Clarín Económico 17 17/1/1999 MILLONARIOS RECLAMOS A LOS FABRICANTES DE PISTOLAS Y REVOLVERES Las armas, en la mira Siguiendo el reciente ejemplo de los juicios contra las tabacaleras, ahora las ciudades de EE.UU. demandan a las fábricas de armas -------------------------------------------------------------------------------Los Angeles Times Es “temporada de caza” en la industria de las armas, blanco de una nueva cruzada judicial de las grandes ciudades, semejante a las que antes se llevaron adelante contra las tabacaleras y los productores de amianto. Los juicios se proponen lograr lo que durante mucho tiempo no han logrado las autoridades: reducir el número de víctimas de la violencia armada estableciendo límites más rigurosos para la venta de armas de fuego. Los defensores del derecho a armarse dicen que el verdadero objetivo es destruir esa industria y desarmar a América. Con nuevas evidencias y teorías legales, las demandas argumentan que los fabricantes deben ser legalmente obligados a poner freno a los daños que causan sus productos, aun cuando esto signifique llevar un control de sus distribuidores y cancelar ventas. Después de proveer a los maleantes, la industria “se vuelve contra todos nosotros diciendo: Usted necesita un arma para protegerse de aquellas que nosotros vendimos a esta gente que representa un amenaza para usted”, dice David Kairys, profesor de Derecho de Temple, que interviene en la demanda iniciada por el municipio de Chicago. Un resultado favorable a su demanda podría obligar a los fabricantess a reembolsar a las ciudades por la vigilancia y otros costos derivados de delitos armados y disparos accidentales, una carga que alcanzaría a los mil millones de dólares. Chicago y Nueva Orleáns ya iniciaron juicios, y otras ciudades, entre ellas Los Angeles, San Francisco y Miami, se disponen a hacer lo mismo. Los EE. UU. ostentan los índices más altos de muertes por armas de fuego del mundo industrializado. Los fabricantes dicen que acusarlos de ser los que provocan los hechos de violencia es ridículo. Un grupo de defensores del libre uso de armas de fuego dijo que “es lo mismo que acusar al servicio meteorológico por los costos de las tormentas”. Los argumentos La industria es demandada en juicios privados, entre ellos uno que empezó a ventilarse el lunes. En el caso (Hamilton vs. Accu-Tek), se acusa a los fabricantes y distribuidores de haber inundado el mercado con una cantidad de armas superior a las que los compradores legales podían absorber, sabiendo que decenas de miles serán compradas por jóvenes y malvivientes para ser usadas en enfrentamientos entre pandillas y en otros delitos. Un argumento clave en la demanda entablada en noviembre por Chicago es que los comerciantes de armas habitualmente las venden a traficantes que las derivan al mercado negro. Ese juicio trata de lograr que los fabricantes y distribuidores de armas lleven un control de sus ventas. Otra línea de ataque, utilizada por Nueva Orleáns, apunta a responsabilizar a los fabricantes por no ponerles a las armas algún tipo de seguro “para tontos” que impida que las usen personas no autorizadas, como niños o criminales que las roban. El argumento es que los fabricantes tienen el know-how para incorporar tecnología inteligente que sólo permita al dueño utilizar el arma. Ejecutivos de la industria de las armas sostienen que “la tecnología inteligente no ha sido perfeccionada y podría impedir el uso de armas de fuego para autodefensa”. No es casual que los juicios antiarmas proliferen ahora. Después del éxito de las demandas antitabaco, las ciudades tienen incluso la posibilidad de recurrir a los mismos abogados. En otra semejanza con los juicios a las tabacaleras, la acción legal contra las fábricas de armas ha producido su primer caso de ex ejecutivo cambiado de bando: Robert Hass, ex vicepresidente de Smith & Wesson, que se fue de la compañía en 1989. Los fabricantes están “totalmente al tanto de los alcances del uso indebido de armas de fuego”, pero se niegan a “emprender acciones individuales para asegurar prácticas de distribución responsables”, declaró Hass en uno de los juicios. Pero también hay importantes diferencias entre el tabaco y de las armas. Mientras que el argumento de que los fumadores asumen el riesgo a sabiendas siempre les dio a los fabricantes de cigarrillos una fuerte arma legal, los fabricantes de armas nunca pudieron aplicar el mismo argumento a las víctimas de los disparos. A su vez, gracias a muchos memorandos secretos que consiguieron, en los juicios antitabaco se alegó que las empresas ocultaban información sobre los peligros del cigarrillo; en cambio, los fabricantes de armas no pueden ser acusados de ocultar los riesgos que traen aparejados sus productos. Y, a diferencia de las tabacaleras, los fabricantes de armas pueden alegar que lo que producen proporciona el beneficio social de la autodefensa. Un destacado defensor de este argumento, el profesor de economía de la Universidad de Chicago, John R. Lott Jr., estima que las armas se utilizan con fines de autodefensa más de dos millones de veces al año, favoreciendo básicamente “a las mujeres, a los ancianos y a los pobres que viven en áreas urbanas con altos índices de criminalidad”. Otra diferencia crucial es que los litigios contra los revólveres y pistolas no van a originar compensaciones inmensas tales como los 206.000 millones que pagarán las tabacaleras como arreglo en las demandas de los estados. Los gigantes del negocio Sturm,Ruger & Co. Inc, y Smith & Wesson- venden cada uno alrededor de 140 millones de armas de fuego por año, el equivalente de menos de dos días de venta de cigarrillos por Philip Morris. El dinero del tabaco -------------------------------------------------------------------------------THE NEW YORK TIMES En momentos en que las Legislaturas estatales de todo EE. UU. inician sus sesiones, los legisladores están empezando a debatir cómo van a gastar la inesperado catarata de dólares provenientes de los arreglos en los litigios contra la industria del tabaco. Algunos funcionarios quieren que el dinero se invierta en emprendimientos sanitarios y en campañas antitabáquicas, mientras otros piden los fondos para proyectos no vinculados con el tabaco, como escuelas, cárceles e incluso arreglos de calzadas. Algunos legisladores dicen que el dinero del tabaco debería utilizarse para cancelar deudas del Estado o para rebajar los impuestos. Durante los próximos 25 años, los 50 estados y algunas ciudades recibirán unos 246.000 millones de dólares de los fabricantes de cigarrillos que resultaron de las demandas entabladas contra la industria del tabaco para recuperar el dinero público invertido en tratamientos de enfermedades vinculadas con el consumo de cigarrillos. La suma a pagar a cada estado varía mucho. California y Nueva York recibirán cada uno 25.000 millones durante 25 años, y estados poco poblados como Alaska e Idaho recibirán menos de 1.000 millones cada uno. Como la mayor parte de los funcionarios utilizarán los fondos que provienen del tabaco como si se tratara de ingresos ordinarios, toda una serie de grupos, que van desde los militantes contra el consumo de tabaco, pasando por grupos de inversores hasta los de productores de tabaco están haciendo lobby para influir sobre los legisladores en el destino que les den a los fondos. A la fecha, sólo los cuatro estados -Florida, Minnesota, Mississippi y Texas- que arrelgaron sus pleitos antes de que tomara cuerpo la existencia de los 206.000 milllones de dólares, recibieron la primera cuota que les corresponde, la que en total alcanza a los 40.000 millones que se otorgarán a lo largo de 25 años. Los otros estados esperan recibir sus primeros pagos en el 2000. La gobernadora de Arizona, Jane Hall, propone gastar la parte de su estado en el financiamiento de programas de disuasión del consumo de tabaco y en la construcción y reciclaje de centros de salud, incluido un hospital psiquiátrico. El intendente de Los Angeles, Ricardo Riordan, quiere aplicar los fondos a un proyecto federal de remodelación de las calzadas para hacerlas más aptas para los discapacitados.