de haber visto como los soldados que se encontraban en una trinchera deciden no avanzar al campo de batalla ante la inevitable y obvia derrota frente al enemigo, el general Mireau exige que los acribillen desde la propia zanja por traidores. Aunque la orden no es acatada, la insistencia de Mireau ante Broulard (su superior) hace que al final sólo se elija a tres soldados para su fusilamiento en representación y escarmiento de todas las tropas “insubordinadas”. El coronel Dax, al percibir la injusticia de los hechos decide tratar de defender la vida de los tres soldados y hacer entrar en razón al comité de guerra que es organizado para enjuiciarlos. En el marco del conflicto entre Francia y Alemania durante la primera guerra mundial, Kubrick nos presenta una humanidad carente de empatía, dignidad o clemencia: numerosas veces se pueden encontrar analogías y comparaciones de los soldados con animales insignificantes (como en el diálogo del general Mireau en donde espeta que los soldados se habían comportado como moscas al juntarse en grupos para protegerse del fuego) (Kagan, 2003). La marcada diferencia de clases también se hace evidente cuando se retrata a los generales (que son los que mueven las piezas del tablero a su antojo) comiendo y bailando en palacios o habitaciones lujosas mientras que los soldados deben arreglárselas en trincheras sucias y peligrosas. Para los personajes de los filmes de Kubrick la vida se asemeja a la existencia, en su versión humana, dentro de un -estanque ambiental-, en el cual los animales se multiplican y están hacinados mucho más allá del límite conveniente para su buena salud…unos cuantos animales taimados y poderosos… dominan y aterrorizan al resto de las criaturas” (Kagan, 1972, p. 221) Es así como en esta película, esos cuantos “animales” poderosos encargados de altos puestos militares se encargan de convertir en fútiles a la racionalidad, la justicia, inteligencia y las emociones humanas mediante un código confuso de reglas militares morales (Falsetto, 2001, p. 39). Como bien recuenta Kagan (1972, p. 66), el soldado Paris, uno de los tres soldados enjuiciados, es humillado y derrotado por un teniente borracho y asesino simplemente porque el segundo posee un rango más alto dentro de la milicia; Por otro lado, el coronel Dax termina perdiendo el consejo de guerra (una total farsa), sin poder salvar los tres soldados de su muerte; Los hombres en las trincheras se comportan como las criaturas pasivas del fondo del estanque que solo puede seguir a sus líderes en un universo cruel; El coronel Mireau y el Coronel Dax se sabotean a sí mismos al seguir sus convicciones y emociones en el campo de batalla y al final, el único que queda bien parado es el general Broulard que sólo vive por el poder y no por el pensamiento ni el sentimiento. Después de la resolución del conflicto, el coronel Dax (junto con el espectador mismo) se da cuenta de su gran impotencia en el mundo en el que trabaja y se resigna como ya lo han hecho sus soldados desde hace tiempo, a seguir en la farsa de la sociedad en guerra.