4.1. Los primeros núcleos de resistencia Desde el siglo VIII se formaron los primeros focos de resistencia cristiana frente al rápido avance musulmán, aprovechando el paisaje agreste de las cordilleras cantábrica y pirenaica. El núcleo occidental avanzó mucho más rápido en su expansión, debido al abandono del valle del Duero. Los núcleos orientales, en cambio, se paralizaron durante siglos por el poder musulmán asentado en Zaragoza. EL NÚCLEO OCCIDENTAL O ASTURIANO. Parece ser que el origen del Reino de Asturias pudo ser un pacto entre nobles visigodos huidos a las montañas cantábricas y los pueblos astur y cántabro. Pelayo, considerado un noble visigodo, venció a los musulmanes en Covadonga (722), enfrentamiento que probablemente fue solo una escaramuza. Alfonso I (739-757) fue el verdadero fundador de la monarquía asturiana. Aprovechando la revuelta de los bereberes contra los árabes ocupó Galicia. Alfonso III extendió sus dominios hasta el río Duero y conquistó León (854) que se convirtió en la nueva capital. El Reino de León logró su rápida expansión aprovechando los problemas políticos y los enfrentamientos étnicos del Emirato y el Califato de Córdoba. Realizó la enorme empresa de la repoblación del valle del Duero. Entró en contacto con comunidades de mozárabes, que transmitieron al nuevo estado la tradición visigoda y la idea de “reconquista”. Pero la diversidad geográfica, social y cultural del enorme reino desembocó en la independencia de algunos territorios a partir del siglo X (Castilla y Portugal). EL NÚCLEO ORIENTAL O PIRENAICO. En los valles pirenaicos, poblaciones cristianas refugiadas acabaron pidiendo ayuda a los francos. El emperador Carlomagno creó la Marca Hispánica (792), que incluía Aragón, Sobrarbe, Ribagorza y los condados catalanes. La finalidad de este territorio era la protección frente a incursiones musulmanas. No se incluyó a los vascones, que derrotaron a los francos en una emboscada (Roncesvalles 778). Con la disgregación del Imperio de Carlomagno en el siglo IX, estos territorios comenzaron su camino hacia la independencia, que pasa por la disminución progresiva de la influencia francesa. Se formaron El Reino de Pamplona (más tarde Navarra) y El Condado de Aragón (que se anexionó Sobrarbe y Ribagorza). El Condado de Barcelona, era el más poderoso de todos los existentes en Cataluña, y acabó anexionándose todos los demás. Los catalanes vivieron durante más tiempo la influencia francesa. A finales del siglo IX, Vifredo el Velloso consigue la total independencia.