ANTOLOGÍA SIETE MANERAS DE MIRAR UN MIRLO Siete maneras de mirar un mirlo Primera edición (ePub) 2014 D.R. © Javier Acosta, coordinador D.R. © Instituto Zacatecano de Cultura “Ramón López Velarde” Lomas del Calvario 105, colonia Díaz Ordaz, c.p. 98020, Zacatecas, Zacatecas Coordinación editorial Yolanda Alonso Ilustración de portada Jael Alvarado Jáquez Composición digital (ePub) Karlo Salas ISBN: 978-607-9092-38-2 Siete maneras de mirar un mirlo Los poetas aquí reunidos son como siete pájaros, unidos y diversos; como los mirlos de Wallace Stevens, según nos dice en su célebre Trece maneras de mirar un mirlo: “Tenía tres opiniones,/ como un árbol/ donde anidan tres mirlos.” Aparecen aquí siete maneras de mirar la poesía, con estos siete pájaros felices que anidaron durante un tiempo en el entonces naciente árbol del taller de poesía del Instituto Zacatecano de Cultura. Cada uno venía de un rumbo distinto, y cada uno siguió su propio camino. Mientras anidaron en el taller, fueron tejiendo cada uno su poética, orientados por una cierta unidad en su voluntad de belleza; pero mostrando una vigorosa variedad en su búsqueda de formas y temas. Entre ellos entablaron un diálogo y una búsqueda, diálogo de cantos, búsqueda de silencios. En el taller asumieron el riesgo de exponer sus textos a la opinión de sus iguales, lo que acrecentó sus dudas, pero amplió sus perspectivas; asumieron también la actitud de generosidad y lealtad para señalar la buena y la mala fortuna de algunos de los textos, proponiendo siempre alternativas a partir de las propuestas de los autores. Compartí con ellos (y con otros muchos de la misma horneada) el ambiente de duda y la satisfacción de presenciar durante nuestras sesiones la creación en tiempo real; el surgimiento de textos poéticos de originalidad y frescura envidiables. Estas Siete maneras de mirar un mirlo permiten al lector aproximarse a algunas de las voces más interesantes del panorama actual de las letras zacatecanas, panorama ya de por sí interesante. La felicidad futura de estas poéticas dependerá tan sólo de la continuidad del esfuerzo y de saber mantener esa tensión creativa, amiga de la incertidumbre y la buena fortuna; en otras palabras, que los poetas sepan mantener la mente de principiante de la que toma su aliento el poema. Tómese pues el lector, la pausa necesaria para adentrarse en los aleteos, planeos, barrenas, picados y maneras de anidar de estos siete excelentes poetas. Javier Acosta Patricia Casas Particella del amanecer Lluvia En lo alto del encino bajo mis pies la primera voz del día impone sus torres mancilladas a la hoja murmura la enhiesta catedral inaudible la pluma el piar de golondrinas 3 Fotografía en exilio Golondrinas En silencio huye A la zaga tu rostro el rostro de la noche y su sombra clandestina unas alas del infinito gesto puntean la llegada colgado en el muro que te conserva joven 4 Agustín Castillo En la recepción Instantánea de un pórtico art nouveau Para ese otro arte de Ángel tu rostro se oculta nebuloso El limo funde la argamasa solo tus manos fracturas ciñen envuelven mi talle tu mirada umbral en mi despertar lo inadmisible se revela: el gato duerme sobre mi barriga no hay mano que disloque al tiempo ni recuerdo que avive piedras 5 Es el Fondo Vestigio en deriva algo sin asidero Cuánto crepúsculo de él huyen suelo y estrellas te agobia Ganges no queda horizonte qué eternidad arrastra que albergue amaneceres tu aluvión polvo basura carne eres un alpiste del mito colmillo que no muerde al cascabel propio 6 Verónica Yamilet Fajardo De Varanasi a Bengala Manchas de sarro hay mil lugares santos y más de miles de santos Un buque atraviesa la bañera soy el puerto ninguno imagina donde abandona su carga cuántos fieles van del limo a la reencarnación Charlo con el señor del inodoro ni cuántos mientras las hormigas en su impertérrito viaje trepan por su cabeza se desvían al mar Hay una niña en el lavabo cada vez más gorda que se desayuna la pasta dental cuando me voy 7 Abordo el tren que viaja por el techo Recorrido por una galería los pasajeros duermen el maquinista deja atrás Habrá un lienzo la única parada. que me nombre Susana con voz de pincel Aplazaré el frío retrete acariciarme los fines de semana el rezo por las noches afeitar mis piernas subir y bajar de peso remover los hoyos de la cara buscar marido Olvidaré la migraña 8 la celulitis Colectivo la digestión la demencia 2 el insomnio pasean los culos mi primer embarazo en su rutina mi testamento mi funeral entre manoseos mezcla de olores y el horario de verano y silbidos al paso y el despertador de una estación a otra y el almanaque 0 frente al parabrisas Dormiré a su lado hasta que me reciba la ciudad retrocede aspirada por un enjambre de miradas Naturaleza muerta para colgar de un muro. son los culos al acecho de su presa 9 María Guadalupe González 1 Nadie acaba de subir todo se agita Nadie con su escolar como el viento falda desnuda conoce mi ciudad se apoya del pasamanos Nadie mientras los culos sólo él la vuelven puta desfiló su calzada de sueños el colectivo se detiene por la calle se aleja la falda escolar 10 La hora Sin principio ni fin La hora de abandonar la hora de ser nadie llega y ser todos cuando menos esperas se avizora un cúmulo de raíces aún queda tiempo pétreas de apretar las manos contra el pecho en el resquicio grave del polvo Eso me dijo no hay miradas que cuelguen cuando las hojas empezaron a caer de un árbol 11 Cántico a un oído sordo a Aquel que cabalga en el antiguo cielo de los cielos. ¡He aquí! Hace sonar su voz, una voz fuerte. Salmo 68: 33 Locura sin escape Responde no ocultes el rostro da la cara he visto tu espalda roja Pedía con voz leve ahora grita a su propia alma de viajero de caminante en el diálogo inexistente del otro la muerte juega en la nieve presiente que sus pies se desviaron mientras tú infeliz sigues el camino a casa 12 Mi nombre Espiral del descenso mi nombre es lo único que tengo primero pero tampoco me pertenece segundo tercero caminar mi único oficio seguir la dirección del viento en el círculo final la humedad traspasa huesos que eleva frases en blanco todas las manchas son una sola como bandera de papel en este infierno yo la mancha del centro Grande como el descenso es la altura de dios 13 José Ángel Higuera I III hilar piedra tras piedra un grano de arena recogerlas se embriagaba con el ir y venir como quien cosecha tristezas de olas para colgarlas al cuello recordaba a su madre que en algún tiempo fue piedra de río II todas las preguntas arrojadas al mar IV todas las dudas vertidas a río miras la roca asombrado por su belleza alisaron estas piedras de repente se desprende y te aplasta como el amor 14 Leticia López Saldaña V No es la Antártida, sino el mar el que se hunde. y cuando todos los ríos Los peces multicolores pierden su encanto he navegado como si fueran anguilas moribundas. me transformo en barro Un lagarto huye con la esperanza para que tus manos de encontrar un río, moldeen mi cuerpo gaviotas empujadas por el viento disipan el apetito. Corales, depredadores y presas VI son devorados por la tierra. Todo se ha ido, el río incluso tú. rechina los dientes cada vez que la lluvia Había una vez un pez le acontece que por no morirse de hambre se mordió una aleta. 15 Dos más dos son seis Sábanas dice un pingüino a otro, una vez que despiden a sus hembras. Qué dicen del roce de tus labios, Soy el depredador más temible del mundo, de la humedad que despides, pensaba el tiburón, antes de conocerme. de tu crema antiedad, del cabello que se desprende a escondidas. Qué ocultan de tus noches cuando te envuelven en brasas. 16 Olga Fabiola Romo Demonio personal Y si soy o no te saldrá el tiro entre los cuernos una perra lisiada gasta saliva y veneno qué jodidos te importa mundo aunque te cagues en mis vísceras deja que me arrastre en el fango no me voy a suicidar A mi manera sé avanzar 17 Con tinta en sudor lágrimas Todos los días vomito orina sangre menstrual Busco el horizonte que me aleje de tus pétalos, porque sé Plumas en los dedos flor de lima, en la lengua misma que estarás ahí, en el fin Espacios blancos de mi tiempo cegado, en cada palmo de piel eternamente despierto. Y nada que decir 18 Un milagro para mí Dios está conmigo. Busco su amor en el aroma de tu pistilo, en el resplandor de tu epidermis, en la voz del viento que te silba. Él me bendice, flor de lima, cuando te veo. 19