2. conceptos mentalistas y practicas ideologicas 37

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2.
CONCEPTOS MENTALISTAS Y
PRACTICAS IDEOLOGICAS
La historia reciente de-la psicología ha. sido la histo-~v
ria de la contraposición de múltiples formas de conceptos mentalistas ante el intento objetivo de construir una
ciencia genuina del comportamiento, y en especial, del
comportamiento humano. E l conductismo, como la filo- j
sofía especial de esta ciencia, se ha constituido, no sólo
en la formulación teórica general que respalda este esfuerzo por articular una descripción y explicación objetivas de la actividad de los hombres concretos, sino que,
como consecuencia de una tradición preñada de dualis- /
mo, el propio conductismo ha reflejado en su interior dichas contradicciones conceptuales.
E l dualismo,_se ha constituido^enla doctrina oficial
del comportajnjgnto humano, desde que Descartes formalizó la hipóstasis cristiana del alma aristotélica. Como afirma Ryle (1949), al comentar sobre el dualismo nacido de
Descartes, «...con las dudosas excepciones de los idiotas
y los infantes en brazos, cada ser humano tiene un cuerpo
y una mente». Describiendo esta doctrina oficial prosigue,
«...los cuerpos humanos están en el espacio y están sometidos a las leyes mecánicas que gobiernan a todos los demás cuerpos en el espacio. Los procesos y estados corporales pueden ser inspeccionados por observadores exter-
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nos... pero las mentes no están en el espacio. La actividad
de una mente no es testimoniable por otros observadores;
su carrera es privada. Sólo yo puedo tener conocimiento
directo de los estados y los procesos de mi propia mente.
Una persona, por consiguiente, vive a través de dos historias colaterales, una consistente -en lo que pasa en y a su
cuerpo; la otra, consistiendo en lo que pasa en y a su
mente. Lá primera es pública, la segunda privada» (p. 11).
Esta doctrina • es, con toda justeza, denominada por
N Ryle el mito del fantasma en la máquina. Aun cuando el
/ problema puede abordarse desde • la perspectiva de la ló¿- gica de las categorías lingüísticas empleadas en la descripción de los eventos y relaciones denominadas cuerpo
ly mente o materia y espíritu, él problema no se reduce
\a una cuestión de lógica de la ciencia o epistemología exclusivamente.
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Ryle, señala que ésta doctrina dualista «...es un gran
error y un error de tipo especial. Es, a saber, un error
categorial. Representa los hechos de la vida mental como
si pertenecieran a un tipo o categoría lógica (o rango de
tipos o categorías), cuando en realidad pertenecen a otra.
E l dogma es por consiguiente un mito filosófico» (p. 16).
No sólo eso, sino que al identificar a cada una de las dos
instancias de la dualidad con las aproximaciones filosóficas tradicionales, el materialismo y el idealismo, se pretende discutir en el plano de las sustancias lo que tons
tituye, en esencia^ un problema de categorías..Ryle conti
núa expresando que «...la creencia de que existe una opo
sición polar entre Mente y Materia es la creencia de que
son términos de un mismo tipo lógico... Tanto el Idealis
mo como el Materialismo son respuestas a una pregunt;i
inapropiada» (p. 22). Presupone esta cuestión que la exis
tStigfa, como'categoría lógica, de eventos, diferentes, tiene
una acepción genérica única.
Esta confusión categorial es, en efecto, importante, en
tanto establece la posibilidad lógica de diferentes formal
38
af)¿fcti6.f€
*¿
de existencia. Sin embargo, es una confusión que es ubicable sólo en la medida en que las categorías de existencia son categorías reductíbles o que corresponden a niveles empíricos de -descripción. E l materialismo tradicional redujo o formuló el concepto de materia (o cuerpo)^ '.
, precisamente a las categorías de ía Mecánica Newtoniana.
La materia en general se identificó con la categoría física
de materia, es decir, la materia corpórea. Pero, si se toma
la .distinción materia-espíritu, no como_mia_djsj^ncüm^ca- ^
tegoriaí de existencia, sino~~3e propiedades jle lo existeji; ^y.
te, el problema mente-cuerpo rebasa el problema mera-, ^
menFe lógico señalado por Ryle. La cuestión no se restrin-^ ^
"ge a la congruencia lógica del lenguaje con que descri- "
bimos los eventos materiales y. «mentales», sino, que h a y ^
que abordar, desde la perspectiva de que ambos tipos de ^.
eventos existen, en gue^onsiste jujexistencia y cdmo_sus^
propiedades se constituyen en la forma de relaciqnes_diferenFés~dé~ToTque como «corporeidad» se da en un solo
nivel.
v
Tradicionalmente, las.. relaciones entre lo existente se
reificaron^en^la forma de sustancias o cosas (materia, espíritu o mente, flogisto, energía vital) y el problema se formuló como necesidad lógica de explicar las relaciones de
subordinación y las interacciones entre .dichas sustancias
o relaciones corporeizadas, objetalizadas. Así, el materia- )
lismo e idealismo tradicionales se proponían demostrar la
prioridad de una u otra sustancia, o en el mejor de los ca- /
sos, cómo se relacionaban entre ellas. La psicología, fue ¡
la~disdpTmXqu¥Tíel^a óT^iñ~el propósito del análisis em- ]
pírico, esta última obligación lógica como razón de ser.
j
Pero en el momento en que la discusión sobre diferentes existencias se hace a un lado, y se_acepta_que^ todo »
lo existente se da en un mismo nivel categorial (materia- \
Rimo moderno)? operan dos cambios fundamentales:
l)"^La~materia como categoría no subordinada a otra
existencia trascendente a ella, no se iguala con una de
f
39
sus formas, tradicionales de presencia, es decir, la materia
física. Materia es idéntica a existencia.
2)~ La materia como categoría genérica de existen* la,
tiene que "ceder su lugar a otras categorías diferenciales
que permitan lógicamente articular el conocimiento de
las diversas formas en que, lo que existe, se desarrolla en
la forma de relaciones no reductibles a una sola de cjlas.
Así, surgen ires nuevas ciencias eríloT"fiñaTes del siglo \ i \,
que aun cuando, con una problemática enraizada todavía
en la mitología dualista, comienzan a sentar la base del
reconocimiento de nuevas formas de relaciones materia
les, y por consiguiente, objetivas, .en.la.reaJidad._dc_lo_ejdstente. Es la aparición de la biología (Darwin), la psicología (Pavlov y Wátson), y la ciencia de las formacionei
sociales (Marx).
Se entiende, en este contexto, que no hay misterio al
guno en que, en el caso de la psicología, los primeros ln
tentos materialistas no hayan superado el dualismo origl
nal, y que, por consiguiente, hoy día, dicho dualismo peí
manezca disfrazado de m i l j o m a ^ o r m á s (los a n á l o g o s me
cánicos, cibernéficos, químicos, matemáticos, etc.). Todo
intento deformulación
materialista de lo «mental» <> psl
cológico, se expresó como la localización de lo mental
en lo biológico, o como la localización de dónde lo men
tal interactuaba con lo biológico. La categoría de materia
"subyacente era (y es) todavía una categoría reducliv.i a
To físico. No tiene nada de extraño que esto ocurriera, puei
como lo señala correctamente Ryle, «...cuando se acuñó
te^alabra "psicología", hace doscientos_añps_, se suponía
que la leyenda de los dos mundos era cierta. Se suponía,
en consecuencia, que dado que la ciencia newtoniana ex
plica (se pensó, erróneamente) todo lo que existe y ocurrí
en el mundo físico, habría y debería haber sólo otra cien
cia contraparte que explicara lo que existe y ocurre en el
postulado mundo no físico... La "Psicología" era el título
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supuesto para el único estudio empírico de los "fenómenos
mentales"» (p. 319).
La doctrina oficial del dualismo, cuya historia se remonta a Platón en contraposición a Aristóteles, tuvo de
este modo un papel determinante en las modalidades que
adoptó el estudio científico del comportamiento. Después
de la aparición formal del conductismo, como una filosofía de la ciencia que intentaba superar el dualismo-privativo en la psicología, el dualismo adoptó nuevas formas.
Una, el conductismo metodológico ontológicamente dualista. Otra, el conductismo metodológico epistémicamente
dualista.
El primero, supone que- existe la conducta como instancia física, objetiva, de lo biológico,
que constituye,
por consiguiente, un objeto legítimo de estudio de la psicología. Sin embargo, no es lo único que existe, pues además hay un mundo subjetivo de percepciones, sentimientos, cogniciones y otros eventos que es necesario incluir.
La psicología se convierte de esta manera en el estudio
de cómo este mundo interior se expresa al mundo exterior. La conducta constituye el indicador externo de este
mundo interior, subjetivo e inmensamente más^rico. La
conducta es el testimonio objetivo de ese mundo privado.
El segundo conductismo metodológico j-emmcia a Ja
visión de dos mundos, pero supone, sin embargo, que en
ese único mundo^los; eventosjsdío^ dene^n^xistejicia en la
forma descritajDor la física^Lo material, como existencia,
sólo existe, no en tanto físico, stno comolojisico. De este
móHoT^se mundo subjetivo al que tenemos acceso privado sólo como sujetos, es en realidad un mundo de eventos físicos, al que sólo podemos entrar indirectamente,
mediante la inferencia a partir de los datos públicamente
verificables del comportamiento externo, de las medidas
parciales que nos procura la ciencia biológica, o de las
formas consensualmente validadas de referirnos a dichos
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eventos privados. Lo psicologico.es reductible a lo físico,
y por consiguiente, a explicaciones-de tipo mecánico (aun
cuando las máquinas actuales son más complejas y contienen nuevas formas de movimiento de lo físico, como lo
son los procesos-electrónicos de los sistemas cibernéticos).
Como no es nuestro propósito profundizar en los M
pectos relativos a c ó m o las formaciones ideológicas de leí
minaron históricamente las distintas formulaciones del objeto de estudio de la psicología, e inclusive la J e g i t i m i d a d
misma de esta ciencia, sino solamente señalar que existe
como uña coñstiinté~dicha
determinación
en la doctrina
oficial del dualismo, no abundaremos m á s sobre el p a i i i
cular.
" Es nuestra intención, sin embargo, hacer, hincapié, en
otras formas de relación entre la psicología, como una disciplina científica (en proyecto o evolución) y las formaciones ideológicas sociales. Nos limitaremos exclusivamente
a un señalamiento general, pues un examen detallado y
comprensivo requeriría de un esfuerzo que rebasa a todo
intento que inicia por ubicar simplemente la problemática implicada.
La doctrina oficial del dualismo ha impedido que se
manifiesten con claridad dos vinculaciones de las representaciones ideológicas con la psicología:
1) La manera en que el dualismo ha impregnado y
permeado l^s_jqrinas_Jdfi.ológicas que. se derivan del conocimiento científico, es decir, las concepciones no cien
tíficas que a nivel social se sustentan en la ciencia. A esto
lo denominaremos ideología científica, pero a diferencia de
Althusser (1975), no lo circunscribiremos a la «filosofía espontánea del científico», a la que ya hemos hecho alusión
en lo previamente examinado, sino que nos referiremos al
pj2ducja_djja_actiyidad del científico, que modifica o ej
incorporada a las formaciones ideológicas de una sociedad
determinada. .
.
42
2)
L a l e j ¿ d m i d a d misma de que las^formaciones ideo
lógicas, en tanto prácticas materiales de los individuos concretos, sean objeto _de estudio científico de la psicología.
Pasemos a examinar estos problemas, aun cuando sea
en forma por lo demás general.
Mencionamos en "primer término "que la psicología, no
sólo es determinada por las representaciones ideológicas,
sino que en la medida en que constituye, como toda, ciencia o proyecto de ella, un modo social de conocimiento^
contribuye a la formación, modificación o consolidación
de las representaciones ideológicas. La historia de la ciencia, muestra cómo ésta ha estado, en ciertas épocas, en
conflicto abierto con las verdades sociales, establecidas,
verdades sociales que representan una concepción del mundo, de lo que existe y del papel del hombre y la sociedad
en esa realidad. E l conflicto entre ciencia y._5oeiedad ha
emergido cuando la^ideologjajroduc|da_pqr la ciencia, en
vez de consolidar las concepciones del. mundo^ícPde pan
te de él) vigentes, ha cuestionado su legitimidad empírica;
y ha amenazado, por consiguiente, con alterar las formaciones ideológicas en vez de sustentarlas o consolidarlas.
La ideología científica lo es en la medida en que constituye IT "contribuye a la formulación "social de una representación del mundo, y por ende, del papel del hombre
en ese mundo. No hay pues una contraposición, para nosotros, entre ciencia e ideología, sino más bien en la naturaleza del sustento que da. origen y mantiene a lasjformaciones ideológicas: No sólo la ciencia no es inmune_a_
la. ideología^sino que tampoco la ideología es independiente de la ciencia. Ambas se determinan e influyen recíprocamente como modos sociales de conocimiento. Los episodios protagonizados por Galileo, Darwin, Marx y otros,
ilustran con toda nitidez la contradicción que emerge entre ciencia e ideología en tanto ambas son factores cgmunes de unajmisma formación socialcte^oñoHmientQ^/j
!4, El proceso de superación del conflicto entre formaciones
ideológicas sociales no se da necesariamente con la superación
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. En el caso de la psicología, después de la incorporación
ideológica del psicoanálisis, que nunca se desvinculó del
dualismo oficial, el conductismo representa este momento
de inicio de las contradicciones en las formaciones ideológicas sociales: la ciencia o-su proyecto construye ideología que se aparta y opone a la ideología dominante. La
contradicción se resuelve gradualmente de dos maneras
posibles: o se anula la legitimidad del proyectó y se le rein/ corpora hispotasiado en la ideología vigente; o bien, ésta
nueva ideología transforma parcialmente a la ideología existente, hasta que al darse las condiciones sociales apropiadas, -se convierte a su vez en ideología «oficial». E l si- glo xx, y por consiguiente nosotros, somos testigos dé este
proceso ideológico sin conclusión todavía en lá psicología.
' - La psicología es cqnductista toda ella, o bien porajjejq es
eji_sentido estricto, q bienjporque se le combate en forma
ya sea directa o encubierta. E l conductismo, y las variantes que bajo su nombre han emergido, son el escenario del
conflicto entre las formaciones sociales ideológicas respecto al papel y determinación de la actividad concreta de los
hombres concretos en la naturaleza y la sociedad .
Hay pocos escritos en relación al análisis-de esta pro5
de las formas estructurales de la sociedad que Ies dio origen —el
modo de producción. Un ejemplo ilustrativo de esto es la permanencia de la ideología cristiana ante diferentes formas de estructura social, y en contradicción con las ideologías científicas y no
' científicas generadas por estas formaciones sociales. La plasticidad
ideológica del cristianismo constituye, sin lugar a dudas, como pcu
rre._C.0_n todas las grandes religiones por ejemplo, no un simple
problema de interpretación también ideológica, sino un motivo de
estudio científico en lo colectivo y en lo individual.
5. Comentario aparte merecen aquellos "lissenkianos" de 1.a
, psicología y la ciencia social, que confunden la determinación y
! existencia material de la ideología con las formulaciones economifj cistas, historicistas e incluso ¡geográficas! del problema de la de/ terminación de la "subjetividad" del ser humano. Para estos proi fetas del nuevo dogma, el conductismo no da otro horizonte con\ ceptual más que el de ser un producto ideológico del pragmatismo
- j filosófico del imperialismo norteamericano. ¡Marx se apiade de
j ellos!
;
44
blemática. Cabe aquí destacar el examen que realiza Sampson (I98i) sobre el significado ideológico de las aproximaciones- cegnoscitivistas en psicología. Tomando como
base cuatro problemas (la interacción sujeto-objeto, la objetividad, de la realidad, lá reificación psicológica, y el in/ t é c n i c o del conocimiento), Sampson demuestra el
.ter esencialmente ideológico de diversas formulacio?Ts cognoscitivistas de la problemática psicológica, nqjm
Tanto los datos empíricos que las acompañan o fundamenta sean en sí engañosos, sino en la medida en que las premisas y conclusiones que los contextúan trascienden dichos datos. Resumiendo sú análisis, dice que «...específicamente, si los problemas observados yacen en las reducciones duales de individualismo y subjetivismo, el reme,
dio, en parte, requeriría lá adopción de una psicología no
reduccionista» (p. 739).
t e r e s
El análisis crítico esbozado por Sampson de la llamada psicología cognoscitiva, podría extendérsela otras "formas conceptualización dualista con resultados semejantes,
vbgr., las teorías de rasgos, las teorías basadas en modelos analógicos de procesamiento de información, las teorías psicobiológicas de la ""conducta, y otras más. En todas ellas, siempre trasluce una determinación del comportamiento que radica en el interior del propio sujeto u organismo y que es relativamente fija e inmune a las características del ambiente exterior. Las relaciones con dicho
medio se. objetalizan como procesos nerviosos o mentales supuestos que, a la vez que se infieren del comportamiento en interacción con el ambiente, se consideran su
causa primordial.
Un segundo punto de suma importancia en lo que toca
a la relación entre la psicología como productora de ideología y las formaciones sociales ideológicas vigentes es
¿en qué medida pueden desvincularse dichas formaciones
ideológicas de las prácticas concretas de los individuos en
sociedad?
45
Hasta la fecha, el examen sistemático de la idgctogía
ha limitado a la ciencia social ( p o l i t o l o g í a ^ g ^ ^ ^ g í a
;toria, antropología), en la medida en querfj j , j i o g í a
se ha concebido como la articulación de una s> . i .
-xie oe r<-laciones sociales' en la estructura básica provisti.
modo de producción particular (Gramsci, 1967; L u .
i
y Serení, 1973). No obstante, es necesario señalar q u \ ¿\
chas formaciones sociales, descritas como.relaciones i
lógicas, constituyen conceptos que señalan un nivel de _
tracción que trasciende el comportamiento de los indivi
dúos envueltos en dichas relaciones. Las relaciones abstraídas toman como objeto concreto de. análisis a la sociedad en su conjunto, en cuanto.campo interdependiente
de determinaciones en lo histórico y lo sistemático. Este
análisis, no excluye, sin embargo, la posibilidad, la nece| sidad, subrayaríamos, de un examen cujdadqso de cómo
[ esas formaciones sociales se manifiestan y expresan cu l a s
( p r á c t i c a s sociales de los individuos concretos. La ciencia
social, aun cuando reconoce la problemática del individuo, no puede abordarla por su misma naturaleza y objeto. E l individuo concreto, para la ciencia social, no constituye m á s que una abstracción de una de las bases materiales sobre las que se edifican las relaciones sociales.
Luporini (1973), al tratar esta cuestión, señala que
«...los "hombres" de Marx (en cambio), se encuentran siempre dentro de las "relaciones sociales", aunque éstas u¡ad
creadas por ellos (por su trabajo: el hombre hace su propia historia, < etc.). Los individuos están inicialmente con
dicionados y determinados por tales relaciones antes de
poderlas modificar, eventualmente y dentro de ciertas con
diciones. E n otras palabras, nunca encontramos a los
hombres sueltos. Sin embargo, esto no significa que c! m
dividuo sea disuelto en sus "relaciones sociales". Todo l<>
contrario: esto significa que el problema del individuo
humano no es simple y puede ser planteado corree-lamen
te s ó l o a partir de la situación indicada... (los individuos
>
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u
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v
46
n
1
humanos) ...se trata evidentemente de una abstracción,
pero de una abstracción necesaria, científica, que es legitimada por el hecho de que de cualquier manera los "individuos humanos vivientes" existen efectivamente. Con las
palabras "individuos desnudos" quiero significar la abstracción m á s general correspondiente a esa realidad, vale
decjír, el hecho, de que todo hombre, en cualquier relación
erí que se encuentre, debe ser al menos o también contabilizado prácticamente como uno... Es por tanto' una noción muy simple y evidente... la noción es potentísima con
respecto a las "ciencias humanas", respecto a las cuales, es
tan funcional como respecto a las ciencias biológicas...»
(P- 42).
" . "
De esta cita puede desprenderse lá complementariedad,
e incluso la necesidad, del análisis de la práctica social
individual respecto del examen de las características generales de las relaciones que definen a una formación social particular. Partiendo de la base de que las prácticas
individuales concretas no pueden aislarse ni genética ni
contextualmente del sistema de relaciones sociales en que"
se dan, debe subrayarse que eJ_estudio científico de dichas
' prácticas individuales, en lo que toca a los procesos de.su
transmisión y reproducción, cae, fundamentalmente bajo
la cobertura de la psicología.
Consideramos que sólo de una aproximación conductista, que haga hincapié en el estudio objetivo de la interacción construida del individuo con su medio social,
puede esperarse la posibilidad de aprehender el proceso
de esta construcción individual de la práctica social. L a
subjetividad se reduce al proceso idiosincrático de individuación de esta práctica, y no a un supuesto reflejo o
reproducción espiritual de las formaciones ideológicas sociales y su sustento estructura en un modo de producción
particular. De otro modo, la ideología se mantendrá, en lo
que toca a las prácticas sociales de los hombres concretos, en el nivel de la pura abstracción ,o como ha venido
47
ocurriendo a la fecha, como la reificación de una subjetividad que, constituida, en reflejo mecánico de lo social,
se erige en causa hipostasiada de esa práctica.
3.
TOPICOS Y CONCEPTOS EN LA TEORIA
DE LA CONDUCTA
6
REFERENCIAS
Louis: Curso dé Filosofía Marxista para Cien
México: Diez, 1975.
G R A M S C I , Antonio: La Formación
de los Intelectuales. Me
xico: Grijalbo, 1967:
L U P O R I N I , C : Dialéctica Marxista e Historicismo. En ('.
Luporini y E . Sereni (Dirs.), El Concepto de Forma/ton
Económico
Social. México: Grijalbo, 1973.
— y S E R E N I , - E . : El Concepto de Formación Económico So
cial. México: Grijalbo, 1973.
R Y L E , Gilbert: The Concept of Mind. Nueva York: Bai
nes & Noble, 1949. .
Z
S A M P S O N , Edward E . : Cognitive Psychology as Ideology,
American Psychologist, 1981, 36, 730-743.
ALTHUSSER,
tíficos.
En la actualidad, nadie argumentaría en contra del papel fundamental que desempeña la teoría en -el desarrollo
y construcción de la ciencia. "No obstante, la- psicología, yen este caso me refiero a "la psicología conductista, difícilmente-puede plantear la existencia de un cuerpo de
conceptos y definiciones coherente y sistemático, capaz
de cubrir el rango completo de fenómenos comprendidos
bajo la denominación de ~ conducta . Si la consideramos
como la teoría desarrollada desde que Watson anunció
formalmente el nacimiento de la nueva ciencia en 1913, se
trata del tipo de teoría en que no estamos interesados. En
este respecto, el análisis realizado por Skinner (1950) sobre las teorías del aprendizaje en boga entre los cuaren7
6. Una versión inicial de este manuscrito fue leída en la Sexta
Reunión Anual de la Association for Behavior Analysis, en Dearborn (Mich.), EE.UU., mayo de 1980. Deseo expresar mi reconocimiento por la lectura cuidadosa que hicieron de este manuscrito
J. R. Kantor y Sidney W. Bijou, y sus valiosas recomendaciones
para mejorarlo.
7. Hago referencia al movimiento conductista enmarcado por
la teoría del condicionamiento así como al denominado conductismo social. La psicología interconductual, tal como la formuló
Kantor no se ajusta a esta crítica. No- obstante, aun cuando proveía las condiciones necesarias para el desarrolló de una teoría de
la conducta, no fue tan influyente Como los enfoques basados en
el condicionamiento.
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