Alemania y su fobia al aumento de los precios. La

Anuncio
ALEMANIA Y SU FOBIA AL
AUMENTO DE LOS PRECIOS:
LA HIPERINFLACIÓN EN
LA REPÚBLICA DE WEIMAR
Informe mensual de estrategia
mayo 2014
NG & FINA
KI
EV
E R IEW
NC

BEST
ASSET &
WEALTH
MANAGEMENT
SPAIN
2013

OBAL BA
N
GL
Pedro Sastre
Responsable de Estrategia de Mercados
AW
ARD
S
1
Informe mensual de estrategia. Mayo de 2014
ALEMANIA Y SU FOBIA AL AUMENTO DE
LOS PRECIOS: LA HIPERINFLACIÓN EN LA
REPÚBLICA DE WEIMAR
“La Eurozona afronta, en palabras del BCE, un periodo de moderación de la inflación.
Moderación con caídas puntuales de precios en algunas economías de la región, que
alimenta el fantasma de la deflación y pone en peligro la incipiente recuperación
económica. Alemania es consciente y las declaraciones del Presidente del Bundesbank,
Jens Weidman, apuntan a una cierta permisividad germana en la toma de medidas que
traigan consigo más inflación. No sin resquemor como nos recuerda la historia.”
Billete de 100 billones de marcos. 1924
La hiperinflación en la república de Weimar
La fobia del Bundesbank en particular y del alemán medio en general por un férreo control de los
precios es algo que puede a simple vista extrañar. Vivimos en palabras del BCE un “periodo de
moderación de precios”, en donde las perspectivas de inflación permanecen ancladas y sin embargo
Alemania sigue alertando de las terribles consecuencias de una hipotética subida descontrolada de
los precios. ¿Por qué? Quizás haya que echar una mirada al pasado no tan lejano para comprender
tal obstinación…
El periodo de hiperinflación, o proceso en el que los precios se disparan y la moneda se devalúa, fue
vivido por Alemania en el periodo de entreguerras, época conocida como la República de Weimar.
Si bien no fue un proceso aislado en Europa, la hiperinflación vivida por Alemania acaparó todos
los factores negativos posibles: un aumento desbocado de los precios en paralelo a la subida de los
tipos de interés, bruscos cambios en el tipo de cambio y, eventualmente, el abandono de la moneda
como unidad de intercambio.
Pero volvamos a la historia. La Primera Guerra Mundial tocaba a su fin y el imperio germano había
financiado sus necesidades en la contienda con ingentes emisiones de papel moneda, o Papiermark,
sin respaldo alguno en oro ni posibilidad de conversión en el metal precioso. Algo que para la época
no era el procedimiento establecido ya que hasta el inicio de la guerra había regido en Alemania
el patrón oro y cualquier emisión de papel necesitaba de su respaldo para su correcta garantía. La
consecuencia monetaria de la guerra fue el abandono de la moneda que hasta entonces regía en el
imperio alemán, el Marco de oro o Goldmark.
El Tratado de Versalles estableció, al terminar la Gran Guerra, la imposición a Alemania del pago de
reparaciones por los daños causados por la contienda. Indemnizaciones muy cuantiosas aunque no
asfixiantes y que establecían montos y plazos de pago. El abandono del Goldmark, antes mencionado,
Informe mensual de estrategia. Mayo de 2014
trajo consigo el mantenimiento en el uso del Papiermark, con un tipo de cambio sorprendentemente
estable vs el dólar hasta mediados de 1921, de aprox. 60 marcos por cada dólar.
El escenario se torcía a mediados de 1921, con el ultimátum exigido por Londres en concepto de
reparación de guerra. El monto sería de 2.000.000.000 de marcos de oro al año, una suma más
complicada para devolver y cuyo pago se inició en el verano de 1921. La salida de marcos “buenos”
o respaldados por oro se unió a la creciente emisión de papel “malo”, este último para financiar las
necesidades diarias del país. Aumentaba así de forma astronómica la circulación de papel en el país
y el proceso en espiral de devaluación del marco estaba servido.
El proceso de hiperinflación comenzaba en el mismo 1921, con fuerte retroceso del tipo de
cambio desde los mencionados 60 marcos/$ hasta los 320 marcos/dólar. El montante total de las
reparaciones se disparó a 132.000.000.000 marcos de oro, imposible de cubrir por las reservas de
oro ya diezmadas. En un intento desesperado, la República de Weimar se lanzó a la compra de divisa
mediante el pago en bonos del tesoro público y papel comercial, lo que no hizo sino agudizar la
pérdida de valor del Papiermark.
El proceso se agravó aún más si cabe cuando las potencias vencedoras, conscientes de la pérdida
acelerada de valor del marco, empezaron a exigir el pago de reparaciones en recursos naturales,
sobre todo en hierro, carbón y madera. La falta de acuerdo, en sucesivas convenciones, entre las
potencias vencedoras acreedoras y Alemania por el importe de las reparaciones fue la traca final
que impulsó el descontrol de aumento de precios y la fuerte devaluación del marco, que en 1922
alcanzaba los 8.000 marcos por dólar.
El resultado, la ruina para la clase media ahorradora alemana, que vio como sus ahorros depositados
en los bancos se evaporaban, sin posibilidad de acceso a las divisas extranjeras con las que poder
protegerse de la inflación, sin acceso a los alimentos básicos tras multiplicarse el coste de la vida
por más de dieciséis veces y con el afloramiento del trueque, aunque con escaso éxito en muchas
ocasiones debido al alto grado de industrialización del país. Así llegó el Notgeld o “dinero de
necesidad”, que representaba o bien sumas de dinero o bien artículos de primera necesidad. No
tuvo un gran éxito en cualquier caso, ya que la depreciación del marco y el repunte de los precios
seguían siendo los principales problemas a resolver.
Veamos algunos ejemplos prácticos: una barra de pan que en 1922 costaba 163 marcos se disparaba
a 1.500.000 en septiembre del año siguiente y costaba 200.000.000 en el mes de noviembre del
mismo año. El precio de un huevo en 1923 equivalía a la compra de cinco millones de huevos diez
años antes. Los funcionarios del Ministerio de Finanzas cobraban parte de su sueldo en patatas. Y
los restaurantes dejaron de imprimir la carta de menús con precios porque desde el momento de la
comanda hasta el pago los precios ya habían variado.
A nivel corporativo nos encontramos con que a finales de 1923 el grupo automovilístico Daimler valía
al cambio unos 980M$ mientras que un coche costaba 3M$. Es decir, que toda la compañía sólo
valía 327 coches. El tipo de interés rondaba el 5% en 1922, en niveles similares a los del comienzo
de la guerra, pero a finales de noviembre de 1923 superaba el 900%. Y si en 1922 el desempleo era
inexistente un año después éste rozaba el 30%, como vemos en el siguiente gráfico.
Informe mensual de estrategia. Mayo de 2014
Fuente: “The economics of inflation: a study of currency depreciation in post-war Germany”, 2003.
Este escenario ya de por sí muy complicado se tuerce aún más con la invasión, por parte de Francia y
Bélgica, de la cuenca del Ruhr entre enero de 1923 y agosto de 1925. El motivo, la patente incapacidad
de la República presidida por Friedrich Ebert para asumir las indemnizaciones económicas impuestas
por los aliados tras su derrota en la guerra. El cobro de la indemnización se haría ahora sí en hierro,
carbón y acero. Hay que hacer notar que dicha ocupación provocó oleadas de simpatía hacia
Alemania que no tuvieron repercusión alguna en la Sociedad de Naciones (la antesala de Naciones
Unidas), debido a que si dábamos por bueno el Tratado de Versalles la ocupación era legal.
La hiperinflación alcanzó su máximo nivel en noviembre de 1923, momento en el que toma cuerpo
una nueva moneda: el Rentenmark. El gobierno se apoyó en esta nueva moneda de valor fijo mientras
se puso fin a la emisión de billetes. La solución propuesta por Hjalmar Schacht, Presidente del Banco
Central de la época, consistió en la imposición de una hipoteca legal sobre las tierras y bienes
industriales existentes en el país, que respaldaría la nueva moneda, por un valor total de 3,2 billones
de Rentenmark. Esta conversión impidió la emisión de más papel moneda sin aval, solucionando
el problema de la carencia de oro como garantía y permitiendo finalmente el inicio del fin de la
hiperinflación.
Tras un periodo de transición en el que el Rentenmark fue la moneda oficial, en agosto de 1924 el
Reichsmark se convirtió en la nueva moneda de curso legal en Alemania, surgiendo con el mismo
valor que el Rentenmark. Ambas monedas coexistirían, no obstante, hasta la definitiva desaparición
del Rentenmark en 1948.
Este episodio histórico acaecido hace ya más de 90 años pervive en la memoria colectiva teutona.
Y también explica en parte el comportamiento de las instituciones monetarias más poderosas de
la Eurozona, el BCE y el Bundesbank. La pregunta que nos hacemos es: ¿será Alemania capaz de
romper con los fantasmas del pasado y dar un paso adelante con vistas a la definitiva recuperación
de la economía europea?
Descargar