EL PAIS / Ver nota Educación en América Latina: más cobertura, pero “de mala calidad” Un estudio internacional liderado por el ex presidente Lagos propone cambios estructurales para revertir el atraso regional FEDERICO RIVAS MOLINA Buenos Aires 23 AGO 2016 - 20:11 CEST Los ministros Esteban Bullrich y Marcos Peña junto al expresidente de Chile, Ricardo Lagos en la Casa Rosada. TELAM Los países de América Latina han hecho “importantes progresos en expandir la cobertura de sus sistemas educativos” con recursos económicos cada vez más importantes, pero han fallado en la calidad y “los déficits de aprendizaje siguen siendo alarmantes”. Esta ha sido la conclusión de un informe elaborado por la Comisión para la Educación de Calidad para Todos, convocada por Diálogo Interamericano y coordinado por los expresidentes de Chile, Ricardo Lagos(20002006), y de México, Ernesto Zedillo (1994-2000). “La región está llegando a un cambio de paradigma”, donde lo que mide el desarrollo ya no es el ingreso per cápita de los ciudadanos, sino la distribución de los ingresos, advirtió Lagos durante la presentación del texto en Buenos Aires. América Latina destina, en conjunto, más de cuatro puntos de su Producto Interior Bruto (PIB) a la educación, pero los resultados de las evaluaciones internacionales la colocan muy por debajo del promedio de los países ricos. El Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA, por sus siglas en inglés) de 2012, que evaluó a jóvenes de 15 años en 65 países, determinó que casi la mitad de los estudiantes de América Latina tiene un nivel bajo de desempeño de lectura (48,5%) y en ciencia (49,8%). "En lectura, un nivel bajo indica que el estudiante no puede identificar la idea principal de un texto o inferir información directamente localizada en él", explica el informe. Si se lo compara con los países de la OCDE, el nivel bajo alcanzó a sólo el 23% de los niños evaluados. “Se invirtió mucho, pero no en calidad. La diferencia en niveles de progreso de aprendizaje son impresionantes y pone a América Latina en desventaja en la competencia económica”, dijo Ariel Fiszbein, relator del informe, tituladoConstruyendo una educación de calidad: un pacto con el futuro de América Latinay publicado en formato libro por la Fundación Santillana. En América Latina, además, se ha avanzado poco en la lucha contra la deserción escolar, otro flagelo regional. Uno de cada seis latinoamericanos abandona el segundo ciclo cada año y en 2010 sólo la mitad de los jóvenes de entre 20 y 24 años completó su educación secundaria, según datos de la Unesco. El informe mereció la atención del gobierno de Argentina, que prestó el espacio de la Casa Rosada para su presentación. El debate se trasladó más tarde a la sede argentina de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI). Además de un detallado estado de situación, el texto es una propuesta hacia el futuro, con seis líneas concretas de trabajo. Los expertos recomiendan a los Estados atender el desarrollo infantil temprano, apuntar a la excelencia docente con un sistema basado en la “meritocracia”, promover sistemas fiables de evaluación de aprendizajes y utilizar las nuevas tecnologías en el marco de nuevos programas educativos. También que los contenidos a transmitir sean relevantes para el mercado de trabajo y alcanzar un financiamiento “sustentable en el tiempo”. Conscientes de la “inercia” del sistema actual y la “resistencia” que pueden encontrar las reformas “sobre todo entre los docentes”, la Comisión recomienda “un gran pacto social que comprometa a todos los sectores para generar el cambio”, dijo Fiszbein. Se trata, en todo caso, de impulsar un cambio cultural en la región. Pero Lagos advierte que no alcanza con promover mejores contenidos o designar más recursos. “Al analizar el informe hay que ver el contexto de la región y los cambios que se dan en el mundo”, pidió. “Es importante tener en cuenta que todo lo que hagamos será a largo plazo. Cuando, en el futuro, nos pregunten por los ingresos también nos preguntarán cuantos gases de efecto invernadero emitimos per cápita. América Latina está entre cinco y seis toneladas por año y debemos emitir dos. Acercarnos a esa meta será el verdadero indicador de civilidad. Por eso la gran pregunta es cómo educamos a los jóvenes para poder cumplir con esa meta”, opinó el expresidente de Chile.