LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS APOCRIFOS DE LA EPOCA PATRISTICA J. IBAÑEZ - F. MENDOZA La llamada literatura apócrifa o pseudoepigráfica ha prestado una atención preferente a la figura de María. Es cieno que este género de escritos presenta dificultades serias tanto para su datación como, sobre todo, para su valoración teológica. Pero es también evidente que, si se hace un estudio histórico completo de cómo la cristiandad ha visto el mis­ terio de Maria, hay que tener necesariamente en cuenta esta clase de lite­ ratura. Su influjo en la misma literatura patrística y, en muchos casos, las afinidades de estos escritos con los de los Padres son motivos suficientes para no prescindir absolutamente de ellos, estableciendo un cone entre unos y otros que, además de arbitrario, implicaría ausencia de meto­ dología histórica con la consiguiente privación o merma del desarro­ llo de una determinada doctrina que, en algunos casos, puede impli­ car avances doctrinales de considerable imponancia. Efectivamente, esas narraciones, de un valor literario a veces notable, encierran por una parte un residuo histórico, de difícil o, en casos, tal vez imposible determina­ ción, y de otra parte un cierto contenido teológico que habrá que precisar y valorar. Precisamente al acometer el estudio de este género de literatura reli­ giosa consideramos oponuno hacer notar que, como católicos, contamos con una ventaja apreciable a la hora de someter a estudio estos documen­ tos. Nos referimos al sentido de la tradición viva de la Iglesia. Y esto, como afirmara un eminente mariólogo, «no para viciar la verdadera inves� tigación, contaminando desde fuera la interpretación austera de la línea 63 J AVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA sino para utilizar un elemento más , de valor incalculable , en la tarea sutil de sorprender un sentido a veces apenas perceptible , en el que , sin embargo, late realmente la fe perenne de la Iglesia» 1. En relación con los apócrifos , que pudiéramos llamar asuncionistas , podemos reconocer que la actitud de los mariólogos no siempre ha sido uniforme. Así, mientras que algunos ni siquiera los mencionan, otros los utilizan , pero como de pasada y con un cierto desdén . Hay asimismo autores que se desentienden de estos escritos aunque admitan que en­ cierran un fondo de verdad, porque entienden que la tradición asun­ cionista es independiente de los apócrifos2• Sin embargo , los mariólogos contemporáneos están conformes en reconocer que su ciencia no se rebaja al tratar de estudiar científicamente estos escritos apócrifos, pues son conscientes de la gran importancia que en el último siglo se ha atribuido a los apócrifos en distintos campos : de la historia, de la liturgia, e inéluso de la Sagrada Escritura y de la teología. Reduciéndonos a la repercusión de los apócrifos en el campo teológico y concretamente de los apócrifos asuncionistas en el ámbito de la mariología, consideramos que para que resulte de utilidad el estudio de estos escritos es preciso abordarlos desde tres ángulos distintos que nos darán otras tantas partes en que se distribuirá este trabajo: 1) historia lite­ raria de los apócrifos asuncionistas ; 2) valor histórico de estos apócrifos; 3) valor teológico de los mismos3 . histórica, · 1. La historia literaria de los apócrifos asuncionistas Ante todo conviene precisar el concepto de «apócrifo». Entre los padres y escritores eclesiásticos , la expresión libros apócrifos se presenta con matices diversos aunque relacionados . Suele designar : 1) libros cuyo origen es desconocido o que son atribuidos a autores a los que realmente nos les corresponde ; 2) libros que , presentando a veces alguna utilidad, contienen , sin embargo , muchas cosas falsas ; 3) libros que nó están admi­ tidos para la lectura litúrgica en las respectivas igles1as ; 4) consiguiente­ mente también , libros que no son considerados como canónicos . p. 1 6. J. A. DE AillAMA, María en la patrística de los siglos I y JI, BAC 300 (Madrid, 1970), 2 Cfr J . M. B OVER, Los apócrifos y la tradición asuncionista, en «Estudios Marianos», 6 ( 1947), p. 99. 3 Seguimos en esta distribución al P. Bover en su artículo citado. en nota 2. 64 LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS APOCRIFOS DE LA EPOCA PATRISTICA Según eso , los escritores eclesiásticos entendían por libros apócnfos unos escritos de carácter religioso , de origen incierto o supuesto , que con­ tienen. a menudo cosas falsas mezdadas con elementos verdaderos y que fueron rechazados por la autoridad eclesiástica como no canónicos4• Los apócrifos se dividen en apócrifos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento , según que su título lleve un nombre relacionado con uno u otro o , si carece de título , según que la materia se refiera al primero o -al segundo5 • En cuanto a los apócnfos asuncion istas, la relación más completa, que sepamos , se encuentra en tres obras editadas por los Bolandistas : Bibliotheca hagiographica graeca (a. 189 5), Bibliotheca hagiographica la­ tina (a. 1900- 1901) y Bibliotheca hagiographica o rienta/is (a. 19 10). Con este material se puede establecer una primera distribución por grupos lingüísticos : grupo siríaco 6 , copto 7 armenio 8, etiópico 9 , árabe 10, griego 11, ,, Cfr Supplément au Dictionnaire de la Bible, I, pp . 354-357. Una lista muy completa de los apócrifos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testa­ mento e igualmente los Apocalipsis apócrifos de uno y otro, puede verse en Dictionnai're de Théologie Catholique, Tables générales (1953), col. 190- 193 . . 6 Integran el grupo siríaco los siguientes apócrifos : 1) Libellus de exsequiis B. V. Ma� riae, editado por Wright; 2) Libri VI de dormitione B. V. Mariae, editado por Wright; 3) Libri V de dormitione B. V. Mariae, editado por Lewis; 4) Histon'a Benedictae V. Man'ae (narración nestoriana de la Asunción), editado por Budge; 5) Oratio metrica de dormi­ tione B. V. Man'ae auctore !acabo Sarensi, editado por Gardahi; 6) Oratio metnca de dor­ mitione B. Mariae Virginis auctore Timotheo Carcathensi, editado por Baumstark; 7) Li­ ber de dormitione B.M. V., fragmento editado por Wright; 8) Liber de dormitione B.M. V. , fragmentos editados por Wright. 7 El grupo copto consta de los siguientes apócrifos: 1) Orati'o de dormitione B. V.M. auct. Pseudo-Euchodio (Evodio?) ep. Romae, editado por Revillout y Lagarde; 2) Oratio de dormitione B. V.M. auct. Pseudo-Evodio ep. Romae (versión sahídica del anterior), edi­ tado por Spiegelberg; 3) Oratio de dormitione B.M. V. auct. Theodosio A/exandrino (narración monofisita) , editado por Robinson; 4) Orati'o de dormitione B. V.M. auct. Theodosio A/exandnno (recensión católica en dialecto sahídico de la misma narración an­ terior), editado por Zóega; 5) Evangelio de los XII Apóstoles, Fragmento 16, editado por Revillout ; 6) Visión de Cinlo de jerusalén, editado por Budge y parcialmente por Ro­ binson. s Este grupo armenio consta de: 1) Libellus de dormitione B. V.M. auctore Pseudo­ Nicodemo, editado por Daietsi; 2) Epistula Pseudo-Dionysii ad Titum ep. Cretensem de dormitione B. V. Man'ae, editado por Srovandsideants (hay una ulterior edición a cargo de Vetter); 3) Apocalypsis Mariae, editado por Daietsi; 4) De [dormitione B. V.M. ac] de 4 5 imagine Deiparae in coenobio «Animarum» (Hogeats), interrogatio Pseudo-Isaac Ardsru­ nii et responsum Pseudo-Moysis Chorenensis, editado por Aghaneants . 9 El grupo etiópico lo integran : 1) Liber [lohannis ap. J de dormitione B. V.M. , edita­ do por Chaine y .ZOtenberg; 2) Apocalypsis Man'ae, editado por Chaine y .ZOtenberg. 10 El grupo árabe sólo lo forma el Libri VI de dormitione B. V.M. Iohanni aposto/o suppositi: editado por Enger . 1 1 E l grupo griego l o forman dos obras editadas por Tischendorf: 1) Iohannis apostoli liber de dormitione sanctae Deiparae; 2) Apoca!ypsis sanctae Deiparae de punitionibus. . 65 J AVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA latino 12 e irlandés 13. Esta larga enumeración es una prueba de la amplia difusión que obtuvieron los escritos apócrifos asuncionistas . Pero además de ello interesa una distribución , según un orden lógico, de toda la mul­ titud de apócrifos. Recogiendo y sostematizando el esfuerzo que en esta línea han puesto varios autores 14, pensamos que la literatura apócrifa asuncionista puede clasificarse en tres grupos principales de valor hetero­ géneo , en torno al Pseudo-Melitón , al Pseudo-Juan y a la Historia Euti­ miana respectivamente. Cada uno de estos apócrifos quizás no represente el prototipo pero sí puede afirmarse que expresa la forma característica del grupo correspondiente. Hecha esta aclaración , el desarrollo histórico­ literario de cada grupo pudo ser el siguiente: . Grupo /.-El prototipo más antiguo que se conoce en este grupo pa­ rece ser el Libellus de exsiquiis B. V. Mariae (siríaco) , del que probable­ mente depende el Transitus W (latino) y el Transitus B. Mariae auctore Pseudo -Meliton e (latino) . Posibles derivaciones de éstos son : 1) la Oratio de dorm ition e B. V. Mariae auctore Pseudo -Evodio (versión bahaírica); 2) la Oratio de dormition e. . . auctore Pseudo -Evodio (versión sahídica) ; 3) la Oratio de dormition e. . . aucto re Theodosio A lexandn.no (versión copta de tradición monofisita) ; 4) Narración de juan de Tesalónica so bre el descanso de Maria; 5) el Libellus de dormitione. . . auctore Pseudo ­ Nicodemo (armenio) ; 6) Fragmento 16 del Evangelio de los XII Apósto les (copto). 12 El grupo latino lo constituyen los siguientes títulos: 1) Transitus B. Mariae auctore Pseudo-Melitone, editado en Migne y por Tischendorf; 2) Transitus B. Mariae auctore Pseudo-Iosepho ab Arimathea, editado por Tischendorf; 3) Adsumptio sanctae Mariae (Transitus W), editado por Wilmart; 4) Apocryphum de Adsumptione Virginis (antigua versión latina del Pseudo-Juan) , editado también por Wilmart. 13 El grupo irlandés lo forma El Testamento de María (Timna Muire) , todavía no publicado. La enumeración que hemos hecho, a pesar de ser larga, no es del todo completa. Baste recordar tres casos más: 1) la Historia Eutimiana, recogida por Juan Damasceno (PG 96 , 747-752), que aunque algunos consideran interpolación , no hay duda de que atestigua la existencia de una tradición asuncionista que es la que se recoge en la mencionada histo­ ria; 2) Teodoro Estudita tiene un pasaje en que hace referencia a una obra atribuida a Cle­ mente Romano (PG 99, 1701- 1702: «Ut in sacris scriptis comperimus Clementis Romani»); lo más probable es que esta expresión se refiera a un apócrifo asuncionista que nos es des­ conocido ; 3) finalmente , Juan de Tesalónica escribió una narración sobre «El descanso de María» y para ello se sirvió de «diversis libris de ea diversimode conscriptis» (PO 19, 377); cfr para toda esta enumeración , J. M. BoVER, art. cit. en- nota 2, pp. lOOss . 14 Estos autores y los estudios correspondientes vienen reseñados en J. M. BoVER, art. cit. en nota 2 , p. 102 , nota 4 . 66 LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS APOCRIFOS DE LA EPOCA PATRISTICA Grupo JI. -El prototipo viene representado por el Io hannis aposto li liber de dormitione sanctae Deiparae (griego) . De él parecen depender : 1) Io hann is apostoli liber de dormitione sanctae Deiparae (versión latina del prototipo) ; 2) libn· VI de dorm ilion e B. Manae, atribuida a los doce apóstoles y especialmente a Santiago (siríaca, que es versión libre e inter­ polada del prototipo griego) ; 3) Liber [Io hannis ap . J de dormition e B. V. Manae (versión etiópica de la traducción siríaca) ; 4) Histona Benedictae V. Mari.ae_ o leyenda nestoriana (siríaca) . Grupo 111. -El prototipo parece ser un original griego perdido de un relato del Pseudo-Dionisio Areopagita, del cual derivan : 1) la Epistula Pseudo-Dion ysü ad Titum . . . de dorm ition e B. V. Manae (versión arme­ nia del prototipo griego) ; 2) la Historia Eutim zana (recogida en griego por el Damasceno) . He aquí un posible esquema de estos grupos: Grupo I Libellus de exequzis B. V. M. (siríaco) � Transitus � Ps. · Meliton e (latino) Oratio de dormit. B. V. M. auct. Ps. Evodio (versión bohaírica) Oratio de dorm it. . . auct. Ps. Evodio (versión sahídica) Oratio de dormit. . . auct. Theodo sio A lexandnno (versión copta-monofisita) Narración de juan de Tesalónica sobre el deseando de María (PO 19 , 377) Libellus de dormit . . . auct. Ps. Nicodemo (armenio) Fragm. 16 del Evangelio de lo s XII Apósto les (copto) 67 J AVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA Grupo JI Io hann is apostoli liber de dorm ition e S. Deiparae (griego) ¡ Io hann is apostoli liber de dorm itio n e S. Deiparae (versión latina) Libre VI de dorm it. B. M. , atribuida a los XII Apost. (versión siríaca libre e interpolada) l Liber <Io hann is ap . > de dormit. B. V. M. (versión etiópoca de la versión siríaca) Histo ria Ben edictae V. Mariae, o leyenda nestoriana (siríaca) Grupo !JI [Original griego p erdido ] de un relato del Ps-Areopagita � Epistola Ps-Dio nysii· ad Titum . . . de do rmit. B. V. M. (versión armenia del prototipo griego) Histo ria Eutimiana (recogida en griego por el Damasceno) Concluimos esta distribución por familias advirtiendo que la cataloga­ ción no siempre puede hacerse con absoluta precisión . En efecto , algunos apócrifos pertenecen a varios grupos o familias . Así, por ejemplo : 1) el Libri VI de dorm itione B. V. M. Iohanni aposto /o suppositi (árabe) perte­ nece al segundo grupo y también al tercero ; 2) el Transitus B. Mariae auc­ tore Pseudo-Iosep ho ab A n'mathea (latino) pertenece prácticamente a los tres grupos , de los que parece ser una amalgama. Teniendo en cuenta esta catalogación , tanto por razón lingüística como , sobre todo , por grupos o familias lógicas , podemos remontarnos hasta el siglo V y todo lo más hasta él IV, dado que los prototipos parecen ser de esa época. Surge entonces la cuestión : ¿cómo empalmar estos pro­ totipos con la época apo¿tólica? ¿ Se apoyan ellos en algún otro apócrifo asuncionista, anterior a ellos , del que no haya quedado copia? Podría ser, ya que al menos se tiene conocimiento de un Transitus sanctae Manae 68 , LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS APOCRIFOS DE LA EPOCA PATRISTICA atribuido por el Pseudo-Melitón a un tal Leucio , a quien supone discípulo de los Apóstoles ( «cum apostolis conversatus») aunque herético . Si así fuera debió publicar ese escrito a principios del siglo JI 15 . Pero , existiera o no existiera ese apócrifo del siglo II , ¿pudo haber una tradición puramente oral de contenido asuncionista que hubiera servido de base para la composición escrita de los apócrifos que ahora conocemos ? El P . Bover , famoso por sus profundos conocimientos de crítica textual neotestamentaria , ha estudiado también esta materia y da a esta cue�tión una respuesta afirmativa que nosotros consideramos válida I6. ! Arranca su planteamiento de una triple hipótesis en la formació.h de los tres grupos de apócrifos . Una sería la dependencia solamente d6cu­ mental , en cuyo caso , de un arquetipo original -por ejemplo , el men­ cionado Transitus de Leucio- irían derivando en distintas ramificaciones los diversos grupos y los distintos escritos apócrifos que los integran . Otra · hipótesis sería la dependencia solamente de la tradición oral , existiendo un núcleo oral primitivo que se iría divulgando y desarrollando y que , al 1 5 El lugar en que el Pseudo-Melitón se refiere a Leucio, a su desviación doctrinal , a sus muchas referencias a lo que hicieron los apóstoles y a la obra apócrifa asuncionista, en PG 5,1231-1232. En Mansi, 8,150 ss. se refiere que el Decreto Gelasiano habla de Leucio como hereje y autor de muchas obras apócrifas . En concreto el Transitus sanctae Mariae es mencionado en dicho documento, casi a continuación , pero sin ser atribuido a ningún autor; ahora bien, como también menciona el Decreto los Acta Andreae y Acta Petn· sin nombre de autor, siendo así que se suelen atribuir a Leucio , el testimonio del Gelasíano no se opone manifiestamente a la paternidad leuciana del Transitus. Por otra parte , algún autor ha lanzado la hipótesis de que el dicho Transitus no sería el título de una obra pro­ piamente tal sino de un relato contenido en los Acta Iohannis, también atribuida a Leucio y omitida en el Decreto Gelasiano . Según esta hipótesis , el silencio del Gelasiano acerca de los Acta Iohannis se expiicaría por haberse aludido a ellos suficientemente con el Transitus sánctae Mariae integrado en los Acta, cfr D om CAPELLE, en Ephemerides Theologicae Lo­ vanienses, 3 (1926), pp . 42-44. 16 Cfr art. cit. en nota 2, pp . 103 s . Este planteamiento pensamos que es bastante ori­ ginal . Sabido es cómo estudiosos e investigadores han disputado sobre el origen de estos escritos apócrifos. Las opiniones se han dividido en torno a dos nombres: Tischendorf y Ju­ gie. El primero defiende que el escrito básico del que todos los demás proceden fue com­ puesto en griego durante el siglo IV, habiendo llegado hasta nosotros en varias recensiones tanto griegas como siríacas, coptas , etc. ; de estas recensiones se hicieron varias refundi­ ciones entre las cuales habría que situar la versión latina llamada Pseudo-Melitón. Jugie , por su parte, entiende que el arquetipo de todos los apócrifos fue compuesto en siríaco o en copto y todo lo más entre los siglos V-VI. Esta segunda opinión parece menos sólida por lo menos en cuanto a la cronología, ya que existen códices siríacos escritos cienamente en el siglo V, en los que se contienen fragmentos del Transitus siríaco; además , prescin­ diendo de otros argumentos externos, la comprobación de las muchas y grandes discrepan­ cias de las diversas recensiones arguye a favor de una mayor antigüedad del arquetipo ; cfr C. BALié, Testimonia. . , pp . 14-15 con las notas a pie de página. . 69 · . J AVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENOOZA quedar fijado por escrito en distintas épocas y en diversas expresiones lingüísticas , se ramificaría también concretándose en los apócrifos que han llegado hasta nosotros . Finalmente , la tercera hipótesis supone la existencia de una dependencia tanto documental como de tradición oral , fenómeno que admite variedad de combinaciones , si bien el esquema más probable podría consistir en la existencia de un escrito elemental de base que se viera adornado y modificado de acuerdo con las diferentes tradiciones de cada lugar. De estas tres hipótesis la más probable, por analogía con el problema de los Evangelios Sinópticos , parece ser la segunda, es decir, la dependen­ cia de una tradición oral primitiva. Se trataría, en última instancia, de una aplicación d� la teoría de la historia de las formas al caso de la apari­ ción de los apócrifos . Por eso podemos concluir que si esta teoría «es apta para explicar razonablemente la composición literaria de los Evangelios y, concretamente, para solucionar el problema sinóptico , apelando única­ mente a la tradición oral o catequesis evangélica, como han creído insig­ nes críticos , católicos y no católicos , de manera análoga habrá de explicar­ se el problema de los apócrifos asuncionistas , discordemente concordes , por la unidad de la tradición original y por las variaciones de las tradi­ ciones derivadas» u. 2. Valor histórico de los apócrifos asuncionistas Es evidente que , hablando en términos generales , los apócrifos bíblicos y en concreto los apócrifos asuncionistas constan ·de elementos narrativos de pura fantasía, muchas veces desconcertantes . Pero no se puede negar de entrada la posibilidad de que en el fárrago de lo fanta­ sioso se oculte un rescoldo de verdad histórica. El problema sería en­ contrar el procedimiento con garantías científicas , de separar lo que es fruto exclusivo de la pura fantasía de aquello que pueda ser residuo de auténtica verdad . Pensamos que la solución de este problema puede facilitarse conju­ gando los procedimientos que pudiéramos llamar de eliminación y de comparación . El primero de ellos se aplica a cada uno de los apócrifos , mientras que el segundo coteja unos apócrifos con otros . 17 Cfr art. cit. 70 en nota 2, p. 104. LA ASUNCION DE LA SANTISIMA ViRGEN EN LOS APOCRIFOS DE LA EPOCA PATRISTICA En cuanto al procedimiento por eliminación, consiste en someter a examen el contenido mismo del escrito apócrifo . Entonces se descubrirán unos elementos sospechosamente históricos, tales como algunos episodios estrambóticos o milagros espectaculares, o datos cronológicos falsos y refe­ rencias inexactas a lugares ; junto a todo eso pueden encontrarse elemen­ tos referidos a hechos de absoluta normalidad. Descartado el primer gé­ nero de elementos, queda el segundo como posible sustrato de verdad histórica . Si existieran unos puntos de referencia, bíblicos o extrabíblicos, con los que cotejar estos elementos de aparente normalidad, podría comprobarse si coinciden o son compatibles. Por lo que se refiere al procedimiento de comparación , se trata de co­ tejar entre sí los diversos apócrifos existentes sobre el mismo tema, ano­ tando tanto las coincidencias como las discrepancias . Generalmente se ob­ ' servará que las coincidencias serán en las grandes líneas generales mientras que las discrepancias se referirán comúnmente a datos particulares . Proce­ de entonces prescindir de los elementos discrepantes y conservar los que concuerdan. Este doble procedimiento, por eliminación y por comparación, em­ pleado para el caso de los evangelios apócrifos referidos a la Infancia de Jesús, ofrece garantías de acierto ya que existen unas narraciones paralelas de San Mateo y de San Lucas que sirven de puntos claros de referencia en orden a la verdad histórica . En el caso de los apócrifos asuncionistas no contamos, como es sabido, con relatos bíblicos , pero sí podemos echar mano de algún relato patrístico que pueda suplir en cierto modo esa lagu­ na. Tal vez-un texto útil a este respecto sea la narración, breve y relativa­ mente sobria, que nos ofrece Gregorio de Tours (m . 593) en la primera parte de sus ocho libro s de naTTacion es maravillo sas. El texto dice así: «Post haec dispersi sunt [ Apostoli] per regiones diversas ad praedi­ candum verbum Dei . Denique, impleto a Beata Maria huius vitae cursu, cum iam vocaretur a saeculo, congregato sunt omnes apos­ toli de singulis regionibus ad domum eius. Cumque audissent quia esset adsumenda de mundo, vigilabant cum ea simul . Et ecce Dominus Iesus advenit cum angelis suis, et accipiens animam eius , tradidit Michahelo angelo, et recessit . Diluculo autem levaverunt apostoli cum lectulo corpus eius posueruntque illúd in monumen­ to, et custodiebant eum, adventum Domini praestolantes . Et ecce iterum adstetit eis Dominus susceptumque corpus sanctum in nu71 JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA be deferri iussit in paradiso: ubi nunc, resumpta anima, cum elec­ tis aius exultans, aeternitatis bona nullo occasura fine perfrue­ tur» 18 . Esta narración presenta los hechos divididos en tres etapas, cada una de ellas a su vez con tres momentos, a saber: 1) ante_cedentes (inminencia de la muerte, reunión de los apóstoles, vela ante la virgen) ; 2) m uerte (venida del Hijo, muerte de la Madre, sepultura de María) ; 3) asunción (venida del Señor, resurrección de María, traslado en cuerpo y a�ma al cielo) . Sobre este esquema, compaginando según convenga el procedi­ miento por eliminación y comparación, iremos confrontando lo que afir­ man algunos de los textos representativos de los tres grupos de apócrifos ya mencionados, señalando, para no complicar innecesariamente nuestro estudio, sólo aquellos rasgos que consideramos más significativos . Primera etapa: antecedentes 1. Inmin encia de la m uerte de María Con respecto a este primer momento Gregorio de Tours escribe: «ha­ biendo cumplido Santa María el curso de esta vida, cuando ya era llamada a salir de este mundo . . . ». Es, por tanto, una descripción concisa y sin con­ cesiones a la fantasía, expresada en una fórmula que no presenta dificul­ tad a primera vista. Como vamos a tener ocasión de comprobar, los apócrifos introducen elementos nuevos relacionados con la «llamada>> de María, que no interpretan en un sentido moral sino realista mediante la intervención de mensajeros angélicos. En efecto, los apócrifos del grupo III nada aportan para este momen­ to, pero sí lo hacen los otros dos grupos . Así, dentro del 1, el prototipo Li­ bellus de exsequtis refiere que fue el arcángel Gabriel el que hizo este lla­ mamiento maravilloso, saludando a la Virgen con estas palabras: «¡Dios te salve, Madre de Dios! Tu oración ha sido aceptada en los cielos por tu Hijo, nuestro señor Jesucristo ; y además partirás de este mundo a la vida eterna»19. Por su parte, el Pseudo -Melitón habla de un ángel sin men18 Gregorio DE TOURS, Libri miraculorum, I, De gloria beatorum martyrum, cap . IV, PL 7 1 , 708 BC; cfrtexto crítico de B. KRuscH, en Monumenta Germaniae Historica. Scrip­ tores rerum Merovingicarum, t. 1 , p. 489 . 19 Libellus de exsequiis , ed. W. Wright, en «)ournal of Sacr. Literature», 6-7 . ( 1865); A. S MITH-LEWIS, Apocrypha Syriaca, en «Studia Sinaitica» 1 1 (London­ Cambridge , 1 902), pp . 12-69 (versión inglesa) . Las palabras citadas son de la página 20. . . . 72 ' LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VI RGEN EN L OS APOCRIFOS DE LA EPOCA PATRISTICA cionar nombre , que se presenta portando una palma, que dice traer del paraíso , para que María la haga llevar delante del féretro: «ecce , inquit , ramum palmae de paradiso Domino tibi attuli , quem portare facies ante feretrum tuum»2º. Esta aparición angélica tuvo lugar el año vigésimo se­ gundo después de la Ascensión del Señor: «secundo itaque el vicesimo anno postquam Christus devicta mo�te caelum conscenderat»21 . Anuncia que la muerte de María sería el día tercero «cum in die tertia assumpta fueris de corpore»22 . A la aparición angélica había precedido el llanto soli­ tario y reservado de María añorando ardientemente a su Hijo: «die quadam desiderio Christi Maria aestuans lacrimari sola intra hospitii sui receptaculum coepit»23 . En cuanto al grupo II , el Pseudo-juan habla también de la aparición del ángel , que es asimismo Gabriel , en un viernes , junto al sepulcro del Señor, donde María solía ir a orar . El mensaje del ángel habla de que María dejará el mundo (katalipousa ton kósmon) (relinques mundum) y de �na subida al cielo junto a su Hijo para disfrutar una vida verdadera y continua (epi ta ourania pros ton son yion eis ten zoen ten alethinen kai adiádojon aperje) (et ad Filium tuum super caelestia transibis). Oído el mensaje María regresa a su casa de Belén con tres jóvenes que la acompañaban 24 • Un dato nuevo que aporta este grupo II al momento de la inminencia de la muerte de María, es la intervención del apóstol Juan asegurándole que su cuerpo no sufrirá la corrupción ( ou me idei diafzoran to hosion kai timion sou soma) (corpus tuum non videbit corruptio­ nem)25 . Vemos , pues , que la presencia de un fugel , por lo que entraña de maravilloso y la intervención del apóstol Juan , por su carácter extraña­ mente profético , así como las discordancias en las diferentes narraciones , arguyen la presencia de elementos fantasiosos puramente legendarios . Queda en pie como histórico lo demás , que viene a reducirse a lo que en 20 Pseudo-Melitón, Transitus sanctae Mariae, ed . C. TISCHENDORF, Apocalypses apocryphae. . . Item Mariae dormitio. .. (Lipsiae , 1866), pp . 124- 136, donde el Transitus es designado como Transitus Mariae B . Las palabras citadas corresponden al cap . II , p. 1 2 5 . 2l Ibid. 22 Ibid. 2 3 Ibid. 24 Pseudo-Juan, edición del prototipo griego C. TISCHENDORF, Apocal_ypses apocry­ phae. .. Item Mariae dormztio. . (Lipsiae , 1 866) , p. 96 . La edición de la versión latina A. WILMART, en Analecta Reginensi'ae, Studi e Testi 59 ( 1933), p. 3 5 7 . 25 TISCHENDORF, op. czt. , p . 98 , y WILMART, op. cit., p . 3 5 8 . . 73 J AVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA principio dijera el Turonense: «se cumplió el curso de la vida de María y partió de entre los mortales». 2. Reunión de lo s apóstoles Respecto a este momento , Gregorio de Tours afirma: «se reunieron todos los apóstoles de cada región en la casa de Ella». Si las palabras usa­ das por el Turonense para referirse a la inminencia de la muerte de María no ofrecían en su conjunto sospechas de falta de historicidad, la frase uti­ lizada para el momento de la reunión de los apóstoles suscita algunas du­ das que obligan a un examen más minucioso . Habla él de la coincidente concu11encia (congregati) de todos los apóstoles venidos de todas las re­ gion es donde cada uno se encontrara predicando el Evangelio . Se parte , por tanto , del supuesto de que la muerte de María se produjo después del año 4i, en que , con toda probabilidad , se dispersaron de Jerusalén los .apóstoles . Esto supuesto , el hecho de que todos se reunieran resulta extra­ ño si no se da a entender alguna intervención sobrenatural , ya que los apóstoles se hallaban en países muy remotos . ¿Es probable esta sobrena­ tural intervención? Veamos lo que dicen al respecto los apócrifos . En el grupo I, el Pseudo-Melitón narra cómo el primero en llegar fue Juan y luego los demás apóstoles , incluido Pablo . El medio de transporte fue maravilloso , puesto que fueron Hevados por las nubes y ellos mismos desconocían el porqué de aquella reunión: «et ecce subito , dum praedica­ ret lohannes in Epheso , die dominica, hora diei tertia, terrae motus fac­ tus est magnus , et nubes elevavit eum . . . , et adduxit eum ante ostium domus ubi erat virgo Deipara Maria . . . elevati in nube . . . , et salutantés in­ vicem mirabantur»26. En el grupo II , el Pseudo-juan añade nuevas circunstancias y así, por ejemplo , cuatro de los reunidos ya habían muerto y tuvieron que resucitar al menos para asistir a la muerte de María; éstos eran Andrés , Felipe , Lu­ cas y Simón . La Virgen María les pregunta cómo se han enterado de su in­ minente desaparición . El apóstol Pablo responde, según el prototipo griego , que e1 Espíritu Santo le ha hecho esta revelación : «la Madre de tu Señor abandonando este mundo (katalimpánousa) camina (ton drómon poíetai) hacia el cielo mediante la disolución (diá tes analyseos)»27. La ver­ sión latina dice: «ego Paulus in civitate tiberiorum regione dicta non 26 27 74 Pseudo-Melitón, Transitus sanctae Mariae, ed. cit. en nota 20, pp. Pseudo-Juan, TISCHENDORF, ed. cit. e n nota 24, n. 19, p . 101. 127 s. LA ASUNCION DE LA SANTISI MA VIRGEN EN l OS APOCRIFOS DE LA EPOCA PATRISTICA longe a Roma audivi Spiritum dicentem mihi : 'Mater Domini relinquit mundum istum supra caelestiae cursum faciens , abi ad salutationem eius'»28• El apóstol Tomás , por su parte , viene a afirmar lo mismo; el Espíritu Santo le dijo : «y tú , Tomás , ve a Belén para saludar a la Madre de tu Señor, porque realiza el tránsito (metástasin) a los cielos»29 . En latín dice : «ego in indorum regione , filios sororis regis a me signando , dixit ' mihi Spiritus : 'vade in Bethlehem in salutationem Matris Domini quia transitum facit ad caelos' »30. En el grupo III, la Historia Eutimiana dice parcamente que por una antigua y acreditada (verissima) tradición sabe que «gloriosae ipsius dor­ mitionis tempore universi quidem sancti apostoli , qui orbem terrarum ob gentium salutem peragrabant , momento temporis in sublime elati ,Hiero­ solymam convenerunt : cumque illic essent , eis visio apparuit angelica et divina melodía audita est supemarum potestatum . . . Post tres autem dies angelico cantu cessante , qui aderant apostoli , cum unus Thomas qui ab­ fuerat , post diem tertium'venisset et quod Deum tulerat corpus adorare voluisset . . . »31 • Es decir, que para este apócrifo lo que importa es destacar la ausencia de Tomás , que , como en la aparición del Cenáculo , llegó tarde . ¿ Qué han aportado estas narraciones apócrifas para aclarar el dato del Turonense acerca de la reunión de todo s lo s apóstoles? Datos maravillosos por un lado y por otro evidentes discordancias , lo que arguye en su con­ junto que el dato de la totalidad es fantasioso . Por otra parte , la insisten­ cia en que se hallaran presentes los apóstoles , ¿no apunta a un fondo de verdad ? Quizás el relato , que ofrece el fragmento atribuido a Cirilo de Je­ rusalén , ayude a aproximarnos a la verdad histórica. Esta denominada Vi­ sión de Cinto cuenta cómo , quince años después de la Ascensión , la Santísima Virgen vivía con el apóstol Juan de Jerusalén y le comunica la inminencia de su muerte , cosa que Ella sabe porque así se lo ha anun­ ciado su Hijo. María pide al discípulo que llame a Pedro y a Santiago , 2s 29 30 Pseudo-Juan, WILMART, ed. cit. en nota 24, p . 359. Pseudo-Juan, TISCHENDORF, ed. cit. en nota 24, n. 20, p . 10 1 . Pseudo-Juan, WILMART, ed. cit., loe. cit., en nota 28. La primera de todas fue la intervención de Juan, de la que ya hemos hablado en el texto y que profetizaba que el cuerpo de María no vería la corrupción. 31 Historia Eutimiana, lib. 3, c. 10 (en el Damasceno, In dormitionem..., hom. JI, n. 1 8, PG 96, 747-7 5 1 ) ; M . JUGIE , Le récit de l'histoire euthymiaque sur la mort et l'as­ somption de la sainte Vierge, en «Echos d'Orient» 25 ( 1926), pp . 3 85-392 . 75 J AVIER IBAÑEZ Y FERNANDO ME NDO ZA que también vivían en aquella ciudad 3z . Esto puede ser el sustrato de ver­ dad histórica, con lo cual la narración de Gregario de Tours podría corre­ girse y quedar así: «Se reunieron con Juan , Pedro y Santiago en la casa de María». 3. Vela ante María La narración del Turonense al respecto no puede ser más breve : «ha­ biendo oído [los apóstoles] que había de ser asumida de este mundo , to­ dos juntos hacían vela con ella». Sobre esta afirmación tan escueta monta­ rán los apócrifos sus fantasiosas narraciones . Los del grupo I sólo refieren los saludos mutuos de los apóstoles y la Santísima Virgen . El más antiguo de ellos , el Libellus de exsequiis, pre­ senta a los apóstoles contando extrafias narraciones para matar el tiempo de estancia y espera con María 33 . En el II grupo , el Pseudo -juan, tanto en el original griego como en la versión latina, se refiere a la presencia de multitud de ángeles y a la realización de maravillas y milagros que produ­ cen impacto en los belenitas ; la reacción de los judíos de la cercana Jerusa­ lén ante estos hechos desconcertantes fue intentar tomar por la fuerza a María y a los apóstoles , organizando para ello una expedición que mi­ lagrosamente fracasó , lo que dio ocasión a una nueva expedición , ahora de carácter militar, con un tribuno al frente . La expedición militar no los encuentra, pues tanto María como los apóstoles han sido trasladados mi­ lagrosamente en una nube a la casa de María en Jerusalén y allí entonan cánticos de alabanza a Dios . Transcurridos cinco días , la expedición mili­ tar los encuentra, pero con un final trágico para los soldados34• El grupo III (Historia Eutimiana) nada dice en relación con este momento . Extrayendo los elementos legendarios , además discordantes, de unas y otras narraciones apócrifas puede quedar como sustrato histórico lo que dice Gregario de Tours con la matización que obedece a las observaciones hechas sobre el número de apóstoles presentes , es decir: «los apóstoles Uuan , Pedro y Santiago] se quedaron en vela con María».32 Visión d e Cirilo d ejerusalén, Discourse o n Mary Theotokos b y Cyril, archbishop of ]erusalem, Brit . Mous . or. 6784 , editado por W. BUDGE en 'Miscellaneous Coptic Texts in the Dialect of upper Egypt' (London, 191 5), pp. 626-65 1 . 33 Cfr Libellus de exsequiis, ed . y lugar cit. en nota 19; también el Pseudo-Melitón, ed. y lugar cit. en nota 20. 34 Pseudo-juan, edición del prototipo griego C. TISCHENDORF, loe. cit. en nota 24 ; versión latina A. WILMART, loe. cit. en nota 24 . 76 LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS APOCRIFOS DE LA EPOCA PATRISTICA Segunda etapa: la muerte de Maria 1. La venida del Hijo Gregorio de Tours dice al respecto: «Y he aquí que el Señor Jesús vino con sus ángeles». Esta venida de Cristo la describen así los distintos gru­ pos . El grupo I, con el Libellus de exsequiis y el Pseudo -Melitón a la cabe­ za, refiere que , estando sentados los apóstoles consolando a María y per­ sistiendo en la alabanza divina, al tercer día, hacia la hora de tercia, sobrevino· a todos los reunidos en casa una especie de sopor de suerte que , a excepción de los apóstoles y de tres doncellas que acompañaban a María, nadie pudo advertir nada. El Señor )esus se presentó entonces de improviso con una gran multitud de ángeles cantando himnos de alaban­ za a Dios y acompañados de un gran resplandor35 . El grupo II refleja los mismos elementos : descenso espectacular del Señor y acompañamiento de coros angélicos36 . En el grupo III, la Histo ria Eutim iana recogida en el Damasceno , se re­ fiere a la visión angélica y a sus himnos de alabanza con estas palabras : «estando allí (los apóstoles) se les apareció una visión angélica y se escuchó una melodía divina entonada por los coros celestiales»37• ¿ Qué queda de verdad en el relato ? Quizás una vez más la escueta re­ ferencia del Turonense , después de eliminar toda la espectacularidad reflejada en los apócrifos . En efecto , desde una óptica de fe cristiana nada parece oponerse a que la realidad histórica consistiera en que jesús , Hijo de María, viniera con sus ángeles a recoger a su Madre . 2. La m uerte de María De nuevo el relato de Gregorio de Tours : «y recibiendo el alma de Elh1, la entregó al ángel Miguel , y se retiró». Según los apócrifos representantes del grupo I , a la muerte de María precede un diálogo entre la Madre y el Hijo . Así el prototipo siríaco Li­ bellus de exsequzis refiere: «Nuestro Señor jesucristo llamó a su Madre di­ ciéndole : ¡María! Y Ella le respondió : Aquí estoy, Rabbuli , que quiere 35 Libellus de exsequiis . , ed . W. WruGHT, cit. en nota 19, pp. 20 ss. El Pseudo­ Melitón. . . , ed . c. TISCHENDORF, cit. en nota 20, pp . 1 26 SS. 36 Cfr Pseudo-juan, edición del prototipo griego C. T1scHENDORF, cit. en nota 24 , . . La edición de la versión latina A. WILMART, 37 Historia Eutimiana, citada en nota 3 1 . pp . 1 02 ss . cit. en nota 24 , pp . 359 ss . 77 JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO. MENDOZA decir Maestro . Nuestro Señor le dijo: No te entristezcas , levántate , mira la gloria que mi Padre me ha dado; Yo he venido para mostrártela. Y la Virgen Santa se fue con El y vio la gloria que ninguna lengua humana puede describir . El Mesías. dijo a su Madre: ¿No son verdaderas todas las cosas que te conté, María? Y ella le respondió : Sin duda, realmente, Rab­ buli , son verdaderas todas las cosas que me contaste . Mas El le dijo: Aho­ ra sacaré tu cuerpo y lo llevaré al Paraíso del Edén , y allí estará hasta la re­ surrección . También enviaré a los ángeles para que te honren , y ellos esta­ rán ente Ti portando luces y lámparas hasta que Yo venga a separar el cielo y la tierra y dar la bienaventuranza a los justos y los tormentos te­ nebrosos a los malos. Y esto que ahora has visto, no es más que una exi­ gua parte de la gloria de mi Padre. Ven conmigo y verás y te regoci­ jarás»3s. Por su parte, el Pseudo -Melitón transcribe un diálogo similar . Dice Je­ sús a su Madre: «Veni, electa mea, pretiosissima margarita , intra in recep­ taculum vitae aeternea». María, postrada en el suelo, le responde: «Bene­ dictum nomen gloriae tuae. Domine Deus meus, qui dignatus es me hu­ milliman ancillam tuam eligere et arcanum tui mysterii mihi commenda­ re . Memor igitur esto mei , Rex gloriae. Tu enim seis quia in toto carde meo dilexi te, et custodivi thesaurum a te mihi creditum . Suscipe itaque me, Domine , ancillam tuam». El Salvador interviene diciendo: «Veni se­ cura, quia exspectat te caelestis militia ut te introducat ad paradisi gaudia». Y después de decir esto el Señor, «exsurgens Maria de pavimen­ to , accubuit super lectum suum , et gratias agens Deo, emisit spiritum»39. En el grupo II hay también diálogo Madre-Hijo , aunque con varian­ tes . El prototipo griego del Pseudo juan escribe: «Y el Señor habló a su Madre con esta palabra: ¡María! y Ella le respondió: Aquí estoy , Señor. Y le dijo el Señor: No te entristezcas, sino que se alegre y exulte tu corazón ; porque encontraste gracia para contemplar la gloria ·que me ha sido dada por mi Padre» . María vio esta gloria inefable y el Señor se quedó junto a Ella y le dijo: «Mira, desde ahora tu cuerpo venerable será transportado (metatithémenon) al paraíso, y tu alma santa al cielo , a los tesoros de mi Padre»40• Añade Cristo una frase que resulta sorprendente: «Toda alma 38 Libellus de exsequtis, ed. cit. en nota 19, p. 5 5 . 39 Pseudo-Melitón, ed. cit. en nota 2 0 , pp. 128- 1 29. 4 0 Pseudo-juan, griego, ed. cit. en nota 24 , pp. 107-108. El códice parisiense 1 .173 (A) lee d e otro modo l a promesa d e Cristo: «Mira, desde ahora t u cuerpo venerable será transponado en el paraíso a los cielos, y tu alma santa al cielo . . », ed. cit., p. 108. . 78 LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS APOCRIFOS DE LA EPOCA PATRISTICA que invocare tu nombre no será confundida, antes alcanzará misericordia, consolación y auxilio en esta vida y en la otra»41 . Finalmente , expresa con toda claridad que María murió : «Y habiendo extendido el Señor sus ma­ nos purISimas , recibió el alma santa e inmaculada de Ella. Y al salir su alma inmaculada, el recinto se inundó de un olor suave y de una luz ine­ fable»42 . La versión latina del Pseudo juan abrevia el diálogo materno fi­ lial en esta forma: «Et Dominus clamavit ad eam dicens : Maria. Illa res­ pondit: Ecce ego , Domine. Et Dominus : Noli tristari , sed laetetur et ex­ sultet cor tuum . Ex nunc erit corpus tuum transpositum in paradiso , et sancta anima tua erit in caelis et thesauris Patris , ubi pax et laetitia»43 . La Histo ria Eutimian a del grupo III dice escuetamente a este respecto : «Y así , con una gloria santa y celestial , encomendó (María) su alma santa a Dios»44 . Comparando las distintas narraciones y sometiéndolas al crisol para eliminar los elementos espúreos, parece que la sustancia histórica vero­ símil para un cristiano , vendría representada por la presencia del Hijo, un breve diálogo con la Madre y la acogida por parte del Hijo del alma de su Madre . De esta manera consideramos que hay que desechar como dato fantasioso el mismo que refiere el Turonense cuando dice que Jesús «entregó [el alma de Ella] al ángel Miguel». 3. La sep ultura de María La narración de Gregorio dice en relación con la sepultura del cuerpo de María: «y al amanecer, los apóstoles levantaron el lecho con su cuerpo y lo depositaron en el sepulcro , y lo custodiaban esperando la venida del Señor». Vemos que este breve relato ofrece dos partes de distinta valora­ ción histórica. La primera es totalmente normal , la segunda -hacer guar­ dia junto al sepulcro en espera de la venida del Señor- puede resultar menos verosímil . Los elementos que añaden las narraciones apócrifas , aunque cierta­ mente fantasiosos , resultan atractivos y piadosos . Así , por ejemplo , según 4 1 Pseudo-juan, versión y lugar citados en nota 40 . El fragmento 16 del Evangelio de los XII Apóstoles, que es la versión siríaca libre e interpolada y que pertenece a este mismo grupo, dice en relación a la intercesión universal y eficaz de María: «Ella [María] ruega por el mundo entero, y el Padre recibe las súplicas y oraciones, que Ella hace por nosotros, más que las de todos los santos», ed. Revillout en PO 2 , p. 1 83 . 42 Cfr op. cit. , en nota 40, pp. 109-1 10. 43 Pseudojuan, versión latina, ed. A. WILMART, p. 36 1 . 44 Historia Eutimiana, citada en nota 3 1 . 79 • JAVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA el latino Pseudo -Melitón, del grupo I , antes del levantamiento del cuerpo de María, los apóstoles se sorprendieron de la belleza del alma de María: «Viderunt autem Apostoli animam eius tanti candoris esse ut nulla mor­ talium lingua digne pos�it effari: vincebat enim omnem candorem nivis et universi metallo et argenti radianti.s magna luminis daritate». A conti­ nuación interviene el Señor dirigiéndose a Pedro : «Surge , Petre , et accipe corpus Mariae et dimitte illud in dextram partem civitatis ad orientem, et invenies ibi monumentum novum in quo ponetis eam et expectate dop.ec veniam ad vos»45 . En este momento se menciona la entrega del alma de María al ángel Miguel : «Et haec dicens Dominus tradidit animan sanctae Mariae Michaeli qui erat praepositus paradisi et prínceps gentis Iudaeo­ ·rum». A continuación se refiere a la mortaja, que se describe del siguiente modo : «Et erat facies beatae Genitricis Dei Mariae similis floribus lilii , et odor suavitatis magnae egrediebatur ex ea. Tune igitur sanctum corpus imposuerunt feretro». Después de deliberar a quién corresponderá llevar delante del féretro la palma portada por el ángel , deciden que sea el discípulo amado . La co­ mitiva fúnebre se describe en estos términos : «Petrus elevans a capite fe­ retrum coepit psallere et dicere : Exiit Israel de Aegypto , alleluia. Sustine­ bat autem cum eo Paulus sacrum beatae semper Virginis Mariae corpus , et Iohannes ante feretrum praeferebat palmam luminis . Ceteri vero apos­ toli psallebant voce suavissima»46 . A continuación viene un largo excursus en que se relata el incidente del príncipe de los sacerdotes judíos que pretendía profanar el féretro, pero que , después de recibir castigo , termina convirtiéndose . Entonces logran los apóstoles llegar al valle de Josafat , al lugar «quem ostenderat eis Dominus , et posuerunt eam in monumento novo , et clauserunt se­ pulcrum . Ipsi vero sederunt ad ostium monumenti, sicut mandaverat eis Dominus»47• En el grupo II existen al respecto varias versiones del prototipo griego De dorm ition e48• En sustancia el relato es muy parecido. Lo mismo puede decirse de la versión latina del Pseudo -juan . Por una y otra sabemos que el príncipe de los sacerdotes aludido en el relato tenía por nombre 24. 80 45 Pseudo-Melitón, ed. cit. en nota 20, pp . 129- 130. 46 Pseudo-Melitón, ibid. 47 Pseudo-Melitón, ed. cit. en nota 20, p. 134. 48 Estas versiones pueden verse en la edición de Tischendorf, Aparecen en las páginas 1 1 1- 1 12 y en d aparato crítico. citada en nuestra nota LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LO S APOCRIFOS DE LA EPOCA PATRISTICA Jefonías y que el tiempo que duró la custodia del sepulcro por parte de los apóstoles fue de tres días49. La Historia Eutimiana, del III grupo , es muy escueta en lo referente a este momento : «Eius autem corpus quod Deum susceperat , cum angelico et apostolico cantu elatum , in loculo Gethsemani depositum est ; quo in loco angeli totos tres dies choros agere et canere non destiterunt»5o . De todo ello parece deducirse como verdad histórica el traslado del cuerpo muerto de María por los apóstoles al sepulcro , ofreciendo pocas garantías de verosimilitud la referencia a la permanente custodia del se­ pulcro . Tercera etapa: la Asunción de María También en esta etapa se pueden distinguir tres momentos : 1) la ve­ nida del Señor; 2) la resurrección de María; 3) el traslado en cuerpo y alma al cielo . Ahora bien , los documentos se muestran confusos en los dos últimos momentos , no quedando claro si la resurrección de María tuvo lugar antes o después de su traslado al cielo . Ante esta imprecisión preferimos estudiar conjuntamente los tres puntos . 49 Cfr Pseudo-juan, edición latina de A. WILMART, citado en nota 24, pp . 36 1 ss. Hay algunos fragmentos siríacos , escritos a finales del siglo V o principios del VI, que resultan de difícil asignación a algunos de los grupos , aunque pensamos que _están ligeramente re­ lacionados con este grupo II . Así, en un palimpsesto del siglo V-VI que consta de cinco libros, en el cuarto narra las exequias realizadas en el sepulcro. Interviene el Espíritu San­ to , que habla a todos los concurrentes, describiendo la Anunciación y otros hechos de la vida de María. Aparecen Eva y Adán , Ana e Isabel y saludan a María. Descienden de improviso desde el cielo unos carros de fuego , cfr A. SM ITH - LEWIS, Apocry pha syriaca, en «Studia Synaitica» 1 1 ( 1902), pp . 22- 1 1 5 (versión inglesa 12- 19). Otro fragmento, que en su segunda recensión se encuentra en manuseritos del siglo XII y XIII , concuerda sustan­ cialmente con la narración anterior , sobreañadiéndose la circunstancia de que, al aparecer los carros de fuego también aparecen algunos santos , cfr W. WRIGHT, Contributions to the Apocryphal Literature of the N. T. (London, 1865), pp . 27-33 (traducción íilglesa 1824). Una recensión , coincidente en este punto, se encuentra en una biografía completa de María de un manuscrito del siglo XIV, que está distribúida en seis libros , cfr E .A. WAWS BUDGE, History of the blessed Virgen Mary and the likeness of Christ which the ]ews of Tiberias made to mock at, 2 vols . (London , 1899), pp . 97- 1 5 3 (con la traducción inglesa) . Un último fragmento, independiente de los anteriores , habla d e las exequias de María: Cristo se aparece a María, que es la última en hablar y muere , siendo entregada su alma al ángel Miguel . Pedro conversa con Cristo y se organiza la procesión fúnebre . Muchos ciegos judíos recobran la vista y cinco mil enfermos se curan al tocar el bastón que les da Pedro , cfr W. WRIGHT, Contributions . . , pp . 42- 5 1 y 10- 1 5 para la versión inglesa. 5 0 Historia Eutimiana, citada en nota 3 1 , lugar citado. A continuación el relato habla del retraso de Santo Tomás, que llegó al tercer día y que motivó la apertura del sepulcro , encontrándolo vacío . . 81 J AVI ER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA Como siempre , empecemos por que dice al respecto Gregario de To urs: «Y he aquí que el Señor se presentó de nuevo ante ellos , y ordenó que el cuerpo santo envuelto en una nube (susceptum in nube) fuera trasladado al paraíso: donde ahora, reasumida al alma, gozando con sus elegidos, disfrutará los bienes eternos sin conocer fin». El texto del Turo­ nense habla claramente de la venida de Cristo , de la resurrección de María y del traslado de su cuerpo santo al cielo . Sin embargo , no aparece claro si el cuerpo de María fue trasladado al cido51 muerto o resucitado, ya que la fórmula que utiliza para la resurrección , que es el ablativo abso­ luto «resumpta anima>), 1a coloca no ya inmediatamente después de la traslación del cuerpo sino intercalando las partículas «ubi nunc», con lo cual la expresión resulta ambigua . El Pseudo -Melitón, del grupo I , a entender con toda claridad que el orden de los acontecimientos fue : venida de Cristo , resurrección de María y Asunción en cuerpo y alma al cielo . Veamos cómo lo narra. En cuanto a la venida del Señor , además de su carácter glorioso , se subraya la actitud dialogante de Cristo con los apóstoles , que concluyen solicitando la resurrección y consiguiente traslado glorioso de María al cielo : «Et ecce subito advenit Dominus Iesus Christus cum magna multi­ tudine angelorum , magnae daritatis radio coruscante , et dixit apostolis : Pax vobiscum . At respondentes dixerunt : Fiat miseri­ cordia tua, Domine , super nos , sicut speravimus in te . Tune Salva­ tor locutus est eis dicens : Antequam ascenderem ad Patrem meum , pollicitus sum vobis dicens quod vos qui secuti estis me , in regeneratione cum sederit Filius hominis in sede maiestatis suae , sedebitis et vos super thronos duodecim , iudicantes duodecim tri­ bus Israel . Hanc ergo ex tribubus Israel elegi iussione Patris mei, ut inhabitarem in ea. Quid ergo vultis ut faciam ei? Tune Petrus et alii Apostoli dixerunt : Domine , tu praeelegisti hanc ancillam tuam fieri immaculatum tibi thalamum , et nos famulos tuos in ministerium tuum . Omnia ante saecula praescivisti cum Patre , cum quo tibi et Spiritui Sancto est una deitas , aequalis et infinita potestas . Si ergo potuisset fieri coram gratiae tuae potentia, visum nobis fuerat famulis tuis rectum esse ut, sicut tu devicta marte reg5 1 La fórmula «in paradiso» claramente no se refiere en este pasaje del Turonense al paraíso terrenal , sino al cielo, ya que añade de inmediato «ubi nunc . . . aeternitatis bona . . . perfruetur». 82 LA ASUNCION DE LA SANTISI MA VIRGEN EN L OS AP OCRIFOS DE LA EP OCA P ATRISTICA nas in glo ria, ita resuscitans Matris corp usculum tecum duceres eam laetam in caelum. Tune Salvator ait : Fíat secundum vestram sententiam . Et iussit Michaeli archangelo ut animam sanctae Ma­ riae deferret . Et ecce Michael archangelus revolvit lapidem ah ostio monumenti , et ait Dominus : Exsurge , amica mea et· proxima mea; quae non sumpsisti c011uptio n em p er coitum, non patians resolu­ tionem corpons in sep ulcro. Et statim resu11exit Mana de tum ulo, et benedicebat Dominum et provoluta ad pedes Domini adorabat . eum . . . Et osculans eam Dominus recessit , et traddidit animan eius [eam edd. ] angelis ut deferrent eam in paradúum. (El Señor se despide de los Apóstoles). Et statim . . . elevatus in nube receptus est in caelum , et angeli cum eo deferentes beatam Manam in para­ dúum Dei. Apostoli autem suscepti sunt a nubibus et reversi sunt unusqutsque in sortem praedicationis suae narrantes magnalia Dei»52 • Los restantes apócrifos de los distintos grupos son bastante confusos con respecto a este momento . Fluctúan en cuanto al momento de la re­ surrección y algunos hablan del traslado de María no al paraíso celestial sino al paraíso del Edén . Así, por ejemplo , el mismo prototipo del gru­ po I (Libellus de exsequiú) habla del traslado del cuerpo muerto de María al Edén , donde , al parecer, debió resucitar porque los ángeles en­ viados por el Señor para que lo custodiaran no sólo le rindieron honores sino que «la servían»53 . El Pseudo-juan griego , prototipo del grupo II, además de estas fluc­ tuaciones ofrece una nueva complicación por el hecho de que existen dos redacciones muy divergentes . Una de ellas dice : «He aquí que desde 5 2 Pseudo-Meli'tón, ed. cit. en nota 20, pp . 1 34- 136. El uso de «caelum» y «paradi­ sum» en este relato se adviene inequívocamente que se hace dando a los dos términos el mismo sentido, es decir, el estado de la bienaventuranza eterna. En cambio , en el prototi­ po siríaco Libellus de exsequiis se presenta Cristo antes de la muerte de María y le promete que su cuerpo permanecerá en el paraíso del Edén hasta la resurrección : «Ahora -dijo el Señor a María- llevaré tu cuerpo al paraíso del Edén y allí estará hasta la resurrección». Esta resurrección, por el contexto inmediato siguiente, es la resurreción final, cfr Libellus de exsequiis, ed. cit. en nota 19, p. 5 5 . Durante la estancia del cuerpo de María en el paráISo del Edén, el Señor envía a unos ángeles para que rindan honores a María y le sir­ van : «Enviaré también ángeles para tu honor y ellos estarán en pie ante ti portando luces y lámparas hasta que venga yo a disolver el cielo y la tierra y a dar la bienaventuranza a los j ustos y el tormento tenebroso a los malos . . . Y el ángel custodio y otros ángeles estaban en pie ante Ella en su honor y la servían», cfr op. cit. , pp . 55 y 59. 53 Cfr la confirmación de esto en los textos traducidos en la nota 5 2 . 83 J AVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA ahora tu cuerpo venerable será trasladado al paraíso , y tu alma santa a los cielos»54 • Da la impresión de que el cuerpo de María, antes incluso de ser sepultado , fue trasladado al paraíso que , al contraponerse al cielo donde es llevada su alma , no es otro que el paraíso del Edén . Así lo confirma el contexto inmediato que habla de que también los apóstoles fueron tras­ portados sobre nubes al paraíso y pudieron presenciar a los justos del An­ tiguo Testamento venerando los restos mortales de María55 . La otra redac­ ción habla de que el cuerpo de María estuvo tres días sepultado con acom­ pañamiento de cánticos angélicos ; cuando éstos cesaron los apóstoles comprendieron que el cuerpo de María había sido trasladado al paraíso del Edén : «Y al cumplirse el tercer día, no se volvieron a oír las voces y por ello todos conocieron que su cuerpo venerable y sin mancha alguna había sido trasladado al paraíso», donde recibió también la veneración de los santos del Antiguo Testamento56 . , Los Libri VI de dormitione B. V. Manae, atribuidos a los doce apósto­ les , es , como hemos dicho , la versión siríaca libre e interpolada del Pseudo-Juan . Esas adiciones resultan originales . Así, el cuerpo de María insepulto es llevado al paraíso del Edén , dato éste que el autor se esmera en detallar prolijamente , señalando con énfasis que fue a este paraíso donde fue trasladado el cuerpo de María : «A este paraíso vino el cuerpo de la bienaventurada Madre de Dios»57 • Una vez que se retiraron los após­ toles y vino el Señor al paraíso del Edén , resucitó a María: «Cuando nuestro Señor vino junto a su Madre y le dijo : María, levantate tú que está en este paraíso de Edén , Ella resucitó , se puso en pie y saludó a nuestro Señor Jesucristo»58 . Entonces «Nuestro Señor le dijo: Ven , sube 24, pp . 107- 108. 1 . 173 (A) presenta la promesa de Cristo con una ligera variante: «He aquí que desde ahora tu cuerpo venerable será trasladado al paraíso en los cielos (en toi paradeisoi eis ouranous) . . . y [allí] habita (epeskenou)», ibid, p. 108. 5 6 Ibid, pp . 1 1 1- 1 12 , según el códice monacense 276 {C). 57 Libri VI de dormitione , editado por W. WRIGHT, Contributions (London , 1865), p . 64. El autor de este apócrifo se considera obligado, para distinguirlo del paraíso celeste , a declarar al lector la localización exacta del mismo . Aunque la cita es larga, permítasenos transcribirla: «Ahora bien , cuando la bienaventurada María fue depositada en el paraíso del Edén y rodeada de la máxima gloria, habiéndose ya marchado los apósto­ les a todas las regiones , vino nuestro Señor Jesucristo j unto a su Madre al Edén. El paraíso del Edén se encuentra sobre la tierra, en alguna región extraña, por encima de las más al­ tas cumbres de los montes y sus cimientos están fundamentados en la tierra. Desde ese paraíso fluyen cuatro ríos . . », ibid. 58 Op. cit. en nota 5 7 , p. 64 . 54 Pseudojuan, griego , ed. cit. en nota 55 Ibid. , pp . 108 ss . El códice parisiense . . . . 84 . . . LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS APOCRIFOS DE LA EPOCA PATRISTICA conmigo al cielo y contempla el esplendor de mi padre»59 . Después de esto la lleva por las regiones celestes y por los lugares donde están los con­ denados y, terminado ese viaje singular , ambos regresan al Ed�n junto con todos los habitantes del cielo6o . Finalmente , la Historia Eutimiana del grupo III añade nuevos ele­ mentos de confusión cuando dice : «Y después de tres días , habiendo ce­ sado el canto de los ángeles , los apóstoles que se hallaban presentes , ya que Tomás era el único que faltaba y había venido después del tercer día y quería adorar el cuerpo que Dios se había llevado , abrieron el sep ulcro . Y no pudieron encontrar de ningún modo el cuerpo estimadísimo de Ella; y habiendo encontrado los lienzos extendidos , y como se vieran inundados por un perfume inefable que de ellos emanaba, cerraron la tumba . Entonces , llenos de estupor por el milagro misterioso no pudieron pensar otra cosa sino que a quien había complacido tomar carne en su propia persona de María Virgen y hacerse y nacer hombre de Ella, esto es , el Dios Verbo y Señor de la gloria, que después del parto conservó in­ corrupta la virginidad de Ella, a Ese mismo le plugo también , después que su cuerpo inmaculado se trasladó , honrarlo con la incorrupción y traslación antes de la resurrección común y universal»61 . Vemos , pues , las variantes , fluctuaciones y discrepancias de los distin­ tos apócrifos en esta tercera etapa del proceso de la Asunción y que afecta a la venida del Señor, a la resurrección de María y" !l su traslado al cielo . ¿ Pueden explicarse razonablemente estas diferencias a partir de un núcleo originario de verdad histórica? En la primera parte de este trabajo dejamos sentada la hipótesis de que todos los apócrifos dependen en definitiva de una tradición oral ante­ rior . ¿ Cuál pudo ser en este punto la fórmula primitiva de esa tradición? Visto lo que opinan al respecto los autores que han estudiado este asunto , optamos por la solución que ofrece el ya mencionado P. Bover62 . La for59 Op. cit. en nota 5 7 , pp . 64-65 . 60 Op. cit. en nota 5 7 , p . 6 5 ss . 61 Historia Eutimiana, citada en nota 3 1 , PG 96 , pp . 747-75 1 . 62 Cfr J. M . BoVER, art. cit. en nota 2 , p . 1 1 1 - 112. Observaciones sobre esta materia han hecho, entre otros, A. LE H IR , De l'Assomption de la Sainte Vierge et des libres apocry phes qui s y rapportent, Etudes Religieuses, historiques et litteraires (1866), pp. 5 14-5 5 5 ; M. ]UGIE, La litterature apocryphe S1:fr {a ?(JOrte et l '!usomption de .J!arie ¡¡ partir de la seconde moitié du v¡e siécle, Echos d ' Orient , 29 ( 1930) , pp . 265-295 ; A. Vrrn , Libri apocry phi de Assumptione B. M. V. , Verbum Domini 6 ( 1926) , pp . 225-234; J. RlvIERE, Le plus vieux Transitus latin et son dérivé grec, Recherches de Théologie an­ cienne et médiévale 8 ( 1936), pp . 5-23; R. 11X71LLARD , The Testament of Mary . The Irúh 85 J AVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZA mulación tradicional más antigua sonaría así: el cuerpo de Maria fue trasladado al Paraíso. Como es ·lógico , el significado normal de «paraíso» para los cristianos medianamente instruidos no podía ser otro que el de cielo de los biena­ venturados . San Pablo , en efecto, dice que fue raptado al paraíso (2 Cor 1 2 ,4) y San Juan en el Apocalipsis afirma que al que venza se le dará a co­ mer del árbol de la vida que está en el paraíso de Dios ( 2 , 7 ) . En ambos casos se ve claro el sentido inequívoco del vocablo para indicar el cielo63 . Pudo ocurrir, sin embargo , que algunos entendieran por paraíso el paraíso terrenal, en cuyo caso tuvieron que elucubrar e imaginar mara­ villas y entre ellas el traslado del cuerpo muerto de María a ese lugar , dan­ do ocasión a todas las fluctuaciones e incoherencias de unas y otras narra­ ciones . Si , por el contrario , se mantiene el sentido o bvio de paraíso· = cielo , es lógico suponer la previa resurrección del cuerpo de . María, ya que sería absurda la hipótesis de transportar un cadáver al cielo que es el estado en que se encuentra . la vida eterna. Hechas estas observaciones , si volvemos al texto del Turonense , recor­ damos que decía: «El Señor . . . ordenó que el cuerpo santo . . . fuera trasla­ dado al paraíso : donde ahora, reasumida el alma, gozando con sus elegi­ dos , disfrutará los bienes eternos . . . ». Teniendo en cuenta el relato del Pseudo -Melitón y la lógica interpretación de paraíso por cielo , no habrá dificultad en reconocer que , aunque Gregario de Tours menciona la re­ surrección después de la traslación , no quiere con ello dar a entender que fuera realmente posterior a ella. El orden sería: resurrección del cuerpo de María y traslado del mismo al cielo . Como conclusión final de este apartado 2 sobre ei valor histórico de los apócrifos asuncionistas , podemos afirmar que el relato de Gregorio de Tours , aunque con algunas modificaciones , ofrece el núcleo esencial de lo que debió ser la forma primitiva de la tradición asuncionista . Según eso reduciríamos a esquema el relato inicial del Turonense en la siguiente forma: Account of the Death of the Virgin, Rech . de Théol. anc. et méd. 9 ( 1937), pp . 34 1-364; B. CAPELl.E, Les anciens récits de l 'Assomption et }ean de Thessalonique, Rech. de Théol . anc. et méd. 12 {1940) , pp . 209-23 5 ; L. CAR.LI , La marte e /'Assunzione di Maria Santissi­ ma ne/le omelie greche dei secoli VII, VIII, Roma, 194 1 ; C . BAUé, Testimonia , pp . 1 565 y 137- 1 5 3 ; M. GoRDill.O, Mariología Orienta/is, en Orientalia Christíana Analecta, vol. 141 (Roma, 1954), pp . 199-200; T. Ü RTIZ DE URBINA, Patrología Syriaca (Romae, 196 5 ; . . . i.a ed. ) , p. 93-95 . No hace falta aclarar que la liturgia católica también considera equivalente paraíso a cielo . 86 63 LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIR GEN EN L OS APOCR IFOS DE LA EPOCA PATRISTICA Antecedentes 1) Inmin encia de la muerte: «Cum beata Maria vocaretur a saeculo». 2) Reunión de lo s apóstole s: «Congregati sunt Apostoli [Iohannes , Petrus et Iacobus] ad domum eius». 3) Vela con María: «Et vigilabant cum ea», Muerte de María 1 ) Venida del Hijo: «Et ecce Dominus Iesus advenit». 2) Muerte de la Madre: «Et accepit animam eius» . 3 ) Sep ultura de María: <<Apostoli autem posuerunt corpus eius in mo­ numento». A sunción 1 ) Venida del Hijo : «Et ecce iterum adstetit Dominu_s ». 2-3) Resu"ección de Mana y traslado al cielo: «Susceptumque corpus deferri iussit in paradiso». Pensamos que , así expresado , el relato reproduce con fidelidad la tra­ dición asuncionista primitiva, cuya sustancia queda afirmada por todos los apócrifos de las distintas lenguas y de los diversos grupos y familias , siendo , por tanto , de suficiente garantía histórica. 3 . Valor teológico d e los apócrifos asuncionistas En las ciencias sagradas , el valor o cualificación teológica consiste en determinar el grado de certeza de una verdad en función de su vincula­ ción mayor o menor con el depósito de la Revelación , contenido en la Escritura y en la Tradición viva de la Iglesia y custodiado y explicitado por el Magisterio . Es sabido cómo Escritura , Tradición y Magisterio no son realidades inconexas sino íntimamente trabadas en misteriosa comple­ mentariedad como un todo armónicamente organizado bajo la acción del Espíritu Santo64, que interviene de modo diverso en cada caso para garan­ tizar la carreta y completa transmisión del mensaje divinamente revelado . A su vez , cabe advertir que cada una de estas tres instancias tiene su 64 Cfr Vaticano II , Dei Verbum, n. 10. 87 J AVIER IBAÑEZ Y FERNANDO MENDOZ A expresión material y concreta. Así la Escritura encierra sus contenidos en unos libros determinados , compuestos bajo la inspiración del Espíritu Santo y es lo que llamamos la Biblia . Por su parte , el Magisterio también tiene sus modos de expresión , tanto oral como , sobre todo , escrita. En cuanto a la Tradición, su modo esencial de transmisión es vivo y oral, ello no obstante , puede y de hecho en muchos casos ha quedado refle­ jada o plasmada en los escritos de los Padres y eminentes teólogos , litur-: gia o expresiones plásticas . Un eco de esta Tradición viva de la Iglesia puede a veces detectarse en otro tipo de manifestaciones de carácter po­ pular, como puede ser el folklore u otras formas literarias y artísticas de expresión . Naturalmente , los apócrifos asuncionistas hay que enmarcarlos dentro de la instancia de la tradición , no como exponentes primarios de la misma sino como formas secundarias en las que ha podido recogerse algún eco de la verdad contenida en el depósito revelado . Es evidente , por tanto , que el valor teológico de los apócrifos no proviene de la autoridad del docu­ mento en cuanto tal , como ocurre , por ejemplo , con los libros bíblicos por la autoridad que emana de su inspiración divina, o con los escritos de algunos .Padres por la autoridad indiscutible de su testimonio humano . La fuerza o valor teológico de un apócrifo hay que buscarlo en su contenido en cuanto reproduce una verdad histórica. Esto justamente es lo que he­ mos hecho en el apartado anterior en relación con la verdad histórica asuncionista, cuyo sustrato hemos reducido a sus elementos esenciales . Procede ahora determinar los grados de certeza que cada uno de esos ele­ mentos de la verdad histórica tiene en razón de su compatibilidad con ese todo armónicamente estructurado , que es el depósito de la Revelación . Huelga recordar que de esa triple instancia del depósito revelado , la norma próxima e inmediata de interpretación es concretamente el Magis­ terio y éste ya se ha pronunciado definitoriamente sobre el último de los elementos de verdad histórica transmitida por los apócrifos. Por tanto , el hecho de que la Santísima Virgen se halla en cuerpo y alma en el cielo es una verdad que tiene la certeza máxima dentro de la Teología: hay que creerla con fe divina y catóiica, ya que fue expresamente definida como dogma por el Magisterio extraordinario de la Iglesia. ¿ Qué decir del valor teológico de los dos primeros momentos (inmi­ nencia y muerte) que en realidad se reduce a una sola verdad a enfocar desde el ángulo teológico , es decir, la muerte de María? Ciertamente la 88 LA ASU NCION DE LA SANT ISIMA VIRGEN EN LOS APOC RI FOS DE LA EPOC A PATRISTIC A fórmula definitoria del dogma de la Asunción ha utilizado intencionada­ mente una expresión en la que no se menciona expresamente la muerte de María: «cumplido el curso de su vida terrena». Pero ello indica que no ha querido pronunciarse definitoriamente en contra de la muerte de la Señora. Más aún , los testimonios patrísticos , aducidos por el propio Ma­ gisterio en la Bula definitoria de este dogma, hablan explícitamente de la muerte de María, con lo cual , al haber sido incorporados por la Iglesia a su enseñanza, adquieren en cuanto a la muerte de María el grado de cer­ teza que reclama la llamada doctrina católica. Admitido , pues , que el momento final o Asunción de María en cuer­ po y alma al cielo es dogma solemnemente definido y que el momento relativo a la muerte , sin corrupción , del cuerpo de María o dormición es simplemente doctrina católica, cabe plantearse sobre este segundo mo­ mento una ulterior cuestión de valoración teológica. La dormición de María, en el sentido explicado , ¿es una verdad cuyo valor teológico pueda alcanzar un día el mismo rango de certeza dogmática que ha obtenido ya la verdad de la Asunción ? Para responder a esta pregunta consideramos conveniente proceder gradualmente . En primer lugar huelga aclarar que no ofrecería para ello ninguna di­ ficultad el hecho de que la verdad en cuestión se encuentre en documen­ tos de carácter apócrifo . En efecto , el hecho de la apocrifidad no obsta a la verdad y la historia de la teología demuestra que de escritos de esta índole , debidamente utilizados , los estudiosos han sacado conclusiones válidas65 . En el caso concreto de los apócrifos asuncionistas tampoco es un inconveniente insalvable el tono fantasioso de los mismos . Ya hemos visto en la parte dedicada a su valor histórico cómo , e�imina!ldo los elementos fabulosos y legendarios , se puede llegar a un núcleo de verdad histórica suficientemente consistente , hasta el punto de que , siendo los apócrifos los documentos asuncionistas más antiguos , sirvieron de base para la ense­ ñanza posterior de los Padres sobre el tema e incluso , en cuanto al mo­ mento culminante de la Asunción en cuerpo y alma al cielo , ha sido san­ cionado por el Magisterio de la Iglesia con una definición dogmática. No hay, pues , inconveniente , por razón del carácter apócrifo de los documentos, en admitir la verdad de la dormición de María no sólo como verdad histórica sino también como perteneciente al depósito de la Reve65 Baste recordar la aportación que han supuesto para los distintos campos de la teología los estudios realizados sobre apócrifos como los Cánones de los Apóstoles, la Epístola de Bernabé, la Didajé, etc. 89 J AVIER I BAÑ EZ Y FERNANDO MENDOZA lación . Ahora bien , ¿ es probable que la verdad histórica de la muerte de María pertenezca a la tradición apostólica? Nosotros opinamos que sí. En primer lugar y aun prescindiendo de testimonios escritos, la exis­ tencia y difusión de una tradición apostólica, referente a los últimos mo­ mentos de la vida de la Virgen en la tierra, es ciertamente probable . María, por voluntad divina , al ser Madre del Redentor, tuvo una misión singular y privilegiada en la Iglesia naciente . Por tanto , su tránsito al Cielo tuvo que ser un acontecimiento suficientemente conocido y ponde­ rado en el ámbito de la Iglesia apostólica66 • Es, pues, probable , aun al margen de testimonios escritos , que no sólo la Asunción sino también la muerte de María, si así ocurrió , fuera conocida por algún apóstol -al me­ nos San Juan- y manifestada por él a la iglesia primitK a, interesada en conocer sobre todo la suerte final de la Madre del Señor. Esta probabilidad de pura lógica se convierte en certeza histórica al confluir el testimonio escrito de los documentos . Ahora bien , como la cer­ teza histórica lo que confirma es la intervención de un apóstol en el ori­ gen de la tradición oral sobre la muerte de María, dicha tradición pasa de ser meramente histórica a constituirse en tradición teológica, en el sentido explicado ya como una de las instancias del depósito revelado . Pensamos , por tanto , que la muerte de María sin corrupción corporal , es decir, su dormición , es una verdad no de mera doctrina católica sino que por su origen apostólico tiene el mismo rango de certeza teológica del que goza­ ba la verdad de la Asunción corporal antes de su definición dogmática. A modo de cgnclusión Los apócrifos asuncionistas tienen el valor teológico general de brin­ darnos una clave para interpretar la historia de la tradición patrística rela­ tiva a la Asunción . Efectivamente , los testimonios claramente asuncionis­ tas de los Padres son relativamente tardíos y varios de ellos hacen referen­ cia precisamente al silencio de sus predecesores sobre este tema. Para 66 María probablemente vivió en Jerusalén , no siendo de recibo la opinión que supo­ ne la muene de la Virgen en Efeso o en otros lugares que se han propuesto ; cfr L. HEIDET1. PIROT, en Di'ctionnaire de la Bible, Supplement I , pp . 645-660. Estaría en estrecha rela­ ción con el grupo de los apóstoles : Juan y Pedro, según el testimonio de los Hechos, solían ir juntos con frecuencia. También en la ciudad de Jerusalén se hallaba habitualmente San­ tiago el Menor, pariente del Señor y, por tanto , también de la Virgen . Esos tres apóstoles eran considerados «columnas de la Iglesia» (cfr Gal 2,6-9). 90 LA ASUNCION DE LA SANTISIMA VIRGEN EN LOS APOCRIFOS DE LA EPOCA PATRISTICA explicar esa brusca afloración de testimonios patrísticos , la analogía de la fe , apoyada en casos similares , puede establecer a priori la existencia de una tradición oral previa . Los apócrifos , por la vía del testimonio, nos conducen a la existencia de esa tradición , aunque , eso sí, por el procedi­ miento científico de eliminación de datos legendarios y de reducción a los elementos comunes a todos los apócrifos . Existió , por tanto , una tradición oral que nosotros hallamos expresada en los apócrifos , como también la encontraron los contemporáneos de esos escritos . Los cristianos de aquella época no recibieron de los apócrifos la tradición oral , pero sí acogieron con fervor esos escritos apócrifos porque veían reflejada en ellos su propia creencia en cuanto a la muerte y Asunción en cuerpo y alma de Mada al cielo . 91