EL HEBREO Y EL ARAMEO* F. Briquel-Chatonnet principios del 1er milenio a.C. aparecen simultáneamente en documentos el arameo y el hebreo, lenguas que se hablan en la costa oriental del mediterráneo y en el interior de Siria en el II milenio. Por aquel entonces, se escribía en toda la región el acadio, lengua de Mesopotamia, y en escritura cuneiforme. Las lenguas vernáculas eran conocidas solamente por glosas o idiotismos en textos en arcadio o por el análisis de nombres propios, que son siempre, en semítico, expresiones que tengan un sentido. La difusión a principios del I milenio de la escritura alfabética lineal (el alfabeto fenicio) ha permitido la notación de lenguas locales que, a partir de entonces, se han conservado A Primeras huellas Los documentos más antiguos en arameo son inscripciones que emanan de pequeños reinos que se repartían Siria en el s. IX a.C: ejemplos son la inscripción de Tel Dan descubierta en 1993 en el norte de Israel, que conmemora una victoria sobre el rey de Israel, muy probablemente la de un rey de Damas; pequeños epígrafes en marfil y en las antiojeras de caballos de bronce; una estela relativa a Zakur, rey de Hamat (actual Hama, en Siria); una estela votiva de un rey A principios del 1er milenio a.C. la difusión del alfabeto fenicio permite la notación de lenguas locales, entre ellas el hebreo. Así se emplea en diversos documentos de los reinos de Judá e Israel. (Adjunto un fragmento de abecedario semítico arcaico hallado cerca de Hebrón. La primera línea que comprende las letras de Vav a Samekh, se lee de derecha a izquierda. Abajo, fragmento de una estela de Samaria del s. VIII a.C. de Aram, hallada cerca de Alepo; una estatua de piedra con una inscripción bilingüe en acadio y arameo de un rey de Gouzana, reino del N.E. de Siria. Todas estas inscripciones se extendían por Siria y, desde el s.VIII, se las puede encontrar hasta en Irán. Se trata de inscripciones de carácter más o menos oficial. La historia del hebreo está vinculada en sus comienzos a la de los reinos de Israel y de Judá: es la lengua de los dos pequeños reinos con pequeños matices dialécticos entre los documentos de ambas regiones. Si dejamos a un lado la inscripción de Gezer (con frecuencia evocada como la inscripción hebrea más antigua aunque probablemente sea de origen filisteo), los documentos más antiguos en hebreo son las “ostraca”, fragmentos de cerámica rota empleados como soporte de escritura en tinta para cartas, documentos de envío, actas, etc. Aunque tanto su naturaleza como su laconismo hacen difícil su datación, y si algunos pueden remontarse al s. IX, la mayor parte son de los siglos VIII y VII a.C. ó incluso del s. VI hasta la caída de Jerusalén el año 587 a.C. Se conocen también inscripciones en vasijas o en piedras de las mismas épocas desde el sur de Neguev hasta el monte de Galilea. La inscripción del túnel de Ezequias en Jerusalén, en la que se evocan los trabajos de conducción de agua terminados a finales del s. VIII para preparar a la capital contra el ataque del soberano asirio El arameo se emplea a partir del 1er milenio por pequeños reinos situados en la actual Siria. Llegaría a ser una lengua internacional con la conquista por los grandes imperios. (Trozo de tablilla en arameo de la fecha del reinado de Nabucodonosor II. El año 566 a.C. * Cahiers de Science & Vie 32 NOVIEMBRE 2004 DYNA Diferencias y semejanzas El arameo y el hebreo pertenecen a la misma familia de lenguas semíticas y a la misma rama nord-occidental. Son, por lo tanto, muy afines, tanto en sus características morfológicas como en su léxico. Esta semejanza resulta tanto más chocante en los documentos antiguos en los que se omiten las vocales, que son las que distinguen una lengua de la otra. Si realmente son evidentemente distintas, ello resulta mucho menos patente especialmente cuando se trata de inscripciones antiguas y, además breves. No obstante, es preciso señalar algunas diferencias significativas tales como el empleo de un artículo en hebreo para significar que un nombre es determinado, cuando en arameo la marca de esa determinación es un sufijo al final del nombre. Igualmente, determinados trazos resultan reveladores: “hijo” en hebreo se dice BeN y BaR en arameo. Senaquerib es, sin duda alguna, la más célebre. Ya desde un principio, el hebreo y el arameo tuvieron sus propias zonas de distribución con distinta amplitud. El fenómeno se ha visto acentuado por la difusión del arameo en el imperio asirio, que dominaba el norte de Mesopotamia. A medida que iban aumentando sus conquistas (especialmente hacia el Oeste) este imperio iba anexionándose progresivamente todos los reinos arameos entre los siglos IX y VIII, integrando también entre 730 y 720 el reino de Israel y su capital, Samaria. Sin embargo, esto derivó en un hecho inesperado como fue la creciente importancia adquirida por los arameos en la administración del imperio. Paulatinamente se fue haciendo bilingüe empleando la escritura cuneiforme en tablillas (en acadio) y el alfabeto sobre soporte perecedero o sobre tablillas de arcilla (en arameo). Este fue el trampolín para que el arameo adquiriese el estatuto de lengua de comunicación internacional: citemos el episodio según el cual los representantes del rey de Judá, Ezequías, asentado en su capital por el ejército asirio en 701, propuso negociar con el general asirio en arameo (Libro de los Reyes II, 18,26). La caída de Jerusalén, tomada en 587 por el ejército de Nabucodonosor rey de Babilonia, cuyo imperio sucedió al asirio desaparecido como potencia dominante en la región, puso fin al empleo del hebreo como lengua administrativa y política de un Estado. Desapareció el reino de Judá, sus personajes más distinguidos fueron deportados y Ostracón sobre la distribución de trigo (s. X á VI a.C.) Judá se convirtió en una provincia babilónica. Medio siglo más tarde, conquistada Babilonia por Ciro rey de Persia en 539, quién autorizó el retorno del exilio a Babilonia de los judíos deportados, se reconstituyó en Jerusalén y en Judea una comunidad, que se sintió heredera de los reinos desaparecidos. Caminos divergentes El lenguaje de esta comunidad era el hebreo, símbolo de una continuidad reivindicada, pero políticamente, Judea formaba parte el Imperio persa. Incluso, aunque su lengua propia era el antiguo persa, adoptó el arameo como lengua oficial de la administración en toda la parte occidental. Fue una época en la que el arameo alcanzó su difusión mayor desde el Sur de Egipto hasta el Oeste de Anatolia (la Turquía actual) y, al Este, se utilizaba también de forma incidental en la meseta de Irán hasta el norte de India, el emperador Ashoka, al convertirse al budismo en el s.III, grabó inscripciones no sólo en lenguas indias, sino también en arameo (que ya había adquirido estatuto oficial), griego, lengua que había sido expandida por el ejército de Alejandro. En cuanto a la comunidad de Jerusalén, la lengua de la administración era el arameo. DYNA NOVIEMBRE 2004 33 Semejanza errónea El arameo y el hebreo parecen ser similares en los documentos antiguos porque no se escribían las vocales. En cambio, en el lenguaje oral, las diferencias son notables. (Inscripción aramea del s. VI a.C.) En cuanto a la diáspora, tanto en Babilonia como en Egipto, se empleaba el arameo y así consta en numerosos ostraca y papiros del s. V hallados en la isla Elefantina donde había una guarnición judía al servicio del poder egipcio. Esta es una época crucial en la historia de la comunidad israelí, que trata de adquirir una nueva identidad. El desafío era importante ya que, al no reconocérsele como Estado, una estructura política estaba a punto de diluirse y desaparecer. Y es en esta tesitura cuando se establece, en lo esencial, el texto de la Biblia hebrea tal como se conoce actualmente. Es a partir de tradiciones y documentos de épocas anteriores como los intelectuales de la comunidad escribieron un conjunto de relatos desde la creación del Mundo hasta la caída de Jerusalén y al regreso del exilio, dando cuenta de las relaciones entre Dios y su pueblo. Este pueblo está unido por la sangre e integrado por los descendientes de los doce patriarcas, hijos de Jacob. Aunque el aglutinante es una historia común el fondo es la identidad de la fe en un Dios único, creador y señor del Universo, que eligió un pueblo al que siempre se dirigió en hebreo, la lengua sagrada, la de la re34 NOVIEMBRE 2004 DYNA velación, la de la ley divina transmitida por Moisés. Y es en su propia lengua, la de los antiguos reinos de Israel y de Judá, en la que se escribió la Biblia en su condición de texto fundador de la identidad de un grupo étnicoreligioso. En su mayor parte, está escrita en hebreo con las únicas excepciones de los libros tardíos, cuyo texto está en griego y que no fueron incluidos más tarde en el canon judío. Pero también hay algunos pasajes en arameo, si bien se trata tan sólo de fragmentos más o menos extensos de algunos libros. Se han dado diversas explicaciones, pero todas ellas indican cierta dicotomía fundamental: el arameo es la lengua del poder político, el del imperio, y ello implica que se considere como una lengua universal en el contexto de la época. En este sentido, se contrapone al hebreo, lengua de la comunidad, la de un pequeño grupo, una lengua particular. Por La lengua divina Si el hebreo ya no es la lengua oficial hasta la creación del Estado de Israel en 1948, continúa siendo la lengua en la que Dios se dirigía a su pueblo. La lengua sagrada en la que se escribía la Biblia. (Ilustración en hebreo, del s. XIV) lo tanto, el arameo es la lengua en la que Dios se dirige a toda la Creación mientras que el hebreo es la lengua en la que habla a su pueblo. Las traducciones bíblicas Al cabo del tiempo, la vigencia del hebreo ha ido retrocediendo hasta tal punto que el acceso a la Biblia se ha hecho difícil para una parte de la comunidad judía. A partir del s. III a.C., se hizo una traducción de la Torah al griego para las comunidades helenizadas, especialmente las de Alejandría. La concluyeron entre 70 rabinos y se considera de inspiración divina. En Oriente la lengua vernácula seguía siendo sobre todas el arameo, y se utilizaba en las sinagogas tanto en Palestina como en Mesopotamia: después de haber leído la Biblia en hebreo, se traducía al arameo en versiones con amplias glosas y aclaraciones, que han sido formalizadas a principios de nuestra era. Son las Tárgum o traducciones. De forma paralela, los cristianos del Oriente Próximo han adoptado una versión de la Biblia en su propio dialecto arameo, conocido como “siríaco”. Es la Peshitta, todavía en uso en la liturgia de la diversas Iglesias del Oriente Próximo.