II Domingo Ordinario Ciclo "C" 16 y 17 de Enero del 2016 La tradicional definición de la palabra sacramento es: "sacramento es un signo externo instituido por Cristo para dar la gracia". Los siete sacramentos funcionan como los iconos (aquí se usa la definición religiosa no la que se usa en computación), que son ventanas en las cuales a través de ellas, una persona y la actividad de Dios y un creyente se cruzan. Los sacramentos no sólo son encuentros con Dios en mi camino personal de fe, sino también tienen una dimensión pública y misionera. Al recibir un sacramento se me envía a convertirme y poner en práctica en mi vida diaria, lo que un particular sacramento celebra el misterio de la vida de Cristo en el mundo. El Evangelio de hoy día nos relata el milagro de jesús en las bodas de Caná y su señal milagrosa en la transformación del agua en vino, y que proclama la sacramentalidad del estado matrimonial. Para la Iglesia, el matrimonio es más que una unión civil entre un hombre y una mujer. En las personas del hombre y de la mujer; su amor, su vida en común, su unión conyugal, la Iglesia toma este sacramento como la relación viva y natural entre Dios y del individual y también toda la comunidad de los creyentes. Para la Iglesia, el matrimonio y la vida familiar son un sacramento local y/o particular de un sacramento más grande que es la comunidad de la Iglesia unida a Jesús como su lider. En el Evangelio de Juan, su autor narra que Jesús revela la naturaleza de Su persona y misión en una celebración de la boda en Cana, y que es más que una grabación de que Jesús, María y la presencia de los discípulos en una boda, es de Jesús que salva a la pareja de la vergüenza de quedarse sin vino en la recepción. Cana es una epifaníauna revelación del cumplimiento de la promesa de la alianza de Dios en Jesús señalando su último cumplimiento en la vida de la comunidad de la Iglesia en que Jesús establecería a través de su muerte y resurrección: la consumación de la unión de la naturaleza divina de Dios con nuestra naturaleza humana . Las escrituras hebreas, como se ve en la Lectura de hoy del profeta Isaías, es una canción que anticipa esta revelación, y que emplea la experiencia humana del noviazgo y del matrimonio como una metáfora y/o sacramento, ambas para explicar la gracia de la relación de la alianza de Dios que Él había contraído con el pueblo a través de Moisés en el monte Sinaí (Ex. 20), y las exigencias que se les impusieron a ellos con respecto a la fidelidad y permanencia en su relación con Dios. Una y otra vez los profetas llamaron de vuelta al pueblo pecador y que volvieran fielmente a la alianza con Dios. Dios era el novio, y Israel su novia elegida. A pesar del pecado y de la infidelidad de ella, Dios continuó amando a Israel, y esto nos lleva al gesto de la misericordia divina en la historia del Evangelio de hoy. San Juan señala que había seis grandes tinajas de piedra cerca de la entrada a la sala de recepción para que los huéspedes, y que servían para la purificación de los judíos en el labado de las manos al entrar. Por estos jarros pasaban muchas manos que estaban sucias por muchas maneras. Y en estas tinajas de agua sucia fue que Jesús instruyó a los camareros que llenaran con agua y llevaran al mayordomo debido a la dismunución de la cantidad de vino presente. ¡El agua en estas jarras no era agua ‘Perrier’! No era agua pura y limpia. Sin embargo, esta es el agua que se convierte en el "vino de elección" ¡con solo la palabra de Jesús! Agua por la Palabra de Dios se transforma en vino, una señal de divinidad. Agua por la Palabra de Dios se convierte en una ¡nueva creación! La transformación del agua en vino es un sacramento de la misericordia de Dios. Como el agua, nuestras vidas se han contaminado por el pecado. En su misericordia Dios en Jesús por su palabra puede hacernos a nosotros “el vino de elección" ¡el vino del reino! La boda de Caná es un sacramento de Dios en la venida de Jesús y por la gracia se ha desposado a sí mismo a cada uno de nosotros, y a todos nosotros, el novio con la novia, uniéndonos a él en una unión permanente que ningún poder en la tierra o del más allá de la tierra puede destruir (Rm . 8). Isaías proclama la misericordia de Dios en la primera Lectura de hoy diciendo: "Porque el Señor se ha complacido en ti…..Como un joven se desposa con una doncella, se desposará contigo tu hacedor; cmo esposo se alegra con la esposa, asì se alegrará tu Dis contigo“ (Is. 62: 4,5). ¿Ve cada uno de nosotros estas palabras dirigidas personalmente a nosotros? ¡¡Ellas son!! El Papa Francisco en su exhortación de “La alegría del Evangelio” señala que los sacramentos de la Iglesia no son "recompensas" por una buena conducta. Más bien, el Papa dice que ellas son medicinas que nos ayudan a nosotros a conocer el amor y la misericordia de Dios, y que nos van a ayudar en nuestro camino hacia Él. ¡Venga, pues, amados de Dios, coman y beban de su misericordia en esta Eucaristía! ¡Prueben y vean lo bueno que es el Señor! Entonces juntos salgamos como sacramentos de su amor, con cada uno de los otros miembros de su casa y con todos los que nos encontramos. Padre Jim Secora