OFF Guión y dirección: Domingo J. González. Producción y casting: Digital 104. Sonido: René Martín. Ayudante de dirección: Jairo López. Fotografía y cámara: Jonay García. Edición: Domingo J. González Dirección artística: Mª Eugenia Arteaga. Decorados: René Martín Catering: Elena de Vera. Claqueta y script: Rubén Rodríguez País: España Año: 2006 Formato: MiniDV Duración: 22’ 45’’ Reparto: Miguel Ángel Granados, Javier Martos, Miguel Ángel Rábade SINOPSIS Se encienden las luces. Dos hombres se despiertan en una habitación blanca. No saben por qué están allí, cuánto tiempo llevan encerrados, ni quién es la persona que les habla por los altavoces y les proporciona lo necesario para vivir. Son dos hombres opuestos o al menos eso creen ellos. Quizá sólo sea una cuestión de tiempo… DIRECCIÓN Domingo J. González tiene 27 años y es Licenciado en Historia del Arte y Periodismo por la Universidad de La Laguna. Compagina el ejercicio de su profesión como periodista con la escritura, dirección y producción de trabajos audiovisuales. Debuta en el mundo del cortometraje codirigiendo Sirope de fresa, junto a Jonay García y ha dirigido en solitario los cortometrajes Desaparecer y Muerte alrededor para el proyecto colectivo Vida / Muerte, del Gabinete Audiovisual Miguel Brito y Poema del sueño. Fue finalista del concurso Notodopublifest con el spot Mira a tu alrededor, para el periódico El País, anuncio que dirigió junto a Jonay García. En 2006 participó con los otros tres miembros de Digital 104 en el corto colectivo El plano, como guionista, director y actor. Filmografía Sirope de fresa (2001), coguionista y codirector Desaparecer (2002), guionista y director Muerte alrededor (2002), guionista y director Poema del sueño (2003), guionista y director El plano (2006), coguionista y codirector Off (2006), guionista y director REPARTO Miguel Ángel Granados ha actuado en cortometrajes como Otras artes, de Jaime Falero, Código 15, de Vasni Ramos o Nudos, de Carlos Dóniz. En televisión destacan sus trabajos en las series La noche del crimen, de Javier Fernández Caldas y Phenomena, de Aarón J. Melián. En teatro, ha formado parte del reparto de Felices y desesperados de Helena Turbo Teatro, La gran ilusión, de Tamaska y afronta ahora un papel protagonista en el montaje de El alcalde de Zalamea, llevado a cabo por RC2 Producciones. Además de su faceta de actor, ha realizado trabajos de dirección escénica y ha ejercido de profesor de interpretación. Javier Martos debuta en el audiovisual en 2002 protagonizando el cortometraje Sequence, de David Sanz Kirbis. En el año 2003 recibió el Premio al Mejor Actor Revelación del Festivalito de La Palma por su trabajo en los cortometrajes La serpiente, de William Mcgrath; El día que..., de Bruno Lázaro Pacheco; y Remordimiento, de Elena G. Tames. También participa en 2004 en el Festivalito rodando los cortos Luna Park, de Josep Vilageliu y El Semáforo, de Gami Orbegoso. Entre sus últimos trabajos destaca una nueva colaboración con Josep Villageliu, protagonizando el cortometraje Fantasmas, y su participación, durante el parón del rodaje de Off, en El perdedor, dirigido por Julio García. Recientemente ha participado como actor en el rodaje de Óscar, el color del destino, sobre el pintor surrealista Óscar Domínguez. Miguel Ángel Rábade ha actuado en cortometrajes como Los documentales de la 2, de Juanfra Pérez, Arrepentimiento, de E. García Tamés, junto a Nancho Novo y Antonia San Juan, Panacea, de Manolo Echávarri, en la Escuela Andaluza de Cinematografía o Amanece, de Jairo López. También ha probado en la dirección (Espiral, Sombra y Despierto) y en la producción (Los amantes, de E. Arteaga). En teatro, ha trabajado en Roberto Zucco, de B. M. Koltès, Money, de A. Master, Solitarios Duendes, de Pedro Rodríguez o Silencio, se sueña, de Aarón G. Rosales. En 2006 participa como protagonista en De la destrucción en Artaud, montaje basado en textos de Antonin Artaud. Su último trabajo audiovisual ha sido su participación en un largometraje rodado en Barcelona por Roger Gual (Smoking Room, Remake). ACERCA DE OFF por Domingo J. González 1. La historia que vuelve ¿Cuánto puede permanecer dormida una historia hasta que surge la imperativa necesidad de contársela a alguien? Supongo que algunas concluyen cuando salen de nosotros. A veces basta con un papel o un archivo de Word. Esas probablemente nadie las conocerá jamás. Otras historias necesitan ser contadas, de forma inmediata, aunque se diluyan en la cabeza del receptor de manera no menos inmediata y aunque a nosotros, como creadores, eso nos dé exactamente igual. Pero hay otras ocasiones en la que la historia vuelve en el momento justo. Parece como si hubiese estado esperando agazapada en el disco duro de tu ordenador y supiera cuándo saltar. Algo así debió pasar con Off. Surgió seis años antes, ocupó mi cabeza durante un par de meses y luego se fue a dormir, consciente de que sabría cual sería el mejor momento para volver. Y lo hizo, seis años después, decidida a no marcharse sin su película. Seis años. Un Pentium IV en lugar de un 486. Periodista en lugar de estudiante de Historia del Arte. Un grupo de amigos ilusionados en serio con hacer cine frente a aquel corto del que Jonay y yo tuvimos que tirar sin acabar de contagiar la ilusión a todos. Con tanto cambio, con 27 años en lugar de 21, la idea de Off fue consciente de que debía adaptarse a la nueva situación, de que si quería que la tomase en serio tenía que ofrecer un agujero en el que yo pudiera escarbar, ilusionándome a medida que iba encontrando novedades, nuevas aristas de la historia que antes nunca se me hubieran ocurrido. Y lo hizo. Acabó de terminar su transformación en un tiempo de hospital, de esos tan aburridos como angustiosos y acabó asumiendo para sí sus pasillos, su apariencia aséptica, su distancia y frialdad, acabó definiendo cómo debía enfrentarse el ‘yo-director’ a la historia. En el fondo, pese a los cambios, Off seguía siendo la misma, más acorde a mi visión actual del cine, pero respetando la visión de las cosas que tenía entonces. Puede que no parezca un corto muy personal, pero en el fondo, de una manera si se quiere abstracta, lo es. Y digo que en el fondo es una historia personal porque además ahora puedo observar que en ella están dos temas que suelen aparecer en todo lo que escribo: la traición y el fracaso. Seis años antes, la idea había surgido al oír hablar de la llegada a España de Gran Hermano. La noticia, por cierto, causó en alguien que acababa de leer 1984 un rechazo irracional (durante dos ediciones me negué a ver ni un solo minuto del programa) y ese rechazo se convirtió en el punto de partida de un corto. Ese planteamiento inicial –dos hombres en una habitación blanca y un tercero como captor y ‘voz en off’ del corto- se fue desarrollando a golpe de diálogo y eso se nota. Si algo hay en esta película es diálogo, y fue lo que una vez recuperado el guión más me costó pulir. Diálogos y diálogos para mostrar la personalidad de cada uno y la relación entre ambos. Diálogos también para convertir en más importantes e impactantes los momentos de silencio. 2. Ponerle cara a los personajes Es siempre extraño tener que pensar en alguien que interprete a un personaje que has escrito. Hay quien escribe pensando en alguien y si esa posibilidad le falla, se desespera buscando algún sustituto. A mí lo que me pasa es que normalmente no me los imagino. Les suelo poner caras que son sumas de caras que conozco, como las caras de los desconocidos en los sueños. Independientemente de cómo fuera cada uno, lo que tenía claro es que debían conseguir buenas actuaciones juntos, la complicidad entre ambos era casi más importante que el lucimiento individual. Y esa fue la idea que presidió la búsqueda de los actores. Casi desde el momento en que me decidí a rodar Off sabía que Javi Martos era el cinéfilo. Ese personaje que me inspiraba especial ternura, ese idealista atrapado en sus propias utopías, era Javi y no sabía exactamente por qué. Después supe que lo era por ese buen rollo que desprende, por su actitud, su buen humor, su capacidad de comprometerse, por su modestia y por su paciencia, todas virtudes personales que emana el actor y que de alguna manera hacen entrañable al personaje aún en su caída. Lo fue tanto que asumió como propio el cambio físico del personaje y se curró durante meses esos ocho kilos que adelgazó. No hay forma de pagar eso. A Miguel –Miguel Ángel Granados- lo citamos para un casting casi de rebote, sin acabar de estar muy convencidos con que su aspecto físico fuera el que necesitábamos. Pero resultó el elegido. ¿Por qué? Por eso que se creó cuando intercambió los primeros diálogos de la escena del casting con Javi y que supongo que debe parecerse a eso que llaman química. Fue un reto trabajar con Miguel, con su continuo cuestionamiento de todo. Desde los primeros ensayos supe que iba a ser un trabajo difícil, pero a la postre gratificante y lo fue. Creo que gracias a esa discusión continua, su personaje adquirió realidad y diferentes aristas. Él –actor- me ayudó a mí –director- a entender un personaje que había escrito sin demasiada simpatía y, curiosamente, él –continuo abogado del diablo- me ayudó a mí –inseguro aprendiz de cineasta- a confirmar lo que quería y a llevarlo hasta las últimas consecuencias, aún en contra de su opinión. Y sólo quedaba Off, alguien que daba sentido a todo el corto con tres breves intervenciones y utilizando sólo su voz. Me imagino que un papel así puede ser entendido para un actor como un reto o como una putada. No queríamos ni un psicópata, ni un cura que lanzara sermones desde el púlpito, ni siquiera una máquina sin sentimientos. Lo queríamos todo a la vez, un cambio continuo de registro en tres breves monólogos que marcan la acción y a los personajes, pero que a la vez son independientes. Miguel Ángel – Rábade- era el adecuado para darnos esa ambigüedad. Acostumbrado a hacer de loco, de cabrón, de psicópata, vio claro desde el principio que el de Off era un personaje mucho más ambiguo, a la vez padre y cura, un loco visionario y un niño que se divierte con el juego que ha creado, un dios que sufre o se emociona o que, en su inmensa crueldad, finge sufrir y emocionarse. Los tres aportan la humanidad al corto, aportan la emoción en medio de un universo deshumanizado. Es una sensación indescriptible ver cómo se van levantando los diálogos escritos en el papel y se hacen verdad, o al menos, se hacen la verdad cinematográfica. Y eso es gracias a ellos. Gracias a los tres. 3. Más cabrón que objetivo: el punto de vista Supongo que el tono ya estaba de alguna manera en el guión (escenas largas, estructura episódica, el diálogo como la cotidianidad y el silencio para subrayar los momentos más emotivos, el hecho de esconder siempre lo que sucede y enseñar solo sus consecuencias). Pero la decisión más importante, porque determinó todas las demás, fue la de apostar por el plano fijo, por la ausencia de movimiento. Se trataba de recoger lo que pasaba no por un deseo de transmitir un falso verismo documental, sino para que el espectador asistiese a la historia sin poder hacer nada y, lo que es más importante, sin que tuviese la tranquilidad de que otro, el director, ha hecho algo para hacérselo todo más fácil. Quería ver al espectador incómodo, moviéndose en la butaca pero no de aburrimiento sino de extrañeza, desesperado porque la cámara no se mueve, el actor ha salido de campo, el diálogo no se termina, o ninguno de los personajes se desespera. Quería que el espectador se olvidara de entender la historia, y se dedicara a abrirse a la emoción. En el fondo, supongo que quería llegar a la emoción por el camino inverso. Ese es el cine que ha causado en mí un impacto más brutal y es al que quiero aspirar. Es evidentemente un riesgo. Off es un corto incómodo, que no le concede ninguna facilidad al espectador. Exige, creo, un público al que le interese este tipo de cine, que sepa adentrarse en la frialdad fílmica para recibir los impactos emocionales como creo que deben recibirse. Muchos se quedarán en la superficie y no llegarán ni a entrever esos impactos, porque no han conseguido romper el cascarón de distanciamiento del que está rodeada la historia. Yo sólo espero que haya al menos una persona, ajena totalmente al proceso de creación, que se sienta agredida por el corto y que eso le encante, que por lo menos durante un momento sea lo único que ocupe su cabeza. Off habrá sido entonces un éxito, como lo es para mí. 4. Los referentes Muchos han sido los que sólo con contarles el argumento o ver las primeras imágenes han empezado a sacar referentes. Es curioso como la mayoría de las veces, la gente lo utiliza como un desprestigio, como si se pudiera escapar a las imágenes que el cine ha grabado en nuestras cabezas. Supongo que Off es un potaje de referencias, así que no voy a decir aquello de ‘yo lo escribí primero’ o ‘no la había visto cuando escribí el guión”; aunque sea cierto... Se ha hablado de Cube o de Saw por ciertos aspectos del planteamiento, o hasta de 2001, especialmente después de ver el monolito/altavoz que es la imagen de Off en la habitación. Es curioso como nunca se me había ocurrido la relación con 2001 y sin embargo está en los diálogos del corto y, creo, que también en la cabeza de la directora artística. Pero más que con Cube, Saw o 2001 la gente puede conectar estéticamente Off con THX 1138. No fue nunca una referencia consciente ni hablamos nunca de la película como punto de partida, pero las decisiones que íbamos tomando entre la directora artística y yo hacían que curiosamente el look de nuestro corto se aproximara cada vez más al del film de Lucas, salvando las distancias, claro. Ha habido también quien superando ese revestimiento fantástico que tiene Off, han hecho alusión a las películas de cárceles, especialmente a una, El beso de la mujer araña por la relación entre dos personas opuestas condenadas a entenderse. Supongo que también hay algo de eso, aunque por encima de todas estas referencias, que si lo son lo son superficialmente, yo me quedaría con dos directores que sí que creo que han influido en Off porque lo han hecho en mi forma de entender el cine. Y es que, siguiendo la máxima de que ahora que todo está inventado lo importante es la mirada, podríamos decir que la que creamos para Off se basó en Haneke y Lars von Trier, al menos eran los dos referentes que siempre estuvieron presentes en el rodaje, a los que siempre recurría para explicar a los actores qué intentábamos hacer. La distancia, la crueldad, el no futuro de los personajes, la aparente frialdad de las acciones, los sufrimientos que se llevan muy por dentro, la contención, el esconder los sucesos en principio más agradecidos para el espectador... Creo sinceramente que hay mucha huella de Haneke en las decisiones que tomé con Off, que el que me guste ese cine no sólo como espectador sino como aprendiz de creador, explica el tono general de la historia... y la incomprensión de parte del equipo en algunas decisiones. 5. Una habitación blanca y sin vistas Hace 6 años, cuando empecé a escribir Off, enseguida pensé ‘Dos actores sin salir de una habitación blanca... Esto es un corto fácil de rodar’. También lo pensé cuando recuperé el guión para rodarlo y lo pensó el resto de gente de Digital 104 cuando se lo enseñé. Pero había que encontrar la habitación y tampoco fue tan fácil. La encontramos en el Puerto de la Cruz, en una casa que ya no habitaba nadie, y con un baño adosado, que nos venía perfecto para el guión, aunque también hizo que el olor a sumidero nos acompañara durante todo el rodaje. Debe estar flotando por todo el corto... Lo importante es que teníamos localización y convirtiéndola en la habitación que queríamos, Digital 104 estaba construyendo su primer decorado, al menos, su primer ‘medio-decorado’: una mano de pintura blanca a las paredes, una pared falsa que tapara las ventanas, una puerta blanca en cuyo centro iría un torno mezcla de artesanía de convento de clausura y tecnología de ciencia ficción de los 60, los marcos de las puertas pintados de ‘grisoscurocasinegro’... Todos trabajamos en la construcción de la habitación de Off pero hay que agradecer de una manera especial el trabajo de René, que además de músico y experto en sonido, es un ‘bricomaniaco’ que nos hizo todo lo falso que debía parecer verdadero; y de Eugenia, la artista del grupo, que nos hizo todo lo que le da a Off su barniz fantástico. Especialmente destacable me parece el altavoz, esa especie de tótem que acaba siendo imagen del corto, haciendo siempre presente a Off. Es el recuerdo incesante de dónde estamos, una especie de representación suya en la Tierra. Al intentar crear un mundo distinto al real tienes que tomar miles de decisiones sin el recurso a echar un vistazo a tu alrededor, miles de decisiones que deben, a un mismo tiempo, adaptarse a la realidad y conformar un conjunto coherente capaz de transmitir la personalidad de la historia. Traducir lo que se tiene en la cabeza desde hace tanto tiempo no es fácil. Y no lo es porque cuando acabas de escribir una historia tienes una serie de cosas muy claras que con el paso del tiempo van difuminándose y convirtiéndose en parte de tu paisaje cerebral. Al afrontar el rodaje de Off, había que volver a extraerlas y organizarlas para poder transmitirlas a los que tienen que llevarlas a la práctica. Yo estoy muy satisfecho con el trabajo de ambientación porque hemos conseguido que Off sea el Off que me imaginé y eso es mucho. Ese entorno minimalista y desasosegante, ese ambiente que a veces me parece el de una pesadilla futurista en Ikea, es el que necesitaba el corto y el que quería yo, aunque sólo lo supiera tras muchos ‘ensayos/errores’. Gracias a todos.