Sociedad Habla Carlos Alcántara, el actor más taquillero de Perú [44] ESPECTACULOS Apple versus Spotify [46] TEN DENCIAS RR En su primera exposición individual en China, Weiwei reconstruyó, dividido en dos galerías, un Templo de la Dinastía Ming, de 400 años de antigüedad. FOTO: EFE El arte de Ai Weiwei se redime en China El artista disidente que fue arrestado en 2011, obligado a entregar su pasaporte e impedido de exhibir su obra en el país, se reencuentra ahora con su público en dos muestras simultáneas en Beijing. Denisse Espinoza En los últimos cuatro años Ai Weiwei (1957) se ha vuelto experto en hacer arte a distancia. A través de modelos computacionales en 3D, entrevistas por Skype y un equipo de curadores y asistentes, el artista chino más internacional ha logrado armar grandes exposiciones en todo el mundo sin salir de su país ni estar presente en sus inauguraciones. Claro que su confinamiento no ha sido voluntario. En la última década, Weiwei se ha convertido en enemigo declarado del gobierno chino, el que decidió quitarle su pasaporte en 2011, luego de arrestarlo en el Aeropuerto de Beijing y llevarlo a un lugar desconocido donde estuvo 81 días preso. Luego se sabría que el artista tenía cargos por evasión de impuestos por su productora Beijing Capital Internatio- nal, delito que nunca fue comprobado del todo y que no impidió que la comunidad artística internacional se pronunciará a favor del artista, desde los directores del MoMA de Nueva York y la Tate de Londres hasta el escultor Anish Kapoor y la cantante Joan Báez. Aunque más tarde fue liberado, permaneció con arresto domiciliario, se le quitó el pasaporte y se le impidió exhibir su obra dentro del país. Hasta ahora. El fin de semana recién pasado, Ai Weiwei inauguró por partida doble su primera muestra individual en China, en la Galleria Continua y en el Tang Contemporary Art Center, ambos ubicados en el distrito Art 798 de Beijing, un área que reúne la mayor parte de los talleres de artistas, tiendas y centros de arte. El sábado por la tarde se realizó la inauguración, a la que asistió gran can- tidad de público, entre turistas, aficionados y artistas, y lo más importante: contó con la presencia del propio Weiwei. Vestido con una camisa verde musgo, short beige y alpargatas negras, el artista accedió a tomarse todas las selfies y firmar todos los autógrafos que le pidieron. También habló. “Es sorprendente, se siente diferente”, le dijo escuetamente al diario The New York Times. Eso sí, la muestra titulada simplemente Ai Weiwei puede resultar decepcionante para algunos, ya que al contrario de lo que podría esperarse, no contiene ninguno de los comentarios políticos que el artista ha realizado en sus últimas exposiciones: en 2014, cuando de forma inédita expuso en la cárcel de Alcatraz, en SIGUE EN PAG. 40 R