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Estaba Sherlock Holmes con Watson en la casa del guardaespaldas del
tercer Señor Baskerville.
Estoy preocupado por el señor Baskerville, Holmes. La mansión a la que
va a ir es la de la muerte de los dos señores Baskerville. Permítame que
le cuente toda la historia:
“El primer señor Baskerville fue dueño de la mansión hace mucho
tiempo. Un día estaba con la señora Baskerville paseando por la
ciénaga. La señora Baskerville desapareció con el señor Baskerville, y
apareció la señora muerta con un mordisco en el cuello, y ahí fue donde
empezó toda la maldición”.
Holmes escuchó la historia con micho interés y se puso en el caso.
Al salir de la casa ven un carruaje con un tipo sospechoso; él se da cuenta y
sale corriendo de la escena. Holmes coge otro carruaje y siguen al otro.
Cuando el otro carruaje se detiene, Holmes pregunta quién era. “Sherlock
Holmes”, respondió. Más tarde sale Watson hacia la mansión de los
Baskerville, y Holmes se quedará investigando un poco más en Londres.
Cuando Watson llega, una mansión imponente es lo único que ve. Los
mayordomos le abren y le enseñan su habitación. Watson les cuenta, al
preguntarle los mayordomos que qué tal el viaje, pues que un asesino muy
peligroso anda suelto. Watson salió a dar un paseo, y se encuentra con el
naturalista de la mansión. “Cuidado con la ciénaga, si te metes en ella puede
que no salgas nunca”. Fue a su casa y vio a la mujer del naturalista. “Corra de
aquí, doctor Watson, corre un grave peligro. No puedo hablar con usted.
¡Corra!” Watson se fue sorprendido. Le envió una carta a Holmes para decirlo
todo lo que pasa. Siguió inspeccionando, y llegó a unas cuevas. Se metió en
una de ellas para refugiarse y preparar todo. De repente se oye: “Watson, hace
un día muy bueno para que usted se esconda”. Salió y vio a Holmes. “Baja la
pistola, por favor”. “¿Cómo sabe que yo estaba ahí?” “Muy fácil, cuando veo un
cigarro como este, sé que mi amigo Watson está muy cerca.” Fueron a recibir
al señor Baskerville. “Sabéis, amigos. Esta mañana me ha pasado una cosa
muy rara. Compré un par de zapatos nuevos y uno me ha desaparecido.”
Holmes se puso a pensar. Acompañaron al señor Baskerville a la mansión y se
volvieron a encontrar con el naturalista. Hizo una reverencia al señor
Baskerville y empezó a hablarles de la ciénaga. Llegaron a la mansión y Lord
Baskerville les enseñó la mansión. Un montón de cuadros, figuras, escultoras
etc. Entonces, Holmes, le pidió a Lord Baskerville que se fuera un momento.
Holmes enseñó un cuadro a Watson: “¿Quién es?” “Es el primer Lord
Baskerville”, contestó. “Fíjese un poco más”. Holmes tapó con el brazo el pelo
del cuadro. Watson exclamó: “¡es el naturalista!” Más tarde vieron a los
mayordomos en la ventana, y una luz fuera. Watson fue a ver quién era. Los
mayordomos le dijeron que no mire, pero acabaron diciéndole que ellos eran
amigos del asesino, y que, por favor, no le diga nada a nadie que lo son. Pero
Holmes ya estaba corriendo detrás de él. Le perdió de vista y se escuchó un
grito. Fueron corriendo y el asesino estaba muerto. Al principio creyeron que
era Lord Baskerville, pero le dieron la vuelta y era el asesino. Volvieron a la
mansión a hablar con Lord Baskerville. Le dijeron que vaya a pasear esta
noche con total tranquilidad, que ellos estarían allí para defenderle. Holmes
llamó al inspector Lestrade para que esa noche estuviera con todos sus
guardias. Esa noche había una niebla espesa, con lo que no se veía nada. Lord
Baskerville paseaba tranquilo. De repente, un sabueso, una raza de pero
asesino, se abalanzó hacia el señor Baskerville. Holmes exclamó sorprendido.
Acto seguido, Holmes, Watson y Lestrade comenzaron a disparar hacia el
perro. Lord Baskerville acabó con algunas heridas, pero el perro acabó muerto.
Holmes fue a verlo. Tenía fósforo, para que no se confundiera el olfato.
Rápidamente, fueron corriendo a casa del naturalista. Su mujer estaba atada y
encerrada en una habitación. La desataron y lo dijo todo. En cuanto al
naturalista, él dijo que sabía sobrevivir en las ciénagas, pero éstas le fallaron.
A punto de cruzar la ciénagas, se empezó a sumergir. Con todas las fuerzas
que hizo, no pudo salir, y dejó sobre la tierra una bota.
Están Holmes y Watson en una sala con Lord Baskerville. Holmes empezó a
contar el caso: “La bota que le desapareció al señor Baskerville, se la robó el
naturalista. Y con el fósforo, el perro fue a por la gente que tenía ese olor. Por
eso mató al asesino, porque llevaba la ropa del señor Baskerville.”
FIN
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