“La entrada de un joven o de una joven estudiante al mundo universitario implica una serie de rupturas, tanto a nivel psicopedagógico como emocional e institucional, que hacen a menudo de este paso una forma de proceso iniciático, al final del cual el estudiante o la estudiante se ha edificado un conjunto de referentes en el seno de su nuevo mundo.” (Malinowski, N. 2008, p.1) Voy a tomar como referencia para comenzar el desarrollo del tema a tratar, la anterior cita del Prof. Nicolás Malinowski, la cual extraje de su texto “Diferenciación de los tiempos estudiantiles e impacto sobre el proceso de afiliación en México”, ya que considero que abarca en rasgos generales lo que sucede con el nuevo estudiante universitario y de esta manera, me va a permitir poder explicar detalladamente cada aspecto y como él menciona, las “rupturas” que se dan durante tal proceso. Voy a basarme principalmente en el estudiante que finalizado su ciclo como bachiller en el secundario, decide o debe iniciar una carrera universitaria. Es de conocimiento social, que uno de los cambios más importantes que “sufren” los jóvenes es el paso a la universidad. Los estudiantes vienen de un centro de estudio previo, la secundaria, donde las clases son conformadas por entre 15 y 30 alumnos, donde hay un adscripto/a quien responde a todas las dudas, consultas y problemas del alumno, teniendo un trato casi personalizado, donde no solo se generan vínculos con su generación de compañeros, sino que generalmente “todos conocen a todos”, donde se tienen en cuenta las realidades personales de cada uno e innumerables ítems, que hacen del colegio o el liceo, un lugar de contención y apoyo. Creo que hay varios aspectos que influyen en que el alumno que ingresa a la Universidad de la República pase por una cierta “crisis” que genera miedos, inseguridades e incertidumbres, y se vea envuelto en una batalla entre lo que siente, imagina y sucede. Creo que el video trabajado, expresa y respresenta de manera clara estos puntos. En primer lugar, en nuestro país las Universidades donde se puede estudiar una carrera, una licenciatura, se encuentran en su mayoría en la capital, lo cual obliga a cualquier ciudadano que viva en el interior y desee estudiar una carrera, a dejar su pueblo o ciudad para instalarse en Montevideo. “El estudiante es un joven que se aleja más o menos de su familia, que adopta un estilo de vida sometido a una seria de condiciones, el alojamiento, la ciudad donde estudia, la naturaleza de sus recursos, el tipo de sociabilidad que adopta, sus opciones ideológicas y políticas. Cuanto más masificada es la universidad, más diversificados son estos estilos de vida” (Dubet, F. 2005, p.3). 2 Este es un cambio muy importante, la vida en el interior del país no es como la vida que se lleva en la capital, los montevideanos estamos acostumbrados a tanto movimiento, a tanto automóvil en las calles, a veredas repletas de gente apurada por llegar a algún lugar, a ómnibus que no paran en las paradas porque van llenos, etc. Pero quien vive en el interior, generalmente no está acostumbrado a esto sino a lo contrario, en el interior los tiempos son diferentes, todos se conocen, los lazos personales son más fuertes, etc. Para cualquier persona que viva este proceso de “mudanza”, el cambio es grande y complejo, pero principalmente para los jóvenes de 17 o 18 años que generalmente no están aún preparados para dejar a sus familias y empezar su vida solos en un lugar que no es su lugar natal, en un barrio que no conocen, rodeados de personas que no conocen e infinidad de situaciones que el vivir en la capital conlleva. Esta adaptación genera un sentimiento de soledad bastante grande, angustia, nervios, incertidumbres, dudas. Sumado a la presión familiar que muchas veces, en estos tipos de casos, se vuelve en contra del joven. Otro aspecto que influye y el cual es tenido en cuenta como “primer impacto” que sufre el estudiante en el texto “Desafiliación Estudiantil” de Sandra Carbajal, es la gran cantidad de estudiantes que se encuentran activos en la Universidad, lo cual contrasta claramente con aquel secundario donde mencionaba que habían no más de 30 alumnos por aula, en la Universidad generalmente los grupos superan ampliamente los 100 alumnos. Esto genera que el estudiante se sienta insignificante en comparación con los aproximadamente 2000 alumnos que hay en su generación y ni hablar, en comparación con la cantidad de alumnos que hay en total en la facultad. Ya sea un joven que proviene del interior del país o un joven que proviene de un colegio o liceo capitalino, este encuentro con la masividad de personas en la universidad es fuerte y desconcertante, no está acostumbrado a ello. Todo esto forma parte de lo que Coulon llama “el tiempo de extrañeza”, que incluye el proceso de separación con todo lo anteriormente vivenciado. Ante todo, hay un problema inicial y es que en la secundaria no se prepara al alumno para su ingreso a la universidad ni la universidad brinda la información necesaria para preparar al alumno ingresante, “No aparece una tarea sistemática desde educación secundaria para colaborar con la elección de estudios, como tampoco de la Universidad de la República” (Carbajal, 2011, p.13). El estudiante que ingresa a la universidad pretende seguir con la metodología y práctica de estudio que llevaba en secundaria y dado a que en la universidad es diferente, se da un alto porcentaje de pérdida de parciales entre otras cosas. Por lo que el estudiante se siente fracasado y desorientado, además de inseguro, ya que los docentes en los teóricos plantean cosas que no figuran en la página oficial, o bedelías expone carteleras que no coinciden con lo hablado 3 con el profesor en clase, esto deriva directamente de esa falta de preparación que tiene el estudiante, en secundaria hay un apoyo enorme del centro estudiantil hacia el alumno, donde todo se explica y soluciona, y en la universidad, ésta como institución, parte de la base de que quien ingresa, es alguien que tiene claridad, está informado, maduro y autónomo. Esto genera, junto con otros factores, que el proceso de afiliación del estudiante, no sea exitoso en muchos casos. Y es por esto también que me parece muy interesante el programa de PROGRESA respecto a TEPs. Como también me parece importante, al igual que se plantea en el artículo de Nicolás Malinowski, las actividades extracurriculares y diálogos entre estudiantes, no necesariamente vinculadas a lo intelectual, ya que influyen positivamente en el progreso de afiliación, en la autonomía y también repercute en la forma y estrategias de estudio de cada joven, generando entre otras cosas, un óptimo nivel académico. Es como una cadena, en cierta manera todo afecta a lo otro. El estudiante generalmente toma la postura de la UDELAR como un filtro para que justamente los alumnos que no estén preparados para continuar con la carrera, la abandonen, dando paso y mejor calidad de estudio para quienes si están seguros de realizarla. En algunos centros de estudio como el ISEF, existe una prueba de ingreso donde el estudiante debe aprobarla con un cierto porcentaje para poder ingresar al Instituto y desarrollar su carrera, en otras como en Psicología no existe prueba de ingreso, y es durante el curso donde se generaría ese filtro. Todos estos aspectos, llevan a que el joven realice un crecimiento personal, y como menciona Malinowski, adquiera estatuto de estudiante (“oficio”) lo cual lo diferencia de la mera inscripción a la universidad, ya que tiene más responsabilidades de las que está acostumbrado, debe pensar en un futuro desde el momento que piensa una carrera, debe pensarse como un adulto y ya no como un joven, aparte de enfrentarse con esta idea de autonomía que plantea la universidad y adaptarse a las nuevas reglas. Esta etapa, Coulon la presenta como “tiempo de aprendizaje”. Sumado a esto, en gran parte de los casos, esta nueva vida como adulto viene acompañada del primer trabajo formal, lo cual es otro cambio y otra nueva responsabilidad y en muchos casos también de la convivencia con personas desconocidas como son los hogares estudiantiles, pensiones, o simplemente un grupo de compañeros que decide vivir en conjunto. Todo lo mencionado hasta el momento sumado a temas externos como pueden ser las situaciones personales, por ejemplo, generan que entre el primer y segundo año de la carrera un alto porcentaje de estudiantes abandonen los estudios. Específicamente, según el sociólogo Felouzis (2003) 1/3 de los estudiantes abandonan la carrera universitaria antes de culminarla. 4 Si bien año a año también son más alumnos los que deciden ingresar a la UDELAR, este aumento queda prácticamente nulo al observar el porcentaje de quienes la abandonan. En el texto de Malinowski, se plantean 3 grandes factores del fracaso universitario: las características de entrada del estudiante (su edad, su origen), la gestión hecha por el estudiante de su nuevo oficio (afiliación, concepción del aprendizaje) y la característica de la enseñanza (métodos de evaluación, concepción que poseen los docentes). Considerando todo lo mencionado a lo largo del ensayo, estos 3 factores me parecen escasos en comparación con todo lo que sucede realmente. “Se comprueba entonces, que tan importante como el aumento en el número de estudiantes que ingresan a la universidad es la deserción que se produce en los primeros años, sobre todo durante el primero y en el pasaje entre el primero y el segundo.” (Carbajal, 2011, p.8) Creo que en la anterior cita, claramente se ve el resultado de lo que genera el ingreso a la universidad. Ya sea porque el alumno se da cuenta que la carrera que estudia no es la que realmente le gusta, que esto se debe a que generalmente cuando uno egresa del bachillerato no tiene claros aun sus gustos ni está preparado para elegir y comenzar ese camino al título universitario, o ya sea por ese sentimiento de abandono, falta de cuidado y soledad que nombrábamos anteriormente, al dejar su familia para comenzar una nueva vida en un lugar que es totalmente diferente al que está acostumbrado, o en términos formales la “fase de afiliación” no es exitosa, ni institucionalmente ni intelectual o cognitivamente. Si le logran superar todas esas etapas, frustraciones y el proceso se va realizando de manera satisfactoria, las reglas se van adquiriendo, y uno pasa a sentirse bien y cómodo en su universidad, comienza a pertenecer a otro “mundo” en el cual encuentra muchas cosas positivas y nota que no está tan solo como sintió al comienzo. Lo importante es pasar esas fases, y llegar a la que Coulon menciona como “fase de afiliación” propiamente dicha, donde uno tiene control, la conversión y la agregación, permitiendo al estudiante interpretar las reglas e incluso menciona, el trasgredirlas. Pero esa manipulación denota conocimiento y confianza. Personalmente considero que uno cuando termina el liceo, no está preparado para comenzar una carrera universitaria, uno no conoce más de lo que se le enseña en el liceo que considero que sigue un programa anticuado donde se dejan por fuera muchísimas ramas muy interesantes para aplicar y enseñar. Me parece que el estudiante no está lo suficiente maduro para afrontar el pasaje a la universidad con 17 o 18 años, que es bueno vivir otras experiencias, probar diferentes cosas para sí poder discernir lo que queremos de lo que no, y poder encarar luego sí, una carrera con decisión, seguridad y 5 fortaleza que creo que son 3 aspectos necesarios e indispensables para poder estudiar con placer, con ganas y sobre todo, poder obtener óptimos resultados. 6 BIBLIOGRAFIA Malinowski, Nicolás. (2008). “Diferenciación de los tiempos estudiantiles e impacto sobre el proceso de afiliación en México”. México. Universidad del Centro de la provincia de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Humanas. Practicas comunicativas del ingresante y afiliación intelectual – Área temática: La institución y los actores. Buenos Aires, Argentina. Dubet, Francoise. (2005). Revista de investigación educativa: Los estudiantes. Xalapa, Veracruz. Carbajal, Sandra. (2011) Desafiliación estudiantil. Montevideo, Uruguay. 7