EVOLUCION DE LAS REFORMAS ELECTORALES A PARTIR DE RECONOCER LOS DERECHOS POLITICOS DE LA MUJER . No fue sino hasta 1952 que se incorporó a las mujeres a la plena ciudadanía, terminando con una discriminación que tenía como base argumentos de género, Aunque el PRI se negó a ceder el poder, incorporó a la estructura de gobierno a representantes de partidos opositores; estas dádivas, como fueron calificados los espacios cedidos por el partido oficial, se dieron a través de reformas electorales, iniciando en 1962 al crear los diputados de partido. La reforma política que se instrumentó para la elección de diputados en 1962 consistió en otorgarle a los partidos que obtuvieran más del 2.5 por ciento de la votación, cinco diputados, más un diputado por cada 0.5 por ciento de votación adicional, hasta un máximo de 20 legisladores. La regla sólo se aplicaba a los partidos que obtuvieran menos de 20 triunfos en distritos de mayoría. Esta forma de asignación de asientos para la Cámara de Diputados fue aplicada en cinco elecciones federales: 1964, 1967, 1970, 1973 y 1976. La reforma electoral en 1962, lejos de fortalecer el sistema de partidos, consolidó el dominio electoral del partido oficial y consignó a los partidos de oposición a un lugar inofensivo a través de las asignaciones de los diputados de partido. Lejos de eliminar los problemas de representación, esta reforma robusteció los problemas de sobrerrepresentación del PRI y subrepresentación de las oposiciones en los distritos de mayoría. Durante el período anterior a la reforma (1946-1961), de 955 diputaciones de mayoría que estuvieron en disputa, el PRI perdió 46 (4.8%). En el período de la reforma (1962-1976), de 924 diputaciones de mayoría en contienda, el PRI perdió sólo 10 (1.08%)8. Podemos decir que la reforma electoral de 1962, si bien permitió una mayor participación de la oposición, estuvo acompañada también de la intención de endurecer la política gubernamental en la búsqueda del carro completo para las diputaciones de mayoría, el cual se alcanzó por primera y única vez en 19709. El problema con la reforma electoral de 1962 es que tenía por objeto legitimar la fachada democrática del sistema de partidos sin poner en riesgo el dominio político de la Cámara de Diputados. La reforma permitía la participación institucional de las oposiciones pero no pretendía atacar las distorsiones de representación inherentes al sistema mayoritario. En 1968 el voto se extendió a la juventud, posibilitando la participación de los mayores de 18 años Con la reforma electoral de 1977, que concibió el entonces secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, se introdujo en nuestro país por vez primera la figura de la representación proporcional, que consiste esencialmente en la posibilidad de que las minorías cuenten con representación política en las cámaras de diputados y senadores. A partir de ese momento, se han sucedido distintas reformas en materia electoral dirigidas a afinar este mecanismo de representación El 30 de diciembre de 1977 se promulgó la Ley Federal de Organizaciones Políticas y Procesos Electorales (LFOPPE). La reforma electoral que promovía esta ley ofreció a los partidos de oposición nuevas oportunidades de participación. Introdujo por primera vez el concepto de representación proporcional al Poder Legislativo, al definir que por esa vía serían serían electos 100 diputados (la cuarta parte de la Cámara, que entonces contaba con 400 asientos) en cinco circunscripciones plurinominales en las que se elegirían 20 escaños. Esta reforma eliminaba automáticamente de la representación proporcional al partido más grande al estipular que quien obtuviera más de 60 triunfos en distritos uninominales no tendría derecho a espacios de representación proporcional.10 Lo que parecía novedoso en esta nueva ley radicaba en que aparentemente intentaba atacar por vez primera los problemas de representación inequitativa del sistema de mayoría. Sin embargo, el efecto que produjo en términos de la relación entre votos y espacios de representación en la cámara fueron en cierta medida contraproducentes. De acuerdo con los datos electorales correspondientes a las elecciones de 1979, 1982 y 1985, el promedio de representación electoral utilizado por Juan Molinar11 es de 91.4 (100 puntos correspondientes al ideal). El mismo promedio de representatividad electoral para el período de los diputados de partido (de 1962 a 1976) fue de 94.5, mayor que con la nueva reforma "representativa". Como vemos, la instrumentación de dispositivos de representación proporcional o de otros mecanismos de asignación de escaños que tome en cuenta los niveles de votación de un partido no pueden funcionar si estas reformas no vienen acompañadas de instrumentos adicionales que permitan que esa representación se haga efectiva. Dicho de otra manera: podemos poner en marcha reformas que promuevan una mayor proporcionalidad en la participación política y al mismo tiempo, es posible anular la representación efectiva mediante otros instrumentos que la contrarresten. En 1977, por primera vez se abrieron las compuertas para el libre desarrollo de las opciones organizadas y para su asistencia al mundo electoral. Haciendo historia, puedo decir que la plataforma originaria de la transición fue construida sobre cinco columnas: 1) se declara a los partidos políticos como “entidades de interés público” y se de paso a su“constitucionalización”, es decir, al reconocimiento de la personalidad jurídica de los partidos enplural y a su importancia en la conformación de los órganos del Estado; 2) se abre la puerta de la competencia electoral, mediante el “registro condicionado” a las fuerzaspolíticas más significativas de la izquierda mexicana hasta entonces marginadas 3) se concreta la ampliación del Congreso y la introducción de los diputados plurinominales; lanueva fórmula conjugaba 300 diputados de mayoría y 100 de representación proporcional. Así seinyectó un mayor y más intenso pluralismo a la Cámara de Diputados y los incentivos suficientespara que los partidos desarrollaran campañas a escala nacional, en busca de todos los votos posibles acumulables en la bolsa plurinominal. 4) Por primera vez el Estado asume la obligación de otorgar recursos para el sostenimiento de todos os partidos políticos. Adquieren prerrogativas, en los medios de comunicación y en dinero departe del Estado. 5) Con su registro ante la autoridad electoral federal, los partidos políticos adquirieron automáticamente la posibilidad de asistir a las diferentes elecciones en los otros niveles: estatal ymunicipal. La participación electoral de alternativas distintas, legalizadas y legitimadas desde laConstitución, se multiplicó a lo largo y ancho del país. Esta fue la base sobre la cual se desarrollaría nuestro proceso de democratización. Lareforma era un paraguas protector con una característica muy importante: estaba dedicado no sólo alos jugadores que tenían ya un lugar dentro del sistema legal, sino justamente a los que nuncahabían estado dentro. En su momento éstos cambios (que hoy pueden parecer hasta pequeños, o simplemente “liberalizadores”) provocaron una enorme discusión, resistencias, críticas, miedo y ungran impacto público. Pero la intención de esa reforma era muy simple: por una parte fortalecer las opciones organizativas existentes pero también permitir la entrada al juego electoral de fuerzasreales, que se desplegaban sobre todo en la acción social y sindical (y aún, a través de la vía armada). Poco a poco y uno tras otro, vastos contingentes, de todas las ideologías, antes herméticos a la vida electoral, se fueron incorporando a ella, la fueron ensanchando, construyendo nuevas alternativas o fortaleciendo a las existentes. En particular, las elecciones en ciertas regiones del país presentaban síntomas cada vez más acusados y claros de competitividad, de verdadera disputa por el gobierno y las posiciones legislativas. Las reformas electorales emprendidas en 1987 hicieron crecer el número de diputados electos por el criterio de representación proporcional de 100 a 200, elevando a su vez su importancia conceptual sobre el número total de diputados de la cámara (de 25% anteriormente a 40% con las nuevas reformas). Esta reforma tuvo sin embargo, dos importantes inconvenientes: por un lado, permitía la participación del partido mayoritario a la repartición de diputados de representación proporcional y por el otro, incorporaba la funesta "cláusula de gobernabilidad", que garantizaba la mayoría absoluta en la cámara de diputados al partido que obtuviera una mayor votación nacional12. La aparición de nuevos mecanismos de proporcionalidad, junto a las tendencias electorales que apuntaban a la desaparición de una mayoría absoluta en la Cámara de Diputados, pusieron en tensión dos valores: por un lado, alcanzar una proporcionalidad exacta; por el otro, la conveniencia de asegurar la gobernabilidad del sistema mediante una mayoría estable13. Se argumentó que una repartición más proporcional de los asientos en la cámara no llevaría necesariamente a favorecer la democratización del sistema político, sino que conduciría a una era de desequilibrio político y de paraplejía política en la relación con los otros poderes 14. La cláusula de gobernabilidad especificaba que si el partido más grande no conseguía en las elecciones de diputados de mayoría al menos 251 triunfos, se le asignarían entonces un número adicional de asientos por la vía de representación proporcional suficientes como para completar la mayoría absoluta de la cámara. En 1989 se hizo una nueva reforma a la ley electoral de tal manera que además de asegurar la mayoría absoluta de los diputados para el partido más grande, se le regalarían además dos diputados por cada punto porcentual en que la votación para ese partido haya rebasado el 35%. Es decir, si el partido mayoritario hubiese obtenido el 40% de los votos, obtendría automáticamente 261 diputados15, el 52.2% de los asientos de la asamblea: una sobrerrepresentación mayor a 12%. Las consecutivas modificaciones o formas en las que evolucionó la "Cláusula" en 1988 y 1993 continuaba con los mismos problemas de representación que tenían las anteriores reformas y que pueden resumirse en la siguiente forma: no se había logrado establecer un sistema electoral que tradujera votos a curules en forma precisa y equitativa. En 1996 se introdujeron dos modificaciones que definitivamente acercaban la legislación electoral a la intencionalidad de ofrecer un marco jurídico más justo en términos de representatividad. Primeramente, se fijó un límite para la asignación de asientos en la cámara a la que puede acceder un solo partido ya sea por la vía de distritos de mayoría como por el sistema de representación proporcional de hasta 300 lugares. En segundo lugar, se estableció que ningún partido podría contar con un número de diputados electos que signifique una sobrerrepresentación de más de ocho por ciento respecto de los votos que obtuviera.16 Reforma Electoral De 1996 en México Un caso nacional que merece una atención especial es el proceso de reforma del sistema político y electoral de México. A partir de un sistema electoral cuyas deficiencias organizativas y materiales contribuían a minar la credibilidad democrática del conjunto del sistema político, se ha puesto en marcha un proceso de reforma legislativa y organizativa muy ambicioso. El proceso descansa en dos aspectos principales: por una parte, una reforma legislativa orientada ampliar el número de cargos electivos y, especialmente, a garantizar la libre concurrencia y la transparencia; por otra, una reforma integral del Instituto Federal electoral, el órgano encargado de administrar y controlar el proceso electoral, que aporte garantías razonables de limpieza en el desarrollo material del proceso e impulse la realización de los cambios normativos. 1. La reforma política y electoral de 1996 El conjunto de reformas legislativas de 1996 ha afectado al sistema electoral en muchos de sus elementos relevantes: a) En la composición de la Cámara de Diputados Se fija el límite máximo de representación de la primera fuerza electoral en 300 diputados electos por los dos principios (mayoritario y proporcional), es decir, un 60% de los 500 escaños. Se fija un nivel máximo de sobrerrepresentación de ocho puntos en la relación votos-escaños para todo partido político, como complemento a la fijación de un límite máximo de representación de la primera fuerza electoral, para procurar reforzar la proporcionalidad. Incremento del umbral de votación requerido para que un partido político participe en la asignación de escaños de representación proporcional, del 1.5 al 2% . b) Cámara de Senadores Se incorpora el principio de representación proporcional para elegir a 32 de sus 128 integrantes. Se eligen ahora tres senadores por igual en cada una de las 32 entidades federativas: dos por el principio de mayoría relativa y el tercero asignado a la primera minoría; los 32 restantes serán elegidos por el principio de representación proporcional mediante el sistema de listas en una sola circunscripción plurinominal nacional. El umbral de votación para la asignación de escaños senatoriales de representación proporcional se fija también en el 2% de la votación emitida a nivel nacional. c) Partidos y agrupaciones políticas Se establece un procedimiento único para que una organización política obtenga el registro como partido político nacional. Se suprime, por tanto, una segunda modalidad hasta entonces existente, la del registro condicionado para que una organización política obtuviera el reconocimiento para participar en las elecciones federales. Se flexibilizan los requisitos para el registro como partido político: en vez del mínimo de sesenta y cinco mil afiliados a nivel nacional que se exigía con anterioridad, ahora se exige contar con tres mil afiliados en por lo menos 10 de las 32 entidades federativas, o bien con 300 en por lo menos 100 de los 300 distritos electorales uninominales; el total debe ser inferior al 0.13% del Padrón Electoral utilizado en la elección federal ordinaria inmediata anterior a la presentación de la solicitud. Se incrementa el porcentaje requerido para que un partido político nacional conserve su registro: un mínimo del 2% . Se reconoce la figura de la agrupación política nacional, que puede participar en procesos electorales federales suscribiendo y registrando ante la autoridad electoral un acuerdo de participación con un partido político. Deben contar con un mínimo de siete mil asociados en el país, un órgano directivo de carácter nacional y delegaciones en por lo menos 10 entidades federativas. Y disponen de un régimen fiscal especial y de financiación pública. d) Reformas para mejorar las condiciones de equidad en la contienda político-electoral. Se establecen garantías de mayor equidad en el acceso gratuito a la radio y la televisión durante periodos electorales, independientemente de los 15 minutos mensuales de que disponen de manera permanente. Durante los periodos electorales se distribuirán en un 30% de forma igualitaria y en un 70% en forma proporcional a su fuerza electoral. Los tiempos adicionales no sólo comprenden la asignación de hasta 250 horas de transmisión en radio y 200 en televisión en el proceso electoral en que se elija al Presidente (que se reducen a la mitad en elecciones estrictamente legislativas), sino además la adquisición mensual por parte del Instituto Federal Electoral de hasta 10 mil espacios promocionales en radio y 400 en televisión, con una duración de 20 segundos cada uno. Se reconoce el derecho de aclaración informativa respecto de la información que presenten los medios de comunicación durante las campañas electorales cuando consideren que la misma ha deformado hechos o situaciones referentes a sus actividades o caracteres personales. Se establece que la financiación pública debe prevalecer sobre otros tipos permitidos y regulados por la ley. La financiación pública queda comprendida bajo tres modalidades: el sostenimiento de actividades ordinarias permanentes, los gastos de campaña y las actividades específicas como entidades de interés público. Se prohiben las aportaciones anónimas y se establecen nuevos límites al financiamiento de simpatizantes. Aumentan las atribuciones de control a cargo la Comisión de Fiscalización de los Recursos de los Partidos y Agrupaciones Políticas. Entre tales atribuciones se incluyen la de ordenar la práctica de auditorías a las finanzas de los partidos y las agrupaciones políticas y la de ordenar visitas de verificación con el fin de corroborar el cumplimiento de sus obligaciones y la veracidad de sus informes. Se modificación de las reglas para que el IFE determine los topes de los gastos de campaña. e) Se amplían electorales. las posibilidades legales para formar coaliciones f) En materia de Justicia electoral: Se reconoce la acción de inconstitucionalidad en materia electoral frente a las leyes electorales promulgadas a nivel federal y local, reconociéndose a los partidos políticos como los únicos sujetos facultados para promoverlas ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Las leyes electorales federal y locales deben promulgarse y publicarse por lo menos 90 días antes de que se inicie el proceso electoral en que vayan a aplicarse, y que durante el mismo no podrá haber modificaciones legales fundamentales. Se amplían los mecanismos de impugnación de actos y resoluciones de las autoridades electorales, para garantizar la protección de los derechos electorales y los de carácter público asociados. Se establece un sistema nuevo de revisión constitucional de los actos y resoluciones de las autoridades electorales destinados a la organización y desarrollo, así como para resolver las controversias surgidas en ellos. Se incorpora el Tribunal Electoral al Poder Judicial de la Federación, como un órgano especializado con máxima autoridad jurisdiccional en la materia, con excepción de las acciones de inconstitucionalidad. g) Las Constituciones y leyes de los estados deben incorporar principios y garantías fundamentales equivalentes a los establecidos en el nivel federal en materia electoral. h) Se modifica el régimen político-electoral del Distrito Federal: La Asamblea de Representantes se convierte en Asamblea Legislativa y asume nuevas atribuciones. Se establece la elección directa del Jefe de Gobierno del Distrito Federal para un periodo de seis años. Además, aumentan notablemente sus competencias. 2. La reforma del Instituto Federal electoral (IFE) Como sería prácticamente imposible enfrentarse a la puesta en marcha de estas reformas sin una modificación paralela de la administración electoral, el Instituto Federal Electoral ha sido también reorganizado sustancialmente. El Instituto Federal Electoral es el organismo público autónomo, responsable de organizar las elecciones federales, es decir, las del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos y de los diputados y senadores. El IFE empezó a funcionar el 11 de octubre de 1990, como resultado de las reformas constitucionales de 1989 y del nuevo Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales (COFIPE), de agosto de 1990. Desde ese momento, se han producido otros tres procesos de reforma relevantes, en 1993, 1994 y 1996. La reforma de 1993 amplió las facultades del IFE en la proclamación de candidatos y para establecer topes a los gastos de campaña de las elecciones. La reforma de 1994 incrementó el peso de los consejeros ciudadanos en el propio IFE, confiriéndoles la mayoría de los votos y amplió las atribuciones de los órganos de dirección a nivel estatal y distrital. La de 1996 trata de reforzar la autonomía del Instituto Federal Electoral al desligarlo por completo del Poder Ejecutivo y reservar el voto dentro de los órganos de dirección, exclusivamente a los consejeros ciudadanos. La designación de sus miembros se deja al Legislativo, con una exigencia de acuerdo reforzado que asegure el consenso suficiente. A su vez, se refuerza considerablemente la estructura y los medios permanentes del IFE, que se hace cargo también del control permanente de las materias relativas al reconocimiento, financiación, acceso a los medios de comunicación, etc. de los partidos políticos. Por otra parte, se incorpora al Poder Judicial el Tribunal Electoral, ante el que es posible impugnar los actos y resoluciones de las autoridades electorales que puedan ser determinantes para el desarrollo o el resultado final de los procesos electorales. El IFE cuenta con un cuerpo de funcionarios integrados en un Servicio Profesional Electoral. Y, a diferencia de los organismos electorales anteriores, que sólo funcionaban durante los procesos, se constituye como una institución de carácter permanente. Se organiza bajo un esquema desconcentrado, a través de órganos ubicados en cada una de las 32 entidades federativas, así como en cada uno de los 300 distritos electorales uninominales en que se divide el territorio mexicano para efectos electorales. El Instituto Federal Electoral realiza el conjunto de funciones relacionadas con la preparación, organización, conducción y vigilancia de las elecciones federales, entre las que se encuentran las siguientes: Elaboración actualización y depuración permanente del Padrón y las listas de electores. Atención a los derechos y prerrogativas de los partidos y agrupaciones políticas. Diseño e impresión de los materiales electorales. Preparación de la jornada electoral. Capacitación de los ciudadanos encargados de recibir la votación y realizar el recuento en cada mesa. Cómputo de los resultados, declaración y proclamación en las elecciones de diputados y senadores. Cómputo de la elección del Presidente de los Estados Unidos Mexicanos. Regulación de la observación electoral, de las encuestas y de los sondeos de opinión con fines electorales. Formulación y ejecución de programas de educación cívica. Los fines que deben inspirar el funcionamiento y la organización del IFE tienen una carga valorativa destacable. Sus normas rectoras no se limitan a enunciar actividades administrativas eficaces, sino que incluyen los fines de "contribuir al desarrollo de la vida democrática, preservar el fortalecimiento del régimen de partidos políticos, asegurar a los ciudadanos el ejercicio de sus derechos político electorales y garantizar la celebración periódica y pacífica de las elecciones.