Relato de Reconstrucción: Vichuquén y su Patrimonio La comuna Vichuquén, la comuna maulina del Lago Serpentuoso, se vio seriamente afectada tras el último terremoto de febrero de 2010. De la noche a la mañana, todo su atractivo patrimonial-arquitectónico estaba en el suelo. Sus habitantes, dispersos en más de una docena de pequeñas localidades rurales, configuraron un importante desafío para las labores de reconstrucción. A Vichuquén no se llega fácil. Hay que internarse en el corazón de la Provincia de Curicó, serpentear los caminos junto al río Mataquito, atravesar cerros, subir y bajar cuestas. Vichuquén es un enclave de agricultura y turismo entre las lomas boscosas y el mar. De acuerdo a los datos del INE, Vichuquén cuenta con una población de 4.916 habitantes, de los cuales un 72,2% corresponde a población rural. Esta escasa población comunal convierte al pueblo de Vichuquén en una aldea donde todos se conocen, y en que aún persiste la vida en comunidad. Adicionalmente, es importante tomar en cuenta que la comuna se compone de 18 localidades, de las cuales ocho corresponden a localidades rurales dispersas (con menos de 100 habitantes), lo que sumado a la inexistencia de movilización pública y a la escasa recepción de señal de telecomunicaciones, genera dificultades en el acceso y comunicación entre los sectores rurales de la comuna y “Vichuquén pueblo”. Así, muchos sectores de la comuna presentan importantes niveles de aislamiento, el que se traduce en un ritmo de vida pausado, ajeno a la contingencia. El 27 de febrero del año 2010, la comuna de Vichuquén, al igual que muchas otras en el país, sufrió con la fuerza del terremoto y tsunami. El pueblo se vio afectado en todas sus localidades, y no sólo en sus viviendas, sino también en la infraestructura pública, como colegios, dependencias de la municipalidad, establecimientos de salud, sedes sociales, etc. El área productiva también se perturbó, especialmente en el turismo: las casas del casco histórico, que durante décadas fueron el gran atractivo de la comuna, se vinieron en el suelo; los artesanos ya no tenían un lugar para trabajar ni donde exhibir sus productos; las localidades costeras perdieron sus caletas, y con ello, su principal fuente de trabajo. De acuerdo a los datos del catastro, un 16% de la población de la comuna perdió o vio afectada su vivienda. Sin embargo, dado el carácter rural y disperso de gran parte de los habitantes de la comuna, el catastro presentó muchas dificultades en sus aproximación a la realidad, cuando ya se pensaba que se tenía una cifra definitiva, seguían acercándose al municipio muchas personas a explicar sus casos, ya que el aislamiento no permitió que fueran registradas en un primer momento y quedaron fuera de las cifras oficiales. En algunos casos, la Municipalidad, a través de la EGIS Municipal, logró que se incorporaran como damnificados, pero existieron muchos casos en los que esto no fue posible, y quedaron fuera de las cifras, y sin poder acceder a las soluciones habitacionales para damnificados. La mayor parte de las familias que perdieron su vivienda postularon de manera individual, para reconstruir su vivienda en un sitio propio, o se incorporaron como damnificados en alguno de los cuatro comités existentes. Entre ellos se contaban también las familias que quedaron viviendo en mediaguas en las aldeas de Vichuquén, Llico, Boyeruca y Lipimávida. Todos estos comités se vincularon a EGIS privadas para la gestión de su subsidio. Otras familias, en cambio, optaron por buscar soluciones habitacionales en otras comunas, adquiriendo viviendas usadas o incorporándose a otros proyectos. Las familias damnificadas que previo al terremoto vivían en calidad de allegados también contaron con estas alternativas de solución, excepto la reconstrucción en sitio propio. Si bien en un inicio había muchas EGIS privadas interesadas en trabajar con las familias damnificadas, estas instituciones se interesan sólo por algunas. Por una parte, los casos más simples, correspondientes a construcción en nuevo terreno, fueron liderados sin problemas por una EGIS privada. En cambio, otras situaciones, como la vivienda rural dispersa, o las reparaciones en la zona típica, no representan interés para este tipo de entidades. Los casos en que se presentan dificultades de acceso, o bien, que requieren de proyectos más complejos (que por su carácter patrimonial debían adecuarse a la normativa del Consejo de Monumentos Nacionales), generaban costos extra que los hacían económicamente no convenientes. Algunos damnificados fueron abandonados tres veces, es decir, firmaron hasta tres acuerdos de trabajo sucesivos con EGIS diferentes, sin obtener solución de ninguna de ellas. Así, la municipalidad debió crear una EGIS propia, que se hiciera cargo de todas estas situaciones, y que diera solución a aquellos damnificados no atractivos para los privados. Un ejemplo de ello son los 83 casos de damnificados que la EGIS municipal debió absorber entre octubre y diciembre de 2011. Este tema presentó además una dificultad adicional. Al perder interés en los casos, las EGIS privadas simplemente abandonaron el territorio, sin informar a los damnificados con los cuales se suponía que estaban trabajando. Dado que las EGIS privadas no están obligadas a informar sus actividades al Municipio, sino sólo a SERVIU y MINVU, el municipio tampoco tenía información al respecto. Así, los damnificados concurrían al municipio a preguntar sobre su situación, sin que éste pudiera darles una respuesta, lo que generaba molestias y retraso en los procesos. Ante esto, la EGIS municipal debió apelar a la buena voluntad de los funcionarios de SERVIU y MINVU, quienes fueron paulatinamente enviando a la comuna los listados de las personas que fueron quedando en el camino, para poder ubicarlas, informarlas y retomar sus casos desde el municipio. Este desgastante proceso tomó tres meses, y requirió el apoyo de los profesionales PGC (pertenecientes a la Seremi de Vivienda), de los profesionales Servicio País de la Fundación para la Superación de la Pobreza, y de funcionarios de otros departamentos municipales. Todo lo anterior llama la atención sobre la necesidad de general algún nivel de regulación de este tipo de entidades a nivel local, y no sólo a nivel regional y sectorial, en la medida en que, en localidades aisladas, es el municipio quien recibe todas las consultas y provee de información a sus habitantes. La situación de las viviendas patrimoniales ubicadas en la zona típica de Vichuquén pueblo, en tanto, es bastante diferente. En este sector, el municipio contó con el apoyo de la empresa minera Barrick, tanto para el desarrollo de los proyectos, como para la reconstrucción patrimonial, que contó con un presupuesto considerablemente superior al aportado por el subsidio. Si bien este aporte es destacable, nuevamente deja en evidencia la escasa capacidad de influencia del municipio en la acción local de privados. Si bien se trata de un aporte, es importante que la toma de decisiones respecto a cómo llevar a cabo la reconstrucción patrimonial se realice no solo desde la empresa, sino tomando en cuenta al resto de los involucrados. En este caso, la selección de las viviendas consideradas “patrimoniales” (y por ende, a intervenir), fue un motivo de largo debate y discusión, ya que mientras la minera utilizaba sólo criterios patrimoniales e históricos, seleccionando inmuebles específicos, el municipio también velaba por entregar una respuesta rápida a las familias en condiciones de mayor vulnerabilidad. Esta diferencia ameritó muchas reuniones y atrasos al ya retrasado avance en el proceso de postulación. Es importante señalar que, mientras en la zona típica se ha intentado mantener la arquitectura de las casas patrimoniales y la armonía arquitectónica tradicional del pueblo, el resto de las soluciones habitacionales planificadas corresponden a viviendas estándar. En las zonas costeras y localidades rurales se ha postulado a viviendas tipo pre-existentes, no habiendo participación de los usuarios en el diseño o tipo, quienes sólo tuvieron acceso a elegir entre dos modelos disponibles. A principios del 2012, la mayoría de las personas se encontraba con su subsidio asignado, pero sólo en 6 viviendas de la zona típica habían dado inicio a las obras de construcción. En una de las cuatro aldeas ya se puso la primera piedra. Pero ninguna vivienda tipo ni proyecto de construcción en sitio propio había iniciado obras. La infraestructura pública, en tanto, ya se encuentra reparada, en parte gracias a los aportes de la empresa minera Barrick y Antofagasta Minerals. Al iniciar el 2012, la gran mayoría de los damnificados se encontraba a la espera de los recursos públicos para comenzar la reconstrucción, y muy pocos de ellos había reparado por sus propios medios durante estos meses. Muchas de las familias han esperado instaladas en mediaguas en los patios de sus casas, generando un extraño fenómeno de damnificados invisibles, que al caminar por las calles de Vichuquén no se perciben, pero que esperan latentes detrás de cada vivienda afectada.