270 aIGNOS DEL TIEMPO lístico), es realmente el epíteto reservado en Japón p a r a el Catolicismo en general. La doctrina católica para los no católicos se reduce a una serie de obligaciones minuciosas y prohibitivas como no comer carne los viernes, condenación del control de natalidad, celibato para los sacerdotes... En esta rama espesa de prescripciones negativas apenas hay sitio para e! amor de Dios que en el Catolicismo debe animar el actuar constante de los creyentes. Extranjcricidad del Catolicismo Cuuaníqauiervezmisqiouneerotaldeol Jcau póan hpaonéesscucnhoadose m áesc d e l j a d sbeerrtadcaiocolicno, tapnotroqsuemnaondaq ueiienrtoes vyercorerctoarptaisdaas. P suaral m laomgoeneurn aalidadreligijóap onm esaáselintP riooters,tanlatismroeligióanpardeceel c c n e r El Catolicismo en 1960 razón y de la comunicación personal y directa d EosT pu írk itpuu Seasntato. eQ u entanloesidadjapoinnteesreisor,sesinsienbteanrrerartarsa.íd s o r s p o A H i s t o r i a d e u n a M o n j a " , e s t r e n a d a e n i aemeennte Jcaopnósn ideraIn dno lael B núib-lia pasaédxoito, sincom qu eleto,selogpruóedasupdeercairr qlap uu eeerd ceuo-ndsd-eempoestrrsaornseasclaqru Lraciónetitluyam m o c e óñoeduain p d suecn risteto,orsginanizaaddhae.rirse a una confesión depud uenarebcuibenira dpeelícuvlaarioesxtru an jivercerarrees.liegtanioL aaenoficJiaelm s irm p r e s i ó n q u e n hairblareonn " dK el ibfilm dequeFredquieZ m im erem an sseeiovserpaq u,u erígida, dee m reesupm i s h i " , r e d c i r E s t e h echojapdoenéslann o-aessimu ilanciónfenódm elenC atodliceismpoosguael e r o q u e e n j a p o n é s t i e n e u n a c o n b a c k g r o u n d o o n ob talacriónsocberrecaneal ateminas,opuonrotabm le.e Dpersepguuén stód e"P m os¿inlao que se remonta a los primeros días del rtoerru acocih ,s,m h a : l i oceantóliceosstasem tieprezraaros.nCsu andqouehloascerpraim erstoóslicom-i vreitslapuersetaligiossea rceasutóm licaió eesn:verE dn adereasm e n t e a s í ? 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M i s i o n e r o s u p o tatólicpae,lícu laroaep nidaooreeceltop-oJraplóan,m elaym e.nsaM jeucchaostólic¡n otelefu euaim aldecom ptorn en u n a s p e c t o d e l a r e l i g i o s i d a d c a p e n d o r í a c t e s e n da. cliceosscreeryan eronr,eparlesep rtainncteipsio,dequeunalossecm isioensepreocsialcad tóe-l n t a B ueH dsd im suisioonperinoiósnjesfuueítasrefovrzeastdíaan pfroercueenltem heceh ote d Pasanddoe puonraalM toonejal"acaieúrn to acodnm criteetnododequ"eLaq isitlrooeo-sctor(m u n ria e l loas "em bonpgezoós"aburdeissotalvse).rseCuapnadrao elolsprom belim aerodse h aynaciaquaeridtoravp resed netarlalas vim idapresrioen ligeiossasuvbjetsivuaclaosm obleodsneegr-u s i o n v a é s em pezarreolin a nnootasre qeu ecualdarsabacnaraecnterísn u no vsoocbarceip ón ,am i aelsufesrióan dael lp rinacln eeonelasesnu tgiop iu cesiaoncad sjóadtp d e v a g i ó n n ecosnta.e Sam rintoicnujaelomsbin a s l a o i de las categorías hasta entonces importadas de a "im K hishi", o comaorgo,otreosstaprm efiesim ren Kperisehsióílenki d (foerlam"aC -h-iina. l APON 271 TL CATOLICISMO EN El Catolicismo aparecía cubierto de aristas definidas que no permitían ninguna síncreción, como en el caso entre el Shintoismo y Budismo años antes. Los jesuítas repetían claramente que tos dioses budistas y los antepasados deificados por el Shintoismo eran ¡dolos y animaban a los nuevos conversos a destruir públicamente las estatuas de Buda y las tablillas de sus casas y de los templos shintoislas en prueba de su nueva fe Por otra parle, la radica! actitud católica hacia Dios, por encima de cualquier autoridad humana, terminó por intranquilizar a Hideyoshi, que decretó la expulsión de los misioneros en 1591. Este carácter "extranjero" que imprimió el edicto de expulsión sobre el Catolicismo, constituyéndolo por muchos afios en mercancía prohibida y reducida a lo que podíamos Mamar el "mercado negro religioso", continuado por los misioneros residentes clandestinamente en Japón, ha permanecido hasta nuestros días. Catolicismo y Fariseísmo Este problema de la supereticictad del Catolicismo sobre su espiritualidad, que parece ser el sabor que produce el mensaje de Jesucristo en los paladares japoneses, puede extenderse, según el padre William Johnston. S. 1., a otros países aún cristianos mutatls mutandls. Sin embargo, cuando uno lee las palabras de Jesucristo a los fariseos o el Evangelio de San Juan, parece imposible creer que la Iglesia católica pueda dar la impresión a los de fuera de formalista o legalista. ¿Hemos subrayado suficientemente que la vocación a la Fe es un llamamiento a un Dios personal, viviente, que nos invita a participar de su misma vida que se identifica en "Deus caritas est"?, o ¿quizá nos hemos olvidado de decir antes de nuestras explicaciones minuciosas sobre la moral católica, que ellas son el camino hacia la Verdad y "Veritas liberabit vos"? Esto no quisiera ser una mera critica de la presentación catequística en el Japón, sino un momento de reflexión universal que sirva para nuestro futuro apostolado en cualquier parte del mundo. El profesor Fram Xaver Arnold opina que esta excesiva tendencia moralista del Catolicismo empezó con San Pedro Canisio. El gran apóstol de Alemania escribió un Catecismo excelente, pero determinado por las necesidades que creó el Protestantismo en su tiempo. Su estilo fue apologético y de controversia, porque iba dirigido a los "reformadores", Y en él la parte moral y sacramental resultaba especialmente tratada, ya que era el flanco atacado por los Protestantes. Aunque el Catecismo Romano, patrocinado por San Carlos Borromeo, reaccionó contra esta tendencia, no tuvo mucha resonancia y el movimiento racionalista de los siglos siguientes, acabo por consagrar este molde defensivo y élico de] mensaje católico. Que la.genuina tradición católk» fue diferente y su impresión en los paganos de los primeros siglos estaba muy lejos del "Kibishii" japonés, puede verse consultando la obra catequística patrística. En especial, San Agustín es un modelo de esta transmisión gozosa de la Buena Nueva, En su De catechizandls Rudibus, da gran importancia a la Historia salud* y, sobre todo, al Misterio de Cristo, sin dedicar un capítulo a los Mandamientos. Según el citado profesor Arnold, la táctica de San Agustín fue presentar a los catecúmenos la esencia de nuestra religión en su parte mas atractiva, dando por cierto que, cualquiera que comprendiera experimenlalmente el amor de Dios, seguiría su voluntad en cada momento: Ama et fac quod vis. Por supuesto, nadie puede negar la necesidad de enseñar la ética Católica aun sirviéndose de csa.s palabras de San Agustín que. rectamente interpretadas, no son ciertamente un programa de libertinaje. Ellas apuntan la inseparabilidad de la moral y el dogma y la cristocéntrica polarización de la conducta mora! católica. —Dice el P. Jungmann, S. I. "La catcquesis y, consiguientemente, el catecismo debe, sobre todo, proclamar la Buena Nueva, confiada por Cristo a sus apostóles; sus partes integrantes y SUS pasajes deben ser presentados como una fotografía del todo, a la vez atractiva e impresionante; la fotografía de la grandeza del amor de Dios que se acerca a nosotros y nos dirige hacia si, la fotografía también de una vida en consonancia con la divina misericordia". La moral católica puede resultar "severa" a la naturaleza humana, pero esta severidad se disuelve en la mutua relación cálida del homhrc con Dios. La traducción del Nuevo Catecismo Alemán (1) al japonés, ha abierto una formidable esperanza en el futuro de nuestra misión católica. Los prejuicios no desaparecen en pocos años, pero este pórtico gozoso con que se abre el Nuevo Catecismo: "Ningen ni totte Kuristo Shinja de aru koto wa ókina kófuku de aru" (es una gran felicidad para nosotros el ser cristianos), puede destruir los rígidos moldes en que aparecía fundida la doctrina católica en c! Japón. La misma exposición moral del Nuevo Catecismo está tratada de una manera positiva y cristocéntrica. Si para toda la Iglesia Universal el "Kalholischcr Katechisinus" constituye un paso definitivo, para el perfecto entendimiento del Verbum Salulls, para el Japón, en concreto, donilc los argumentos abstractos encuentran tan poca resonancia, esta nueva encarnación del mensaje católico en la figura vigorosamente atrayente de Cristo será un instrumento catequético de primer urden Antonio GONZÁLEZ MOLINA UDÍV, Católica Sophia iTnkini (EccIesiaV Sohrp este Catecismo, vea Mensaje: IVtí, |>. i'nnií-iitano di-1 P, Juliu Jimi-tu-r S.J.