40 LATERCERA Domingo 19 de junio de 2016 Mundo Crisis migratoria pone a prueba la tradicional política de puertas abiertas de Suecia R En 2015, 163 mil personas llegaron al país nórdico en busca de asilo, la cifra per cápita más alta de la UE. Fernando Fuentes La revista Foreign Policy lo ha denominado como “la muerte de la nación más generosa del planeta”. Durante muchos años, Suecia ha representado el ejemplo a seguir por otros países debido a las condiciones que ofrecía a los refugiados: salud, protección, vivienda, alimentación y apoyo económico. Por ello, llegó a convertirse en uno de los destinos más populares entre los refugiados que buscan asilo en la Unión Europea (UE). Sin embargo, en los dos últimos años, la mayor crisis de refugiados registrada desde la Segunda Guerra Mundial ha puesto a prueba toda esta tradicional política de puertas abiertas y acogida. El país de Ikea, Volvo, H&M y Abba tiene una larga tradición de aceptar refugiados, perseguidos y extranjeros. Durante la Segunda Guerra Mundial, Suecia acogió a los judíos que escapaban de la invasión nazi a Dinamarca, salvando a una gran parte de la población. Más tarde dio asilo a los iraníes que huían del Sha Reza Pahlevi y a los chilenos que R Alza en los sondeos del rechazo a los refugiados ha obligado al gobierno a adoptar duras medidas. LAS CIFRAS 18,3% de la población sueca nació en el extranjero. Cifra creció 1,5 puntos en último año. hacían lo mismo del régimen de Pinochet. También abrió las puertas a los eritreos que huían de la conscripción militar para pelear contra Etiopía. Pero la actual ola de refugiados parece representar una exigencia mayor. Solamente durante el año pasado, 163.000 personas llegaron hasta Suecia en busca de asilo , el doble que en 2014 y la cifra per cápita más alta en toda la UE. Con 9,6 millones de habitantes, la cifra de refugiados registrada en 2015 equivale al 1,63% de la población total del país nórdico. Además, representa el doble per cápita que Alemania, que en teoría había tomado la delantera en absorber la gran ola de gente escapando de la guerra en Siria, Irak y otros lugares. Una avalancha humana que en octubre pasado, durante el peak de la crisis, sig- nificó el ingreso a Suecia de hasta 10.000 personas por semana. Este nuevo escenario obligó al gobierno en minoría de socialdemócratas y ecologistas a poner fin a su tradicional y generosa política de asilo. En mayo, el Ejecutivo implementó un sistema de retornos voluntarios que consiste en entregar 8.000 euros a cada refugiado, y su familia, que decida volver a su país, y una vez que hayan abandonado territorio europeo. Apenas dos semanas después, a comienzos de junio, el gobierno anunció que prolon- garía seis meses los controles fronterizos en varias zonas del país para frenar la llegada de refugiados. La medida había sido introducida en noviembre pasado y se produjo después de que las autoridades de la UE accedieran a la petición de Suecia y otros países de aplicar una excepción al tratado de Schengen por la amenaza de la seguridad interna. “Me duele que Suecia no sea capaz de recibir solicitantes de asilo al alto nivel actual. Simplemente, no podemos hacer más”, confesó entonces, al explicar este cambio en la po-