superyo Juegos y juguetes Un mundo foto ideasstock.com / corbis / Lisa B. encantado La magia de la infancia reside en el juego. La actividad lúdica permite al niño probar habilidades, reacciones y respuestas. Es una expresión de los intereses y conflictos de cada etapa del crecimiento / Teresa De Vincenzo “¡A que no me agarras!”, “¡no se vale mirar!, “¡yo soy la princesa y tú eres el rey”, “las piedritas son los pasajeros”. Todo un universo de impulsos irresistibles, divertidos y placenteros está contenido en las expresiones de un niño cuando juega. El juego es una actividad innata que permite al ser humano explorar el ambiente, vincularse con los otros y prepararse para la vida. Para un pequeño, jugar es su trabajo, su necesidad y su anhelo: le facilita actuar –y crecer– en función 61+SALUD superyo juegos foto ideasstock.com / corbis / Annie Engel Menos es más Los juguetes no reemplazan la acción de jugar. Muchos padres, conscientes del disfrute y la felicidad que proporciona el juego a sus hijos, tratan de comprarles muchos juguetes, cada vez más elaborados. Al respecto, la terapeuta Dora Vera alerta sobre dos efectos negativos: cuando el niño tiene demasiados juguetes los valora menos y, en consecuencia, también los disfruta menos; mientras más sofisticado el objeto, ofrece menos oportunidad al pequeño para crear y fantasear. de sus deseos e imaginación. Es el acto mágico con el que se inicia la existencia. Los pediatras y especialistas de la salud mental infantil lo defienden “a capa y espada”. Sostienen que favorece el fluir de la imaginación, el encuentro con lo social y el desarrollo de la personalidad. Fantasía y realidad La psicóloga María del Carmen Míguez subraya que el juego tiene un carácter de absoluta seriedad: en la actividad, el niño pone a prueba diferentes aspectos de su relación con la realidad –capacidades, sentimientos, emociones–, aunque ello no tenga consecuencias o efectos sobre el entorno. No hay nada más ofensivo para un niño que ser objeto de burla mientras juega: para el pequeño los soldados están luchando, las muñecas están enfermas y la comidita está caliente. Mientras él es “el ogro” y los amiguitos son “los duendes”, está comprometido en cuerpo y alma, y pone en ese quehacer todo su saber y su sentir. La fantasía inherente al juego tiene un rol fundamental en el desarrollo psíquico. Así, una 62+SALUD caja de zapatos puede ser un autobús, porque hay una capacidad para imaginar el transporte. Eso –sostiene Sabas Castillo, psiquiatra infantil de la Unidad de Psicotrauma y de la Clínica Leopoldo Aguerrevere– revela un dominio de lo externo, una facultad propia de la condición humana (los animales mamíferos, en cambio, juegan por instinto). Estímulo para crecer Como es un terreno que le permite al niño probar habilidades, reacciones y respuestas –suyas y de los demás–, jugar es una expresión de los intereses, inquietudes y conflictos de cada etapa del crecimiento. Dora Vera de Restrepo, psicóloga y directora de la Unidad de Atención al Niño y su Familia “Alternativas para el Desarrollo”, explica que el escolar juega según sus propias reglas, planteándose objetivos y descubriendo procedimientos. Hace sus elecciones (los carritos vuelan, el osito es un bebé) y encuentra soluciones. A medida que crece, aprende la importancia de seguir pautas, aunque a veces no le gusten (“yo primero, tú después”). “Juego con una pelota. Mientras la reboto y corro imagino las cosas que quisiera que me pasaran”. A n d r é s ( 1 1 “Jugando el niño tiene la experiencia de perder y de ganar, de frustrarse y de recuperarse. Además, comprende el significado de la conducta honesta y de la trampa”, precisa la especialista. Más allá de generar una gran descarga de energía (estimula el desarrollo muscular y de los sentidos), jugar favorece el proceso de socialización: el pequeño se da cuenta de que tiene que conectarse con otros. Al divertirse en grupo, los niños desarrollan la habilidad de “ver” las cosas desde el punto de vista de un tercero. Aprenden a hacer compromisos, compartir, cooperar y competir. Incluso a resolver conflictos y negociar. Jugar es una escuela para la vida. Paso a paso Con la edad, el esparcimiento se vuelve cada vez más complejo e interactivo. Hay, entonces, diversos tipos de juegos, que se van adoptando según el nivel de madurez del niño. Entre ellos figuran: 1. Funcional. Comienza en los primeros meses de vida y se prolonga hasta los 3 años. Consiste en ejecuciones motoras repetitivas basadas en tocar y explorar. Incluye la manipulación de tacos, chocar y rodar carritos, sacar y meter cosas en un pote, vestir a las muñecas o pelear con una espada. También supone actividades motoras como correr y saltar. Los juguetes recomendados en esta etapa guardan relación con el desarrollo de los sentidos: grandes, con textura, de colores, con sonido y que puedan llevarse a la boca. 2. Constructivo. Predomina entre los 2 y 4 años y se extiende hasta los 5 o 6. El niño utiliza materiales –tacos, legos, aros– para hacer construcciones que ha planificado previamente. Se trata años). Hablan los juegos • La pelota. Pone en evidencia el dar y el recibir. Escenifica la facilidad o dificultad en la comunicación con el otro. • La ere. Muy competitivo, demanda organización. Permite incorporar las reglas y los códigos de participación en un grupo. • Policías y ladrones. También competitivo, supone perseguir y ser perseguido. Demuestra el dilema entre lo bueno y lo malo. •Títeres. Se vuelcan en un personaje situaciones imaginadas. Los muñecos siempre dicen lo que no se expresa fuera del escenario. • A ser mamá. Es la actuación de un rol. Las niñas se entrenan en lo femenino jugando a que la muñeca es su hija. • Al doctor. Supone un intercambio de roles: el niño-paciente pasa a ser el doctor que inyecta al muñeco. Es una forma de controlar el mundo. • A pelear. Juego activo, generalmente de varones. Es una manera de descargar la energía muscular y hormonal. de juegos que estimulan la noción espacial, la concentración y el cumplimiento de un plan u objetivo. Los juguetes escogidos deben estimular la fantasía –permitir que el pequeño invente– y la motricidad (fina y gruesa): piezas para ensartar, cubos para armar, creyones para crear. 3. Dramático. Se inicia a los 2 años, alcanza su cúspide a los 7 y puede prolongarse hasta los 10. Es el más practicado y el que pone de manifiesto los roles observados. Es el clásico “como si...”. Comienza en un nivel individual (el pequeño juega a estar dormido) y evoluciona a actividades grupales (asume el papel de médico, maestra, bombero). En esta etapa son convenientes los juguetes que despiertan la imaginación (disfraces, refugios, cocinas). “Juego a que las muñecas se casan y que en la fiesta hay muchos invitados”. S o f í a ( 1 0 años). 63+SALUD superyo juegos “Mi juego favorito es chatear con mis amigas”. C a m i l a (11 años). Consejos para padres • Valore el juego de sus hijos. Nunca lo descalifique: es una actividad seria y fundamentalmente educativa. • Invierta tiempo en jugar con ellos. • Elabore juguetes con sus hijos. foto ideasstock.com / corbis / Randy Faris • Al jugar, reencuéntrese con el niño que lleva dentro. • Permita –con frecuencia– que sus hijos jueguen con otros niños. 4. Con reglas. Comienza a los 6 años y se mantiene a lo largo de la vida. En esta etapa es imprescindible comprender y cumplir las reglas para poder jugar. Cooperativos y competitivos, destacan la ere, el escondite, policías y ladrones, los deportes y los juegos de mesa en general. Su escogencia depende de la personalidad del chico. Para los más grandecitos se recomiendan libros –de acuerdo a la edad–, reproductores de música y artículos deportivos. Los celulares pueden promover el intercambio de mensajes y el autoconocimiento. Si bien el juguete electrónico favorece el desarrollo de la atención –hay que estar alerta para pasar al siguiente nivel– y permite la incorporación al mundo de la informática, es fundamental regular las horas de exposición. Resulta contraproducente cuando afecta el tiempo destinado a dormir, comer o hacer la tarea. Para algunos niños el juego se convierte en un factor de confusión, porque lo que se espera de ellos –virtualmente– es que roben o maten para ganar. • Virtualidad en juego Los juguetes electrónicos o videojuegos, hoy tan populares, requieren de la supervisión constante de los padres. Muchos adultos desconocen el contenido y responden a la demanda del niño porque el artículo “está de moda”, sin saber que puede generar pesadillas, terrores nocturnos, angustia y adicción. F u e n t e s c o n s u lta d a s º Sabas Castillo, psiquiatra infantil y de adolescentes, psicoanalista. Unidad de Psicotrauma (Valencia) / Clínica Leopoldo Aguerrevere. º Dora Vera de Restrepo, psicóloga especialista en desarrollo infantil. Unidad de Atención al Niño y su Familia “Alternativas para el Desarrollo”, La Castellana. º María del Carmen Míguez, psicólogo clínico, psicoanalista. 4ta. Avenida, Edificio Unión, Los Palos Grandes. º Chateau, Jean. Psicología de los juegos infantiles. Editorial Kapelusz. Buenos Aires. “De los tradicionales, me gustan las metras. De los otros, el video, porque me entretiene”. E d g a r ( 8 a ñ o s ) . 64+SALUD