reunión de equipos inspectoriales de pastoral juvenil

Anuncio
EDUCACIÓN INFANTIL
CURSO 2015-2016
NOVIEMBRE
ERES + TOLERANTE
TOLERANCIA Y COMPROMISO
LUNES
CANTO:
“El semáforo del corazón”
https://www.youtube.com/watch?v=h020mdjWN7M
“Todos somos iguales, todos somos distintos”
https://www.youtube.com/watch?v=HCSZPO8_B_M
“Yo estoy muy orgulloso”
https://www.youtube.com/watch?v=4-kp_reDmU4
“Todos los niños del mundo”
https://www.youtube.com/watch?v=WP-KbuSYyzA
MARTES
ORACIÓN:
PAPÁ DE TODOS
Querido Dios,
Papá de todos,
enséñanos a vivir
como hermanos.
Sin peleas
ni discusiones.
Ayúdame a ver
en cada persona
la cara de Jesús.
Que sea capaz de amar
sin fijarme en
el color de la piel,
la escuela donde uno va,
el barrio donde uno vive,
la cara que uno tiene,
o los amigos con los que juega.
Que aprenda a amar
a todos los que me rodean
porque todos somos hermanos,
hijos del mismo Papá Dios. Amén.
MIÉRCOLES
LECTURAS:
ABUELOS CONTRA MARCIANOS
La humanidad se jugaba su futuro en un gran partido de fútbol. Era la última oportunidad que nos
habían dado los marcianos antes de exterminarnos. Solo unos pocos equipos formados por los mejores
jugadores de los mejores clubs del mundo se ofrecieron a salvarnos. Bueno, esos, y un equipo de
abueletes, tan viejecitos y despistados que ni ellos mismos sabían cómo habían acabado apuntados en
la lista. Y como suele pasar con estas cosas, fue el equipo que salió elegido en el sorteo.
De nada sirvieron las quejas de los gobernantes, las manifestaciones por todo el mundo o las
amenazas. Los marcianos fueron tajantes: el sorteo fue justo, los abuelos jugarían el partido, y su única
ventaja sería poder elegir dónde y cuándo.
Todos odiaban a aquellos abuelos viejos, despistados y entrometidos, y nadie quiso prepararlos ni
entrenar con ellos. Solo sus nietos disculpaban su error y los seguían queriendo y acompañando, así
que su único entrenamiento consistió en reunirse en corro con ellos para escuchar una y otra vez sus
viejas historias y aventuras. Después de todo, aquellas historias les encantaban a los chicos, aunque les
parecía imposible que fueran verdad viendo lo arrugados y débiles que estaban sus abuelos.
Solo cuando los marcianos vinieron a acordar el sitio y el lugar, el pequeño Pablo, el nieto de uno de
ellos, tuvo una idea:
- Jugaremos en Maracaná. Mi abuelo siempre habla de ese estadio. Y lo haremos en 1960.
- ¿En 1960? ¡Pero eso fue hace más de 50 años! - replicaron los marcianos.
- ¿Vais a invadir la tierra y no tenéis máquinas del tiempo?
- ¡Claro que las tenemos! - dijeron ofendidos. - Mañana mismo haremos el viaje en el tiempo y se
jugará el partido. Y todos podrán verlo por televisión.
Al día siguiente se reunieron los equipos en Maracaná. A la máquina del tiempo subieron los fuertes y
poderosos marcianos, y un grupito de torpes ancianos. Pero según pasaban los años hacia atrás, los
marcianos se hacían pequeños y débiles, volviéndose niños, mientras a los abuelos les crecía el pelo,
perdían las arrugas, y se volvían jóvenes y fuertes. Ahora sí se les veía totalmente capaces de hacer
todas las hazañas que contaban a sus nietos en sus historias de abueletes.
Por supuesto, aquellos abuelos sabios con sus antiguos y fuertes cuerpos dieron una gran exhibición y
aplastaron al grupo de niños marcianos sin dificultad, entre los aplausos y vítores del público. Cuando
volvieron al presente, recuperaron su aspecto arrugado, despistado y torpe, pero nadie se burló de
ellos, ni los llamó viejos. En vez de eso los trataron como auténticos héroes. Y muchos se juntaban
cada día para escuchar sus historias porque todos, hasta los más burlones, sabían que incluso el
viejecito más arrugado había sido capaz de las mejores hazañas.
EL HADA FEA
Había una vez una aprendiz de hada madrina, mágica y maravillosa, la más lista y amable de las
hadas. Pero era también un hada muy fea, y por mucho que se esforzaba en mostrar sus muchas
cualidades, parecía que todos estaban empeñados en que lo más importante de una hada tenía que
ser su belleza. En la escuela de hadas no le hacían caso, y cada vez que volaba a una misión para
ayudar a un niño o cualquier otra persona en apuros, antes de poder abrir la boca, ya la estaban
chillando y gritando:
- ¡Fea! ¡Bicho!, ¡Lárgate de aquí!
Aunque pequeña, su magia era muy poderosa, y más de una vez había pensado hacer un
encantamiento para volverse bella; pero luego pensaba en lo que le contaba su mamá de pequeña:
- Tú eres como eres, con cada uno de tus granos y tus arrugas; y seguro que es así por alguna razón
especial...
Pero un día, las brujas del país vecino arrasaron el país, haciendo prisioneras a todas las hadas y
magos. Nuestra hada, poco antes de ser atacada, hechizó sus propios vestidos, y ayudada por su fea
cara, se hizo pasar por bruja. Así, pudo seguirlas hasta su guarida, y una vez allí, con su magia preparó
una gran fiesta para todas, adornando la cueva con murciélagos, sapos y arañas, y música de lobos
aullando.
Durante la fiesta, corrió a liberar a todas las hadas y magos, que con un gran hechizo consiguieron
encerrar a todas las brujas en la montaña durante los siguientes 100 años.
Y durante esos 100 años, y muchos más, todos recordaron la valentía y la inteligencia del hada fea.
Nunca más se volvió a considerar en aquel país la fealdad una desgracia, y cada vez que nacía alguien
feo, todos se llenaban de alegría sabiendo que tendría grandes cosas por hacer.
EL MEJOR ROBOT
XT-27 no era un robot cualquiera. Como bien decía su placa, "XT-27, el mejor y más moderno robot, era
el modelo de robot más moderno de su generación, un producto realmente difícil de mejorar, y se
sentía realmente orgulloso de ello. Tanto, que cuando se cruzaba con otros robots por la calle, los
miraba con cierto aire de superioridad, y sólo reaccionaba con alegría y entusiasmo cuando se
encontraba con otro XT-27. "Todos los robots tendrían que ser como los XT-27", pensaba para sus
adentros. Realmente, estaba convencido de que ningún nuevo robot podría superar los XT-27, y que el
mundo sería mucho mejor si todos los robots fueran como ese modelo perfecto.
Un día, caminaba por la ciudad biónica cuando de pronto apareció, justo a unos milímetros de sus
sensores ópticos piezoeléctricos, (que eran unos ojos normales, pero a XT-27 le gustaba usar palabras
muy raras para todo), una gran puerta amarilla. No sabía de dónde habría salido, pero por suerte, era
un XT-27, y su rapidez le permitió evitar el golpazo. Intrigado, decidió atravesar la puerta, y fue a parar
a una ciudad espectacular. ¡Todos sus habitantes eran XT-27, y todo lo que se veía era alucinante!
Entusiasmado por haber encontrado la ciudad perfecta para él, anduvo recorriendo aquel lugar,
presumiendo de ser un XT-27 y parándose a hablar con todos de lo genial que era ser un robot tan
avanzado, y finalmente se instaló en su burbuja hiperplástica recauchutada (una casa), a las afueras de
la ciudad.
Los días fueron pasando, pero enseguida se dio cuenta de que en aquella ciudad había algo que no le
gustaba. Como todos eran XT-27, realmente nadie tenía motivos para sentirse mejor ni más moderno
que nadie, y de hecho nadie lo hacía. Ninguno miraba con aires de superioridad, y en el
fondo, comprobó que con el paso del tiempo ni siquiera él mismo se sentía especial. Además, todo
resultaba tremendamente aburrido: todos hacía todas las cosas igual de bien, era imposible destacar
en nada; cuando se le ocurría algo que pensaba era brillante, a todos se les había ocurrido lo mismo al
mismo tiempo.
Así que XT-27 empezó a echar de menos a todos aquellos robotitos variados de su mundo, cada uno
con sus cosas buenas y malas, pero distintos y divertidos, y se dio cuenta de que hubiera preferido mil
veces encontrarse con un torpe pero divertido TP-4, y charlar un rato con él, que volver a cruzarse con
otro XT-27.
Así que comenzó a buscar la gran puerta amarilla. Tardó varios días, hasta que finalmente la encontró
como la primera vez, justo en medio de una calle cualquiera. Apoyó la mano en la puerta, miró hacia
atrás, como despidiéndose de aquel mundo que le había parecido perfecto, y con gran alegría empujó
la puerta...
Cuando despertó, XT-27 estaba en el suelo, y algunos le ayudaban a levantarse. No había ninguna
puerta, sólo un enorme y brillante robot amarillo con el que XT-27 había chocado tan fuerte, que se le
habían nublado los circuitos. XT-27, extrañado de no haber podido esquivar el golpe, miró
detenidamente a aquel formidable robot. Nunca había visto uno igual, parecía perfecto en todo, más
alto y más fuerte que ninguno, y en su placa se podía leer: XT-28, el mejor y más moderno robot.
Así que lo habían conseguido. Aunque parecía imposible, los XT-27 ya no eran los mejores robots. Sin
embargo, nuestro amigo no se entristeció lo más mínimo, porque segundos antes, mientras soñaba
con aquella ciudad perfecta, había aprendido que estaba encantado de ser diferente, y de que hubiera
cientos de robots diferentes, cada uno con sus cosas mejores y peores.
EL NIÑO DE LAS MIL COSQUILLAS
Pepito Chispiñas era un niño tan sensible, tan sensible, que tenía cosquillas en el pelo. Bastaba con
tocarle un poco la cabeza, y se rompía de la risa. Y cuando le daba esa risa de cosquillas, no había
quien le hiciera parar. Así que Pepito creció acostumbrado a situaciones raras: cuando venían a casa las
amigas de su abuela, siempre terminaba desternillado de risa, porque no faltaba una viejecita que le
tocase el pelo diciendo "qué majo". Y los días de viento eran la monda, Pepito por el suelo de la risa en
cuanto el viento movía su melena, que era bastante larga porque en la peluquería no costaba nada que
se riera sin parar, pero lo de cortarle el pelo, no había quien pudiera.
Verle reír era, además de divertidísimo, tremendamente contagioso, y en cuanto Pepito empezaba con
sus cosquillas, todos acababan riendo sin parar, y había que interrumpir cualquier cosa que estuvieran
haciendo. Así que, según se iba haciendo más mayor, empezaron a no dejarle entrar en muchos sitios,
porque había muchas cosas serias que no se podían estropear con un montón de risas. Pepito hizo de
todo para controlar sus cosquillas: llevó mil sombreros distintos, utilizó lacas y gominas ultra fuertes,
se rapó la cabeza e incluso hizo un curso de yoga para ver si podía aguantar las cosquillas relajándose
al máximo, pero nada, era imposible. Y deseaba con todas sus fuerzas ser un chico normal, así que
empezó a sentirse triste y desgraciado por ser diferente.
Hasta que un día en la calle conoció un payaso especial. Era muy viejecito, y ya casi no podía ni
andar, pero cuando le vio triste y llorando, se acercó a Pepito para hacerle reír. No le tardó mucho en
hacer que Pepito se riera, y empezaron a hablar. Pepito le contó su problema con las cosquillas, y le
preguntó cómo era posible que un hombre tan anciano siguiera haciendo de payaso.
- No tengo quien me sustituya- dijo él, - y tengo un trabajo muy serio que hacer.
Pepito le miró extrañado; "¿serio?, ¿un payaso?", pensaba tratando de entender. Y el payaso le dijo:
- Ven, voy a enseñártelo.
Entonces el payaso le llevó a recorrer la ciudad, parando en muchos hospitales, casas de acogida,
albergues, colegios... Todos estaban llenos de niños enfermos o sin padres, con problemas muy serios,
pero en cuanto veían aparecer al payaso, sus caras cambiaban por completo y se iluminaban con una
sonrisa. Su ratito de risas junto al payaso lo cambiaba todo, pero aquel día fue aún más especial,
porque en cada parada las cosquillas de Pepito terminaron apareciendo, y su risa contagiosa acabó con
todos los niños por los suelos, muertos de risa.
Cuando acabaron su visita, el anciano payaso le dijo, guiñándole un ojo.
- ¿Ves ahora qué trabajo tan serio? Por eso no puedo retirarme, aunque sea tan viejito.
- Es verdad -respondió Pepito con una sonrisa, devolviéndole el guiño- no podría hacerlo cualquiera,
habría que tener un don especial para la risa. Y eso es tan difícil de encontrar... -dijo Pepito, justo antes
de que el viento despertara sus cosquillas y sus risas.
Y así, Pepito se convirtió en payaso, sustituyendo a aquel anciano tan excepcional, y cada día se
alegraba de ser diferente, gracias a su don especial.
FURMIGA, EL FÚTBOL DE LAS HORMIGAS
Por aquellos días, el gran árbol hueco estaba rebosante de actividad. Se celebraba el campeonato del
mundo de furmiga, el fútbol de las hormigas, y habían llegado hormigas de todos los tipos desde todos
los rincones del mundo. Allí estaban los equipos de las hormigas rojas, las negras, las hormigas aladas,
las termitas... e incluso unas extrañas y variopintas hormigas locas; y a cada equipo le seguía fielmente
su afición. Según fueron pasando los partidos, el campeonato ganó en emoción, y las aficiones de los
equipos se fueron entregando más y más, hasta que pasó lo que tenía que pasar: en la grada, una
hormiga negra llamó "enanas" a unas hormigas rojas, éstas contestaron el insulto con empujones, y en
un momento, se armó una gran trifulca de antenas, patas y mandíbulas, que acabó con miles de
hormigas en la enfermería y el campeonato suspendido.
Aunque casi siempre había algún problema entre unas hormigas y otras, aquella vez las cosas habían
llegado demasiado lejos, así que se organizó una reunión de hormigas sabias. Estas debatieron durante
días cómo resolver el problema de una vez para siempre, hasta que finalmente hicieron un
comunicado oficial: "Creemos que el que todas las hormigas de un equipo sean iguales, hace que las
demás actúen como si se estuvieran comparando los tipos de hormigas para ver cuál es mejor. Y como
sabemos que todas las hormigas son excelentes y no deben compararse, a partir de ahora cada equipo
de furmiga estará formado por hormigas de distintos tipos"
Aquella decisión levantó un revuelo formidable, pero rápidamente aparecieron nuevos equipos de
hormigas mezcladas, y cada hormiga pudo elegir libremente su equipo favorito. Las tensiones, a pesar
de lo emocionante, casi desaparecieron, y todas las hormigas comprendieron que se podía disfrutar
del deporte sin tensiones ni discusiones.
LOS DUENDES MALVADOS
Había una vez un grupo de duendes malvados en un bosque, que dedicaban gran parte de su tiempo a
burlarse de un pobre viejecito que ya casi no podía moverse, ni ver, ni oír, sin respetar ni su persona ni
su edad.
La situación llegó a tal extremo, que el Gran Mago decidió darles una lección, y con un conjuro, sucedió
que desde ese momento, cada insulto contra el anciano mejoraba eso mismo en él, y lo empeoraba en
el duende que insultaba, pero sin que los duendes se dieran cuenta de ello. Así, cuanto más llamaban
"viejo tonto" al anciano, más joven y lúcido se volvía éste, al tiempo que el duende envejecía y se hacía
más tonto. Y con el paso del tiempo, aquellos malvados duendes fueron convirtiéndose en seres
horriblemente feos, tontos y torpes sin siquiera saberlo. Finalmente el mago permitió a los duendes
ver su verdadero aspecto, y éstos comprobaron aterrados que se habían convertido en las horribles
criaturas que hoy conocemos como trolls.
Y tan ocupados como estaban faltando al respeto del anciano, no fueron capaces de descubrir que
eran sus propias acciones las que les estaban convirtiendo en unos monstruos, hasta que ya fue
demasiado tarde.
MÁS HISTORIAS SOBRE LA TOLERANCIA
“Pájaros”
https://www.youtube.com/watch?v=SGwEp4Sm3w8
“El puente”
https://www.youtube.com/watch?v=LAOICItn3MM
“El perro y la pelota”
https://www.youtube.com/watch?v=1nWWC7K0Ckg
“Niña ciega”
https://www.youtube.com/watch?v=Is3Iz9Vj_Tg
JUEVES
SÍMBOLO:
“CADA UNO GUARDA SU TESORO”
A partir del Cuento “Jorgito, Gorgorito” o de la parábola de la moneda perdida, cada
jueves, un grupo de niños guardará “su tesoro” en el cofre del aula. Cada niño dibujará
en una moneda su talento, aquello que mejor se le da o más le gusta hacer.
PARÁBOLA “LA MONEDA PERDIDA” (historia y canción)
https://www.youtube.com/watch?v=OFk0U_ja1ag
CUENTO: “JORGITO, GORGORITO”
Jorgito Gorgorito tenía tal potencia de pulmones que, cada vez que lloraba, se rompían los cristales de
las ventanas, los bomberos acudían a apagar el fuego, los guardias paraban la circulación y las fábricas
cerraban. La voz de Jorgito era prodigiosa pero los habitantes de Cantalapiedra y su alcalde no
opinaban lo mismo. Por eso, aprovecharon un pequeño percance (el día de su cumpleaños, Jorgito
apagó las velas con tanta fuerza que éstas salieron por la ventana y quemaron cuatro pueblos) para
echarlo del pueblo. En la ciudad, el dueño del teatro de la ópera descubrió su talento. Jorgito se hizo
famosísimo y dio conciertos por todo el mundo.
VIERNES
AGRADECIMIENTO:
ORACIÓN DE UN NIÑO
Jesús,
acuérdate de mis amigos.
Te doy gracias por todos ellos.
Son muy buenos
y los quiero mucho.
Protégelos y cuídalos.
Acompáñalos siempre
de día y de noche
y en todas partes.
Que gocen de buena salud
y crezcan sanos.
Te pido por las familias de mis amigos,
sus padres, hermanos, abuelos,
que todos estén bien.
Cuida mucho a mis amigos,
y que aprendamos a vivir
cada día más unidos. Amén.
Descargar