ADOLESCENTES Y TIEMPO LIBRE, CLAVES Y ESTRATEGIAS Dra. M. Àngels Pavón Ferrer Estructura de la presentación 1. Análisis de posibles motivos de la desmotivación de los jóvenes en los espacios de tiempo libre educativo 2. Protagonismo y participación, posibles estrategias 3. Posibles criterios para las actividades de tiempo libre dirigidas a los jóvenes 4. Competencias de los educadores que trabajan con los adolescentes Si profundizamos en la realidad actual sobre el tiempo libre y los adolescentes en nuestro entorno, encontraremos grandes cambios en los últimos años: la incorporación de las nuevas tecnologías en la cotidianidad de los jóvenes, el cambio en los hábitos de consumo, diversidad y multiplicidad de ofertas en el tiempo libre, la incorporación de la metodología y propuestas habituales en el tiempo libre en otros ámbitos como el escolar o las empresas comerciales. Conjuntamente aumenta la reivindicación por sectores de familias de propuestas alternativas: el movimiento "maker", de aprender a partir de hacerlo, el juego dentro del espacio familiar, el turismo activo... Así lo muestran los estudios de familias implicadas en la educación... Son claras tendencias que influencian la propuesta que desde centros juveniles, esplais y sectores del tiempo libre de iniciativa social observan y viven, y ante las cuales deben dar respuesta. Demasiado a menudo oímos comentarios desde el sector: "es que los adolescentes se cansan, no saben mantener un compromiso", "se cansan de todo, ya no les sorprende nada" "nosotros siempre hemos sido esplaieros, y ahora nuestro hijo no quiere ir al esplai, prefiere quedarse con la maquinita", "es que las colonias ya no son como antes: que si inglés, que si informática, que si danza... antes con cuatro tiendas y un río, era suficiente"... Demasiado a menudo lo oímos para pensar que nada ha cambiado. Tener nostalgia por ese pasado, no tan lejano, seguro que no nos ayuda a encontrar vías de encuentro con el adolescente y el joven. 1. Análisis de posibles motivos de la desmotivación de los jóvenes en los esplais de tiempo libre educativo Es evidente que la oferta de qué hacer en el tiempo libre ha cambiado mucho en los últimos años. Los tiempos en que el esplai era el único espacio creativo y lúdico posible para el adolescente está muy lejos, y por tanto los objetivos iniciales de aquellas plataformas de propuesta positiva en el tiempo libre de los adolescentes han cambiado mucho. La calle era la única alternativa que competía con el esplai..., eran espacios también de libertad menos habitual en las familias, la única oportunidad de dormir fuera de casa con los amigos, la oportunidad de salir sin la vigilancia de padres... Estarán de acuerdo en que las fiestas pijama han avanzado hasta los 8 años, que la posibilidad de salir y la flexibilidad de horarios ha cambiado, y que no hay centro comercial que no ofrezca talleres, manualidades o rocódromos improvisados todos los fines de semana mientras la familia compra. La forma de contactar con amigos ha cambiado, y con un móvil en la mano puedo tener un promedio de 500 o 600 amigos con los que tener contacto casi de inmediato. Existe una multiplicidad de oferta de consumo de tiempo libre, de "usar y tirar”. Según los estudios de perfiles de jóvenes actuales podemos hablar de algunos rasgos comunes en su tiempo libre. Denominaremos a la generación de la que hablaremos "postmilenial". ¿De dónde surge el término? Se conoce como Milenial o Generación Y a los que llegaron a la mayoría de edad durante la primera década de este siglo. Nacieron entre 1982 y 1992 y crecieron en un entorno de prosperidad y de aparición de las nuevas tecnologías. La revista Ad Age utilizó por primera vez este término para diferenciar una generación bien formada, que se mueve por vocación y con una elevada autoestima. Se ha denominado post-milenial al universo de los chicos y chicas que nacieron entre 1997 y 2000 y que llegarán a la mayoría de edad en esta década. Otros autores los denominarán Generación Z o con otras terminologías, ya que aún no hay consenso y disponemos de diferentes términos. Pero como son los adolescentes actuales, hablemos de algunas cifras extraídas de los estudios consultados 1. Me propongo hacer un perfil a partir de los estudios de proximidad realizados que nos den una idea de conjunto que nos pueda dar pie a encontrar estrategias adecuadas de intervención desde el mundo del tiempo libre - Son nativos digitales pero no más digitales que el resto de la sociedad El 46% de los adolescentes se conecta cada día a las redes sociales. El 64% considera que los recursos de internet son útiles para su futuro. Pero hay que tener presente que la población de entre 14 y 55 años se conecta cada día a las redes sociales en un 66,3%. Por lo tanto, probablemente, no se trata de una "dependencia" únicamente de los jóvenes, como a veces se culpabiliza, sino de toda una sociedad en cambio. Probablemente la diferencia entre, por un lado, jóvenes y adultos, y por el otro, los adolescentes, se debe a que el menor acceso del segmento “más jóvenes” es el acceso más limitado a los Smartphones. Así, con los datos de los jóvenes de entre 12 y 16 años el hecho de ser nativo digital no implica un mayor uso de internet y de las redes sociales respecto al promedio de los que se encuentran entre los 14 y los 55 años. - Son pesimistas respecte al futuro de la sociedad: - Un 50,2% de los adolescentes ve el futuro incierto. Pero creen en sí mismos, en el valor del esfuerzo para cambiar la situación, de hecho creen que su futuro personal no será tan pesimista como el de la sociedad en general (esto lo valora un 81,1% y un 78% piensa que puede superar las dificultades y encontrar sus aspiraciones). Un 56% asocia ser autónomo a adquirir responsabilidades y a ser responsable de sus actos, por encima del 15%, que piensa que es irse de casa de los padres o el 2%, que entiende que es formar una familia, o el 5% que opina que es hacer lo que uno quiera. Un 72% tienen claro qué quiere hacer después de la ESO (61% cursar bachillerato y carrera, un 18% formación profesional, 8% aprender un oficio fuera de la FP y un 3% ponerse a trabajar). Y ese futuro, cómo lo valoran: El 34% tiene un perfil familiar, sus aspiraciones se relacionan con tener una familia y tienen menos interés en estudios superiores. El 29% piensa que sus aspiraciones están enfocadas a formarse y tener un buen trabajo y un 37% tiene aspiraciones más vocacionales y centradas a hacer lo que les gusta. - - - 1 Fundación Adsis, (2013). El futuro empieza Hoy. Estudio de conclusiones. Acceso abierto en la red: http://www.fundacionadsis.org/ Gonzalez Anleo y otros (2010). Jóvenes españoles 2010. España-Ediciones SM-FSM: Madrid A partir de estas conclusiones, que nos conducen a un perfil del adolescente actual en relación con su presente y con sus aspiraciones de futuro, nos centramos en su realidad del tiempo libre respecto a los cambios acaecidos en los últimos años. Algunas conclusiones extraídas desde el trabajo diario con adolescentes nos llevan a hablar de dos irrupciones principales en la última década: - La introducción del tiempo libre online en la cotidianidad de los adolescentes y de sus familias conduce a realidades donde no hay espacios de aburrimiento ni en blanco. Si estoy en casa y no salgo, siempre tengo la posibilidad de estar conectado: redes sociales, juegos online... Llenan horas y horas en que no hay espacio en blanco o de búsqueda de alternativas a estar fuera de casa. Las propias familias viven esta realidad de una forma contradictoria. Por un lado, les da espacio de tranquilidad: están en casa y no tienen que sufrir por el peligro que representa la calle, disminuyen las discusiones respecto a cuestiones como horas de llegada o personas acompañantes, es un ocio muy económico. Este control del espacio y la actividad implica no tener que preocuparse en algunas horas por posible consumo de alcohol, tabaco u otras sustancias... De forma contradictoria, algo les indica que tantas horas "enganchados" pueden no ser positivas (de una forma muy ambigua, la intuición nos conduce ahí, pero sin grandes argumentaciones) y que el aislamiento familiar aumenta (no nos discutimos, pero no hablamos). La vivencia se realiza desde la gran brecha que supone las diferencias entre cómo era el tiempo libre de los padres versus el tiempo libre de los hijos. - El consumismo como una propuesta de tiempo libre. Cuando salimos de casa, los espacios de encuentro y de tiempo libre suelen estar enfocados a espacios de consumo: centros comerciales, multisalas, "salir de compras"... Es lugar de encuentro y de estancia. Muy lejos de espacios naturales y bastante lejos de alternativas que no pasen por "gastar" y comprar ocio. La introducción a estos espacios de consumo se inicia desde edades muy tempranas, ofreciendo tardes de fin de semana que incorporan espacios de "canguro" gratuito mientras los padres compran, o actividades con apariencia alternativa y creativa que pasan habitualmente por la compra de un determinado producto o patrocinio de una marca determinada. Son innumerables las posibilidades de tiempo libre de consumo: coches que van solos por el centro comercial, rocódromo al lado de las principales cadenas, parques infantiles integrados en la arquitectura del propio centro comercial, pintar caras o hacer manualidades... Todo ofrecido desde la "compra" de la actividad; y educados desde pequeños hasta llegar a la etapa adolescente. Es una oferta familiar, para contentar a todos los miembros de la familia, a pequeños a mayores y a adolescentes... Posibilidad de tardes sin discusión de dónde ir... Pero se puede hacer un planteamiento más allá de esto, se puede hacer crítica a esta apuesta... ¿Qué alternativa puede suponer la educación en el tiempo libre que proponga un proyecto diferente para los chicos/cas y para sus familias? Ante estas irrupciones en el campo del tiempo libre, hay que hacer el análisis de posibles motivos de la desmotivación de los jóvenes en los espacios de tiempo libre educativo. ¿Qué ofrecemos? Compromiso y continuidad, ante puntualidad y oferta "a la carta" del momento. Ser pasivo ante la oferta versus tener que construir conjuntamente la oferta. Ante el lujo y el consumo, la austeridad de la propuesta. Ante la falta de espacios en blanco, para poder embelesarse, "pasar tiempo", espacios para la posible creatividad y construcción. Comodidad versus esfuerzo y motivación. Es necesario, pues, perseguir algunas estrategias que permitan a los adolescentes hacer una apuesta por una propuesta de continuidad, que les implique personalmente a ellos y a su esfuerzo, que priorice la creatividad y que se alargue más o menos en el tiempo a partir de mantener intereses compartidos. El punto de partida es complicado, tal vez si hablamos del punto de llegada, del objetivo a alcanzar, conseguiremos entender algunas claves que nos puedan ayudar. ¿Cuáles son nuestras "herramientas" para poder romper estos elementos clave con la "competencia" en el tiempo libre que se genera? La posibilidad de construir relaciones auténticas, perdurables en el tiempo. La creación de grupos cohesionados que aporten, desde la diversidad de las personas, un espacio de aceptación personal para compartir experiencias y vida. Serán relaciones no basadas en el aquí y el ahora, sino que integrarán a la propia persona desde sus posibilidades, pero también desde sus carencias. Esto es un imán muy potente para el adolescente, pero difícil de construir. Que implica tiempo, acción y propuesta educativa. Pero, una vez construido, solidifica nuestro compromiso con el centro de tiempo libre. Posibilita experiencias alternativas, que puedan contactar con algunos de los valores que estos jóvenes mantienen. Los estudios nos hablan de adolescentes y jóvenes sensibles al dolor y abiertos a la solidaridad. La propuesta de un tiempo libre educativo marcadamente comprometido con causas sociales, ambientales o solidarias en general. El deporte no competitivo, como fórmula de juego y de disfrutar en grupo. La obertura a espacios de creatividad y de experimentación: la música, el teatro, las artes plásticas, que abran espacios en la construcción para uno mismo. El contacto directo con la naturaleza y la vivencia de entornos poco presentes en el día a día. La experiencia de contemplar la naturaleza de una forma distinta y directa. Probablemente estos cuatro ejes están presentes en cualquiera de los proyectos educativos de tiempo libre de cualquiera de los centros con los que trabajamos. Pero ¿por qué no llega la propuesta, si es válida en la vida de los adolescentes y jóvenes con los que queremos trabajar? Seguramente debe haber diferentes motivos, sólo me atrevo a señalar algunos de ellos: Implica un esfuerzo de ponerse en marcha, de salir de nuestra área de confort y seguridad, de la facilidad de la "play" y del sofá... y eso cuesta, a los jóvenes y a los mayores. ¿Qué provecho saco? Aquí se está bien, tranquilo y a gusto. Falta de conocimiento de lo que se hace y de cómo se hace. Queda reducido a unos cuantos que lo conocen directamente porque lo han vivido desde etapas más tempranas, o de familias más implicadas en estos procesos. Implica dejar a un lado otro tipo de tiempo libre: de consumo, de libertad y marcaje de propuestas. La propuesta del tiempo libre educativo no es inmediata. Hacer grupo, tener experiencias diferentes, la participación, implica un proceso y, por lo tanto, tiempo. Esos itinerarios a veces no tienen cabida en adolescentes y familias que buscan la inmediatez. 2. Protagonismo y participación, posibles estrategias La tentación es mucha: realizando actividades de consumo damos lo que los jóvenes reclaman: la gincana en el centro comercial, la tarde de cine o la maratón de videojuegos... ¿Verdad que es lo que les gusta? Pero genera muchas dudas... ¿Qué aporta a su cotidianidad y en el aspecto educativo? Es importante no perder la finalidad de nuestra propuesta, y es importante no vender nuestro objetivo a las manos de la garantía de tener "clientela". Una cosa es la excusa de encontrarnos, de hacer convocatoria... Y algo muy distinto es las finalidades que nos planteamos, Diríamos, pues, que el protagonismo de los jóvenes y su participación en la propuesta educativa son fundamentales para que nuestra propuesta de educación en el tiempo libre tenga sentido. Sin embargo, entenderemos rápidamente que será imprescindible un proceso desde la iniciativa individual a la autogestión, de la propuesta externa a la participación comunitaria... un proceso educativo que habrá que acompañar. 3. Posibles criterios para las actividades de tiempo libre dirigidas a los jóvenes Hay que tener presente la diferenciación entre el tipo de actividades en función del tiempo y la propuesta que se le hace al joven. Creo que las actividades de convocatoria, es decir, aquellas a las que acceden jóvenes que no son de la entidad, en tanto que queramos acceder a nuevos destinatarios o hacer convocatorias más amplias, deben garantizar: Ser muy atractivas a los ojos adolescentes, deben responder al sistema de valores y perfiles a los que quieren acceder y estar contextualizadas en las zonas donde está comprometida la entidad. Deben ser actividades "anzuelo" donde los jóvenes posibles destinatarios puedan ser "pescados". Si realizamos ofertas que impliquen una propuesta para demasiado tiempo, un compromiso inicial no ajustado..., probablemente no se accederá a ellas. Así algunas entidades obtienen muy buenos resultados con campañas de propuesta con algunos de estos criterios: o Gran difusión en los entornos donde se mueven los jóvenes: institutos, estaciones de tren, redes sociales, etc. o Actividades puntuales e intensas: propuestas deportivas (12 horas de fútbol, talleres de música intensivos, maratón de juegos online o formación en actividades de actualidad (quien sabe, hoy quizás zumba, yoga... mañana seguramente cambiará) y que puedan incorporar una novedad a la que ellos no puedan optar fuera del espacio organizado: hacerlo por una causa solidaria, hacerlo en horas intempestivas (incorporamos la noche como elemento atrayente al joven, con recursos de los que normalmente no disponen o en entornos alternativos...), accediendo a diversidad de culturas u orígenes, etc. o Acompañamiento personal de los posibles "monitores" o “dinamizadores", que en momentos adecuados pueden hacer propuestas personalizadas e interesantes a aquellos adolescentes o jóvenes. Las actividades de convocatoria no tendrán ningún sentido sin la figura del referente que pueda aportar la invitación a propuestas posteriores más estables. Finalmente resultarían, nuevamente, actividades de consumo. Las actividades de continuidad, aquellas con características más estables, pero aún sin demasiado compromiso con la entidad, deben atraer al joven desde diferentes perspectivas: Desde el punto de vista del grupo. Será el imán a la propuesta del joven más potente. La generación de un ambiente positivo, donde me pueda sentir integrado y aceptado genera una fórmula muy atractiva, donde la actividad será la excusa de encuentro con las otras personas con las que he podido conectar. Debe contar con unos tempus adecuados: los compromisos al principio no pueden ser largos, porque asustarán la posibilidad de romper con rutinas establecidas. Será más positivo funcionar por campañas o propuestas alargadas, pero no necesariamente de curso o de trimestre. Podemos optar por un tiempo u otro en función de la propuesta de actividad o proyecto concreto. Más adelante, en la consolidación de un compromiso, será cuando podamos profundizar en una propuesta más larga que nos permita logros educativos más potentes. No hay que perder de vista la importancia de la voluntariedad de la participación, que en muchas ocasiones no irá acompañada de la insistencia de los adultos del entorno, y que implicará la propia motivación del adolescente para poder participar en la propuesta. Una actividad conectada con los valores de estos jóvenes y que pueda generar un espacio alternativo en su cotidianidad: una causa solidaria, deportiva o creativa puede dar pie a actividades atractivas para ellos de una forma sencilla y con un horizonte cercano, no muy lejano. Si realmente queremos profundizar en un proyecto educativo con adolescentes y jóvenes que pueda arraigar en la construcción de la persona desde el tiempo libre, la propuesta de actividad debe ir más allá y tiene que poder acceder al compromiso y la inserción en la comunidad del propio adolescente y joven. Estas actividades, por lo tanto, deben cumplir algunos requisitos, que serán a su vez los aspectos motivadores para estos jóvenes destinatarios: Generar espacios de compromiso y solidaridad con el entorno: la propuesta de voluntariados, de campos de trabajo de verano y durante el curso, de acciones medioambientales, etc. Pueden constituir plataformas que generen sentido en los propios jóvenes y que realmente supongan reactivos a su continuidad. Deben tener presente la maduración del grupo de jóvenes al que va dirigido y el momento en que se encuentran. Seguramente existen muchas posibilidades en el entorno en cuanto a la duración y la finalidad que podrían responder a sus intereses y posibilidades. Generar espacios autogestionados y participativos. Con una marcada intención educativa que permitiera, a través de la acción, educar el propio espíritu crítico del adolescente, su implicación y participación directa tanto en la actividad como en la preparación, la opción y la valoración de la misma. El compromiso del adolescente aumenta, así como su identificación con el proyecto. Llevar a cabo procesos de acompañamiento personalizado al adolescente que individualice al joven y que permita educarlo desde su realidad concreta y realizar propuestas ajustadas a sus inquietudes. Cuidar el grupo como motor de cambio social, y por lo tanto es necesario acompañar a la persona pero también al grupo y el ambiente que genera. Principalmente, esta estrategia generará compromiso y cristalización de la propuesta 4. Competencias de los educadores que trabajan con los adolescentes Con todos estos objetivos generales, es evidente la necesidad de promover un perfil de educador en el tiempo libre con unas competencias que permitan la conexión con el joven. Como conclusión de mi aportación a este congreso, me atrevo a anunciar algunas de ellas, que en muchas ocasiones pasará por una apuesta formativa desde las entidades: El educador debe dar continuidad al proyecto. Los cambios en los equipos educativos dificulta la visibilización de un referente para el joven y para su grupo. Una de las características a cuidar y preservar es una cierta estabilidad de equipo que referencie al propio grupo. Educadores conectados con los intereses de los jóvenes. Deben ser conocedores de sus lenguajes e intereses. Evidentemente, la distancia, a veces de pocos años, puede suponer en muchas ocasiones abismos (se habla de cambios generacionales actuales en 5 años), pero el interés por el mundo del adolescente nos parece imprescindible. Importancia de los lenguajes adolescentes. Hay que poder estar formados en competencias creativas que acerquen los lenguajes adolescentes: visuales, expresivos y de creatividad. Si no es el caso, y se detecta la falta, hay que compensarlo de algún modo: el tradicional tallerista especializado o colaborador que nos ayude a conectar con este mundo adolescente. La fuerza del equipo educativo. La propuesta educativa tendrá sentido si el equipo se lo da. No es tiempo de individualidades, y esta interrelación entre educadores dotará la propuesta educativa de tiempo libre de mucha fuerza. Los equipos cohesionados, que se compensan y formulan, que innovan y proponen, representan también un referente colectivo positivo a la visión de los propios adolescentes. Con tiempo. Y es que el acompañamiento de los jóvenes implica procesos, lo que a su vez implica tiempo. La importancia de los espacios más reglados, de los tiempos muertos, de las conversaciones con intención o sin ella, acaban siendo los elementos más educativos y de relación de los que dispone en muchas ocasiones la entidad para sacar adelante el proyecto. Así, el educador debe estar atento a estos espacios y disponer de tiempo a "gastar" con el joven. Debe convertirse en un referente. Y es que el educador se muestra para el joven como un elemento del mundo adulto más cercano de cómo puede ser el futuro. Se convierte en un horizonte de vida, de valores, de relaciones, que el joven quiere conocer y del que quiere tener referentes. Así pues, el educador puede convertirse en un adulto cercano clave en el proceso educativo del joven Insertado en el contexto. Es preciso que la propuesta esté contextualizada, y eso será imposible con educadores "paracaídas". Será necesario un conocimiento en profundidad de la zona, de la realidad social vivida y de los referentes de barrio o ciudad del joven. Este conocimiento y compromiso del educador con el entorno permitirá una respuesta ajustada y respetuosa con la realidad del propio joven. Bibliografía Bernete, F. (2010) “Usos de las TIC, relaciones sociales y cambios en la socialización de las y los jóvenes”. Revista de estudios de Juventud, núm. 88 Ed. INJUVE. Chistakis, N. y Fowler J. (2010) Conectados. Madrid: Taurus. Elzo, J. (2005) L’educació del futur i els valors. Debats d’educació. Barcelona: Fundació Jaume Bofill. Elzo, J. (2006) Los jóvenes y la felicidad. Madrid: PPC. Elzo, J. (2008) La voz de los adolescentes. Madrid: PPC. Moreno, A. (2012) Informe juventud en España. Madrid: INJUVE. Silbereixen, R. i Lerner, R. (2007) Approaches to Positive Youth Development. London: Sage. Tabernero, C. Aranda, D. Sánchez Navarro, J. 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