de marzo, un día antes, por ser el 28 jueves Santo. Consistía en la proyección del documental “Aislados”, de Miguel G. Morales, y a continuación, mesa redonda con el tema “Eduardo Westerdahl, entre amigos”, moderada por el director del MACEW, Celestino Hernández Sánchez, y en la que intervienen Vicente Saavedra, Maribel Nazco y Carlos A. Scharwt. Que no olviden el conjunto de la sociedad y de las entidades vinculadas con el negocio del turismo que la cultura y otros factores hartos reconocidos son incentivos imprescindibles para el sustento y funcionamiento de la industria turística de calidad, único e irreversible sector para la vida socioeconómica del Puerto de la Cruz y de las Islas. tituto Hispánicos de Estudios Hispánicos? LA PRENSA, 26-04-2003. Hernández Pérez, Melecio. Antonio Ruiz y los orígenes del Instituto de Estudios Hispánicos. EL DÍA, 16-09-1971. Ruiz Álvarez, Antonio. Pequeño comentario a unas declaraciones del señor Navarro González. Otros: Memoria-resumen 1953-1958. Instituto de Estudios Hispánicos del Puerto de la Cruz (1959). Memoria del Instituto de Estudios Hispánicos del Puerto de la Cruz, por su primer secretario general y miembro fundador D. Antonio Ruiz Álvarez (1953). 32 jueves, 28 de marzo de 2013, EL DÍA www.eldia.es/laprensa Revista semanal de EL DÍA. Segunda época, número 868 EL ALCOHOLISMO, UNA ENFERMEDAD PROGRESIVA QUE PUEDE CONDUCIR A LA LOCURA O A LA MUERTE PREMATURA Texto: :AldoKokinFinamore Psicólogo especialista en alcoholismo y drogodependencias. COP. T-2208 S i usted consigue parar en la primera cerveza, reciba mis felicitaciones porque muchas personas no lo logran y, lo que es peor, acaban cayendo en el alcoholismo. El alcoholismo es una enfermedad reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y además es una enfermedad que no tiene cura, pero puede ser detenida y controlada. Cualquier persona que tenga serios problemas con el alcohol ciertamente no comenzó a tomar un barril por día. Comenzó lentamente, sorbo a sorbo, de partido a partido, de fiesta en fiesta, hasta llegar a este punto terrible en el que se encuentra hoy. El alcoholismo es una enfermedad incurable, progresiva y fatal que conduce a la locura o la muerte prematura (accidentes de tráfico, homicidios, etcétera.) Las personas que noten que su consumo es diferente al de otras personas no deberían tener miedo de buscar ayuda. En casi todas las ciudades hay grupos de Alcohólicos Anónimos (AA) que abrirán sus puertas y corazones para darles la bienvenida, para acompañarles en una visita o para ofrecerles una buena taza de café. Lo importantes es no tener miedo y no dejar que los prejuicios y perjuicios que puedan tener les arruinen más la vida. En Alcohólicos Anónimos todas las personas tienen los mismos problemas. Si usted puede tomar una cerveza e irse, bien, pero si no se puede tener control sobre la bebida y solo se marcha cuando está bien calibrado, no tenga miedo de buscar ayuda. El alcoholismo afecta a la persona en su totalidad, atacando a su físico, su mente y su espíritu. Si la persona que busca ayuda solo la dirige a una de estas partes, no obtiene resultados. El tratamiento debe incluir los tres componentes. Si usted puede tomar una cerveza sin estar compulsivamente pensando en otra más, no hay problema, pero si al tomar la primera ya está pensando en la segunda, en la tercera o en muchas otras por venir esté alerta. Comience a prestar más atención a sí mismo, haga una comparación con sus amigos. Por ejemplo, pregúntese si se están riendo con usted o si están riendo de usted. No se equivoque, la mejor persona puede hablar con usted es usted mismo. ¿CONSIGUE USTED PARAR EN LA PRIMERA CERVEZA? Pare, piense y reflexione sobre estas pocas líneas y no se avergüence de pedir ayuda. La vergüenza es tener el problema y querer engañar a todos, como si eso fuera posible, cuando en realidad el error más grande es no ser tú mismo. Existen miles de profesionales que pueden ayudar, pero el primer paso tiene que partir de sí mismo. Promesas y juramentos rotos no sirven de nada si la ayuda no viene de dentro. Para el alcohólico enfermo, una cerveza y mil son muy pocas. En Alcohólicos Anónimos se facilita a las personas que llegan nuevas un plegable con doce preguntas para que, a manera de test, determinen si son o no alcohólicas. Muchos no necesitan responderlas porque el dolor y el sufrimiento (el fondo), ya les han hecho efecto y los han traído hasta allí. Otros, al responderlas, casi no salen de su asombro, pues nunca creyeron tener problemas con la bebida. En esas condiciones deciden acudir a las reuniones. Pero hasta allí. Nada más. Muchos de los que llegan se convierten en simples huéspedes creen que todo el programa consiste solamente en tapar la botella y vivir el resto del tiempo abstemios, secos, yendo a reuniones y escuchando lo que dicen los demás, a veces tan confundidos y equivocados como ellos. Alguien puede aceptar que es alcohólico y que puede ser miembro de Alcohólicos Anónimos y decirlo así, sin tapujos, pero sin sentirlo, porque una cosa es decir que se es alcohólico y otra bien distinta sentirse que lo es. Ahí está la gran diferencia entre el decir, el ser y el hacer. Se acepta la enfermedad pero no se acepta el programa espiritual de recuperación: “Los Doce Pasos”; la nueva forma de vida de AA. Muchos siguen rebeldes, no se rinden, y hasta siguen buscando fórmulas más fáciles y cómodas de salir adelante. Pero casi siempre lo pagan caro porque reinciden. Cuando uno ha tocado fondo, cuando se ha visto casi al borde de la muerte, cuando ya ha perdido todas esperanzas y posibilidades y cuando ya se han agotado todos los recursos, entonces es cuando se dispone a hacer cualquier cosa que sea necesaria para que acabar con la inclemente obsesión, para salvar su vida. De lo contrario se queda en AA sin beber, vegetando, estancado, sin hacer nada, incomodando, molestando, hasta que llega un remolino emocional y se lo Aunque se la considera una ENFERMEDAD INCURABLE, puede ser detenida y controlada El tratamiento se dirige a la parte FÍSICA, MENTAL Y ESPIRITUAL de la persona lleva nuevamente. Espero que su caso no sea así. Y aunque sea así, todavía tiene oportunidad. Sincérese, bájese del pedestal en donde se encuentra, admita humildemente su condición y pida ayuda. Tenga la seguridad de que la va en- contrar. ¡Pero pídala! Lo primero que una persona tiene que hacer para superar un problema es admitir que lo tiene. Y todos los seres humanos tenemos problemas, de cualquier clase, pero los tenemos. Segundo, pedir la ayuda. Solo es muy difícil, por no decir que imposible, sobre todo en el caso del alcoholismo, salir adelante. Por eso acudimos al médico, al psicólogo, a Alcohólicos Anónimos, al consejero, al padrino, a alguien que nos oriente y ayude. Y tercero, hacer lo que nos dicen. La acción del programa de Alcohólicos Anónimos le ha dado resultados positivos a más de cuatro millones de hombres y mujeres en el mundo que hoy viven, tranquilos, felices y útiles, gracias a su trabajo con “Los Doce Pasos”.