DESIGUALDAD PARA TODOS Francisco Alemán faleman@espol.edu.ec faleman@gye.satnet.net @panchitoaleman Profesor ESPAE Crónica del Documental de Robert Reich Año 4 No. 31 – mayo 2014 Con este sugestivo título, Robert Reich, ex Ministro de Trabajo de Bill Clinton, ex profesor de Harvard y Brandeis, y actual profesor de Berkeley, nos regala un excelente documental que explora la creciente desigualdad en la distribución del ingreso que ha sufrido Estados Unidos. Supe de Reich en 1997 cuando promocionaba su libro “Locked in the Cabinet” en donde narraba en sus diarios lo que fue su experiencia como Ministro de Trabajo. Hojeando el libro me atrapó su narración del almuerzo que tuvo con Alan Greenspan, Presidente del Banco Federal de Reserva y artífice del milagro económico del gobierno de Clinton. Pero lo que él narra, es lo que debió haber sido la conversación, si los encuentros políticos fueran del todo sinceros: Reich le pregunta (supuestamente) a Greenspan por qué para acabar la inflación, pondría el interés de los tenedores de bonos y prestamistas sobre el interés de otros americanos. La respuesta imaginaria de Greenspan es: “Porque soy un capitalista y el capitalismo es llevado por los sucios ricos. Ellos hacen su dinero de los bonos. Tus constituyentes tienen que trabajar para vivir”. Al final de la imaginaria conversación, Reich termina llamándolo a Greenspan un “alcahuete señor feudal” mientras que Greenspan le dice “enano bolchevique” (por su corta estatura). Compré el libro inmediatamente. El documental empieza asegurando que Estados Unidos tiene la mayor desigualdad del mundo, pero de lejos: En 1978 el obrero típico ganaba $48.300 al año (ajustados por inflación) y el típico 1% más rico $393.600. Una relación de 8 a 1. En el año 2010 ese mismo obrero típico gana $33.700 y el 1% la suma de $1.100.000 al año. Relación de 33 a 1. En el 2012 las 400 personas más ricas en USA tienen la misma riqueza que 150 millones de americanos juntos (la mitad de la población) Como la economía americana es básicamente consumo (igual que nosotros 70%) se puede decir que la economía es llevada principalmente por la clase media. Esto debido a que los ricos no gastan todo lo que ganan: Si alguna gana por ejemplo $10 millones al año, no son capaces de gastarse eso. Además contrario a lo que se piensa, los ricos no son creadores de empleo. Una primera aproximación a las causas de la desigualdad, nos lleva a la relación entre los salarios y la productividad. Reich compara la productividad (medida por “producción por hora”) con el salario (medido por “compensación por hora promedio”). Según Reich estos dos factores crecieron juntos desde 1930 hasta 1970 en que “algo” sucedió, ya que a partir de allí los salarios se mantuvieron represados hasta el 2010, mientras que la productividad siguió creciendo. Lo primero que observa Reich es que hay un gap enorme entre la productividad y los salarios. Entre las causas que señala son el inicio de la revolución tecnológica, la globalización (las fábricas se mueven al exterior), y las presiones por desregulación de los mercados. Otra variable que explora son los sindicatos. Nos dice que la fortaleza de los sindicatos empezó a declinar, medido por la tasa de afiliación, y coincidentemente esa declinación es exacta a la participación de la clase media en el ingreso nacional. Según Reich, tanto las empresas como el gobierno combatieron a los Sindicatos para impedir mayor presencia de ellos en las empresas y así mantener la competitividad. Como anécdota histórica y muestra del poder del gobierno sobre los trabajadores, señala el despido de los controladores aéreos a raíz de una huelga por parte de Reagan. La variable de la Globalización es mostrada con un ejemplo: Reich le pregunta a sus estudiantes, a dónde creen que van sus dólares cuando compran un iphone? Por supuesto los estudiantes y yo tenemos una idea sesgada de China como el gran recaudador, pero estamos lejos de la respuesta: 34% al Japón, 17% a Alemania, 13% a Corea del Sur, 6% a USA, sólo 3.6% a China, y el restante 27% a otros países. La globalización lo que ha hecho es repartir por el mundo el proceso productivo, que además se ha automatizado demandando nuevas y mejores destrezas a los trabajadores. Una idea errada de reducción de empleos por la globalización, es el ejemplo cierto de Amazon. Esta empresa emplea 60 mil trabajadores pero vende $80 mil millones de dólares, pero si las tiendas y otros detallistas estuvieran vendiendo esa cantidad, tendrían necesidad de emplear un millón de trabajadores. Pero dice Reich que contrario a lo que se piensa, la globalización no ha reducido el empleo sino que ha reducido los salarios. Un empacador de carne ganaba $44 mil en 1970 (ajustado por la inflación) mientras que en el 2010 ganaba $24 mil; el Cajero de un banco $28 mil en 1970 versus $24 mil en el 2010. Y para colmo, ciertos costos han aumentado en el mismo período: los gastos de Salud pasaron de $1700 a $7000, los de Educación de $900 a $1800; el cuidado de niños que no había en los 70’s pasaron a $3,000 en el 2010. Todo esto ha ido reduciendo el ingreso disponible de $32,000 en 1970 a $14,000 en el 2010. La sentencia de Reich es dura: “¡Así la clase media no va a ningún lado!” Al aumentar la desigualdad de salarios, el ascenso social (upper mobility) es cada vez más difícil. Reich estima que en USA el 42% de los niños nacidos en la pobreza no podrán salir de ella. Eso contrasta con la estimación de Dinamarca 25%, y de Inglaterra 30%. ¿A qué país debemos entonces emular? “¡A nosotros mismos! ¡A Estados Unidos!” contesta Reich: En el período de la gran prosperidad 1947-1977 ese país creció mucho en riqueza mientras la desigualdad del ingreso se redujo del 13% al 9%. ¿Cuáles fueron los drivers? Educación (una verdadera prioridad nacional), especialmente universitaria. En 1940 solo el 5% de los adultos había terminado una carrera universitaria. Ese porcentaje empezó a despegar y llegó hasta el 24% en 1974, gracias a políticas públicas como la Ley de Veteranos de Guerra así como la expansión de universidades públicas. Eso hizo que EEUU se convierta en la mejor mano de obra calificada del mundo. Sindicatos: La tasa de afiliación a los sindicatos también creció y llegó de un 13% a un 35% a mediados de los 50s. Eso le dio al trabajador de clase media mayor capacidad de negociación para tomar un pedazo del pastel del crecimiento económico de las empresas. Expansión de la clase media con mayor ingreso que crea un círculo virtuoso: la economía crece, hay mayores salarios, mayor poder compra, las empresas venden más, las empresas contratan más mano de obra, se incrementan los impuestos (recaudación), el gobierno invierte más (en educación), los trabajadores son más educados y productivos, lo que hace que la economía crezca.. y así. Pero luego qué pasó? El gobierno empezó a hacer recortes en sus contribuciones a las universidades, y éstas tuvieron que aumentar sus matrículas y otros costos de colegiatura, haciendo más difícil a los jóvenes entrar a la Universidad. Una fuerte conclusión que nos da Reich, es que la desigualdad se vincula directamente con la educación. La globalización y tecnología entonces favorecieron a quienes tenían las destrezas adecuadas. Muchos trabajadores, por los motivos señalados, no estaban preparados. Quienes son los ganadores de Globalización y Tecnología? En primer lugar los consumidores –definitivamente- y los inversionistas. A mediados de los 90 hay un boom impresionante en el crecimiento del precio de las empresas. ¿Por qué pasó esto? En parte porque se mantuvieron los salarios bajos. Sin embargo, los ejecutivos y presidentes de las compañías empezaron a pagarse sueldos enormes. De repente la proporción entre el salario medio del ejecutivo versus la del trabajador creció a ¡350 veces! La opción de acciones como pago fue una salida para lograr que los salarios crezcan para el ejecutivo y las empresas puedan deducirlos para impuestos. Un tercer grupo ganador son los financistas, quienes aupados por la desregulación financiera, lograron incrementar sus ingresos de forma impresionante, incluyendo en épocas del crash del 2009. Reich nos alerta del peligro que la gente siga creyendo que lo que hace el gobierno te daña, mientras que lo que hace el mercado te ayuda. Las corporaciones de esta forma incrementan su riqueza e incrementan su poder político, mientras que los trabajadores no tienen a nadie quien los represente y se interese por ellos. “El dinero tiene la capacidad de controlar la política” sentencia Reich. El documental muestra que el dinero que las corporaciones gastaron en lobistas más que se duplicó entre 1998 y el 2010 ($1.5 billones a $3.5 billones). ¿Por qué no se reaccionó cuando los salarios se estancaron a partir de los 70s? Porque la gente siguió comprando. ¿Cómo fue posible? Una primera razón fue la incorporación masiva de la mujer al trabajo remunerado, debido en gran parte a que tenían que reforzar los ingresos familiares. Luego, la nueva tendencia que tanto hombres como mujeres trabajaran más horas para completar el ingreso: horas extras, dos trabajos, más horas facturadas (el estadounidense pasó a trabajar 300 horas más al año que el típico europeo). Cuándo todo esto se agotó, vino el endeudamiento. Como los precios de las casas empezaron a subir fuertemente, la gente empezó a hipotecar sus casas ( o renegociar las hipotecas) para permitir más deuda para consumo. Pero ese modelo también se agotó. La deuda de los hogares contra sus ingresos subió a una relación de 12 a 1. Entonces, cuando la clase media no puede participar de las ganancias económicas, se crea un círculo vicioso: los salarios se estancan, los trabajadores compran menos, las compañías se reducen, los impuestos se reducen, el gobierno hace recortes presupuestarios, los trabajadores reciben menos educación, y aumenta el desempleo. Luego Reich dedica su atención a la relación entre desigualdad e índices de tasa marginal de impuestos (top marginal tax rate). Esta relación ha sido inversa: cuando la desigualdad se ha reducido (es porque) la tasa de impuestos ha aumentado, y al contrario. En época de Eisenhower la tasa marginal fue del 91% mientras que en el 2010 fue del 35%. Los impuestos siempre estuvieron por encima del 70% hasta el gobierno de Reagan que los bajó. La política tributaria ha beneficiado más a los ricos y ha castigado más a la clase media. Como la mayor parte de las ganancias de los inversionistas provienen de las ganancias de capital, que tienen una baja tasa de impuestos, Warren Buffet –por ejemplo- terminó pagando 17% de impuestos cuando la secretaria de su oficina terminó pagando el 33%. Esa disparidad crea presiones en el presupuesto fiscal, obligando a recortes en Educación, impidiendo el acceso de la clase media. La Universidades se ven obligadas a aumentar sus matrículas y comisiones. En Berkeley en los 60s no se pagaba tuition, en los 70s era de $700 al año (ajustado por inflación), y ahora es de $15,000 para residentes del Estado. Una tendencia que ha empeorado esta situación es que los políticos en USA se han movido todos a la derecha, dejando las ideas progresistas de Reich como de extrema izquierda. Finalmente, Reich señala que parecería haber una relación entre la polarización política y la creciente desigualdad económica. De hecho muestra esta relación en un cuadro que mide el Indice de Polarización en el Congreso: cuando alcanza su máximo valor también lo hace la desigualdad. El mensaje final es de esperanza y de llamado a que cambien las cosas: “Recordemos que nosotros somos los que hacemos las reglas para la economía, y por ello nosotros somos los que tenemos el poder para cambiarlas. Por ello hay que movilizarse, hay que intervenir, hay que creer que se puede cambiar”… “La historia siempre favorece al cambio social. No tienes que ser electo Presidente o Ministro para tener un gran impacto. Se puede ser líder en muchas otras esferas. Pero hay que pasar a la acción!” Reich sigue en su mismo libreto desde 1997 que lo conocí: “El gap del ingreso entre ricos y pobres se está incrementando, y para reducirlo necesitamos invertir más en la gente – no en el mercado de acciones-” Todas las opiniones vertidas en esta publicación son de exclusiva responsabilidad de los autores, y no representan necesariamente la opinión de ESPAE o de ESPOL.