Pero no es esto sólo lo que explica la gran derrota sufrida por los aliados, a pesar del derro che de heroísmo que hubo en el combate. En el bando francés un factor importantísimo para la Causas que Determinan el Triunfo Inglés en la Batalla Naval de Trafalgar victori^ el espíritu naval, estuvo muy relajado. Luis XVI había logrado reunir fuerzas navales admirables pero esta buena herencia había sido Por: MARCELO BEJARANO Gama 4/c. La batalla de Trafalgar que es una de las más notables en la historia naval se libro cerca dGl cabo del mismo nombre el 21 de octubre de 1805 entre la Escuadra inglesa que comandaba Nelson y la franco-española dirigida por el trances Villaneuve. Merece anotarse el estado de desaliento en aue se encontraban los marinos franceses y los Comandante de las fuerzas de Gibraltar, una carta en la que le decía: "El enemigo puede escapar. Deseo tengamos un hermoso día, el único objetó de mira que tenemos es destruir al enemigo y conseguir una paz gloriosa para nuestra Patria etc". ' Además de las maravillosas instrucciones dadas por Nelson tanto en su parte táctica como hombre que los dirija, que tuviera su confiarla y afecto que las derrotas sufridas en ocasiones anteriores habían hecho perder la confianza de su iefe En tal estado ordena Villaneuve zarpar a la neo, pero esto no está confirmado ya que en la Sin embargo, Inglaterra previno la posible pérdida de la anterior escuadra por lo cual tenía una fuerza efectiva mucho mayor en las cercanías con más superioridad marítima sobre sus dos mLdo del comandante de la escuadra francoP<ínañola. pues estos hombres necesitaban de un escuadra, oponiéndose a la resolución del conseto de guerra. Como se sabe el comandante ordeno el :^pe debido a la salida de 5 navios ingleses escoltando su convoy que entraba al Mediterrá ron parte en el combate. orden no se menciona nada al respecto. enemigos juntos. En 1805 se encontraban en cons trucción 42 navios con los mayores adelantos He La razón principal de la precipitación de Vi llaneuve era su deseo de no dejar el mando de las fuerzas aliadas, pues pocos días antes había tenido conocimiento de que ya había llegado a Madrid el Almirante Rosilly nombrado por el emperador para sucederle y también sabia que le destituía por falta de carácter. Sin embargo de la orden dada el 13, sólo se izaron todas las embarcaciones menores y se mantuvieron los navios con una sola ancla, pues el viento era desfavorable para la navegación y solamente el día 19 a las 0600 empezaron a salir los buque de la escuadra y hasta las 0830 estaban fuera de la bahía todas estas fuerzas compuestas por 15 navios españoles, 18 franceses, 5 fragatas y un bergantín. Al amanecer del 20 descubrió la torre del Tnvisa a navios y 3 fragatas de guerra enemigos min se perdieron de vista por la mañana y se dio ArHenes para en caso de arribada tuvieran los auxi lios necesarios. Cabe anotarse la falta de un plan rWJditado y la poca precisión en el cumplimiento ^.1 deber además la instrucción y destreza profpsional de los artilleros de mar y marineros era glesa. Otras de las cau.sas para el fracaso de i escuadra franco-española, fue la idea que tenía éstos de que la batalla debía librarse en el Canal de la Mancha, pero el comandante Villeneii^ desobedeció las órdenes y salió al encuentro h Nelson, únicamente como una cuestión de nret^ tigio ya que necesitaba cubrir su afrenta buscandó una gloria o una muerte. Pero para lograr esta victoria necesitaba de una preparación, un nia„ bien combinado y dar instrucciones precisas Ta única orden que dio fue: "Obrar cada cual le parezca, haré muy pocas señales", etc oriat nando esto un desconcierto en cada uno de i coinandantes de los buques. En cambio, Nels^ tema todo previsto y sus hombres poseían ^ grado mas elevado de instrucción. " En estas circunstancias la escuadra frannr. española zarpo con todos sus buques el 19 de opím' bre, la misma que en el instante de la batalla dis^Perso, por el desorden que imperaba en l|I 1 1 escuadra inglesa por el contrario estaba Por otro lado, los ingleses tenían conocimien- fos Antillas había ido a situarse en Gibraltar para todo el día 19 y 20 en espera del enemigo, lo que constituye un elemento adverso para los aliado.^ maniobras aliadas y tomaron lac el Mediterráneo y su Almirante NeLson La utilización de la artillería tanto española Síadra franco española se encontraba en Cádiz, S presentó en el Amirantazgo ingles a ofrecer para vencer al enemigo había que desarbolar sus buques, lo que trataron de realizar en toda la batalla. Los ingleses en cambio tenían una táctica distinta que ya les había respondido con óxlto en I" a Inglaterra a descansar pensando que sus servicios no eran necesarios. Cuando supo que la de nuevo sus servicios combinando su atrevido drataouela para obtener en la victoria y dar asi ?nfan Tn»iftPrr? supremacía el Mediterráneo, Desde Londres e.scribió a su segundo, Collingwood, Nelson tenía un desprecio hacia los franceses y este era compartido por casi toda la oficialidaci Driianica de esos tiempos. Sin embargo, es justo reconocer que los El Jacobinismo que imperaba en la marina francesa, ahogó el sentimiento de honor, los mari neros se pervirtieron, los oficiales se alejaban de ñeros de la república francesa que ya entonces estaban a las órdenes del cumplieron como buenos y derrocharon su deber, los franceses habían olvidado el pre en Trafalgar, en grado más que cepto que dice: "La disciplina es la fuerza prín cipe de los ejércitos", el cual es tal vez más apli señalaban sus adversarios, lo que Ies fueran perdonados los defectos se puede oDser- cable a las fuerzas de mar que a las de tierra, pues el especial servicio que debe practicarse en var en las órdenes dictadas por Nelson. peto absoluto e incondicional al mando. fueron muy funestas, especialmente para,ms ixan las primeras exige aptitudes particulares y un res Entre los oficiales franceses, no había armo nía ni espíritu de cuerpo. Desde los más rantes hasta los más instruidos, reinaba la fatui dad, el orgullo y la presunción que llegaba a lo ridiculo. Cada uno se sentía más hábil, im sólo que su jefe sino que todos los oficiales. En las memorias del capitán Lecante se llega a decir eme en esa época hasta el más ínfimo aspirante criti Las consecuencias del desastre ceses. Como bien apunta Le no de todo el Continente d^^^dó ^profund^ente modificado por este hecho; Napoleón no solam había perdido una batalla, sino este momento los ingleses testables del mar; no había y ® , S atacarles en su isla y ® la ilave 21 de octubre de 1805 Nekon conquistó la m y diez años más tarde WeUington la cerradura abrió caba la conducta de su Almirante. Nelson conocía todas estas cosas y tánica mente también sabia muy bien el valor de los buques que tenía que combatir... La convicción en^afal- ruina del poderío mMitimo de BVancia en gar fue el principal factor del final cons g de Waterloo. la época, 37 fragatas y un sinnúmero de embar caciones para robustecer a la gloriosa armada in' escasa y casi nula en los recien embarcados. info^ada por hombres diestros y aguerridos man!ÍVhos ñor una oficialidad entusiasta, disciplinada Vcompacta. Después de los triunfos obtenidos en ción ni material, redobló su audacia y en la victoria. disipada por la revolución. en los pormenores y sobre todo de la previsión de las fases que podía presentar la lucha, estra tégicamente, la posición de Inglatera era muy «u perior. Lord Nelson mandaba la Escuadra del Mediterráneo que constaba de 26 navios, 19 fr.» gatas y 24 corbetas y barcos pequeños, un total de 69 unidades de las cuales solamente 33 toma españoles debido a la falta de confianza en el que tenía de que los fraiiaesés moralizados y que los españoles no tema ms^c- como francesa fue equivocada. Estos creían que otras ocasiones. Ellos disparaban contra las partes vitales de los buques enemigos. Hagcimos un Ecuador Grande Mucho se ha hablado respecto a que el Ecua- dor es un país de contrastes.^ Sus habitantes mos pobres en medio de la riqueza, nos debatimoo ^ impotentes en medio de la fuerza que da la uni dad. Nos agobiamos con la ignorancia en memo de la sabiduría. El problema se agudiza mucho más, si tenemos en cuenta que existen trastes que no debían prevalecer, por el mismo hecho de que somos una sociedad política y jurí dicamente constituida. , . El Ecuador, como cualquier otro país, siure cambios en su estructuración, a veces violente^, a veces lentos, pero siempre tendientes a alcan zar la meta deseada por sus hijos. , ¿A quién podemos culpar del atraso industrial, económico, político y social de nuestro país. A nadie que no seamos nosotros mismos; ni siquiera a nuestros gobernantes, porque ac[uellos que ejer cen su mando, nada pueden realizar sm el voluntario y eficaz de sus subordinados, que a su vez se consigue con la decidida y^^mosa mt^^ vención en todos los asuntos de carácter ^erno lidades absurdas que lo único que acarrean y t a y externo, sin implantar injusticias, sm pa como consecuencia es el caos moral. ^ Desgraciadamente en nuestro " erada y libertad de que gozamos, la tejamos en forma equivocada. Hace mucho descartó la creencia de que un la fuerza física, para dar paso al reconociimento del valor de una persona por lo que sabe y por sus acciones y reacciones. En nuestro país, creo yo, hace falta y completa instrucción sobre nuestros deberes NELSON RICAÜRTE Gama Z/c. y el límite de nuestros derechos, que ca^ ^ _ actúe dentro de su propia esfera y tr rarse a sí mismo, Que junto con la prosperia^^^ propia, viene el adelanto general de todo ei pa^ ^ ^Miles y miles de ecuatorianos viven vegete^^^ y aletargados en una sil^fcion tanto fisic Lpiritual, sin darse cuenta que el trabajo y e_ estudio son los medios gratos y efe^ zar un alto sitial, sin dejamos amastr^ por aque_ líos espíritus apagados que j-ijlas de su rando fa muerte, envueltos en las tablas « ^u ignorancia, sin gj estrella, narse, culpando al ^estmo de su ^ desconociendo o queriendo desconocer, qu tino se lo hace uno mismo. . el EcuaMucho se puede y se nuestro dor: para ello, comencemos por ele^ ni^»^^ nivel cultural, descartando lo gruente, jpuesto que un pueblo fabeto no puede progresar, porque +g „ gnal- eíente en ¿g si mismo, la necesidad de nuevas condiciones de vida. Cuando todos sepan leer y mos en capacidad de ®Pr®uder y poner en prá^ ca muchos conocimientos ^®°^^^^orecerán algo Las horas de estudio y trabajo nos parecer^ aig insignificante si pensamos en un ^turo en el cua^ el Ecuador y todos sus habitantes tendemos u potencial científico, cultural, fíjid de trial que hará desaparecer la triste realidad de nuestros contrastes. frapfl«!o<; ni No culpemos a nadie de nuestros fracasos ni nos amilanemos por ellos. ^®ntengamos el pro pósito de la superación y haremos el Ecuador grande que todos queremos. 17 16 ÍC0A, aCMiNONA I. ^ educadora