temor y angustia - Cumbres San Javier

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Miedo,
temor y angustia
P. Adolfo Güémez, L.C.
Hasta el más valiente siente miedo. No hay nadie en esta vida
que no haya experimentado esta pasión. ¡Porque el miedo es
natural al ser humano!
Existe un temor bueno, que es, en primer lugar, un mecanismo
de autodefensa, que nos lleva a preservar nuestro propio ser de
todo enemigo.
Pero el temor que roba la paz no es algo bueno. Se trata del
sentimiento de miedo generado por la posibilidad de perder
bienes no indispensables ni necesarios. Ese temor revela, en el
fondo, que nuestro corazón está apegado a algo que no es
Dios.
Y llevado a su extremo, nos arrastra a negar a Dios mismo, pues
centrados en el temor de perder algo, nos enfocamos tanto en
ese algo, que nos olvidamos de Él.
Como el temor está muy unido a la imaginación, cuando éste se
presenta en sus formas de angustia y ansiedad, puede llegar a
hacernos perder la objetividad, nublando nuestra razón con
imaginaciones que van muy lejos de la realidad.
Así mismo, en un alma sin mucha fe, el temor puede hacer
estragos: al faltarle la seguridad que sólo Dios puede dar, su
imaginación le lleva a proyecciones horrendas de lo que le
puede hipotéticamente pasar.
Ya vemos que el miedo es algo muy serio.
Dado que el temor está fundado principalmente en los bienes
sensibles y en la importancia que les damos, entonces la
curación tiene que venir de la confianza que ponemos en Dios,
y no en las cosas.
El miedo es un sentimiento natural en nuestra alma. El problema
es que normalmente está centrado en cosas que no valen la
pena.
Así que la terapia no viene de eliminarlo, sino de cambiarlo, de
poner nuestra confianza en algo que no pasa, que siempre está
ahí: se llama temor de Dios.
Instituto Cumbres San Javier
www.cumbressanjavier.edu.mx
Miedo,
temor y angustia
«No te dejaré ni te abandonaré; de suerte que podemos decir con confianza: “El Señor es mi auxilio; no temeré.
¿Qué podrán hacerme los hombres?”» Heb 13, 6
Hay dos formas de temor de Dios:
1ª. El temor de ser separados de Él y de los bienes que conlleva esta unión.
Este es un primer paso para llegar al temor perfecto, que sólo se da cuando hay un amor profundo y puro a Dios.
Por eso, aunque esta primera forma es buena, aún es muy imperfecta y la hemos de mejorar.
2ª. Nace del amor que le tenemos a Dios, y consiste en el temor a ser privados del amor de Dios, de su compañía
y presencia. Es el temor filial.
«El que teme al Señor nada temerá; no se desalentará, porque Él es su esperanza.» Sir 34, 14
Este temor no nos hace temblar frente a Dios. ¡Todo lo contrario: nos lleva a acercarnos más a Él! Porque nace
del amor, no del miedo.
Aprendamos a centrarnos en lo esencial, dejando pasar lo que no vale la pena. ¡Es la mejor inversión de nuestra
vida!
Fuente www.padreadolfo.com
HAY DOS FORMAS DE
TEMOR DE DIOS:
1. El temor de ser separados de Él.
2. Nace del amor que le tenemos.
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