Pre-Capítulo XXVII 2016-2017 Carmelitas de la Caridad - Vedruna 1 2 1. LÁZARO “En la escena de la unción en Betania, Lázaro aparece compartiendo la mesa con Jesús. Su único cometido en la historia parece ser el de testimoniar que ha sido devuelto a la vida por él. Lázaro es la persona transformada por el efecto de la Pascua anticipada en el signo de la Vida que es Jesús. Él es signo universal de los pobres y necesitados, primeros en alcanzar los efectos pascuales. No tiene más mérito que el de ser alguien amado por Jesús. Es un personaje sin palabra propia: son sus hermanas las que le prestan su palabra, las que se quejan por él ante Jesús y las que le lloran. Son las mujeres las que se hacen cargo de este símbolo de humanidad frágil y necesitada, pobre, ante Jesús. Lázaro es símbolo de lo humano pobre en cuanto necesitado y frágil, dependiente y sin voz. Él no merece nada. Todo le es dado. En la casa pascual, donde se celebra a Jesús, Vida y Resurrección, tienen un puesto de honor los que, como Lázaro, sin hacer nada testimonian el amor de Jesús, la preocupación de los demás (sus hermanas) y los efectos anticipados de una nueva forma de Vida donada por Jesús. forma parte del banquete como representación de lo humano necesitado y pobre. No aparece como pater familia. Es una forma nueva, pascual, de ser humano y relacional. Nada sabemos de sus relaciones familiares y sociales, exceptuando los lazos de hermandad con las dos mujeres. Una nueva forma, pascual, de ser comunidad y rendir homenaje a Jesús. Es el primer agraciado” Mercedes Navarro 3 2. EL SÍNDROME DE EMAÚS “Podemos estar aquejados del “síndrome de Emaús”, un sentimiento extendido y difuso, inconfesado tal vez pero real, de que Dios y la fe en Él no tienen ya ningún poder sobre este mundo; de que no lo tiene tampoco sobre nuestras Congregaciones religiosas; de que tampoco lo tiene ya en cada uno de nosotros. He ahí la forma más peligrosa y real, aunque no pronunciada, de ateísmo por nuestra parte. Los dos caminantes hacia Emaús reflejan mucho nuestra situación actual. María Magdalena, llorosa por la aparente muerte definitiva del Señor y añorante de tiempos pasados, también. Son pesos, unos nacidos de dentro y otros venidos de afuera, que no nos dejan vivir en pie, que nos mantienen encorvados como a la mujer del Evangelio o muertos y maniatados como a Lázaro en la tumba. Y sin embargo, la primera reacción de Cleofás y su compañero al reconocer al resucitado es volver a la comunidad. "Si el Señor sigue vivo entre nosotros, tiene futuro vivir juntos en torno a él", parecen decirse. Y lo primero que el Resucitado hace con María Magdalena es "desviarla de su triste búsqueda", ponerla en pie hacia el testimonio. A la VC actual y a cada uno de nosotros nos pide levantarnos de nuestras postraciones, ponernos en pie, liberar al yo de sus pesos muertos, aceptar en medio de nosotros al Viviente que nos llama, convoca y envía” José Antonio García SJ. 4 3. LA ATRACCIÓN DEL ABISMO “Si nos ponemos al borde de un precipicio nos entra tal vértigo que no nos caemos, sino que nos tiramos. Esta experiencia la podemos tener alguna vez en la vida. No deseamos una cosa, pero vamos directos hacia ella sin poner los medios para evitarla. En esos momentos sólo alcanzamos a quedar paralizados, agarrados a algún amuleto o descansando en una supuesta confianza en Dios que justifique nuestra inactividad para apartarnos del abismo. Hoy podemos ver algo de esto en nuestra Iglesia noroccidental y en la vida religiosa: colegios e instituciones religiosas con pocos consagrados, cierre de casas y agrupación de comunidades y provincias, aumento de ancianos, falta de vocaciones, parroquias vacías, pérdida de relevancia social, casos de corrupción dentro de la Iglesia, acusaciones justas e injustas muy divulgadas en los medios, rechazo de la Iglesia por sectores de la sociedad, etc. Todo esto desanima y paraliza, pero esa parálisis no nos aleja del abismo, sino que acrecienta nuestro peligro. ¿Cuál es el camino a seguir? ¿Apuntalar las paredes agrietadas? ¿Disimular la disminución en número rellenando su vacío de cualquier modo? ¿Imponer nuestra relevancia social con afirmaciones fuera de lugar o usando belicosamente las redes sociales? Que no nos preocupe tanto el edificio exterior cuanto la fuente que mana dentro, el alma que lo habita. (…) Quien teme, teme por el edificio, porque éste es material y puede ser destruido 5 por mano humana o por el deterioro del tiempo. Eso sucede a los edificios, a las instituciones, a las comunidades o a nuestro cuerpo. Pero el alma es la vida del espíritu que nadie puede destruir. De nosotros depende ir tras una vida según Dios o tras una vida aprisionada por las vanidades del mundo y los temores y afanes de grandeza de los que viven sin Dios. Nos dice Jesús: No atesoréis para vosotros tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen y donde los ladrones abren boquetes y los roban. Haceos tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que los roen, ni ladrones que abren boquetes y roban. Porque donde está tu tesoro, allí estará tu corazón (Mt 6, 19-21). Sólo así tendremos vida en nosotros aunque el edificio exterior sea destruido y enterrado, si bien sólo por tres días, ya que la oscuridad no puede retener a la luz por más que se empeñe, ni la muerte imponerse a la vida. Nos tiramos al abismo cuando nos paralizamos por el miedo, el desánimo o la desesperanza, sin ponernos a trabajar. Nos ponemos en camino cuando, olvidados de nosotros mismos y de la consistencia o futuro de nuestro edificio exterior, anunciamos con la sola fuerza del Espíritu la Buena Nueva del Evangelio. Nos alejamos del abismo cuando testimoniamos nuestra fe en Cristo con una vida creyente y alegre, generosa y amable, misericordiosa y compasiva. Cuantos más pobres seamos, más patente quedará el poder de Dios en nosotros, al que no anteponemos ningún otro templo de fabricación humana. 6 Esa vida del Espíritu es la que merece la pena, pues nadie nos la puede quitar y sí la podemos dar. Anunciémosla de todas las formas posibles, siendo testigos de ella en el trabajo, en la familia, en cómo vivimos los acontecimientos de la vida, de palabra, por escrito, directa o virtualmente. Nunca sabemos cuándo Dios puede tocar los corazones. Quien así vive pierde el vértigo del precipicio, pues deja de mirarse a sí mismo, viviendo en el Templo de Dios que no tiene paredes que se puedan agrietar o las puedan tirar. ¿Qué más da ser muchos o pocos, más o menos influyentes, más o menos jóvenes o atractivos? Lo importante es que tengamos vida en nosotros, que dejemos manar la fuente de la vida. Vivir en lo esencial que nadie puede destruir y que da tal libertad de espíritu que nos permite no preocuparnos tanto de nuestros derechos, prebendas o fama cuanto de que el Evangelio sea anunciado y los pobres sean atendidos, pues lo que es bueno para los pobres siempre será bueno para los seguidores de Jesús” Isidoro Anguita. Abad cisterciense Sta. M. de la Huerta 4. CONTEMPLATIVOS EN LA PRECARIEDAD “Hace unos días viajando en el teleférico sobre la ciudad de la Paz descubrí en grandes letras sobre un tejado allá abajo, entre la multitud infinita de casas de la Paz, unas palabras anónimas: Caminar sin la necesidad de llegar. La VC está amenazada de prisa y aceleración, de falta de gusto y sosiego por vivir, de 7 falta de una actitud sana de agradecimiento por lo insignificante y cotidiano. ¿Es posible otro ritmo? Hoy se habla mucho de calidad de vida, de estar presentes, de estar en lo que estamos. Hay en nosotros una urgente necesidad de vivir con otro ritmo interior y con atención a lo que hacemos, a lo que traemos entre manos. Una urgente necesidad de redimir y conjugar el tiempo, los espacios y las relaciones, de sentir el paso que damos, de respirar sin ansiedad, de disfrutar sin prisa, de escuchar sin acosar. Cuidar cada cosa que hacemos, y estar presentes a quien está con nosotros. Poder decir “Aquí estoy”, presente, en espíritu y verdad. Estamos en la vida para aprender a amar gratuitamente, desinteresadamente. Aprender a amar sin dejar rastro de nosotros, sin volvernos atrás para mirar. Hacer lo que no trae cuenta, ni será agradecido (Julián Marías). Pero, sobre todo, en la clave de una vida contemplativa, estamos aquí para dejarnos amar, para rendirnos a un amor, sin poner excusas a Dios con nuestra incapacidad. (…) La cima de la oración es la adoración, en la cual dejamos de orar, para dejarnos hacer, dejarle a Dios ser lo que Él quiere, no poner excusas a su deseo irreprimible de depositar en nosotros su torrente de amor. La vocación de todo bautizado es dejarse amar. Y esa es la voz que centra lo íntimo y más sagrado de la oración de Jesús: Tú eres mi hijo amado, mi predilecto”. Miguel Márquez OCD 8 5. REANIMA LO QUE ESTÁ A PUNTO DE MORIR Ap 3,2 “Lentitud, medicina contra la inhumana dictadura de la prisa, que también rige en la Vida Religiosa. Vivir más lento para vivir más. Moverse quizás menos para llegar más lejos. Leer, no hojear. Conversar, no hablar. Celebrar la vida, no elucubrando acontecimientos que requieren cronogramas, sino volcados en las salas de la cotidianidad. (…) Erigir alrededor de la propia vida “un grado de libre disposición del tiempo, posibilidades para el paso a grados de atención cada vez más elevados, soledad, silencio”. Estas palabras de Simone Weil, doctora en soledad, se articulan dentro de una de sus ideas más felices: para que las relaciones entre la colectividad y la persona fluyan de modo sano es necesario que se vertebren de tal modo que el desamparo no empuje al individuo hacia el redil del grupo, ahogándole en las aguas de lo colectivo. Me parece que esta manera de construir y de habitar una soledad protectora está en verdad amenazada de muerte (…) Desde que soy religioso llevo escuchando el martilleo de la voz del miedo. Casi siempre surge de una misma fuente: las estadísticas numéricas. Si miramos cuántos fuimos, cuántos somos y cuántos seremos, y si a esa mirada cuantificadora le añadimos la valoración cualitativa (aquellos de antes sí que eran buenos frailes) el diagnóstico es claro: la muerte institucional que nos espera en el futuro ha sido atraída hasta 9 el presente por el imán de nuestro miedo y, sin apenas estertores que lo anuncien, ya hemos muerto. Sobre esta desconfianza esencial se levantan las faltas de confianza cotidianas. Son numerosas: en el valor de lo que hacemos, en el mantenimiento futuro de aquello por lo que nos esforzamos, en la significatividad de nuestra presencia en el mundo, en la relación con aquellos que nos encontramos en la vida, en los hermanos con los que vivimos, en Dios. Si alguien puede reanimar aquello que en nosotros está a punto de morir es Jesús, el amante resucitado. En la antífona pascual, cantamos: Surrexit sicut dixit!, ¡Ha resucitado, como había anunciado! Se trata de un eco de Lc 24,6: las palabras que las mujeres escuchan en el sepulcro vacío. En un manuscrito medieval encontramos una variante maravillosa cuyo origen, que desconocemos, puede ser un error del copista, que ha transcrito: Surrexit sicut dilexit!: ¡Ha resucitado, como había amado! En el texto leemos como había amado (dilexit) y no como había anunciado (dixit). Dilexit en lugar de dixit: apenas una sílaba cambia el mensaje, pues sitúa la resurrección no en la comprensión de un anuncio sino en la lógica del amor: Jesús, resucitado por el Padre, está recibiendo un amor semejante a aquel amor con el cual él se relacionó con el mundo. Lo que la Vida Religiosa de nuestro tiempo tiene en común con la iglesia de Sardes - esa parte de nuestro corazón que está a punto de morir - sólo puede ser reanimado por el amor. No serán las planificaciones estratégicas las que nos salven. Ni 10 los años oficiales dedicados a la Vida Consagrada. Ni nuestras obras. Ni un inesperado resurgir vocacional. Será un masaje cardíaco realizado por unas manos llenas de amor. Las mismas manos que nos salen al encuentro en el último verso de este poema: Álzate, corazón, consumido de penas, levántate, que sopla un viento de esperanza por el mundo, llevándose con él tus inquietudes y la costra de angustia que apaga tus latidos. Álzate, viejo amigo, que el dios de los humildes ha vuelto de su viaje al país de las sombras y alumbra con su ojo la prisión en que yaces, limando los barrotes de tu melancolía. L.A. de Cuenca Víctor Herrero, OFM Cap. 11 6. EL PODER DE LA VISIÓN DEL MUNDO Y LA CONVERSIÓN DE LA MENTE Textos entresacados de la conferencia “Cruzando el umbral: Tejiendo la solidaridad global para la vida del mundo”. Hna. Carol Zinn, SSJ. Asamblea General de la UISG 2016. Características principales de la visión del mundo. Si una imagen vale más que mil palabras, vamos a echar un vistazo a dos imágenes importantes de nuestro mundo de hoy. La primera es aquella que sigue enseñándose en las escuelas de todo el mundo y sigue siendo la imagen proyectada de la Tierra. Y la segunda, la imagen del planeta desde el espacio, realizada en 1969, que sigue utilizándose más o menos como decoración…Hay características muy distintas y decisivas de cada una de estas imágenes de la Tierra y las encuentro bastante convincentes ya que tratamos de discernir a qué nos lleva, como seres humanos y sobre todo como religiosas internacionales, cruzar el umbral para que realmente comencemos a vivir, actuar, orar y ser uno. Características de la visión del mundo "occidental/norte": percepción, relación y rol humano: 1. Todo se ve, se entiende y se experimenta como algo separado de todo lo demás. (Agua, tierra, especies, religiones, culturas, razas, economía, política, etc., todos son vistos no sólo como algo distinto y diferente, sino como entidades independientes). 12 2. En una visión del mundo separado, la comprensión de la relación es la de una escalera. (Hay algunas especies, razas, culturas, economías, religiones, etc., que son simplemente vistas como mayores/mejores que otras). 3. En una relación en escalera, visión separada del mundo, el rol de los seres humanos se entiende como una práctica de la ilusión del control. (Todo desde la errónea-lectura del Génesis [dominio] a la actual lectura errónea del cambio climático global [ciencias políticas] refleja esta noción de los seres humanos que piensan que está "bajo control”). Si bien somos rápidas para ver cómo esta visión del mundo se desarrolla en los demás (es decir, políticos, abogados, líderes, iglesias, educadores, etc.), es importante recordar que esta visión del mundo está también viva y bien viva dentro entre nosotras... El Papa Francisco nos ha llamado en este tiempo inmediato a recordar nuestra vocación y ver las veces en las que nos encontramos a nosotras mismas como oportunidades de gracia, conversión y alegría para cruzar fronteras artificiales que hemos creado en nuestras mentes y corazones. En verdad el único límite es el Corazón de Dios y nuestra vocación es dar testimonio de ese Corazón y guiar a otros más allá de las fronteras que intentan poner límites a ese Corazón. La imagen de la Tierra desde el espacio la tenemos sólo desde 1969. En realidad no hace mucho tiempo. Y ciertamente no lo suficiente como para transformar nuestra visión del mundo. Características de la Tierra vista percepción, relación y rol humano: desde el espacio: 13 1. Todo lo que se ve, se entiende y se experimenta conectado a todo lo demás (sólo hay un cuerpo acuoso, una masa de tierra, una comunidad de vida basada en la unidad fundada en la celebración de la diversidad, un deseo de compartir la plenitud de la vida y la alabanza de un ser "más allá de uno mismo"). 2. En una visión del mundo conectada, la relación se entiende como un círculo. Cualquier cosa que pase a un miembro del círculo pasa a todos los miembros del círculo. La alegría, la esperanza, el dolor y la angustia de uno es la alegría, la esperanza, el dolor y la angustia de todos. Hasta que todos son libres, nadie es libre). 3. En una visión del mundo relacional, conectada, el rol de los seres humanos es entender cómo participar en las emergentes, continuas e irreversibles transformaciones. (Cada elección que hacemos, sin importar el contenido, refuerza o debilita nuestra capacidad de elegir por el todo, por el bien común, por la vida del mundo. Conversión de la mente: Entonces, ¿Qué tipo de conversión de la mente necesitamos al considerar el poder de nuestra forma de ver el mundo, y cuán desafiante es aprender, literalmente, a ver de una forma nueva, una forma que haga referencia a toda la vida, que reconozca la Fuente de toda la vida, respete la diversidad inherente a la comunidad de vida y concilie las actuales formas de pensar y ser, planificar y actuar, que de forma insistente y repetidamente fracasan para fomentar la salud y el bienestar de la Tierra, nuestro hogar común? Si bien se han intentado aproximaciones científicas, sociológicas, ecológicas, económicas, culturales y corporativas, estas han resultado negativas en términos de conversión real 14 del pensamiento y de la mente. Lo que parece necesario hoy es un enfoque espiritual que llegue, toque, sane y transforme nuestra mente. Laudato Si' ofrece esta aproximación a una espiritualidad de la Tierra. 7. LA RECIPROCIDAD DE LAS RELACIONES Y LA CONVERSIÓN DEL CORAZÓN Textos entresacados de la conferencia “Cruzando el umbral: Tejiendo la solidaridad global para la vida del mundo”. Hna. Carol Zinn, SSJ. Asamblea General de la UISG 2016. En esta parte voy a empezar con una historia, las invito a mirar la realidad de la Tierra, las características del mensaje del Evangelio tan necesarias hoy en día y, posteriormente, sugerir un camino a seguir que comprenda la conversión del corazón adoptado primero por nosotras, como un modo de vivir nuestra respuesta radical al mensaje del Evangelio de Jesucristo, para la vida del mundo. Conversión del corazón: Espiritualidad de la totalidad Historia. Una madre envió a su hija de ocho años, a la tienda de la esquina a comprar algunas cosas, y empezó a preocuparse cuando la niña tardaba más de lo necesario en regresar. Después de varias horas de angustia y muchos esfuerzos para tratar de encontrar a su hija, la madre volvió a la cocina y vio a su hija de pie allí. Inicialmente, la madre tuvo 15 la tentación de reñir a la niña por haber estado fuera tanto tiempo sin decir a dónde iba. Pero la niña empezó a hablar primero. Dijo que era consciente de que había estado fuera mucho tiempo y que sentía que su madre se hubiera preocupado. Después del interrogatorio, la madre descubrió que la niña no se perdió, ni se alejó del camino a la tienda, ni fue a ninguna otra tienda. Cuando la madre le preguntó por qué se entretuvo tanto tiempo, la niña explicó que cuando se dirigía a la tienda, se dio cuenta de que su amiga estaba sentada en el camino con su muñeca rota y lloraba con mucha tristeza. La madre notó la compasión y la simpatía de su hija y le preguntó si la había ayudado a arreglar la muñeca o a pedir que otra persona la arreglara. Para su sorpresa, la hija explicó que ella no hizo ninguna de esas cosas. Cuando le preguntó qué hizo para tardar tanto si no había ayudado a la niña, su hija se limitó a decir que ella hizo lo único realmente útil en esta situación que era sentarse junto a su triste amiga y ayudarla a llorar. A mí me parece que esta conmovedora historia recoge la esencia de nuestra vocación: estar suficientemente presentes en la realidad que nos rodea para que nuestros corazones se conmuevan tan profundamente como para provocar una respuesta apropiada. Es tan fácil para nosotras, religiosas, evitar la realidad en la que nos encontramos como especies y como comunidad de vida. Es fácil porque la realidad muchas veces se encuentra justo en frente de nosotras y todavía no la vemos como lo que es y por lo tanto somos incapaces de responder totalmente. En cambio, podemos tener la tentación de responder a lo que creemos que es la realidad o 16 respondemos fuera de nuestra propia realidad más que en la realidad actual. La realidad de la Tierra. Una constatación y unas preguntas. Es difícil imaginar que hoy haya alguien en la Tierra que no haya visto las imágenes y/o estadísticas de la pobreza. La pobreza es una situación creada como consecuencia de un comportamiento. No hay falta o escasez en el mundo natural. Funciona en una economía de la abundancia. En otras palabras, hay suficiente para todos, el único lugar donde este principio no funciona es cuando se aplica a interacciones relacionadas con el hombre. Pero, ¿Cómo abordar el problema?¿Por qué se tarda tanto tiempo para que la realidad de la Tierra llegue a nuestros corazones? Y quizás, todavía más sorprendente, ¿por qué se tarda tanto tiempo para que nuestros corazones se muevan a la acción? Características del mensaje del Evangelio. Quizás nuestros corazones se hayan empezado a romper por el dolor de nuestro mundo y estemos dispuestos a dejar que las palabras del mensaje del Evangelio se filtren en él y preparen el camino para la conversión. Nuestras hermanas y hermanos judíos rezan para que la Palabra de Dios esté en sus corazones. La tierra no parece un lugar común para la Palabra de Dios, normalmente oramos para que la Palabra de Dios esté en nuestros corazones. La sabiduría de la Torá enseña que la Palabra de Dios realmente sólo puede estar dentro de nuestros corazones cuando nuestros corazones se rompen por el dolor y el sufrimiento del mundo. Una vez rotos se abren, entonces 17 la Palabra de Dios que está asentada en nuestro corazón puede caer en el interior de nuestros corazones; y entonces se inicia el proceso de conversión. Simplemente puede ser que después de todas las décadas en las que las religiosas han estado en la vanguardia respondiendo a las necesidades de los que sufren, haya llegado el momento de que seamos realmente corazón roto para ver cuando miramos nuestro mundo local y global, y permitir que el dolor y la destrucción de los ecosistemas, los sistemas sociales, sistemas políticos, la familia y los sistemas tribales, los sistemas económicos y los sistemas institucionales, incluyendo el nuestro, finalmente resuenen en nuestra conciencia de tal manera que nos muevan a la acción que nos une a pensar, actuar y orar y ser uno. Será un reto de proporciones enormes. Es un hecho bien conocido que las religiosas se encuentran entre el grupo de mayor nivel de educación de entre las mujeres del planeta hoy en día. También se entiende que la vida religiosa se ha convertido en un estilo de vida del primer mundo, independientemente de donde viven los religiosos. Esto es por la sencilla razón de que la educación es un elemento constitutivo importante y necesario de nuestra vida. Y esto es un elemento bueno y útil. Ciertamente no queremos una menor educación. Sin embargo, el nivel de educación presente entre nosotras, en el conjunto de subespecies de la comunidad humana, inclina la balanza de nuestra mente y corazón hacia la tentación de permanecer cómodamente en nuestra zona de confort. También crea un riesgo profesional en el que el fenómeno de los privilegios se deslice –se deslice en nuestra mente y corazón. Y presenta el eterno desafío de tratar de servir en los bordes y las periferias de nuestro mundo mientras 18 que nosotros mismos vivimos en el centro. Es muy difícil, si no imposible, dirigirse a los márgenes cuando nuestra casa está situada lejos del margen ya sea en el modo de pensar como físicamente. La seguridad inherente, el acceso a los recursos y la educación son regalos, es verdad, y frecuentemente usamos esos dones al servicio de los demás. Al mismo tiempo, crean el espacio para un adormecimiento de la conciencia y su consecuente ceguera del corazón que puede convertirse fácilmente en una lente a través de la cual pensamos, actuamos y oramos y somos uno. La reciprocidad de las relaciones gira eligiendo el amor sobre el miedo, cada vez y en cada una de las circunstancias; la misericordia sobre el juicio, en cada encuentro y en cada experiencia única; y la inclusión sobre la exclusión, en cada oportunidad y en cada lugar. Es muy claro cómo Jesús vivió su vida a partir de este modelo de reciprocidad. Y vemos que las prácticas de la humildad, hospitalidad y perspectiva holística sostenían la capacidad de Jesús de elegir el amor, la misericordia y la inclusión. Con humildad, hospitalidad y perspectiva holística como prácticas cotidianas, esas se convierten en parte de la propia naturaleza para ser solidarios con todo lo que vive y recibirlo todo como cercano, hermana y hermano. La humildad señala con crudeza las tentaciones de arrogancia, justicia e insensibilidad del corazón. La hospitalidad se opone firmemente el instinto de pensar o sentir actitudes que suenan como "no en mi patio trasero (del barrio, país, congregación, comunidad local)" o "nosotros no podemos hacer eso (acoger a una familia de refugiados, rezar verdaderamente con otra tradición religiosa, entablar 19 relaciones significativas con aquellos que son menos que nosotras, crear asociaciones entre nosotras que ponen a prueba los límites de propiedad y control)”. Y la perspectiva holística analiza sistemáticamente una forma de ser en el mundo y en relación que cuestiona cuáles son sus necesidades primarias, a quién está dirigido su programa y cuál es la presencia de los sin rostro y sin voz. Cuanto más honestos, acogedores y holísticos podamos ser unos a otros, más allanaremos el camino para la conversión del corazón que necesita el mundo y que podría ocurrir a través de nuestro testimonio de conversión. El coste será grande, pero el coste que no atestigua tal humildad, hospitalidad y perspectiva global será mucho mayor. Tal vez parte de nuestra vocación en este momento es dar testimonio de la capacidad de conversión que permanece en barbecho en el corazón humano. 20