PÉRDIDA AMBIGUA Cuando Te Veo Junto A Mí Cada Día Pero Con El Paso De Estos No Reconozco En Tu Cuerpo A La Persona Que Amo. Por: Ángela Tatiana Porras González A lo largo de nuestras vidas perdemos constantemente personas, cosas, relaciones, las cuales han sido significativas para nosotros; cuando está pérdida ocurre podemos determinar el momento en el cual perdemos aquello que queremos, sabemos en qué fecha murió nuestro padre, en qué fecha nos separamos de nuestra pareja; y a partir de esta pérdida empezamos a elaborar nuestro proceso de duelo. Una perdida ambigua se presenta cuando no se está seguro si la pérdida del objeto significativo ha tenido lugar. El hecho de que está pérdida sea ambigua genera varias consecuencias en las personas que la viven; en primera medida el proceso de duelo se interrumpe ya que desde la propuesta de Worden (1997) no se puede completar la primera tarea que comprende la aceptación de la perdida y por ende no se realiza el proceso de duelo. La pérdida ambigua genera de igual manera consecuencias tanto a nivel personal como a nivel familiar y en áreas como la psicológica, fisiológica y social. Esta pérdida puede presentarse de dos maneras; la primera de ellas ocurre cuando hemos perdido físicamente a un ser querido, pero a pesar de ello percibimos que este se encuentra presente psicológicamente; este tipo de pérdida ambigua se presenta por ejemplo en casos que son muy comunes en nuestro país como son la desaparición forzada, secuestros en sus diversas modalidades, desapariciones, entre otros. La segunda manera en la cual se puede observar una pérdida ambigua se da cuando tenemos a nuestro ser querido físicamente pero percibimos que se ha perdido de él la parte psicológica; este tipo de pérdida se observa por ejemplo en casos de familiares de pacientes con enfermedades degenerativas severas como las demencias, entre otras. Una de estas enfermedades en las cuales los familiares del paciente pueden atravesar una pérdida ambigua es la Demencia Tipo Alzheimer. La Demencia Tipo Alzheimer ha aumentado su incidencia en la población mundial en los últimos años; es de conocimiento general que en la mayoría de países el porcentaje de adultos mayores que componen su población ha aumentado; en este orden de ideas, la probabilidad de que se presente este enfermedad en la población aumenta de la misma manera. Esta demencia comienza aproximadamente a los 65 años de edad; es más común que se presente en las mujeres que en los hombres; al ser el Alzheimer una enfermedad degenerativa, podemos ver que al principio de ella el paciente empieza a perder la memoria, cuando aun no se ha diagnosticado esta pérdida se asocia al envejecimiento normal, pero cuando la enfermedad sigue su curso los síntomas aumentan, cuando ya está muy avanzada el paciente no reconoce a muchos de sus cuidadores, no puede realizar conductas de autocuidado, entre otras. Esta demencia es llamada por Nevado (2005) la enfermedad de las perdidas; a medida que avanza la demencia la persona va perdiendo capacidades cognoscitivas que a su vez generan un impacto significativo en el funcionamiento normal en áreas como laboral o social. Así en primer medida se afecta la memoria que si bien es el síntoma más conocido no se le da importancia que realmente tiene ya que la persona no solamente no recuerda “donde dejo sus llaves” sino que tampoco recuerda que profesión tenia o quien es la persona que lo cuida (por ejemplo su esposa o su hija mayor). La comunicación también se deteriora ya que el lenguaje se deteriora significativamente, el esposo que anteriormente se sentaba junto a ti a reflexionar acerca de política ya no recuerda ni siquiera cual es el actual presidente. Se pierde el sentido del ayer, el ahora y del mañana, es muy conocido que las personas con esta enfermedad no reconocen en aquel joven con barba a su nieto, ya no hay recuerdos y tampoco conciencia que su hija menor se casara prontamente. Una persona con esta demencia pierde muchas de sus capacidades físicas; este deterioro genera que la persona no pueda hacerse cargo de sí misma, así es común que se requiera un cuidador externo o que este recaiga en un miembro de la familia; en relación a esto la persona pierde su autonomía y es común que reaccionen agresivamente cuando las personas cercanas deben por ejemplo bañarlo, ya que él no puede hacerlo; ya que ya no puede planear sus acciones, no puede planear que después de aplicarse shampoo se debe enjuagar. Al final del deterioro de la enfermedad, los pacientes permanecen en cama, no controlan esfínteres, la alimentación debe realizarse por medio de sondas ya que les cuesta tragar los alimentos; este deterioro requiere que una persona deba estar siempre al cuidado del enfermo; en muchas ocasiones se interna al familiar en un centro especializado o se contrata a un profesional; pero en otras ocasiones un familiar debe hacerse cargo enteramente, lo cual en muchas ocasiones es desgastante y muy cargado emocionalmente lo cual es difícil de afrontar para muchas personas. Todos estos síntomas que aumentan dado la naturaleza degenerativa de la enfermedad hacen que a medida que esta avanza la “esencia psicológica” de nuestro ser querido se vaya desdibujando con cada día que pasa, generando así que ya no veamos a nuestro ser querido, a nuestro padre, a nuestro esposo en esa persona que bañamos y cuidamos todos los días; que percibamos que lo hemos perdido a pesar que veamos su cuerpo deteriorado todos los días. Quizás la pérdida más difícil de afrontar es la perdida que se da a nivel familiar; si bien son varias y no menos importantes las perdidas a la que se debe enfrentar el paciente con Alzheimer, dadas las características de la misma enfermedad y del deterioro en sí mismo, no se está consciente de estas ya que no se recuerda que se tenía antes y por ende no se percibe la perdida. Se puede incluso llegar a decir que muchas de las perdidas del paciente las vive la familia en si misma; aquí entra a jugar un papel protagónico la perdida ambigua ya que cada uno de sus miembros siente haber perdido a su ser querido pero al mismo tiempo la presencia física hace difícil si no imposible que se pueda dar lugar al duelo; oímos a muchos de los familiares mencionar con profunda tristeza como su amado padre ya no los reconoce, como les es difícil tener que declararlo sin capacidad jurídica y tener que tomar decisiones que su ser querido tomaba tan satisfactoriamente antes de la enfermedad. Quizás un punto muy importante es el rol que deja de desempeñar este ser querido dentro del sistema familiar, este rol muchas veces no es asumido por otro miembro ya que se piensa que de esta manera se “fallara” a nuestro ser querido, que se le remplazará y se le restara la importancia a su figura. La pérdida de la persona con alzhéimer deja un vacío significativo no solo a nivel emocional en el sistema familiar, deja un vacío en torno a que queda vacío un rol fundamental dentro de dicho sistema. Las relaciones entre los miembros pueden modificarse también; por ejemplo cuando un único miembro asume el cuidado del enfermo o cuando algún miembro realiza la sustitución del rol de su ser querido con Alzhéimer en desconocimiento de su opinión o en muchos caso en contra de ella. Así es de relevancia empezar a preguntarnos ¿Qué implicaciones a nivel de sistema familiar genera la pérdida del ser querido con Demencia Tipo Alzheimer?, ¿Cómo y en qué medida se afecta la dinámica familiar? ¿La familia debería buscar ayuda profesional? Y si es así ¿En qué le ayudaría esta asesoría?. Referencias Boss, P. (1999). Ambiguous Loss. Learning to Live with Unresolved. Cambridge. Nevado, M (2005). Aprendiendo a Despedirse. De la Pérdida a Superación. Madrid: AFAL. Pinto, B. (2007). Factores Biopsicosociales en la Demencia Tipo Alzheimer. Ajayu, volumen 2. Worden. W (1997). El Tratamiento del Duelo: Asesoramiento, Psicológico y Terapia. Bacelona: Paidos.