1 NÚCLEO TEMÁTICO: LAS RAÍCES HISTÓRICAS DE LA ESPAÑA CONTEMPORÁNEA TEMA 1. EL SIGLO XVIII: LOS PRIMEROS BORBONES I. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL XVIII EN EUROPA II. EVOLUCIÓN Y ORGANIZACIÓN POLÍTICA A – EL CAMBIO DINÁSTICO: LA GUERRA DE SUCESIÓN Y SU REPERCUSIÓN EN LA COMUNIDAD VALENCIANA. B – EVOLUCIÓN POLÍTICA. C – EL DESPOTISMO ILUSTRADO: CARLOS III. D – EL REFORMISMO DE LOS BORBONES. 1 – Unificación y centralización política y administrativa. 2 – La política económica. 3 – La política exterior. América. III. DEMOGRAFÍA Y SOCIEDAD. IV. ECONOMÍA A – AGRICULTURA B – ARTESANÍA E INDUSTRIA. C – COMERCIO D – LA CRISIS DE FINALES DEL S. XVIII 2 I. CARACTERÍSTICAS GENERALES DEL S. XVIII EN EUROPA Tras un XVII de crisis, la recuperación iniciada a fines del XVII prosigue durante el XVIII, especialmente entre 1730 y 1780. DEMOGRAFÍA: crecimiento de la población, gracias a un descenso de la mortalidad catastrófica y la mejor alimentación, así como al mantenimiento de la natalidad. En España este crecimiento es menor que en el resto de Europa. SOCIEDAD: Prosigue el sistema social feudal, pero en crisis. Los privilegiados pierden su funcionalidad social (defender, orar) y ven descender sus ingresos (procedentes de rentas agrícolas, lo que propició una “reacción señorial”), mientras la burguesía experimenta un ascenso socio-económico, y las clases populares aumentan en número y ven empeorar sus condiciones de vida (aumento rentas feudales en campo, proceso proletarización en ciudades). ECONOMÍA: Aparición del capitalismo. Gran ascenso del comercio, sobre todo el colonial. Se inician los procesos de transformación en agricultura, y sobre todo en la industria (GB), donde su inicia la Revolución Industrial. En España las transformaciones económicas son menores. POLÍTICA: Monarquía absoluta (menos en GB y Holanda). Los cambios económicos y sociales hacen que el sistema quede desfasado por lo que arrecian las críticas al Antiguo Régimen. Los ilustrados, como Voltaire, Montesquieu, Rousseau, etc., proponen reformas económicas, sociales y políticas. Algunos monarcas hacen suyas las ideas reformistas, con lo que aparece el Despotismo Ilustrado. Éste sistema no puede hacer reformas en profundidad, por lo que se producen las Revoluciones Burguesas, a fines de siglo (EEUU, Francia). CULTURA Y PENSAMIENTO: Aparece la Ilustración, que propone la razón como base para el progreso y critica todos los frenos a ese progreso, como el absolutismo y el feudalismo, y propone toda una serie de reformas administrativas, fiscales, económicas, sociales, educativas y políticas. Destacan los ilustrados franceses, que propugnan la libertad, la igualdad, la separación de poderes (Locke, Montesquieu), la crítica al antiguo régimen (Voltaire), la soberanía nacional (Rousseau). El gran proyecto cultural común es La Enciclopedia, en la que colaboran casi todos los ilustrados franceses. En la ciencia triunfa el método científico, basado en el Empirismo (experiencia y observación) y en filosofía el Racionalismo. En economía se abren camino nuevas ideas, como la Fisiocracia y el Liberalismo económico (A. Smith). II. EVOLUCIÓN Y ORGANIZACIÓN POLÍTICA A – EL CAMBIO DINÁSTICO: LA GUERRA DE SUCESIÓN En 1700 muere sin descendencia directa Carlos II, el último de los Habsburgo españoles. Los últimos años de su reinado estuvieron llenos de intrigas palaciegas y de todas las potencias europeas para decidir su sucesión. Los candidatos que quedaban para heredar el trono español eran dos: - Felipe de Borbón, Duque de Anjou, 2º hijo del Delfín de Francia y nieto de Luís XIV de Borbón y Mª Teresa de Austria (hermana de Felipe IV) y bisnieto de Felipe III. Si heredaba él, se podían unir Francia y España, con sus colonias americanas, cosa poco aceptable para el resto de potencias. - Archiduque Carlos de Habsburgo, de la rama austriaca de la familia, y bisnieto de Felipe III. Si heredaba, podía rememorar el Imperio de Carlos I, tampoco deseable para el resto de potencias, y especialmente Francia. Finalmente Carlos II nombró heredero a Felipe de Borbón (con la condición de no dividir sus reinos y de renunciar a sus derechos sobre la Corona de Francia), quien tras la muerte de Carlos II en 1700 fue proclamado en 1701 como rey. Pero Felipe V no renunció a sus derechos sobre Francia, dio importantes privilegios comerciales a franceses, en contra de los intereses de GB, e inició una reordenación de la administración hispana siguiendo un modelo similar al francés (centralista). 3 Felipe se convertía así en el rey de España y el posible heredero de Francia, por lo que la supremacía de los Borbones en Europa era demasiado peligrosa para otras potencias como Inglaterra, Holanda y Portugal. Dieron su apoyo a la candidatura austriaca, y ante la negativa de Felipe V a negociar, se inició la Guerra de Sucesión Española, una guerra que en el fondo volvía a ser otro conflicto más por la hegemonía europea. En España, mientras Castilla apoyaba al rey, la Corona de Aragón, temerosa del absolutismo y centralismo borbónicos, y de que no respetase los fueros y su independencia, apoyó las pretensiones del Archiduque Carlos de Austria. En Valencia, mientras el pueblo apoyó masivamente a Carlos de Austria, la nobleza se dividió entre los 2 candidatos (Maulets/Botiflers). De este modo, se enfrentaron Francia y Castilla contra una coalición formada por Austria, Inglaterra, Holanda, Portugal, Saboya y la Corona de Aragón. La coalición europea tuvo algunos éxitos iniciales (en Italia y Flandes), atacó Castilla desde Portugal y Cataluña y ocupó Gibraltar y Menorca, pero Felipe V mantuvo el control sobre Castilla, y en 1707 obtuvo la victoria de Almansa, que le abría el camino a la ocupación de Valencia y Aragón, con lo que sólo Cataluña y Mallorca no eran dominadas por él. En la guerra internacional ninguna potencia conseguía imponerse, la guerra se eternizaba. Pero en 1711 el emperador de Austria murió y su hermano, el Archiduque Carlos le sucedió en el trono, por lo que el interés de Inglaterra y Holanda por apoyarle en sus aspiraciones hispanas decayó y empezaron a buscar una solución negociada. La guerra finalizó con los tratados de Utrecht y Rastatd (1713 y 1714), por los que Felipe V era reconocido como rey de España y sus posesiones americanas pero renunciaba a sus derechos de sucesión en Francia, y cedía también: - Inglaterra se quedó con Gibraltar, Menorca, y privilegios comerciales en América (asiento de esclavos, navío de permiso). Austria se quedó con Flandes, Nápoles, el Milanesado y Cerdeña (que luego cambió por Sicilia). Saboya se quedó con parte del Milanesado y Sicillia (que luego cambió por Cerdeña). Se incumplía así, de modo flagrante, la voluntad de Carlos II de no dividir sus posesiones, al perder todas las posesiones europeas fuera de la Península. En la península sólo resistía Barcelona, pero tras un sitio de 14 meses, fue tomada el 11 de Septiembre de 1714 (Mallorca e Ibiza en 1715). La victoria militar sobre Valencia y Cataluña permitió a Felipe V imponer no sólo una monarquía absoluta, sino también acabar con la independencia de los países de la Corona de Aragón, asimilándolos a las leyes de Castilla, a través de los Decretos de Nueva Planta(1707-1716). Había nacido España como estado, y desaparecieron los anteriores estados de la corona, aunque en realidad fue más una incorporación a Castilla. En la monarquía autoritaria de los Austrias, éstos respetaron las cortes y fueros de sus estados. Aunque los Austrias habían intentado reforzar su poder, y habían recortado los derechos de Castilla, no habían conseguido lo mismo en la Corona de Aragón, Navarra y País Vasco, donde sus fueros e instituciones seguían plenamente vigentes. En la monarquía absoluta de los Borbones, el rey era el Estado: del rey emanaban las instituciones, él tenía todos los poderes (legislativo, ejecutivo, judicial), y el territorio era su posesión. Su poder apenas tenía limitaciones, sólo la Ley Divina. Además se fundamentaba su poder señalando que su autoridad provenía de Dios (monarquía absoluta por derecho divino). Todas las instituciones y fueros de la Corona de Aragón fueron eliminados, se inició la creación de un sistema político y administrativo fuertemente centralizado, en el que sólo quedaban como excepción los fueros de Navarra y País Vasco (no eran Estados, aunque tuvieran sus fueros), recompensa por el apoyo otorgado a Felipe V en la guerra. 4 B – EVOLUCIÓN POLÍTICA FELIPE V: reinó entre 1701 y 1746 (breve interregno de su hijo Luis I, en 1724). En política interior realizó la centralización política y administrativa, así como la consolidación de la monarquía absoluta. En política exterior destacan los intentos por recuperar territorios perdidos por el Tratado de Utrecht: Gibraltar, Nápoles (donde consiguió poner a su hijo Carlos III como rey en 1734). Cambió la política de alianzas tradicional, iniciando un periodo de colaboración con Francia, a través de los llamados “Pactos de familia” (a partir de 1733). FERNANDO VI (1746-1759): Poco interesado en el gobierno, lo dejó en manos de sus secretarios. En el interior destaca la recuperación económica (políticas reformistas del Marqués de la Ensenada). En política exterior intentó mantenerse alejado de cualquier conflicto. CARLOS III (1759-1788): Hereda el trono al morir su hermano sin descendencia, por lo que debe abandonar Nápoles. El más ilustrado y reformista de los Borbones. Durante su reinado se introducen muchas reformas económicas y administrativas que se encuentran con la oposición de nobleza y clero. Se inicia una moderada modernización del país. Destacables sus obras de embellecimiento de Madrid. En política exterior, intervino en la Guerra de Independencia de los EEUU contra GB para poder recuperar Gibraltar (fracaso) y Menorca (éxito). CARLOS IV (1788-1808): Rey con poco carisma, dejó el gobierno en manos de sus validos (Floridablanca, Aranda), especialmente Manuel de Godoy. En política interior, en una coyuntura de crisis económica, se combinaron algunas reformas ilustradas con una enorme corrupción debida a la ambición personal del valido. En política exterior se participó en la Guerra contra la Convención en 1792-1794 (revolucionarios radicales franceses), pero con posterioridad se volvió a la política de alianzas con Francia (ya con el Consulado y Napoleón en el poder, a partir de 1796) y de enfrentamiento con GB y Portugal (Guerra de las Naranjas, Trafalgar, etc.) C – EL DESPOTISMO ILUSTRADO: CARLOS III El XVIII es el siglo de la Ilustración, corriente de pensamiento que confiaba en la razón como el instrumento para alcanzar el progreso y con éste la felicidad. Por tanto los ilustrados prestaron gran atención al desarrollo de la ciencia, la educación, el desarrollo económico (sobre todo agricultura).y las reformas en la administración, la hacienda. Los ilustrados fueron muy críticos con todo aquello que en su opinión lastraba el desarrollo: criticaron la sociedad estamental, los privilegios y las relaciones sociales feudales, propugnando la igualdad y la libertad humanas; criticaron a la Iglesia, su conservadurismo y sus privilegios; criticaron la monarquía absoluta, proponiendo la idea de la división de poderes (Montesquieu) y la soberanía nacional (Rousseau). La Ilustración proporcionó, por tanto, la base ideológica de las Revoluciones Burguesas. Algunos monarcas europeos creyeron que desde su poder absoluto podían poner en marcha las reformas necesarias para lograr la modernización y el progreso: es el Despotismo Ilustrado. En España la introducción de la Ilustración fue lenta y difícil, debido a la escasa y poco poderosa burguesía, el excesivo poder de nobleza y clero, el gran poder de la monarquía absoluta. Cuando por fin empiezan a aparecer algunos ilustrados, a partir de 1750-60, éstos no osaron criticar el absolutismo ni la estructura social feudal. Sus ideas se dirigieron a realizar reformas en la educación, la administración, la lucha contra la Iglesia, y algunas reformas económicas: una discreta liberalización del comercio y la industria, y sobre todo muchos planes de reforma agraria. Sólo a fines del XVIII y principios del XIX aumentaron las críticas contra feudalismo y absolutismo. El único monarca claramente decantado por introducir reformas ilustradas fue Carlos III, de la mano de su ministro Esquilache. Los privilegiados se sintieron amenazados por estas reformas (liberalización del comercio de granos, realización de un Catastro), por lo que aprovecharon el malestar popular (por precios altos y escasez de alimentos) y alentaron una sublevación popular en 1766. El “Motín de Esquilache” logró la deposición del ministro y el frenazo a muchas reformas. Al cabo de poco tiempo, y ya con ministros españoles (Conde de Aranda, Campomanes, conde de Floridablanca) Carlos III reemprendió el programa de reformas: liberalización de la economía: -Restricciones a los gremios y a la Mesta, nuevas colonizaciones de tierras, libertad de comercio de cereales, fin el monopolio gaditano del comercio con América, aumento de los aranceles aduaneros, reformas fiscales, expulsión de los Jesuitas. 5 D – EL REFORMISMO DE LOS BORBONES Los Borbones transformaron por completo la estructura política en España con Felipe V, e introdujeron reformas en los ámbitos económico y social, especialmente Carlos III (reformas ilustradas en economía, administración, etc.). Las reformas ilustradas fueron un intento de modernizar el país, limitar la corrupción, mejorar la educación, mejorar carreteras, impulsar la iniciativa privada en los negocios. Pero también tenían sus limitaciones, ya que en un país con poca burguesía y con un gran poder de los privilegiados, ninguna reforma podía ir directamente contra sus intereses. Ninguna reforma podía eliminar los privilegios fiscales y jurídicos de la nobleza, ni trastocar el orden social imperante. Tampoco podían ir contra el poder absoluto de los monarcas. Cuando se inició la Revolución Francesa se paralizaron todas las reformas y se controló la llegada de libros e ideas de la Francia revolucionaria (Carlos IV). 1 – UNIFICACIÓN Y CENTRALIZACIÓN POLÍTICA Y ADMINISTRATIVA Los Borbones impusieron el mismo sistema político que sus parientes habían puesto en práctica en Francia: el absolutismo. Felipe V y Fernando VI acabaron con las pocas limitaciones que tenía el poder de la monarquía. El rey era el Estado, único depositario de la soberanía, concentrando en su persona los poderes ejecutivo, legislativo y judicial (también impusieron la Ley Sálica). La implantación del absolutismo implicaba acabar con los fueros especiales que tenían algunos territorios hispanos, especialmente la Corona de Aragón, lo que de paso llevaba aparejado acabar con su independencia. De este modo se iba hacia un modelo centralizado de la administración del Estado. Felipe V impuso la asimilación jurídica, política y administrativa con Castilla mediante los Decretos de Nueva Planta para Valencia y Aragón (1707), Mallorca (1715) y Cataluña (1716) con la excusa de que se habían rebelado contra él. Por los Decretos de Nueva Planta se eliminaba el Consejo de Aragón, se suprimieron los privilegios fiscales y militares, se sustituyó al antiguo virrey por un capitán general, fueron abolidas las Cortes y la Generalitat, se eliminaron las fronteras y aduanas con Castilla, se impuso el castellano como lengua oficial. Únicamente conservaron sus fueros Navarra Y País Vasco. De este modo se lograba crear un único Estado, con un único aparato político y administrativo. El nuevo sistema político creado por los Borbones para España se basaba en las siguientes instituciones: 1.- El Rey, monarca absoluto: de él emanaban todas las instituciones, concentraba todos los poderes (ejecutivo, legislativo, judicial), su poder solo estaba limitado por la Ley Divina (en realidad solían delegar el gobierno sobre sus “validos”). 2.- En teoría todo el territorio estaba representado por las “Cortes Generales del Reino de España” (estamentales), pero sólo se podían reunir a petición del rey, quien sólo lo hacía con motivo de la coronación de un nuevo monarca. 3.- El sistema de consejos de los Austrias fue abandonado, quedando como único el Consejo de Castilla. Era un organismo de carácter consultivo con algunas facultades legislativas y judiciales (Tribunal Supremo de Justicia). 4.- Las “Secretarías” (semejantes a los ministerios) que habían sustituido a los consejos: Secretarías de Estado, Asuntos Extranjeros, Asuntos Eclesiásticos, Justicia, Marina, Guerra, y desde 1754 la de Hacienda. Los “secretarios de despacho” eran nombrados por el rey, y tenían por debajo a funcionarios encargados de llevar la administración. 5.-La administración territorial también fue reformada para crear un sistema uniforme en todo el Estado. Se eliminaron los virreinatos (excepto en América) y se crearon las Provincias o Gobernaciones. Al frente de éstas se encontraba un Capitán General con atribuciones militares y administrativas, que ejercía como Gobernador. En cada provincia había una Real Audiencia, con funciones consultivas y judiciales, presidida por el Capitán General. Las ciudades eran controladas por los Corregidores, nombrados por la Corona, junto a regidores y alcalde. Estas reformas extendían a todo el Estado el modelo administrativo castellano. La única novedad fue la creación del cargo del Intendente. Estos funcionarios, nombrados por el rey en las provincias tenían atribuciones en materia de Hacienda, recaudación de impuestos y política económica, obras públicas, realizar censos, urbanismo, etc., alcanzando un gran poder. 6 6.- La Hacienda pública y el sistema fiscal tenían que ser reformados necesariamente, ya que la mayoría de los ingresos se obtenían a través de impuestos indirectos, desiguales, injustos e insuficientes. Se necesitaba un sistema más eficaz, racional y centralizado. Se intentó que los ciudadanos pagasen impuestos de acuerdo con su riqueza, recortando incluso los privilegios fiscales de nobleza y clero. Esto tenía una difícil aplicación en Castilla, por el poder de la nobleza, pero en la Corona de Aragón, gracias al derecho de conquista se impusieron el Equivalente (Valencia), Talla (Mallorca), Única Contribución (Aragón) y el Catastro (Cataluña). Se trataba de una cuota fija, impuesta por el Estado, que la administración local repartía entre todos los habitantes según sus posesiones e ingresos. El cobro del impuesto era vigilado por el Intendente. Era un impuesto más moderno, ágil, fácil de cobrar, justo (aunque nobleza y clero seguían teniendo algunas excepciones) y se recaudaba más. Todos los intentos por implantarlo en Castilla fracasaron por la oposición de los privilegiados. Además el sistema tenía otras ventajas adicionales, como la necesidad de realizar censos de población, y catastros de la riqueza (como el del Marqués de la Ensenada, de 1750), lo que ha significado la gran fuente de información para el estudio de esta época. No obstante, la hacienda pública continuó teniendo problemas debido a la no implantación en Castilla, la continuidad de muchos privilegios de nobleza y clero incluso en la Corona de Aragón, las exenciones de impuestos para muchos funcionarios, por lo que el grueso de los ingresos seguía dependiendo de los impuestos indirectos. El endeudamiento del Estado continuó, por lo que Carlos III fundó el Banco S. Carlos (precedente del Banco de España) para canalizar la emisión de moneda, los cobros, pagos, etc., se tuvo que emitir deuda pública para lograr más ingresos en metálico, y se tuvieron que poner parcialmente a la venta por primera vez bienes desamortizados (órdenes militares, beneficencia, etc.) durante el gobierno de Godoy. 7.- Se reformó el ejército, donde los tercios fueron sustituidos por regimientos, se implantó el sistema de reclutamiento por quintos, y se intentó reconstruir y modernizar la Armada. 2 – LA POLÍTICA ECONÓMICA Podemos distinguir 2 etapas: 1 – 1ª mitad del XVIII: política económica mercantilista. Se otorgaban monopolios a compañías comerciales privilegiadas. Se reforzó la flota. Se mantuvo el monopolio de Cádiz (que había desplazado a Sevilla a fines del XVII) en el comercio con América. Proteccionismo (aranceles aduaneros). Se crearon manufacturas del Estado: las Reales Fábricas (tapices en El Retiro, cerámica en Aranjuez, Manises, Alcora, vidrio en La Granja, etc.) 2 – 2ª mitad del XVIII: política económica más influida por la Ilustración y el Liberalismo económico (reinado de Carlos III): Se impulsó la aparición de Sociedades Económicas de Amigos del País, con el objeto de estudiar la situación económica, realizar informes, e introducir reformas económicas. También se propició la colaboración de ilustrados como Jovellanos., Olavide, o Cabarrús. Influidos por la Fisiocracia, que pensaba que la agricultura era la fuente principal de riqueza, prestaron una especial atención a las posibles reformas para mejorar su situación, aunque siempre con el lastre de no poder tocar el feudalismo (nobleza e Iglesia eran los grandes propietarios de tierra), lo que de hecho limitaba por completo todo intento de reforma. Se impulsaron reformas parciales en la agricultura: repoblaciones de tierras incultas; restricciones a la Mesta; leyes sobre arrendamientos de tierras municipales; se fomentaron los regadíos; se impuso la libertad de los precios agrarios, del comercio de cereales; y se realizó la primera desamortización de bienes de instituciones benéficas y órdenes militares (Godoy). Se impulsó el libre comercio: libertad de precios; libre comercio de granos; libre comercio de todos los puertos españoles con América; progresiva desaparición de las compañías comerciales privilegiadas y de los monopolios. Prosiguió la política proteccionista (aranceles). En artesanía, se impulsó la libre empresa: sin acabar con los gremios, sí se les pusieron limitaciones. 7 3 – LA POLÍTICA EXTERIOR Tras la Guerra de Sucesión España pierde buena parte de su influencia internacional, convirtiéndose en una potencia de segunda fila. Los tratados de Utrecht y Rastadt obligaron a ceder todas las posesiones europeas (Flandes, Nápoles, etc.), por lo que ya no contaba tanto en el concierto europeo. Estas pérdidas de territorios e influencia liberaron a España de muchos gastos en el ejército y guerras, permitieron centrarse a los Borbones en la política interior, y no estar pendientes de la política europea. Fue un siglo de calma y paz relativas. Pero eso no quiere decir que los Borbones se resignaran a ello. Felipe V reorganizó la flota e intentó recuperar algunos de los territorios cedidos en Utrecht, sobre todo Gibraltar y las posesiones italianas de Parma, Toscana y Nápoles, logrando al fin el nombramiento como rey de Nápoles de su hijo, el futuro Carlos III (1734). Esta política exterior obligó a buscar aliados, por lo que se iniciaron los “Pactos de familia” con Francia (a partir de 1733). Con Fernando VI España entra en una fase de neutralidad en la política europea. Durante su reinado se reorganizó el ejército y la flota, pero con vistas al mantenimiento de América. Se intentó mejorar la administración de la América española, el comercio colonial, y las comunicaciones entre España y sus colonias. Se reorganizó la administración de las colonias americanas. Los máximos órganos de gobierno seguían siendo el Consejo de Indias y la Casa de Contratación de Sevilla. Los virreinatos en América se reorganizaron: seguía el de Nueva España (México, Caribe y Centroamérica) y se dividió el del Perú en 3: Nueva Granada (Norte: Colombia, Panamá, Ecuador y Venezuela), Perú (zona andina) y Río de la Plata (Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile y Bolivia). Ya con Carlos III, la expulsión de los Jesuitas tuvo una fuerte repercusión, dada su gran implantación en amplias zonas: las “reducciones” en Paraguay, norte de Argentina y Uruguay. La reactivación del comercio americano provocó la aparición de un grupo social muy poderoso, los “criollos”, grandes terratenientes blancos de origen hispano pero nacidos en América. Con Carlos III España intervino en la Guerra de Independencia de los EEUU, apoyando a los rebeldes, con el fin de recuperar Gibraltar y Menorca al verse en dificultades GB. Si bien en un principio se perdió La Florida, con el tratado de Paz de Versalles (1783) que ponía fin a la contienda, España recuperó La Florida y Menorca. Con Carlos IV, España entró en la Guerra contra la Convención (1793-1795), pero cuando en Francia llegó al poder el Directorio y más tarde Napoleón, Godoy cambió la política exterior, volviendo a la colaboración con Francia (Tratados de San Ildefonso y Fontenebleau), contra Inglaterra, por lo que participó en las guerras contra Portugal (Guerra de las Naranjas en 1801) e Inglaterra (Batalla de Trafalgar en 1805), y permitió la invasión francesa en 1808. III. DEMOGRAFÍA Y SOCIEDAD El S. XVIIII es de crecimiento demográfico: sobre todo entre 1730 y 1780. La población española pasó de unos 7,5 millones a principios de siglo, a 11 millones en 1787. Las causas las podemos encontrar en un descenso de la mortalidad catastrófica (paz relativa, menos hambres, mejora de la agricultura), y aunque la mortalidad ordinaria siguió siendo muy alta (36 por mil), era compensada por una elevadísima natalidad (42 por mil). Otra causa fue la política poblacionista aplicada por los Borbones. Sin embargo, ese crecimiento fue muy desigual: mayor en la periferia (Cataluña, País Vasco, Valencia, Andalucía), que llegó a doblar la población, que en el interior (excepto Madrid), que apenas aumentó un 20 %. Esa disparidad era debida al distinto ritmo de crecimiento económico, que atraía un flujo migratorio del interior a las costas. No obstante, dicho crecimiento seguía teniendo importantes frenos, que impidieron que el crecimiento fuera semejante al de Inglaterra o Francia: la persistencia de crisis de subsistencia, la pervivencia de esporádicas epidemias, mantuvieron alta la mortalidad catastrófica mientras la carestía de alimentos o sus precios muy elevados, debido a la nula articulación del mercado hispano mantuvo muy elevada la mortalidad ordinaria. La sociedad continuaba teniendo una estructura estamental. La nobleza seguía teniendo sus privilegios jurídicos, fiscales, etc., seguía dominando al campesinado a través del régimen señorial, era la gran terrateniente, y seguía teniendo 8 prejuicios contra las actividades económicas, por lo que raramente se involucró en reformas para mejorar los rendimientos de sus tierras (rentistas). El clero seguía teniendo sus privilegios y siendo gran terrateniente, cobraba rentas feudales, el diezmo, ejercía la jurisdicción en sus tierras. Los ilustrados atacaron a la Iglesia, que sufrió algunos recortes en su riqueza y poder, pero en conjunto su influencia y riqueza apenas varió. El campesinado tenía una situación desigual. En los realengos y en Cataluña su situación era relativamente buena, pero en el resto, más del 60 % seguía sometido al feudalismo, pagando altas rentas, diezmos e impuestos reales y sometido a la jurisdicción señorial. En Andalucía muchos pequeños propietarios fueron expropiados y convertidos en jornaleros agrícolas, viviendo en la miseria. En Valencia, mientras en el interior los campesinos estaban completamente dominados por la nobleza, en la costa los arrendatarios (burguesía terrateniente) gozaban de buenas condiciones. A finales de siglo, ante la crisis, la nobleza intentó aumentar las rentas feudales, lo que provocó una fuerte respuesta campesina, apoyada por la burguesía terrateniente y una gran conflictividad. La burguesía era un sector social en crecimiento, pero menor que en el resto de Europa. Destaca la burguesía terrateniente, especialmente numerosa en Cataluña, Valencia y zonas de Castilla. La burguesía industrial era escasa, localizada en Cataluña y focos aislados de País Vasco y Valencia. La burguesía comercial predominaba en la periferia, especialmente en los puertos andaluces y catalanes, y dependían del comercio con América y el Norte de Europa. En general podemos hablar de un grupo social escaso, débil, que más que pensar en eliminar los privilegios de la nobleza, aspiraba a adquirirlos (comprando títulos de nobleza). Al igual que en el resto de Europa, la sociedad española estaba cambiando: mientras la burguesía ascendía económica y socialmente, los privilegiados entraban en una crisis, pero desde luego estos cambios eran mucho menores que en Europa. IV. ECONOMÍA En general experimentó una recuperación, especialmente entre 1720 y 1780. A – AGRICULTURA Mientras en Europa se inician las transformaciones en la agricultura, con la implantación de una agricultura de mercado, con nuevos sistemas de cultivo que buscaban una mayor productividad, en España el panorama es muy diferente. El crecimiento demográfico hizo que aumentase la demanda de productos agrícolas, y que subieran los precios, por lo que aumentó el interés por la agricultura. La agricultura hispana fue incapaz de satisfacer el aumento de la demanda por los bajos rendimientos de las tierras cultivadas; porque no pudo adaptar las innovaciones aparecidas en el resto de Europa, porque aquellos que podían invertir en la tierra no tuvieron interés en ello (nobleza, clero), mientras que los campesinos, sometidos a pagos de todo tipo no podían invertir, porque la tierra, amortizada en manos de nobleza, ayuntamientos o clero no podía ser comprada por la burguesía terrateniente. Nobleza y clero intentaron aumentar sus ingresos, no invirtiendo en mejorar sus tierras, sino subiendo las rentas a los campesinos. Donde había burguesía terrateniente, ésta sí intentó invertir en adaptar nuevos cultivos, aumentar los regadíos y la productividad, pero esto solo fue posible en zonas periféricas. La monarquía ilustrada intentó realizar algunas reformas para modernizar la agricultura (informes de Jovellanos, Olavide, o las Sociedades Económicas de Amigos del País: liberalización de los precios de los cereales, creación de nuevos regadíos, construcción de canales, nuevas colonizaciones de tierras (Sª. Morena), y poner más tierras en el mercado, criticando la existencia de tierras en “mano muerta”. Pero estos intentos tuvieron poco éxito, como ya hemos visto. Algunas zonas sí tuvieron importantes transformaciones, sobre todo aquellas del litoral con mayor facilidad para importar grano para suplir la dedicación de la tierra a otros cultivos, que podían exportar. Así en la cornisa cantábrica se implantó el cultivo del maíz y de la patata, y en Cataluña y el litoral valenciano se inició la explotación de la morera (gusanos de seda), el vino y aguardientes. B – INDUSTRIA En Inglaterra se inicia en el XVIII la Revolución Industrial. En España la producción de productos manufacturados seguía en manos de artesanos agrupados en gremios, mientras el “putting out” tenía muy poco desarrollo. La industria en España no podía tener un gran desarrollo debido a las carencias del mercado, poco integrado, 9 y formado por una población con muy poco poder adquisitivo. Por tanto, faltaban estímulos para la inversión y la modernización industrial. Los Borbones intentaron durante la 1ª mitad del XVIII implantar la política económica mercantilista importada desde Francia, aplicando medidas proteccionistas y creando una serie de manufacturas del Estado, las “Reales Fábricas”. Pero estas manufacturas del Estado se dedicaron a sectores de lujo (cristal en La Granja, tapices y porcelana en El Retiro, tabaco en Sevilla, armas en Toledo, etc.), con costes y precios muy elevados, por lo que no tenían un auténtico mercado en España y su rentabilidad fue muy escasa. Durante el reinado de Carlos III se intentó reducir los privilegios de los gremios y se dieron ayudas a la creación de manufacturas de propiedad privada. En Valencia apareció una industria de la seda, controlada por comerciantes que combinaban la producción a domicilio con la creación de talleres con maquinaria moderna. En el País Vasco creció la industria metalúrgica, gracias al proteccionismo y a la aplicación de nueva maquinaria. En Cataluña sí hubo un desarrollo industrial, ya que se supieron buscar mercados en Valencia, Castilla y en América. Una buena distribución de la renta, gracias a una estructura de la propiedad más equitativa así como los ingresos por la exportación de aguardientes posibilitaron la inversión en la industria. Mientras las zonas litorales se especializaban en la producción de vino y aguardiente con destino a la exportación, muchas zonas del interior se especializaron en la producción de tejidos de lana al margen de los gremios. En el último tercio del XVIII apareció un sector productor de tejidos de algodón, blancos o estampados (Indianas). Se aprovechó para ello la tradición textil de la zona, así como los lazos comerciales establecidos por el comercio de exportación encontrando sus mercados sobre todo en Valencia, Castilla, y más tarde en América. Este sector se dedicaba al tejido y estampación, no al hilado (dependencia exterior del abastecimiento de materia prima). Se trataba de talleres pequeños, familiares, con poca inversión y mecanización. C – COMERCIO El comercio interior no fue demasiado importante, debido a la desarticulación del mercado, por los pésimos medios de transporte y por la escasa capacidad adquisitiva de la población. Lo más destacable es el comercio entre los puertos de la periferia. Los Borbones, sobre todo Carlos III se preocuparon de estimular el comercio exterior, especialmente con América. A principios del XVIII se aplicó una política comercial mercantilista: control de la corona del comercio, concesión de monopolios a compañías comerciales privilegiadas, mantenimiento del monopolio de Cádiz (sucesora de Sevilla) del comercio con las posesiones americanas. Sin embargo, la incapacidad de la industria y el comercio hispanos para abastecer al mercado americano había hecho que comerciantes extranjeros se hicieran con el comercio americano a través de sus agentes en Cádiz o el contrabando. Las compañías comerciales privilegiadas no resultaron rentables por el contrabando y la competencia extranjera, por lo que se eliminaron. Debido a esto se inició la liberalización del comercio. Durante el reinado de Carlos III finalizó el monopolio gaditano del comercio americano (1765), y finalmente se aprobó el libre comercio de todos los puertos hispanos con América (1778). Las medidas liberalizadoras contribuyeron al desarrollo de algunas zonas, como Cataluña (Barcelona), que exportaba vinos, aguardientes, frutos secos y tejidos; Valencia (Valencia, Alicante, Cartagena) exportaba vino y aguardiente; también crecieron los puertos de La Coruña, Santander, y Bilbao. En Andalucía los puertos de Málaga, Sevilla y Cádiz se dedicaban a la exportación de vino, aceite, y sobre todo a la reexportación a América de productos europeos. D – LA CRISIS DE FINALES DEL XVIII A finales del XVIII, y especialmente a partir de 1796 se inicia una grave crisis económica, debida a una serie de malas cosechas y a la participación de España en varias guerras: contra la Convención francesa (1793-94), y sobre todo las guerras contra Inglaterra (1795-1808), especialmente tras la Batalla de Trafalgar (1805), hicieron que se cortase el comercio marítimo con América, lo que perjudicó a todos los sectores de exportación y a las zonas comerciales. Además los gastos en las guerras aumentaron el déficit por lo que la Hacienda entró en crisis. Esto provocó no solo problemas en la hacienda estatal, sino también hambres, epidemias, y un aumento en la conflictividad social, con las luchas entre señores y campesinos por las subidas de las rentas, y en definitiva contra el régimen señorial.