El MOVIMIENTO OBRERO PREVIO A 1848 Avendroth, Rofe, Babeuf, Saint Simon y otros El surgimiento del proletariado como clase objetiva surge en 1780 en Gran Bretaña, con la revolución industrial. Sin embargo van a pasar varios años hasta que este nuevo sujeto social logre organizarse en la búsqueda de mejores condiciones de trabajo y reivindicaciones políticas. Recién en ese momento, va a decir Marx el proletariado va a pasar de ser una clase en sí y va a comenzar a ser una clase para si, una clase con conciencia de su lugar en el proceso histórico y de sus objetivos inalienables. En esta clase vamos a analizar el avance de la organización del movimiento obrero en las dos principales potencias económicas de la primera mitad del siglo XIX, que son Gran Bretaña y Francia. Justamente será la conjunción de estas dos experiencias las que darán vida en 1864 a la 1ra Internacional apadrinados por el análisis y la conducción de Carlos Marx y Federico Engels. De alguna manera similares en sus formas embrionarias, los movimientos obreros de estos dos países estarán diferenciados indisolublemente por los ecos de la revolución francesa y la relación con la burguesía de cada país, lo que llevara al francés a aparecer como mucho más combativo y político, mientras que el ingles se centrara casi desde el comienzo en la lucha reivindicativa gremial. Los orígenes del movimiento obrero ingles. Tan rápida fue la transformación de la sociedad inglesa a fines del siglo XVIII que los campesinos pasaron sin ninguna mediación a ser parte de la vida urbana y fabril, por lo que en un comienzo su impronta será la que marque las primeras acciones del naciente movimiento obrero. Estos agricultores traían tras de si una pesada herencia de dominación feudal, siendo profundamente obedientes a la Iglesia y al Feudo. Casi no existían formas de solidaridad horizontal y mucho menos después de los enclouser. Pero estructuralmente la sociedad agraria se compone de individuos aislados que trabajan su tierra. El único momento de comunión entre ellos era, justamente el de la guerra, cuando el señor feudal, el general de las tropas los llamaba a la lucha para defender sus posesiones. Terminada la guerra, cada uno regresaba a su terruño, donde crecían los mitos trasmitidos por vía oral a través de los juglares y los cantos populares. Ocasionalmente existían rebeliones campesinas, vinculadas con el hambre y con el terror divino, a veces apoyados por el clero, donde la violencia irracional aparecía como el distintivo. Violentas y esporádicas, así eran las revueltas. Tal cual serán entonces los primeros pasos del movimiento obrero de comienzos del siglo XIX que se va a plasmar con el nombre de “luddismo”. La característica principal de este movimiento es que atacaban a las maquinas con extrema violencia, las destruían y desaparecían en la niebla. Eran grupos pequeños. Para ellos la máquina era el enemigo, ya que estaba reemplazando trabajadores, dejando a la gente en la calle. Pero también era el instrumento de opresión. La maquina regulaba la vida de la gente, era de alguna manera su cadena a la producción. Frente a estos se levantaron en diversas regiones los Ludistas ( Nottingham, Leicester, Lancashire, Yorkshire) durante grandes revueltas durante los años 1811 y 1812. De ninguna manera eran estos movimientos organizados centralmente sino que se iban repitiendo a medida que las baladas populares pasaban de una región a otra honrando a estos luchadores y a su guía, el General Ned Ludd, jefe de los ejércitos reparadores. Personaje mítico, se asocia a veces a Ned Ludd con un obrero que a fines del siglo XVIII y ante los reiterados abusos de su patrón rompió el telar en el que trabajaba “liberándose”. Lo cierto es que, haya existido históricamente o no, el General Ludd fue un sujeto colectivo con el que se firmaba las acciones de una organización clandestina. Todos eran el General Ludd y particularmente en el momento de la acción el jefe del grupo llevaba ese nombre. Pero la importancia está en la idea de que existía, porque para el pueblo existía ese jefe guerrero que venía a reparar las terribles condiciones de este nuevo mundo injusto y los devolvería a los tiempos felices. Así, el General Ludd hoy estaba en el sur y mañana en el norte, e incluso al mismo tiempo dando batalla contra los capitalistas. Tan grande fue la conmoción que planteo el ludismo que pronto se promulgo una ley que penaba la rotura de maquinas con la muerte y se envió a la campiña un ejercito aún más grande del que combatió contra Napoleón. Obviamente ineficiente frente a un enemigo invisible, pronto muchos de los soldados empezaron a simpatizar con el ludismo, lo que obligó a la comandancia a rotar permanentemente las tropas. Finalmente, luego de traiciones, conquistas y demás, el movimiento luddista se dispersó sin que quedara nada atrás. Solo en 1817 hubo una nueva ola de atentados contra las maquinas que rápidamente quedo sometido. Si bien profundamente gremial, en cuanto a sus reivindicaciones (menos horas de trabajo, más trabajo, más salario), el luddismo escondía por detrás un tinte revolucionario que parecía decir que si los instrumentos de producción no estaban en manos de los obreros, no estarían en manos de nadie. De alguna manera, no aceptaban el lugar subordinado que les tocaba ocupar. De todas formas, estas ideas no dieron pie a un movimiento político reivindicativo, como si lo haría el Cartismo que no por casualidad tiene su base en otro sector social que es el artesanado y los obreros calificados. El Cartismo nace en 1792 bajo los ecos de la revolución francesa, pero se extiende hasta mediados del siglo XIX, cuando consigue su mayor logro, arrancándole a la burguesía la ley de la jornada laboral de 10 horas. Este hecho fue para Marx la primera gran victoria del movimiento obrero donde”los obreros han forzado una ley estatal que les impide venderse a si mismos y a sus familias a la muerte y a la esclavitud mediante un contrato voluntario”. Las “Corresponding Societies” toman su nombre de la forma en que se organizo el movimiento a lo largo del país, a través de cartas entre los grupos, con la intención de lograr modificaciones en el parlamento tanto de tipo gremial, como políticas. Aquí vemos numerosos cambios con el ludismo. Primero, trasluce el método un nivel intelectual alto para la época: sus miembros sabían leer y escribir. Segundo, daban la idea de continuidad porque sabían que en otro lugar había un grupo funcionando a quien dirigir su correspondencia. Tercero: buscaban una coordinación cierta de la acción y Cuarto: Su mira estaba puesta en el Estado y en la ley. El primer encuentro de la Sociedad de Correspondencia de Londres se dio en un bar y arrojo como Primer Secretario a Thomas Hardy, zapatero, siendo la primer acción de los 9 miembros fundadores aportar la cuota semanal (1 penique) con lo que Hardy compró el papel para comunicarse con la sociedad de Nottingham. Los requisitos para ser miembros no eran muchos. Entre ellos existía la necesidad de contestar a la siguiente pregunta. “Esta Ud. completamente convencido de que la prosperidad de estos reinos requiere que toda persona adulta, en posición de sus facultades mentales, y que no esté incapacitada por delitos, tenga derecho a votar para escoger a los miembros del parlamento?”. Como sociedad obrera, las reuniones de los cartistas eran a la vez que actos políticos, reuniones sociales, bajo el lema “Que el número de nuestros miembros sea ilimitado”. Esta consigna es el fin de la política en base a la propiedad, en manos de una elite. Es la idea de que todos tienen derecho a participar. Rápidamente, el nivel de adhesión de los cartistas y el temor al jacobinismo que atacó a la burguesía inglesa abrió un periodo de fuerte persecución a los dirigentes cartistas que llegó incluso a la condena a muerte de Hardy quien finalmente fue absuelto. Se promulgó además la Combinations Acts de 1799 que anularon la posibilidad de crear asociaciones sindicales. Para mediados de la década del 10 la situación política en Inglaterra cambio, con el reacomodamiento de la aristocracia tras la victoria sobre Napoleón. Esto impulsó a la burguesía a apoyarse sobre el mov. Obrero en búsqueda de una reforma electoral que le permitiera tomar definitivamente el poder. Para este apoyo, debieron revocar las Combinations Acts y permitir la asociación de los trabajadores, legalizando así las organizaciones que venían funcionando hasta el momento. Fue el momento de los primeros sindicatos (tradeunions) y de las ideas de Robert Owen, quien desde su fabrica promovió mejoras salariales, considerando que el hombre era un ser permeable a su entorno y proponiendo la creación de “aldeas de cooperación”, apoyadas sobre el principio de asociación de consumo y propiedad y reparto de los privilegios.. Sin embargo, en 1832 la Reform bill pactada entre la aristocracia y la burguesía dejo fuera de toda participación a la clase obrera, abriéndose entonces un nuevo periodo de persecución. Así la Grand Nacional Union, fundada en 1834 fracasó ante la negativa de los patrones de tomar obreros afiliados, por lo que esa condición debió ser mantenida en secreto, dando pie a la persecución de los trabajadores a quienes los acusaban de conformar organizaciones secretas y clandestinas, prohibidas por la ley. Esto dio pie para que los obreros se volcaran nuevamente a la política y al pedido de sufragio universal, que se incremento frente a la crisis de los años 40, cuando finalmente se obtuvo la victoria de las 10 horas. Origen del movimiento obrero francés. En Francia, como no podía ser de otra manera, el movimiento obrero creció al calor de las ideas de la revolución, levantando las banderas que la burguesía iba descartando al llegar al poder. A diferencia de Inglaterra, aquí la política fue siempre la llama que alentó a los primeros activistas, quienes siempre tenían la toma del poder como el objetivo central. No había tradición parlamentaria, no se impulsaba una ley o reforma, sino que se buscaba por todos los medios cambiar de base el régimen tal como se intentó en la Revolución Francesa. Pocos numerosos en un comienzo, en una sociedad aún cuasi feudal, los obreros se agrupaban en sociedades secretas, pequeñas células que buscaban actuar en el momento oportuno para prender la chispa de la revolución, urdiendo conspiraciones en un entorno nada apacible para ellos, sobre todo a partir de la prohibición de asociación dictado en 1791 por los girondinos y que no fue levantado ni con Robespierre. De allí sus nombres como “La conspiración de los iguales” de Babeuf o la secta de los carbonarios (Blanqui) Al igual que en Inglaterra, su fuerza fue usada reiteradamente por la burguesía para enfrentar a los restos de la reacción, como en 1830 (que termino con la asunción de Luis Felipe, mensajero de la burguesía bancaria) y 1848, pero fueron traicionados mucho más rápidamente, ya que apenas los sectores dominantes llegaban a un acuerdo, comenzaba la represión Como expresión de estas luchas aparecen fuertes las figuras de Babeuf (quien proclamaba la necesidad de profundizar la revolución y fue ejecutado en 1896) y sobre todo por Blanqui, líder indiscutido del movimiento obrero francés durante la primera mitad del siglo XIX quien pasó 36 años preso. Ambos consideran que la forma de lograr la igualdad es la expropiación violenta de la burguesía y la toma del poder por parte de un grupo de conspiradores. En su tiempo, no había espacio para la canalización de las demandas. Eran los herederos directos de los Sant – cullotes, de los jacobinos. De todas formas el movimiento obrero no recibió solamente estos estímulos. También, en un tiempo aún muy confuso, llegaron las ideas utópicas que planteaban crear una sociedad de los que trabajan (propietarios y no propietarios), contra los que no trabajan. Estas eran las ideas que llevaban adelante tanto Fourier como Saint – Simón, y se basaban en la construcción de comunidades autónomas (falansterios) rurales donde burgueses y trabajadores vivieran aunadamente, teniendo como objetivo la igualdad. Digo confusa, porque en estas ideas el principal enemigo sigue siendo la aristocracia, y la búsqueda de la sociedad nueva, no revierte la explotación, de hecho no la ve. El eje, es la igualdad total en todos los planos, con lo que se rompe con las ideas burguesas, pero el enemigo sigue siendo la aristocracia