“LA FE DEL EVANGELIO” APÓSTOL DOCTOR JOSÉ LUIS DE JESÚS MIRANDA JESUCRISTO HOMBRE 10 de junio de 2012 Hechos 20: 24. Dice: “Pero de ninguna cosa hago caso,…” ¿Por qué Pablo tiene que decir que de ninguna cosa hago caso? ¿Qué, que le estaban llegando muchas cosas que llaman la atención y que molestan? Oye, qué ministración me dio. Mira: “Pero de ninguna cosa hago caso, ni estimo preciosa mi vida para mí mismo, oye, eso es tremendo, con tal que acabe mi carrera con gozo, y el ministerio que recibí del Señor Jesús, para dar testimonio del evangelio, de la ley de Moisés, de la gracia de Dios.” Así que, mira, aplícatelo. No hagas caso de lo que están diciendo de ti. Bueno, y hoy tenemos un tema, ¡qué tema! Digo, no es un tema apocalíptico tampoco, pero es que ofrece tanta luz de lo que ya nosotros conocemos, pero en una forma muy, muy bella. Vamos a buscar a Gálatas capítulo 3 verso 23 al 25; y vamos hablar ustedes y yo un ratito, y compartirlo, en una forma sencilla. “Pero antes que viniese la fe,…” O sea, antes de la cruz no estaba esta fe. Cristo muere, resucita y llega esta fe que Pablo está hablando. Dice: “Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley,…” Yo no sé por qué todavía hay gente en ley. Porque si la fe llegó, para qué estar guardando la ley. ¿No es así? Y todas las iglesias guardan la ley. Estábamos presos, la palabra confinados significa eso. Tú no podía salir de ahí. Moisés era el que regía todo. “…antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados…” Nosotros no estuvimos encerrados, porque tú has nacido después de la cruz y a ti no te toca esto. Pablo está hablando de él. O sea, que tú ni tienes que pensar en eso, es más, yo no sé por qué hay gente guardando la ley hoy, porque ellos ni nacieron en ese tiempo. La ley fue dada para aquella gente. Es más, tú nunca has estado en pecado. Porque para tú estar en pecado, tiene que haber una ley que diga que tú estás en pecado. Los católicos, nos critican diciendo,-ellos dicen que no hay pecado, hay pecado-. Tienen dos mil años de atraso, porque tú nunca estuviste en pecado. Eso fue una mentira que Roma te vendió, y los llamados cristianos de hoy. Nunca estuviste en pecado. Y tú sabes las veces que tú te confesabas con el cura. Recitando era, lo que hacías dentro de ese cajón. Je, tú nunca estuviste en pecado. Para tú estar en pecado, tenías que estar bajo la dispensación que te colocaba en pecado; pero después que Cristo murió, el pecado fue quitado y todos los niños y todos los que nacen, nacen salvos, si son escogidos. Imagínate, el engaño de Roma que grande es. Imagínate el engaño por dos mil años, como han triturado, han abusado las mentes de las personas. Bueno, “pero antes que viniese la fe”, lo que había era ley. Llegó la fe. Para llegar la fe, había que quitar la ley, porque no puede haber dos cosas juntas. Porque fe y ley son opuestas. O sea, tú no puedes estar diciendo: -Hermano, hay que guardar la ley. Por fe yo la guardo. ¿Cómo que por fe? ¿Cómo que por fe tú la guardas? -No, no, no, yo por fe le cumplo a Dios. No, pero es que si estás en fe ya tú le cumpliste a Dios. Ahora, ¿de dónde sale esta confusión? Fíjate, vamos a ver el libro a los Hebreos, capítulo 11, y el verso 1-2 y concluimos con el verso 6. Fíjate lo que dice: “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” Mira lo que dice, verso 2: “Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos”. ¿De qué fe estaba hablando, si la fe no había llegado? Cuando tú usas ese verso de fe, tú estás hablando del aspecto fe de hacer milagros. Los antiguos hacían, por la fe; David cogía un león y le cogía las mandíbulas así y se las abría. Por la fe, Sansón, por la fe, David mató a 10 mil. Con mil mató a 10 mil. Pero era la fe práctica de hacer milagros. Aquí Pablo dice, “antes que viniese la fe”, es otro tipo de fe. Es la fe que te justifica, te hace justo, te hace perfecto, te hace completo y te deja sin pecado. O sea, hay dos manifestaciones de fe. Entonces, ¿cuál es la fe que predica Roma y las demás iglesias? Ésta. Pero ellos no conocen la nuestra. ¿Sabes por qué no la conocen? Te voy a decir por qué, más tardecito. Y vas a concluir: -No, no jamás pueden conocerla-. Ellos no están en la fe. Ellos tienen “fe en Dios”, pero no tienen “la fe de Dios”. (Aplausos) Sí, porque la fe que predicaba Pablo, cuando él dice, “antes que viniese la fe,” aunque ya había fe, fe para hacer milagros, fe en Dios para la convicción de lo que no se ve y decir sí es; “antes que viniese esta fe”, el único que la experimentó fue Pablo. Los apóstoles no tenían este tipo de fe. Los 11 apóstoles no eran ni salvos. Nunca fueron salvos. Fíjate si es así, esta fe es un don que tú no puedes tener poca ni mucho. Ahora, la fe que tenían los apóstoles, ellos decían: “Auméntanos la fe”, porque aquella se puede aumentar, pero esta no, porque esta llega completa. (Aplausos). Oye, yo recibo que tú estás entendiendo, porque Salomón no tenía esta fe, y era el hombre más sabio de la tierra. Pero aquí, Salomón se tenía que sentar aquí abajo, a babear. Aquí estamos, mira, trazando bien la palabra de verdad. Esto no lo conoce el pastor de la esquina, todo esa gente que nos critica a nosotros; ellos no saben ni de qué nosotros estamos hablando. ¿Sabes por qué? Porque ellos tienen un velo, y ellos piensan que tienen esta fe, pero ellos no la tienen. Por eso es que viven por obras, por eso piensan que la salvación se pierde; porque ellos nunca han llegado a esta fe que estamos hablando. Vamos a seguir leyendo en Gálatas 3:23 al 25. “Pero antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada”. Verso 24: “De manera que la ley ha sido nuestro, guía, nuestro ayo,…” Y, “ayo” es como un jefe, como alguien que te hostiga, que te lleva. Un maestro que te lleva. O sea, la ley fue dada para llevarte a esto, porque la ley sabía que tú no ibas a poder cumplirla. Dice: “De manera que la ley ha sido nuestro, guía, nuestro maestro, nuestro ayo, para llevarnos, a quién, a Cristo.” ¿Y en qué forma te guía? Pues hablándote, diciéndote: -¿Puedes cumplir la ley? Tú dices: -No, no puedo. -Pues, no seas estúpido, métete en fe. ¿Vas a seguir tratando? Es un maestro que te dice: -¿Cómo tú pretendes cumplirle a Dios? Métete en Cristo que él la cumplió por ti.En esa forma es un maestro. Te dice: “…nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados, por qué, por la fe, que venía…” Próximo verso, 25: “Pero venida la fe, qué dice, ya no estamos bajo, maestros, tutores, ya no estamos bajo ley, bajo ayo.’ Porque llegó qué, la fe que salva, la fe que te justifica; la fe que dice, tú estás perfecto, mi amor; tú estás limpio; santificado; completo; prosperado; sentado en lugares celestiales. Tienes todo el paquete de Dios a favor tuyo. (Aplausos). La pregunta es: ¿Cómo llegar a esta fe? ¿Cómo? Cómo tú salir de la fe tradicional y llegar a esta fe que venía, que ya llegó, pero que no todo el mundo puede llegar, porque no es fácil. Mira lo que dice, Romanos 10: 17. La pregunta es: ¿Cómo llegar a esta fe? Puede haber un oyente por Telegracia ahora mismo, que está oyendo. Pueden estar familiares míos: -Vamos a ver qué es lo que dice-. Pueden estar los pastores que nos asedian y dicen: -Vamos a ver qué es lo que hablan esa gentes. Y si, imagínate, bueno tú lo confesaste al principio, que hoy iban a llegar muchos. Oye, si no llegan con esto es que están dañados de fábrica. No, si no llegan con esto es que no tienen oído. Oye, porque más fácil esto no se puede explicar. Mira lo que dice el verso 17: “Así que la fe…” No la fe de los antiguos. Esta fe, la que salva, la que te justifica. “Así que la fe es, por qué, por el oír…” ¿Por qué? No por el leer. Tú sabes que los evangélicos por ahí se meten en una universidad y dicen: -Vamos a crecer en fe, vamos a estudiar la Biblia… No es leyendo. Tú puedes leer toda la Biblia. Tú sabes la gente que han leído la Biblia: -Yo he leído la Biblia 9 veces… -Yo diez… Peor, “pior”. Peor, porque entonces lees la letra y el velo se te afinca más. Se te pone como una careta de esas que para sacarla… Porque la fe viene, mira, por el oír. Tienes que doblar toda rodilla. Doblar la rodilla y poner el oído. Pero oye esto, mira lo que dice, Lucas 18: 8. “Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo, de María, el hijo de quién, el Hijo del Hombre…” Era Hijo del Hombre, no hijo de María y José. “…cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?” ¿De qué fe estaba hablando? Porque fe de la otra había por montones. Pedro tenía esa fe, mira, fíjate si Pedro tenía fe, que caminó hasta por el agua. Ah, y los apóstoles hacían milagros. Pero esta fe de que está hablando, es la fe que venía, que ya el Hijo del Hombre está profetizando: -¿Hallará este tipo de fe? No. Entonces, quiere decir que esta fe no fue hallada por nadie, hasta que se manifestó en mí. Yo fui el primero que tuve esta fe. (Aplausos). Porque, oye esto, para tener esta fe tiene que haber alguien que te la predique, porque es que no existía, y no es por el leer. La Biblia llevaba dos mil años correteando por todas las iglesias. Es que hasta que no aparezca el que la reciba, no la va a poder explicar. ¿Estamos claros? (Aplausos). Mira lo que dice en Romanos capítulo 10 del verso 14, en adelante. “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? Tenía que venir alguien a predicarlo. Pero, en dos mil años, nadie había predicado este tipo de fe que yo estoy hablando en esta noche. La gente habla de la otra fe, de la otra fe, yo había oído también un montón. Es más, hay gente que ni van a la iglesia: -Yo tengo una fe ciega en el Señor-, y bien ciega que está. -Yo creo firmemente que hay un Dios-. Todo el mundo cree en Dios. Hasta Satanás -antes de liquidarlo- creía en dios. Pues seguro, si él fue el creador de él. No y tú vas a todas las prisiones y le preguntas a los presos: -¿Usted cree en Dios? -Claro…. Es más, los otros días yo estaba oyendo ahí en un programa en América TV, un tal Benítez que vino de España y entonces, Óscar Aza le preguntaba: Dígame una cosa, ¿qué usted recomienda? -Bueno yo recomiendo que nadie vaya a la iglesia. Porque, por ejemplo, yo creo firmemente en Dios-, tenía fe en Dios. No la fe de Dios, pero en Dios, él cree. Y el periodista le dice: -Pero, usted recomienda eso, y entonces ¿y las iglesias? -Bueno, es que Jesucristo no hizo ninguna de esas iglesias. Entonces, el hombre le dijo: -Pero, entonces, ¿usted no cree, o sea no cree que hay ir a la iglesia ni cree que son hechas por Dios? -¡Ninguna fue hecha por Dios! La iglesia de Jesucristo no es así. La iglesia de Jesucristo es un Gobierno, que viene-. Que ya está, pero que él no la ha visto. Él estaba hablando de mí sin darse cuenta. (Aplausos). Oye, un buen pensador. De hecho, me gustó como habló, no pude quitar la vista de él, porque tenía confundido a Óscar Aza. Decía: -Ahora sí que estoy confundido-, y te vas a seguir confundiendo, porque el hombre es un buen pensador. No tiene la fe todavía, pero él ya dudó de todo el sistema religioso; y hace muy bien con eso, porque recomendó, -yo recomiendo que no vaya nadie, pero que nadie se tire a la iglesia. Que se queden en sus casas, piensen y ahí está Dios con ellos. Sin embargo, él dice: -Viene un Gobierno, un Gobierno que Dios va a traer-, porque cree en Dios. Fíjate, él no es ateo, él cree. Lo único que no cree en lo que está establecido, y hace muy bien, porque eso sí que es perder tiempo. Ir a la iglesia hoy, prefiero irme a una fiesta, muchacho. Prefiero irme a cualquier sitio, menos a la iglesia. Porque es que eso no es iglesia, te están vendiendo gato por liebre. Te están diciendo: -Ven a la iglesia-, y no es Iglesia. Te engañan. Por lo tanto, ¿ir a dónde? A menos que sea Creciendo en Gracia, aquí sí que hay material para ti. (Aplausos). Convienen estos versos, vamos a ver a Segunda carta a los Corintios capítulo 3, verso 14 al 16. “Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado”. ¿Y cómo Cristo quita ese velo? Predicando. Yo predico, tú escuchas y se te puede caer el velo. Yo recibo que se le está cayendo el velo ahora, a montones de bendecidos. (Aplausos). Oye, y a mí lo que me llama la atención es que Isaías, sin estar presente, fíjese lo que es ser profeta, profeta es una persona que aparentemente predica un disparate y después se va para la casa, y se muerde los labios, se da en la cara él mismo, se siente mal. Tú sabes que a mí me ha pasado, a veces yo digo cosas y cuando he llegado a mi casa, yo llego con ganas de romper algo: -¿Por qué dije esto? ¡Qué estúpido soy! Y me hago un montón de preguntas. Pasan 3 meses, -¡Anda! por eso fue que yo dije eso-. Entonces, Isaías, vamos a buscar a Isaías 25, verso 7; él habló esto. Y yo me imagino que le cayó en su mente, después una tristeza. Porque él ya venía profetizando algo que iba a tardar miles de años en cumplirse. Dice: “Y destruirá en este monte la cubierta con que están cubiertos todos los pueblos, que es la ley, y el velo que envuelve a todas las naciones.” Cuando dice: “El velo que envuelve a todas las naciones”, no se podía cumplir en aquel tiempo, porque todas las naciones, no se había multiplicado la raza. Pero, entonces, ese “velo que envuelve a todas las naciones”, lo menos que la gente se imagina que es Jesús de Nazaret. ¡Qué espectáculo! Ese es el “Código Miranda”; porque eso nadie lo sabía. -O sea, ¿que Jesús de Nazaret es el estorbo? Ese es tu estorbo. De hecho ¿por qué a Pablo se le llamó Anticristo? Porque él tocó ese velo. Lo que pasa es que a él no le hicieron caso. Él no convenció a nadie. Pablo tocó ese velo. Dijo, “para que seáis de otro, del que resucitó”. Ahí mismo, -¡fuera! No se puede escuchar más este hombre-, y los mismos apóstoles lo liquidaron, le taparon la boca, escribieron cartas después de él para que no creyeran en él. Entonces, la razón que yo soy Anticristo es porque yo sigo ese patrón que llevaba Pablo, pero yo sí lo estoy logrando, quitar el velo. Pablo no pudo quitárselo a nadie. Bueno, ni a uno. Dice: -“Todos me abandonaron”. Y después de mi partida, se acabó esto, que lo quite OTRO. El Otro lo quitará, porque yo no puedo. Yo le dejo ahí, el martillo, las herramientas, los clavos, la dinamita, se lo dejo ahí como fundamento; y que después él recoja eso y haga algo con eso a ver si él lo puede quitar. ¿Y lo estamos haciendo? (Aplausos) Ahora, fíjate si en el 666 hay sabiduría, que si yo te quito el velo y te activo la fe -la que venía- y tú entras en esa fe; entonces, quitarte el velo es decirte: No mires a Jesús de Nazaret. No mires antes de la cruz; porque si miras antes de la cruz, ahí está la ley. Ahí está la maldición. Ahí está la condenación. Si miras después de la cruz, te ves perfecto. Ahí ves perfección. Ahí ves la fe que justifica. La fe que salva. La fe que te deja completito. Sin faltarte nada. La fe que te dice: No busques más a Dios, porque ya lo tienes dentro. Por qué el Espíritu de Dios, en el tiempo antes de la cruz, de los profetas, dice que el Espíritu de Dios venía y se apoderaba una fuerza de Sansón, venía y se iba. ¿Por qué venía, de momento, y los hacía profetizar y se iba y los dejaba solitos? El Espíritu de Dios venía sobre ellos y los inspiraba a hablar unas palabras proféticas y luego el Espíritu se iba. ¿Por qué? Porque estaban en pecado, y el Espíritu de Dios no puede morar donde hay pecado. Pero, después de la cruz, al quitar el pecado, ahora él vino para quedarse. Por eso es que la vida de Jesús está en ti. (Aplausos). La vida de Cristo está en ti; tú tienes todos los derechos de reclamar tu herencia porque estás COMPLETO, LIMPIO, SANTO Y BENDECIDO. ¡ABBA PADRE! (Aplausos).