260 BOLETÍN D E L A R E A L SOCIEDAD ESPAÑOLA hice varias diligencias, s e confirmó ser c i e r t a la noticia y pude libertar, valiéndome de algunos Negros, a una muchacha de edad de diez a doce años, que tenían ya dispuesta para matarla el día siguiente, la que tengo en mi poder, y habiendo hecho convocar a varios Negros, determinamos pasar el día 18 al Monte Maricaban, inmediato a e s t a c a b e c e r a , acompañado de algunos Negritos, y algunos vecinos de e s t e Pueblo que tienen conocimiento con otros N e g r o s . E f e c t i v a m e n t e , fuimos a! referido M o n t e , intentamos subir a su Cima por una loma de un monte inmediato, y estando a la mitad de dicha loma, vimos rodar una piedra que, según dijeron los negritos que iban delante, la habían desprendido de lo alto otros negritos contra nosotros, no obstante lo cual, continuamos subiendo hasta su mejor altura, en la cual hallamos un c e r c a d o de C a ñ a s grandes, una casuia de N e g r o s desamparada y mucha porción de fuego inmediato; pero habiendo visto que por aquella parte no podía subirse al referido M o n t e M a r i c a b a n , volvimos a bajar, subimos por la loma opuesta, más contigua al dicho M o n t e , hasta un lugar muy áspero y que manifestaba no poderse pasar de allí; pero habiéndome yo adelantado algunos pasos con uno de los negritos que llevábamos y otro vecino de la C a b e c e r a , improvisadamente vimos a dos negros en una altura contigua, que diciéndome no pas a s e delante, me dispararon al mismo tiempo dos flechas, que pasaron y por fortuna mía sin t o c a r al cuerpo, por lo cual, hallándome en sitio de mucho riesgo, imposibilitado a tomar la altura que ocupaban los negritos, ni pasar adelante, por lo áspero del sitio e ignorar el número de negros que había en aquel lugar, logré poder volver a incorporarme con el referido D . J u a n , y tuvimos por conveniente bajar la referida loma y acudir al sitio donde quedaron los caballos, que distaba c e r c a de una legua, así para incorporarnos con la demás gente como también por que no nos cogiesen el paso para nuestra retirada al Pueblo, con cuya diligencia salimos del Monte a las cinco de la tarde, sin haber podido r e c o n o c e r el referido Monte a causa del dicho a c c i d e n t e , y habiéndome informado posteriormente de algunos vecinos de la C a b e c e r a y de los negritos de otros montes inmediatos, me refirieron que no había noticia de que hubiese subido nadie al dicho Monte Maricaban, y que eran los negritos que le habitaban muy malos y de perversas costumb r e s , y no obstante ser muy poco número, no querían comunicación con vecino alguno de los pueblos de esta Provincia.